No suelo escribir demasiado en personal, pero aprovechando el hilo acerca de "SHAREWARE" relataré mi experiencia con esta modalidad, que se popularizó a finales de los 80s, y particularmente en la Argentina a principios de los 90s.
Ideológicamente, por entonces el Software LIBRE no estaba tan difundido fuera del marco UNIX, y sobre todo en la cosmovisión del sistema operativo DOS, no se conocía...
El Shareware es un software que no es "Libre", en el sentido del proyecto GNU. Mas bien suelen ser programas registrados de autor que están "apoyados por el usuario". Básicamente el concepto se funda a principios de los 80s con las máquinas PC con sistema operativo CP/M, para poder resolver el problema de LA logística de la distribución de software, que por entonces no estaba logrado aún siquiera en el país de origen, los EE.UU.
Cuando vos escribís un programa, hoy en día lo podés distribuir con un costo prácticamente cero. Simplemente, podés poner el código fuente a disposición en un servidor de Internet. Esta, gracias a los avances técnicos, se fue convirtiendo en la red de datos presente en casi todo el mundo (¡y sus espacios circundantes!). Si escribís un programa y querés vender copias del mismo, podés ponerlo disposición de la misma manera pero en forma de binario ya compilado, reteniendo para vos el código fuente (el cual te lo quedarías como secreto comercial).
Lograr esto es posible con muy poco costo HOY. Pero en la década de los 80s no existía Internet como la conocemos, era cara, no comercial, y muy poca gente tenía acceso. Por ese motivo, los programas se distribuían en su medio de almacenamiento, que fundamentalmente eran los Diskettes.
Distribuir programas en diskettes implicaba ponerlos en una caja, mas o menos rígida (porque los diskettes de 5 1/4" son flexibles y relativamente frágiles, y si bien no se pudren ni necesitan refrigerarse como un jamón feteado, lo cierto es que no se pueden doblar ni magnetizar. EL caso es que terminan siendo mas o menos lo mismo que distribuir revistas o material impreso: se tienen que poner en góndola seca, ocupan su espacio físico incluso mayor que su volúmen, etc. A todo esto se sumaba la logística de hacerlo empacado atractivo (porque a pesar que era software, iba a competir en góndola ante la mirada de un paquete, ¡no instalado en una máquina!). Luego debe considerarse el acarreo de moverlo a lo largo de todo el mundo, y para colmo una salida y rotación de stock en comercio basada en una expiración tecnológica de un par de años (con la mejor de las suertes).
Todo esto daba un costo logístico relativamente fijo que se sumaba al programa en sí. La suma de todos estos factores hacía que el producto, de entrada, fuese desproporcionadamente caro. Era casi imposible que cualquier programa privativo que siguiese dicho tren económico valiese menos de unas buenas decenas de dólares, incluso para un software trivial de unos pocos kilobytes (como en muchas ocasiones eran los programas de DOS).
En ese sentido, el SHAREWARE venía a vencer esos costos fijos. No iba por el lado de la "Libertad de Copiar", sino mas bien para ayudar a un autor incapaz de afrontar tales costos de distribución. En escencia, los autores del software recurrían al modelo Shareware según el conceto siguiente: te decían "acá tienen el binario, páguense sus copias".
Existían también muchas editoriales -algunas inicialmente de impresión, otras de software- que vieron la veta en aprovechar sus ya aceitados medios de distribución, impresión, empaque y logística, para incorporar programas distribuidos así a su portfolio. Estas editoriales catalogaban montones de obras de software bajo la modalidad shareware, y podían hacer ellas mismas las copias que quisieran. Generalmente evitaban las tradicionales "cajas grandes de cartón", y se decantaban por blíster transparente mucho más humilde, donde podían colgar el diskette, un anverso hecho con una hoja color que lo vendiese y un anverso que explicase qué era el programa, y chau.
Y ahora voy a contar mi experiencia y porqué pienso que el Shareware fue realmente útil.
El desbande de la Dictadura civico-militar en la Argentina no fue completo. Tras la derrota de Malvinas el prestigio de las Fuerzas Armadas cayó por el suelo, pero a resultas de una operación "sorpresa", los partidos políticos argentinos (prohibidos y maniatados) no tuvieron los reflejos ni el caudal político necesario para trasvasar el poder, mucho menos imponerse sobre los círculos empresarios. Las opciones que tuvieron fue intentar recurrir a un "bisturí fino" con el cual separar los elementos más desencuadrados de las Fuerzas Armadas para conservar la Democracia, e intentar colocar al resto en programas técnicos productivos que las alejaran de la idea de la represión social.
Desde lo económico, la llegada de la Democracia con la UCR a finales de 1983 intentó regular y cerrar importaciones (liberadas por el modelo económico de la dictadura de finales de los 70s), y en base a eso intentan producir localmente, entre otras cosas la informática local, promoviendo políticas industrialistas. El programa no podía ser nunca lo rápido que se necesitaba, pero había dado ciertos réditos, particularmente estableciendo para 1986 polos productivos de informática para el consumo interno Argentino, sin capacidad exportadora. Entre estas "apuestas" estaba la DREAN, una fábrica de línea blanca, y electrodomésticos lanzada a la construcción bajo licencia de las computadoras hogareñas COMMODORE 64 (para entonces superada en su país de origen los EEUU, pero estaablecida en Europa).
Era una máquina que se podía conseguir por poco dinero, y que contaba con soporte local mínimo pero existe, y gozaba de lo que comparativamente se podía considerar como "software para tirar para arriba". Por otro lado era económica comparada con la IBM PC. Estas "se vendían" en la Argentina, pero eran máquinas importadas, y con las recargas de importación, costaban unas quince veces más sin que esto necesariamente se tradujera en lo operativo (lo que explica el éxito tardío de las Home Computers). Y como sucedía en Argentina, pasaba en todos los países de Europa, y ni digamos en aquellos tras la "cortina de Hierro" que todavía dividía aguas.
Este era el motivo por el cual yo y muchos otros se apegaban a lo que hoy llamaríamos "el ecosistema Commodore 64". Básicamente era la máquina de 8 bits más vendida del mundo, y en la Argentina los programas se PIRATEABAN totalmente A GRANEL.
Con esto quiero decir que no existía por entonces arraigada en modo alguno la noción de que los programas de computadora tenían un precio comercial además del logístico, y de que eran propietarios. El código fuente se distribuia, pero esos eran programas simples "a escribir"; si vos querías programas complejos de C64, lo que había que hacer es ir a las tiendas o "casas de computación" como se les dice acá, y el comerciante era un tipo que copiaba "al paso" (era raro que tuviesen copias en stock, pero también pasaba). En general la modalida eran tres opciones de venta.
Estos comercios jamás "vendían el original". Tampoco "tenían el original en trastienda"... Ellos directamente eran el eslabón sapiente de una cadena en la cual el autor del software nunca llegaba al cliente. Comercializaban el diskette virgen (eran importados) y por el compilado te recargaban un 10 o 25% dependiendo de la cantidad.
Cabe mencionar que cada diskette de Commodore 64 tenía dos caras, y que en cada cara le podían entrar entre 6 y 10 programas (dependiendo del tamaño), por lo cual usar un único programa por diskette era un desperdicio total, y por eso se vendían "combos de programas".
Para 1990 o 91 el gobierno de Alfonsín era historia. El modelo económico había cambiado en la Argentina por el de la Convertibilidad, y empezaron a entrar los clones de PC en todos lados. Por entonces los precios "de entrada" variaban entre los 325 dólares (en viejas máquinas XT usadas sin disco rígido, monitor monocromo) y los 550 (por una AT286 con disco rígido chico y monitor monocromo). Las impresoras de agujas se vendían mucho, y variaban unos 100 dolares mas.
En un momento en 1991 aproveché una oportunidad que me surgió para comprar mi primer PC (que fueron 5! y ahora voy a contar porqué).
En la cooperativa de agua potable y servicios públicos de mi localidad tenían que comprar dos PC con impresoras para informatizar, lo mismo en la delegación municipal. A la hora de comprar, como yo era el que usaba computadora, me pidieron si les podía dar una mano con el asesoramiento y puesta a punto, pero me pidieron que por un tema de facturación, que hiciera trato con alguna de estas firmas nuevas que hacían venta para empresas e instituciones, con un precio reducido al gremio claro.
Consultando a la gente que vino a instalar una máquina en una oficina de Gas del Estado, me pasaron a quienes les vendían a ellos, esta gente de COMPUMASTER S.A. que vendía informática al por mayor. Los precios eran "buenos" (un 35 o 40% del precio de lista que comenté). Sin embargo, el pedido mínimo al que podían hacer caso por cuestiones de volúmen eran ordenes de compra por cinco equipos, y el otro problema era que ellos "comercializaban el software a usuario final" (algo que como dije, era inexistente en las computadoras anteriores, donde todo era pirateado).
La negociación la hice primero por correo postal, porque necesitaba las constancias. Pero básicamente "te comían el descuento del hardware". Tal es así que la AT286 con sistema operativo te salía unos 600 dólares, y unos 100 o 200 dólares mas por una planilla y un procesador de texto. Y si no pagabas el sistema y los programas como el LOTUS o el procesador de texto WORDPERFECT, te quedaba de florero, no la podías usar (claro, era un adefesio inútil). Y no había caso, estas empresas no te copiaban el software.
Pero el precio del equipo "pelado" seguía siendo una "ganga" en comparación de lo que había en plaza.
Cuando fui presencialmente, ellos - viendo que a mi me habían mandado con una orden de compra municipal y otra cooperativa - me asesoraron distinto. Yo les dije lo que pensaba, que en verdad era inexplicable lo del recargo por las copias. xD. Cómo le iba a decir yo a los tipos de la cooperativa y a los de la municipalidad que tenían que pagar el doble que un precio de lista... o que yo hacía una tercerización en lugar de venta directa, cuando la venta era indirecta (¡LA PURA VERDAD, ya que no eran clientes míos ni yo era una empresa, sino hacía el favor de asesorarlos, lo cual era cierto). En todo caso el software lo vendían "a precio final", y no tenía descuento al gremio.
Ellos me ofrecieron que "el trabajo sucio" lo hiciese yo. "En lugar de comprar cuatro computadoras a precio de lista para la cooperativa y la municipalidad, compre cinco, quédese una para usted a cuenta de labor de asesoramiento del 25%, y hágales a ellos el precio final. Los programas cómprelos usted, y luego cópiselos a estas computadoras... no es lo legal, pero ya serán "suyas", lo tiene que hacer usted, nosotros no lo hacemos. De lo contrario, tendría que comprar un programa por cada computadora, lo cual era el procedimiento que nos mandan a hacer ahora". ¿Y cuanto era el precio tras todo este andamiaje? Y claro, cada máquina se hacía el doble de cara.
Facilitando en que la informatización era para una Asociación Cooperativa, los tipos me asesoraron que usara un sistema operativo mas barato (me vendían el DR-DOS en lugar de MS-DOS, que costaba algo así como dos tercios del otro, y me los copiaban ellos sin decir nada). Y luego me recomendaron estos nuevos programas "Legales" que eran Shareware y no tenían la carga del "pirateo". Lo que me explicaron era que eran alternativos, pero eran igual de buenos que los otros (¿?). ¿Su costo? En lugar de 50 o 100 dólares cada uno, era de 50.000 Australes nuestros (algo así como 3 dolares, el doble de lo que salía una revista mensual), y los podía copiar a quien quiesiera legalmente.
Ya con eso era entendible así que cerré el negocio. Compré las cinco máquinas clon AT286 con 2MB y dos disketteras de alta densidad (una de 5 1/4" y otra de 3 1/2") y disco rígido de 80MB, con placa de video Hercules y monitor blanco y negro Samsung de 12 pulgadas. "En la volteada" una me quedé para mí con placa VGA OAK y monitor color Samsung de 14 pulgadas. Aparte venían con teclado "expandido", e impresoras Epson LX2000 Action Printer hechas en Brasil.
Para comprar el software alternativo en COMPUMASTER me recomendaron este lugar que era "El Club del Shareware", que estaba cerca. Me fui y era en realidad no era un club: estos tipos eran una editorial que se llamaba Fotomanual S.R.L., donde editaban manuales, libros y una revista bimensual. Y ahi me terminaron de explicar la cosa.
Básicamente ellos se habían conformado como una oficina editorial con una impresora laser modelo Laserjet - la tenían ahí, una maravilla en esa época - y editaban libros y la revista con ella. Habían arrancado haciendo la traducción oficial de un procesador de texto que, según una interpretación particular del Shareware - el autor les había licenciado su código fuente. A partir de esto, ellos habían traducido el manual de un procesador de texto. Ese procesador de texto era el PC-WRITE, el cual compré en castellano en versión Shareware (sin el manual).
Como la copia del programa era gratuita, para la editorial "todo era ganancia", y ponía el producto en góndola a un precio módico (diez veces menor que un software privativo, por ejemplo). Al autor le quedaba la "promesa" de que alguno de los usuarios que habían comprado el programa, le pagara el "PRECIO SUGERIDO". Claro, para esto el autor tenía que incorporar mensajes advirtiendo esto en el directorio del programa, y a veces en el programa mismo.
La revista también impresa a dos colores traía el catálogo de shareware, tenían mas de 6000 títulos, y cada uno salía lo que costaba un diskette en un comercio (básicamente, comprabas el programa y si no te gustaba formateabas el disco y te quedaba el disco como si fuese virgen xD).
A todo esto, el contenido de la revista SHAREWARE, comparativamente con otras que había en plaza, erae muy buena; técnicamente las notas eran impecables, y muchas notas estaba hechas por programadores argentinos que contaban sobre su programa o contaban cosas técnicas de cómo programar, cómo afrontar los problemas de compatibilidad en las PC, etc. Contaban también como era este modelo de "programas de libre copia", donde - habiendo encontrado útil el programa, y si lo usabas - debías pagarle al autor. Era una especie de "cuestión de honor".
Ellos habían armado algo así como la Asociación Argentina de Autores de Shareware, y recomendaban todos los programas argentinos (había una buena cantidad, no todos buenos, pero otros sí, por ejemplo tenían siempre programas de administración para comercios pequeños del rubro, como farmacias, videoclubes, etc).
Así que compré de entrada una suscripción anual a la revista, porque te la descontaban sumada al PC-WRITE en castellano (que de paso, lo necesitaba como reemplazo de Wordperfect). La suscripcioón venía con diez o quince programas shareware mas. Algunos me acuerdo: el SIMCGA que era un utilitario muy chiquito obligatorio para las PC con Hercules, un par de planillas de cálculo simil LOTUS, y juegos Shareware como TRUCO, PYRAMID (PHARAO'S TOMB), MUSIC TRANSCRIPTION SYSTEM que era uno de notación musical, una base de datos en castellano clon de DBASE IV de la cual no me acuerdo el nombre, y otros procesadores de texto simples muy buenos, pero que venian en inglés (BREEZE y BOXED). También uno que se llamaba AUTOMENU que te permitía hacer un menú autoejecutable - similar a nuestro PDMENU - y evitar tener que escribir comandos de DOS, con lo cual usar la PC se transformaba en una bobada. Otro fue un clon del NORTON COMMANDER (similar a nuestro mc), y finalmente la última version del VIRUSCAN para DOS, un antivirus que luego fue el McAfee).
El "Registro", era una cosa que tenían todos estos programas de Shareware. Supuestamente si te gustaba, podías "registrar" el programa enviando un cheque al autor, y con lo cual terminabas de "pagar" por su uso. En mi caso, sólo registré el procesador de texto PC-WRITE, porque este pago realmente era el costo de una publicación física, una carpeta con el manual en castellano que había sacado la gente de FOTOMANUAL. Como lo había comprado, lo fotocopié y entregué copias a la gente de la cooperativa y la municipalidad (es famoso porque tiene dibujos de gatitos, obra de la esposa del autor original Bob Wallace).
Al principio los programas se vendían enteros, más para finales de la década de 1990, se empezaron a aplicar mecanismos para que el programa fuese "limitado" y luego, al incorporar el número de serie que te vendía el autor, "destrabase" las funciones limitadas.
De esta manera, se suponía, se evitaría que el cliente "pagara solo el precio base del Shareware" sin compartirlo ni pagar el resto al autor.
Ahí fue donde - en mi opinión, surgió el concepto del "trialware" o "software de prueba". Fue una extensión del SHAREWARE mecanizada para que la gente pagase sí o sí, a la vez que contribuia a distribuirlo.
Las empresas, bancos, instituciones en la Argentina tenían que empezar a incorporar informática, pues no lo habían hecho en los 80s o lo habían hecho deficientemente.
Pero con el nuevo cambio y tras la hiperinflación, ninguna quería "pagar" los precios del software comercial. No hubiesen podido afrontarlos, bastante que podían comprar una PC "pelada".
En este sentido, el SHAREWARE, ofrecía un modelo adecuado para tener software que si bien no era lo mejor en plaza, si era lo posible de consumir LEGALMENTE sin piratear. Como producto, eran similares, sin el lustre de LOTUS 1-2-3, Borland DBase, o Norton Utilities, pero eran inspiradísimos (clones?) y con el costo de un diskette de baja densidad...
Mas tarde, el término sufrió una vuelta de tuerca peyorativa, y hoy en día mucha gente que no lo vivió lo suele tratar como "software de segunda", o peor, "software pordiosero", pero la verdad es que TUVO su sentido.