I

Los signos, como runas, en las teclas

y en las páginas viejas de un grimorio

en un idioma extraño.

El aprendiz de brujo las venera

y mecanografía sus hechizos,

pero nada sucede.

Y en su mente transitan los recuerdos,

advertencias de un padre que le quiere:

que la magia no existe, que la magia

es sólo la manera de que que algunos

comprenden lo que ignoran.

II

En sus sueños, el aprendiz de brujo

domina la materia con la mente:

En las calles kafkianas

de Praga, laberinto pedregoso,

en las que duerme en paz la sinagoga

el sueño de los siglos,

con su ventana ciega, con su yiddish

un Golem que traspasa las paredes

con ojos dibujados. Sólo queda

la ósea abstracción sorda de la lógica:

---agua ---dice la esposa del rabino,

y el río se desborda.

Y no es gesta de amor, sino un hechizo

salido de su quicio, incomprendido.

Una cabbala, código secreto,

el sistema se rompe y se desborda

como un Gusano Morris.

Y entonces, agitado,

el jóven Robert Morris se despierta

sintiendo el cosquilleo de un /eureka/.