La IA en la lucha

Ya no caben dudas que el cómputo es vector de lucha como lo es de un gran número de disciplinas.

Con sólo acceder a información pública es posible analizar y ver - por conocimiento intermedio de los fenómenos históricos y técnicos pasados - nuevas sendas que, tal vez, sean las que tengan que cubrir las sociedades de hoy, y en el futuro, las del mañana.

El campo de la IA es uno de los que mas interrogantes propende, pues se ha determinado en un ambiente de pseudo-colonización total de las tecnologías del cómputo, y presenta ya las cuestiones que las ingenierías y los galones tendrán que resolver si no son los Pueblos los que pueden hacerlo mejor para enfrentar a sus oligarquías.

La teoría militar de la República Popular China sostiene que las implicancias del uso de IA para aplicaciones militares constituye la integración de la misma desde arriba hacia abajo en consumar soluciones para los problemas sociales, y sostiene que también es necesario una integración inversa - desde abajo hacia arriba - que conforme un equilibrio de contención.

Esta doctrina delimitada ya en 2003 para Ejército Popular de Liberación chino (publicada unos 5 años después para la tropa, traducida al castellano en el 2018 en la Argentina) sigue, - a usanza de la filosofía Tsu-Zusiana - preceptos que vemos en los campos de combate actuales.

Hoy en los campos del Donbás - donde hace ochenta años las masas de Malinovski chocaban a las de Manstein en los combates mas colosales de la humanidad - los mismos hombres se matan con drones caseros. Los hackers de uno y otro bando han tornado en presas al tanque y a misil balístico, que pierden su relevancia frente un router con hélices que debería ser poco más que un juguete. Merced del conocimiento en acción, una CPU con ojo electrónico cumple una misión de combate dejando caer un explosivo no mas potente que una granada.

Es lo que - en el arte de la guerra - vemos con la implicancia del concepto del "dron como fusil", donde un vehiculo no tripulado portátil, unido a un centro de mando digital remoto, se usa ya como principal medio de combate, en un ambiente de paraguas ofensivo-defensivo.

Es también la implicancia del "software como moral del combatiente"; donde el código fuente mismo no puede estar ungido y protegido, sino que es un Pueblo entero el que tiene que tenerlo en mano para dar la lucha en el microchip primero, para dominarlo y usarlo como arma después.

Las mas nuevas teorías militares replican la visión de la concentración de Masas combatientes con software, en donde si uno puede multiplicar por un millón el daño material, cien millones elevarán potencialmente dichas consecuencias. Pero también el anhelo de la dispersión acuática a la que tan propensos eran los teóricos orientales, con Mao, y Giap a la cabeza.

La conducción remota dará lugar a la decisión semiautónima en el campo de la lucha. Descentralización, planificación de blanco, saturación por acción y por inacción, y el consabido escudriñamiento telemático de señales, darán lugar a la decapitación automática de la neurálgica oponente.

Hoy lo hacen sobre un soldado enemigo, pero ya ha tomado su primer vodka quien los usará para el asesinato y el ajuste de cuentas.