A menudo oímos la frase "no tengo nada que ocultar". Parecería una reacción entendible a quien se ha enseñado a pensar que es aceptable tanto ser vigilado, como tener que ceder información propia a terceros.
Sin embargo, lo justo es contar con el derecho inalienable de saber exactamente qué datos (propios o de nuestros seres queridos) serán expuestos al utilizar. Mucho más si esto se hace a través de un programa de software.
Deberíamos contar con el derecho a ver los datos que tal programa de software colecta de nostros, con el fin de poder tomar una decisión informada a la interrogante de permitir o no dichos registros programados de información.