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Desde mi inicio en Texto-Plano, me di cuenta de que estaba entrando en un territorio particular.
Por un lado, reencontrarme con el tipo de cómputo que había conocido a principios de los años '90.
Era el momento justo. Los avances tecnológicos hacen que todo sea cada vez más rápido.
En un aumento de velocidad exponencial.
Pero esa velocidad, contagiada a la psiquis humana, redunda en una taquipsiquia insana.
Reducción de la capacidad de concentración.
Reducción del tiempo de retención de la memoria.
Reducción de la capacidad de espera.
Necesidad de gratificación instantánea.
Dificultad para interpretar textos.
baja tolerancia a la frustración.
Claro que tiene cosas buenas, pero con el tiempo entendí el costo de toda esa 'comodidad' que nos venden las empresas que se quedan con nuestros datos y las que te rompen su software en la cara porque no compraste el hardware último modelo o no renovaste una licencia.
Cuando entré a Texto-Plano descubrí gente con ideas similares, hartos del negocio, del cómputo mercantilizado, de ser tratados como ganado. Ahí me enteré de que existen los Cybercirujas. Un grupo ¿étnico? que viene haciendo algo que yo, con mis magros conocimientos, también vengo haciendo: juntar hardware en desuso y tratar de darle una nueva vida útil.
Reconozco que hay épocas en que el éxito en esto del reciclado y recirculación de equipos me es esquivo. Por falta de experiencia, por falta de conocimientos, por falta de recursos y alguna que otra falta que, según Lacán, me estaría negando a ver.
Pero entre Texto-Plano y Cibercirujas me siento cómodo. Creo que finalmente encontré una causa en la que puedo invertir mis escasos recursos. ¿Un hobbie? ¿Una militancia? Tal vez. Como siempre digo, me vale con aprender por el camino.
Ayer doné varios equipos que estaban para descerteben la oficina. Hacía casi un año que estaban ahí. TheCofeeMaker me dijo que podía abrirme una cuenta en cyberdelia. Y yo no entendía de qué me estaba hablando. Supuse que era un sitio que él regenteaba.
Subí a mi oficina y averigüé. Leí un montón y me sentí feliz de que hubiera gente dedicada a restaurarnos la soberanía sobre nuestros datos y nuestros equipos. Sentí que por una vez, pelear contra los gigantes podía tener sentido.