Filosofía como dialéctica.

Al comienzo de su historia, la filosofía fue [dialéctica] en el sentido de que su forma específica fue el diálogo. Por supuesto, afirmar esto implica decir que el comienzo de la filosofía lo tenemos con Sócrates y no con Heráclito, Parménidez o cualquiera de los pre-socráticos, todos los cuales escribieron en un estilo más bien dogmático. Sin embargo, creo que esto tiene sentido. Si bien los pre-socráticos meditaron sobre temas que hoy en día seguimos reconociendo como filosóficos, a partir de sus nuevos inicios en la Atenas del siglo de Perícles se concibe una nueva forma de pensar, que opone diferentes perspectivas y trata de encontrar las flaquezas y fortalezas de cada una, para intentar llegar, así, a posiciones mejores, más cercanas a la verdad y más sofisticadas.

Ciencias Galileanas.

Este estilo de hacer filosofía, sin embargo, fue puesto en cuestión con el triunfo de las ciencias modernas, sobre todo a partir del avance descomunal que significó para la astronomía y la física la figura de Galileo. Su nuevo método científico no tenía nada de dialéctico, y Galileo no se preocupó por polemizar con las figuras del pasado, sino por presentar datos empíricos que le dieran fuerza y validez a sus afirmaciones teóricas.

Formalizar la filosofía.

Desde entonces la filosofía buscó emular este nuevo tipo de encontrar conocimiento, siendo tal vez la [mathesis universalis] de Leibniz una de las propuestas más radicales en este sentido.

Contemporáneamente Zalta —el creador de la Standford Philosophy Enciclopedia— es uno de los principales defensores de la tesis que sostiene la necesidad de [formalizar la filosofía], es decir, de traducir las afirmaciones filosóficas en prosa a expresiones puramente formales, para poder operar con las tales expresiones, de la misma manera en que los físicos operan con expresiones matemáticas. A diferencia de Leibniz, Zalta cuenta con los avances tecnológicos contemporáneos, y de allí que esté muy interesado en usar las computadoras para resolver los problemas filosóficos una vez "formalizados".

Para que el plan funcionara sería necesario traducir las tesis filosóficas en expresiones puramente formales, probablemente utilizando los símbolos y las reglas de la lógica formal. Esto permitiría, por ejemplo, comparar varias tesis y decidir qué consecuencias se siguen de cada una, que tan similares o diferentes son tales consecuencias; sería posible decidir si una teoría se deja reducir a otra o si son independientes, establecer núcleos de proposiciones comunes entre varias posturas filosóficas diversas, etc., etc.

PROVER9, una pieza de software open-source, con licencia GPL, un "probador automático de teoremas", sería la primer pieza para alcanzar el sueño de Leibniz: una [mathesis universalis] capaz de resolver los problemas filosóficos y terminar con las interminables disputas que han asolado este campo de reflexión humana desde que Sócrates concibiera el hacer filosófico como [dialéctica].

Pero por supuesto las cosas no son tan sencillas: para que la [mathesis universalis] pueda emplearse, hace falta primeramente desarrollar una [characteristica universalis], es decir, un lenguaje universal y formal, capaz de expresar cualquier proposición con sentido, ya sea formal, matemática, metafísica o científica.

PROVER9 por ahora es apenas una herramienta de cálculo, y si bien algo como este código pueda, en algún momento, postularse como un sistema universal de deducción, i.e., una [mathesis formalis], el problema de la [characteristica universalis] se suele —a mi entender— subestimar en cuanto a su dificultad.

Aun así, los artículos de Zalta, en los que se enfrenta a la obra de Platón, Husserl, Gödel y David Lewis, entre otros, son extremadamente interesantes y merecerían ser más leídos de lo que lo son. El lector puede consultar, por ejemplo:

- «A (Leibnizian) Theory of Concepts», 2000.

- «Steps Toward a Computational Metaphysics», 2007.

Para los fanáticos de la ciencia ficción, varias de las ideas de Zalta se exploran en la compleja obra [Anatema] de Neal Stepheson.

¡Hasta la próxima!