La Computarización de la Sociedad

Un reporte para el Presidente de Francia.

Simon Noran y Alan Minc

1978

Introducción

Prólogo

Alan Bell, por el Instituto Tecnológico de Massachussets, para la edición en inglés de 1980.

La Telemática

El término "Telemática" es un neologismo francés acuñado por Simon Nora y Alain Minc a finales de la década de 1970, que se adoptó en el español a principios de los 80s. Se lo utiliza para describir la creciente interconexión entre computadoras y telecomunicaiones. Es similar - por tanto - al mas inescrutable "compunication" elaborado por Anthony Oettinger en Harvard, para describir la unión de computadoras, teléfono y televisión a través de un tipo de código digital nuevo, un sistema único y diferenciado que permitiese la transmisión de datos e interacción entre personas o computadoras "hablando a" computadoras, por intermedio de líneas telefónicas, cables, enlaces de microondas o satélites.

La palabra que prevaleció tuvo que ver mas que nada por una cuestión de conveniencia lingüística. Lo cierto es que el término expresaba una nueva realidad: la posibilidad de transformar la sociedad, a la manera de los ferrocarriles y la electricidad lo había hecho en el Siglo XIX merced de la innovación.

Tras el término existe un INSTRUMENTO y un CONCEPTO. El instrumento es la computadora. El concepto, en tanto, es la información. La computadora no es sólo una máquina de cálculo; también conforma un dispositivo de comunicación, capaz de transmitir datos, almacenar y recoger información, e incluso puede ser usada para simular una realidad complicada. Es - por lo tanto - un dispositivo de información.

Lewis Branscom lo había escrito abiertamente, pero es importante realizar la distinción para interpretar lo que lo que podía suceder en los años venideros. Comunicar, si lo consideramos desde un punto de vista de la ingeniería, significa simplemente mover tráfico electrónico de un lugar a otro. Importa poco si la señal representa ruido aleatorio o un soneto de Shakespeare. Pero al momento que la información se encuentra disponible en forma legible a una máquina, puede tanto ser procesada como comunicada. El procesado de la información significa la manipulación con sentido del contenido del tráfico electrónico, una tarea que - por lo tanto - aumenta su valor.

Domar la energía eléctrica fue una condición necesaria para la creación de una sociedad industrial. La forma de energía industrial original fue la acumulada por el vapor, y el instrumento fue la máquina de vapor. Pero el vapor se condensa rápidamente y pierde calor, de modo que la máquina debía estar cerca de su fuente de vapor. La electricidad es no sólo una fuente de energía mas estable; permite solventar el problema en el sentido de escala, pues las máquinas pueden distribuirse a grandes distancias: la electricidad puede ser enviada a miles de kilómetros a través de líneas de tensión, y las máquinas pueden descentralizarse y empequeñecerse.

Esta comparación entre la electricidad y la información realizada por Nora y Minc es útil en un sentido diferente.

La telecomunicación -vieron- también incremententaba la escala y permitía enviar mensajes sobre grandes distancias. Pero la información difiere de la electricidad en el sentido obvio de que los Pueblos REACCIONAN a la inforamción, y el incremento de escala produciría un anudamiento del mundo y lo estrecharía a los Pueblos entre sí, dando lugar a situaciones más volátiles que en cualquier otro momento de la historia humana.

Nora y Minc consideraron que en la década de 1980 (la siguiente), la TELEMÁTICA alteraría los patrones de transacciones y trabajo, y se vieron capacitados en predecir los siguientes métodos especificados en lo que ello ocurriría:

1. REDES DE PROCESAMIENTO DE DATOS

Estas registrarían compras en tiendas a través de terminales de computadora a transferencias bancarias. Las órdenes de los bienes, como los automóbiles, podrían enviarse por medio de tendidos de datos computarizados y registradas como series de registros de ordenes, para programar las líneas de producción; los remitos e invatarios podrían ser controlados por medio de programas de computadoras. En un sentido amplio, esto reemplazaría a la mayor parte de la "economía de papel", adoptando un sistema de transferencia electrónica.

2. BANCOS DE INFORMACION Y SISTEMAS DE RECUPERO DE INFORMACION

Estos buscan y recuperan la información a lo largo de las memorias de las computadoras, e imprimirían los resultados encontrados: una cita legal, un abstract químico, datos del censo, materiales de investigación de mercados y similares.

3. SISTEMAS DE TELETEXTO

En estos sistemas informatizados - como el sistema PRESTEL del Real Correo Británico (anteriormente llamado View Data) o el sistema francés ANTIOPE - pueden mostrar noticias, clima, información financiera, avisos clasificados, catálogos y materiales de investigación, y a través de un código de selección visualizarlo en consolas hogareñas de televisión. Lo que esto hará, en efecto, es combinar las Páginas Amarillas de la Guía telefónica, los negocios clasificados de los periódicos, los materiales de referencia estándares de las bibliotecas, y las noticias, en una nueva manera constantemente actualizada, disponible para su consulta inmediata.

4. SISTEMAS FACSIMILES

Los materiales similares a documentos (recibos, órdenes, correo) pueden enviarse electrónicamente en lugar recurrir a sistemas postales, que consisten hoy en logística de transporte de papel.

5. REDES DE DATOS PARA COMPUTADORAS INTERACTIVAS EN LINEA.

Estas permiten a los ejecutivos o los equipos de investigación o agencias del gobierno mantener una comunicación constante, de modo de traducir los resultados de investigación, órdenes o información financiera en acciones posteriores.

Los dos términos - información y comunicación, a menudo se difumunan cuando se revuelven.

Pero la TELEMÁTICA, como Nora y Minc insisten, es una en que la que es mas que la simple trasnformación del los sistemas de investigación o los modos de investigación, y las comunicaciones. Consiste en la "computarización de la sociedad", aquella que dará forma, facilitará, deteminará - cual verbo utilizar dependería de la Conciencia del Pueblo - en una extraordinaria transformación, tal vez incluso mas grande en su impacto que el de la revolución industrial del siglo que la precedió.

Percibían que al incrementar la escala de las comunicaiones, se aceleraría una división internacional nueva en lo concerniente a las fuerzas del trabajo, pues las transferencias de Capital, la información de mercado y las órdenes de compraventa podrían obrarse no sólo instantáneamente (en "tiempo real"), sino a escala global. A través del desarrollo de terminales de computadoras, accesos computacionales de tiempo compartido, redes de datos digitales y demás, se podría - de así escogerse - descentralizar las actividades económicas y reformar estilos de vidas y patrones laborales.

Debido a las nuevasa redes de comunicación "horizontales" previstas, el sistema político de un país podría confrontar un nuevo tipo de cambio de estructuras sociales, de carácter radical. Incluso la cultura se vería estridentemente afectada - desde el uso cada vez mas elevado de "lenguajes procesados", reemplazando el habla coloquial del idioma, a la forma en la cual se conjugan imagen, sonido y el recupero de información para dar lugar a nuevos modelos culturales.

Es un raro momento en la historia cultural del mundo donde podemos ser testigos conscientes de una transformación social a gran escala (una forma diferente de revolución). Cuando comenzó la Revolución Industrial, lo cierto es que pocas personas comprendieron la importancia de lo que estaba sucediendo. El término que la definió no fue acuñado sino cien años después, cuando Arnbold Toyrnbee ofreció una serie de lecturas en 1884 de lo que se ocupó en llamar de manera restrospectiva "la revolución industrial". Hoy, nuestra sensibilidad a las consecuencais sociales y al futuro es mayor - de hecho, con una habilidad para reconocer cada nuevo aparato tecnologíco, tan condicionados como estamos por la ciencia ficción - nos permiten dilucidar el pincel tecnológico del cambio social. De uno del que estamos más alertas que de la importación de posibles cambios tecnológicos y organizacionales. Todo cambio será positivo en tanto los Pueblos sean sensibles, y puedan intentar estimar y sean capaces de leer sus consecuencias y decidir las políticas a seguir, que en consonancia con los valores que tenemos permitan ordenar y dar forma, aceptar o incluso rechazar los futuros alternativos que tendremos disponibles como sociedad.

Tal es la importancia singular del libro de Nora y Minc, que fue uno de los primeros esfuerzos de su tipo en asegurar tal estimación, así como plantear lo que serían las preguntas cruciales a la sociedad de la información.

La computarización de la Sociedad

"La computarización de la Sociedad" fue un éxito en ventas en Fracia cuando fue publicada en 1978 bajo la forma de un Reporte para el Presidente de Francia.

Para entender sus circustancias, debemos colocarnos históricamente en los tiempos del presidente D'Estaign, y de los aspectos salientes del sistema político francés, habiendo fallecido DeGaulle.

La columna vertebral del sistema político francés está dada una clase administrativa de élite, y cuya base de su influencia fue siempre la centralización del poder administrativo - lo que llega hasta Richelieu, y Luis XIV.

Dicha administración centralizada - como lo puso Tocqueville en El Viejo Régimen y la Revolución Francesa - ha sido responsable de la continuidad del sistema político francés, a pesar de todas las viscisitudes históricas ofrecidas por la senda revolucionaria, el bonapartismo, la restauración monárquica, la república, la gran guerra mundial, el Vichy colaboracionista, la nueva república, el Gaullismo, etcétera.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, esta estructura de administración fue dirigida por "los Enarcas", burócratas graduados de la Ecole National d'Administraion, o ENA, una escuela de avanzada para la educación de los servidores civiles de Francia. Aquél 10% de una clase de 150 miembros que se gradúan con el mayor puntaje, reciben el nombre de Inspectores de Finanzas o miembros del Consejo de Estado. El consejo de estado es un cuerpo de apelaciones judiciales para todas las decisiones administrativas, así como un consejo técnico para la redaccion de todas las leyes - que tiene su linaje en el Consejo del Rey. Los Inspectores de finanzas vienen del viejo Contralor General, que como decía Tocqueville, "tenía el látigo en mano en la conducta de los negocios públicos, y con el cual gradualmente ponía bajo su control a todo lo que tenía que ver con el dinero; en otras palabars, casi toda la administración del país". En Francia - como en casi todos los países occidentales - el verdadero podere efectivo es el poder fiscal, siempre ha sido así hasta hoy en día.

Sin embargo, los inspectores de finanzas son mas que simples contralores del sistema fracés. Como miembros de un cuerpo de elite, conforman una "red de jóvenes viejos" (amigos y rivales), y se hacen consejeros de políticos, que los reclutan por los puestos administrativos lucrativos en la industria y finanzas grancesas, y a veces incluso se convierten en políticos en sí. Valéry Giscard d'Estaign, por entonces el presidente de Francia, había sido anteriormente uno de estos inspectores de finanzas. También lo había sido Simon Nora, cuando fue miembro del 10% de su clase, la de 1947, aunque los caminos políticos de ambos personajes eran ciertamente divergentes.

Nora, nacido en 1921, había sido un miembro activo de la Resistencia Francesa durante la 2da guerra mundial, siviendo en el Maquís de Varcors (guerrillero). Luego de graduarse de la ENA en el 1947, ascendió en la burocracia laborista hasta hacerse instrumental en el Pacto del Carbón de los 60s, documento de base de lo que mucho mas adelante sería la Unión Europea (política integrista que por entonces aliaba a Francia y Alemania Occidental en contra de los intereses industrialistas ingleses).

Una de las tareas de los inspectores de finanzas es la de redactar los informes principales que hacen a las empresas públicas y los asuntos de política pública de Francia; estos reportes sirve de base para remozar políticas antiguas o adoptar nuevas. En diciembre de 1976, d'Estaign le solicitó a Nora obrar en una "revisión de los impactos que tendrían las computadoras y nuevas tecnologías de la información en la sociedad francesa", y en enero de 1978, trabajando junto a Alain Minc - un inspector de finanzas más jóven - y a un equipo de especialistas, Nora entregó el reporte. Este sería publicado como "L'Informatisation de la sieciété" por la imprenta oficial de gobierno. El documento principal estaba dado por una visión general del tema, con cuatro volumenes anexos que lo suplementaban, cuyos contenidos se resumen en la conclusión.

El reporte encendió una discusión amplia e instantánea de sobre la tecnología social en Francia por dos razones. Una era la intríseca fascinación inseca del tema - y su visión retórica, casi una fantasía escatológica de finales de los 70s, que nunca había sido cubierta por la prensa francesa. En este sentido cobraba el lugar de una acepción moderna de de un Julio Verne. En segundo lugar, se encontraba el hecho de que Francia atravezaba un período de intenso autoescrutinio en lo que hacía al rol centralizador tradicional del poder administrativo. En 1977 París había elegido a su primer administración de autogobierno y su primer alcalde, y el reporte ponía sobre el tapete de forma bastante elocuente la reorganización de la estructura política y la descentralización de la sociedad como resultado de esta TELEMÁTICA.

Para un lector retrospectivo, lo interesante es analizar la lupa en la cual se observa a la sociedad francesa confrontar lo que reconoce como un desafío grave de tipo socio-tecnológico. El reporte pide y prescribe una POLITICA NACIONAL UNIFICADA para el despliegue de la nueva tecnología de la telemática.

Considera a Francia una "Sociedad Bloqueada", término usado ya por el sociólogo Michel Croszier en el Mayo Francés de 1968, punto de vista adoptado implícitamente por Nora y Minc una década después. Este asecevera que la sociedad sociedad francesa se ve anquilosada sólo por sus instituciones políticas y burocráticas, y que sólo es por ello que es menos capaz de responder rápiodamente a los shocks de cambio que la envuelven.

El reporte Nora-Minc busca exponer que una nueva tecnología puede reformular una estructura social, e ilustrar el porqué un sistema político debe cambiar para alcanzar nuevas escalas de metas de vida económica, y los nuevos patrones de la vida social que resultan de ella.

El SHOCK CULTURAL - sorprende - está dado por el tono de urgencia respecto al rol de la DOMINACION ESTADOUNIDENSE EN LA COMPUTACIÓN, sistemas de satélites y telecomunicaciones, y la necesidad de enfrentar tal desafío. Para Francia, la dominación estadounidense en computadoras y telecomunicaciones es una amenaza a la independencia del Pueblo y su Estado, y es crucialmente importante no dejar de lado el campo de la tecnología y el de la cultura, donde la presencia estadounidense - a través de la TV y satélite - se tornará omnipresente.

Tal amenaza ya había sido expuesta por Jacques Servan-Schreiber en su "El desafío americano", de 1967, que advertía el liderazgo avasallador que tenían los EE.UU. en el campo de las altas tecnologías. El hecho de que este sentimiento se evoca hacia los políticos en "La computarización de la sociedad" es palpable, y preciso de entender.

En los EE.UU esto debe analizarse sobre el telón de fondo que implicaba la modificación reagueneana del Acta de Telecomunicaciones de 1939, que disponía del viejo monopolio telefónico de la compañía Bell (desinversión producida recién en 1983, pero que para finales de los 70s estaba "en el aire"). Se percibía allí que si esto ocurría, se produciría una apertura de las telecomunicaciones a una mayor competencia, lo que daría a las fuerzas del mercado una voz de creciente importancia para dar forma al desarrollo informático, dirección OPUESTA al de Francia donde el reporte Nora-Minc pedía un rol de mayor intervención estatal.

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Capítulo 1

Si Francia no responde eficazmente a los nuevos y graves desafíos que enfrenta, sus tensiones internas la privarán de la capacidad de controlar su destino.

La creciente informatización de la sociedad es un tema clave en esta crisis y podría empeorarla o ayudar a resolverla. Dependiendo de la política a la que se incorpore, la informatización consagrará cambios para bien o para mal. No hay nada automático ni predeterminado en sus efectos, que dependerán de cómo se desarrollen las relaciones entre el gobierno y la sociedad francesa en los próximos años.

Los problemas más claros y apremiantes se originan en el enorme y brutal aumento del precio del combustible importado, que afecta nuestra estabilidad económica y social. La tarea de los próximos años es resolver estos problemas.

Sin embargo, las reacciones a este acontecimiento serían poco realistas si no tuvieran en cuenta una ruptura más profunda con el pasado, anterior a la guerra de Yom Kippur, que los bien intencionados han denominado Crisis de Civilización. Esta crisis es el resultado del conflicto entre los valores tradicionales y los trastornos causados ​​por la industrialización y la urbanización: se ha preparado el escenario para una larga lucha entre el elitismo y la democracia, que en última instancia es una lucha entre el CONOCIMIENTO y TRADICIÓN. La crisis de la civilización sobrevivirá a la crisis inmediata, pero las dos están estrechamente vinculadas y es inútil tratar de resolver la segunda por medios distintos de los que ayudarán a resolver la primera.

A corto plazo, Francia debe abordar de manera coherente las amenazas a su estabilidad económica, el "consenso social" y la independencia nacional. En efecto, el bienestar y la soberanía de toda nación industrializada dependen de unas divisas estables, un nivel satisfactorio de empleo y la voluntad de sus ciudadanos de seguir las reglas del juego social. A estos tres objetivos los une un vínculo tradicional. Lo nuevo es que hoy se ha perdido su armonía natural. Lo que antes eran tres ambiciones complementarias se han convertido ahora en fuerzas divergentes que exigen cumplimiento simultáneo; sin embargo, la solución requerida para cada una por separado demanda un curso de acción que las opone a las otras dos.

La política adecuada debe cumplir tres condiciones. En primer lugar, el aumento de la competitividad acompañado de una política industrial adaptada a la nueva división internacional del trabajo, debe generar un crecimiento de los mercados. El restablecimiento de la financiación exterior permitirá estimular una nueva demanda interna, aumentando así el empleo. La financiación podría entonces provenir del exceso de productividad.

En segundo lugar, la organización general de la sociedad -relaciones entre la administración estatal y las empresas, entre la administración y el ciudadano, la competencia entre grandes y pequeñas empresas, métodos de gestión y organización del trabajo, etc.- debe ser tal que la tensión y la disciplina que acompañan la búsqueda del desarrollo se hagan aceptables.

En tercer lugar, este cambio en la estructura económica y social sólo puede lograrse si Francia puede evitar una presión excesiva de gobiernos o grupos extranjeros cuyos objetivos puedan ser contrarios a los suyos. El éxito puede fortalecer la independencia nacional, pero no puede verse comprometido desde el principio para que funcione.

La elección de los medios para resolver la crisis actual no puede ignorar el movimiento a largo plazo que afecta a la sociedad francesa, y que se traduce en dos aspiraciones fuertes y a menudo contradictorias: el deseo de emancipación y el hambre de igualdad, que exigen un reordenamiento de los sistemas de jerarquías tradicionales.

Nada de esto puede darse por sentado en un país moldeado por siglos de centralización, criticado públicamente y ansiado en secreto. La sociedad no recuperará sus poderes exigiendo anárquicamente la solución de sus disputas. Tampoco sería realista pensar que sus poderes serán restablecidos simplemente por la voluntad del gobierno.

Cada revolución tecnológica del pasado ha provocado una reorganización económica y social de gran alcance. Una revolución tecnológica puede crear simultáneamente una crisis y los medios para superarla, como fue el caso con la llegada de la máquina de vapor, los ferrocarriles y la electricidad.

La "revolución informática" tendrá consecuencias más amplias. La computadora no es la única innovación tecnológica de los últimos años, pero sí constituye el factor común que acelera el desarrollo de todas las demás. Sobre todo, en la medida en que es responsable de un trastorno en el procesamiento y almacenamiento de datos, alterará todo el sistema nervioso de la organización social.

Hasta hace poco, el procesamiento de datos era costoso, poco confiable y esotérico, restringido a un número limitado de negocios y operaciones. El procesamiento de datos era elitista, una prerrogativa de los grandes y poderosos. De ahora en adelante, la informatización masiva se afianzará y se volverá tan indispensable para la sociedad como la electricidad.

Esta transformación se puede atribuir a dos avances tecnológicos. En el pasado, los únicos ordenadores que se encontraban eran gigantes. Hoy en día en el mercado existen multitud de máquinas pequeñas, potentes y económicas. Ya no están aisladas unas de otroa, sino más bien unidas en "redes".

Esta creciente interconexión entre computadoras y telecomunicaciones (que llamaremos "telemática") abre horizontes radicalmente nuevos.

Ciertamente, los medios de comunicación no han estructurado comunidades sólo en nuestros días.

Las carreteras, los ferrocarriles y la electricidad son otras tantas etapas en el camino que dirige desde la familia hasta la organización local, nacional y multinacional. A diferencia de la electricidad, la "telemática" no transmitirá una corriente inerte, sino información, es decir, poder. La línea telefónica o el canal televisivo son los pilares de este cambio.

Hoy en día se han combinado para formar transmisores polivalentes y están empezando a vincular ordenadores y bancos de datos. Los satélites pronto les proporcionarán una potente herramienta. La telemática no sólo será una red adicional sino también diferente, que combinará imágenes, sonidos y recuerdos y transformará nuestros patrones culturales.

La telemática afectará todos los aspectos de largo y corto plazo de la crisis francesa en diversos grados. Alterará el equilibrio económico, modificará las relaciones de poder y aumentará los riesgos de soberanía.

Aparejará consigo un aumento sustancial de la productividad, que al principio también aumentará el desempleo, particularmente en el sector de servicios públicos. Por otro lado, una vez canalizada adecuadamente esta productividad, mejorará nuestra capacidad para competir y abrir nuevos mercados. De esta manera facilitará el retorno a un equilibrio externo, que es la condición previa del crecimiento. La contradicción entre los peligros del desempleo inmediato y las probabilidades de las ofertas laborales posteriores sólo puede eliminarse con incentivos muy fuertes que estimulen nuevas demandas. Determinar la combinatoria y especialmente el momento de esta doble política, consolidando sectores hipercompetitivos y generando a través de transferencias un aumento de commodities y el consumo colectivo, es una cuestión complicada. Cualquier desliz o ventaja excesiva de uno sobre el otro tropezaría con los obstáculos tradicionales: déficits de comercio exterior o tasas de desempleo intolerables. Si bien la nueva informatización facilita la senda para un nuevo tipo de crecimiento, también presupone control sobre él.

La telemática ofrece soluciones variadas que se pueden adaptar a todas las formas de control o regulación. Permite la descentralización o incluso la autonomía de unidades básicas. Mejor aún, facilita esta descentralización - al proporcionar a unidades periféricas o aisladas - datos de los que hasta ahora sólo podrían beneficiarse entidades grandes y centralizadas. Su tarea es simplificar las estructuras administrativas aumentando su eficacia y mejorando las relaciones con quienes están bajo su jurisdicción. También permite a los municipios locales más libertad. Refuerza la competitividad de las pequeñas y medianas empresas frente a las grandes empresas. La telemática se encuentra en el centro del juego de poder a través del movimiento que genera en las redes de información. Altera el equilibrio entre mercados rivales y entre municipios. Influye en determinadas profesiones trastocando su estatus social. Fomenta el contacto entre grupos sociales y la vulnerabilidad de las grandes organizaciones.

Sin embargo, sería poco realista esperar que la informatización por sí sola derribe la estructura social y la jerarquía de poder que la gobierna. Las tradiciones y el modelo cultural que hemos heredado de nuestra historia favorecen la centralización y la proliferación administrativa, la rigidez jerárquica en las grandes empresas y el dominio de las pequeñas empresas por las grandes. Nuestras tradiciones obstaculizan la iniciativa y la adaptabilidad que requiere una sociedad basada en la comunicación y la participación.

Sólo una política deliberada de cambio social puede resolver los problemas planteados por la telemática y aprovechar su potencial. Semejante política implica una estrategia basada en el equilibrio de poderes y contrapoderes y en la capacidad del gobierno para favorecer el desarrollo en lugar de imponerlo. La telemática puede facilitar la llegada de una nueva sociedad, pero no puede construirla por iniciativa propia.

La telemática también cambia los intereses de la soberanía. Los primeros grandes ordenadores franceses fueron el resultado de un deseo de independencia militar. Buscando autonomía, los poderes públicos han seguido impulsando la industria informática. Este enfoque - si bien sigue estando parcialmente justificado - se ha tornado bastante inadecuado. Hoy en día, la partida ya no se juega exclusivamente en ese ámbito.

Hay que tener en cuenta la renovación del desafío de IBM. IBM, antigua fabricante de máquinas y pronto administradora de telecomunicaciones, sigue una estrategia que le permitirá crear una red de comunicaciones y controlarla. Cuando lo haga, invadirá una esfera tradicional del poder gubernamental: las comunicaciones. A falta de una política adecuada, se desarrollarán alianzas que involucrarán al administrador de la red y a los bancos de datos estadounidenses, a los que facilitará el acceso.

Sólo la acción de gobierno, la estandarización de las redes, el lanzamiento de satélites de comunicación y la creación de bancos de datos, pueden ofrecer un modelo original de sociedad con margen para el desarrollo.

Al ampliar sus ambiciones, la política de informatización debe empezar por fomentar sus puntos fuertes ahora, pero sobre todo debe diversificar su tratamiento.

La política debe potenciar los efectos positivos de la electrónica sobre la productividad, y compensar sus efectos negativos sobre el empleo; debe obtener el máximo beneficio de las posibilidades recién creadas para reorganizar la administración, apoyar a las pequeñas y medianas empresas, reestructurar las grandes empresas y regular las condiciones de trabajo. Se debe tener cuidado para evitar que un sector cualquiera de la industria informática domine a otro, evitando que la industria en su conjunto domine a las empresas y a la ciudadanía.

Sin embargo, el Estado no puede ser la única entidad que promueva tal política y no se le puede permitir que adopte una posición de todo o nada.

En algunos casos, para mejorar la posición de Francia en una competencia con competidores que no están bajo su soberanía, las autoridades deben hacer uso ilimitado de su baza, que es decretar. En otros, cuando los participantes a escala nacional se enfrentan a la desigualdad de fuerzas, las autoridades deben apoyar a los sectores más débiles mediante la regulación. En otros - y estos son los casos más comunes - la necesidad es aumentar la autonomía y la responsabilidad de las fuerzas que, al tratar de afirmarse, topan con obstáculos (entre ellos el propio gobierno). Aquí las autoridades deben alentar la oposición y asumir la responsabilidad de retirarse.

Esta elección entre decreto, regulación y retirada no es arbitraria; expresa una concepción global de la sociedad.

El único "cártel" capaz de establecer un diálogo con IBM es el que podría formarse a partir de una alianza de agencias de telecomunicaciones. La tarea básica de las autoridades es, pues, reforzar el papel francés en esta asociación. Al actuar de esta manera como palanca, lograrán los objetivos y los medios para establecer una política nacional de comunicaciones.

Esto requiere tanto una administración más concentrada como un conjunto de administradores más activo. Debe crearse un Ministerio de Comunicaciones para coordinar la DGT (Direction Générale des Télécommunications – Administración General de Telecomunicaciones), TDF (TéléDiffusion de France – Radiodifusión francesa) y CNES (Centre National des Etudes Spatiales – Centro Nacional de Estudios Espaciales).

La propia DGT debe adaptarse a un mercado en expansión y adquirir mayor movilidad. Para ello será necesaria la separación de los servicios postales y de telecomunicaciones, y para este último, la creación de una empresa nacional que le permitiera el grado de flexibilidad requerido.

Un papel más autónomo permitirá a estas agencias ejercer un mayor control. La política gubernamental hacia los demás participantes en el ámbito del cómputo debe ser a la vez ecléctica y pragmática, teniendo en cuenta las fortalezas y debilidades de cada uno. Debe apoyar a las empresas que brindan servicios relacionados con la informática, un sector dinámico pero fragmentado; debe permitir una fuerte intervención pública en el campo de la investigación, ofrecer incentivos vinculados a las actividades de los fabricantes para los componentes de la industria informática y, finalmente, una vez determinada su estrategia, debe asignar un papel adecuado al fabricante nacional de grandes ordenadores.

En Francia, quizás más que en ningún otro lugar, la administración es una fuerza motriz y sirve de ejemplo. Sin que las autoridades lo sepan, el desarrollo de los sistemas de telecomunicaciones puede paralizar su organización durante décadas. Debe dotarse de los medios para predecirlo y controlarlo. Una Delegación General para la Reforma Administrativa bajo la dirección del primer ministro podría explorar posibles desarrollos y ofrecer directrices. Si se estableciera esta delegación, no sería un centro de poder en la jerarquía administrativa sino una herramienta de supervisión, planificación y promoción.

Su objetivo sería utilizar la telemática para preparar racionalizaciones útiles a la industria y, sobre todo, acelerar la descentralización y el aligeramiento de la carga administrativa. Las autoridades desarrollarán herramientas para que sus políticas funcionen actuando con fuerza cuando las relaciones de poder dominen la escena, y restringiendo sus acciones y descentralizando cuando los cambios necesarios requieran que otros grupos tomen la iniciativa.

Si el gobierno puede percibir y corregir a tiempo los desequilibrios que la informatización puede agravar y las restricciones y limitaciones que puede generar, podrá realizar los cambios necesarios dentro de los próximos diez años sin desencadenar la secuencia "inflexibilidad/explosión" familiar a nuestro país. Lo que está en juego es vital, pero también limitado. Incluso si estas políticas tuvieran un éxito razonable, su único mérito será preparar el terreno para la verdadera agitación de la civilización de la que la revolución informática puede ser responsable a largo plazo.

La ansiedad hace que la gente anhele un futuro racional y seguro. Aumenta cuando cambios profundos desarraigan los valores tradicionales. Desde hace cien años, las transformaciones más espectaculares de la sociedad tienen bases tecnológicas, lo que hace tentador predecir un futuro controlado por la propia tecnología. Actualmente esta visión está representada por la telemática y se expresa en ilusiones contradictorias.

Los pesimistas enfatizan los riesgos involucrados: aumento del desempleo, rigidez social, vulgarización de la vida. Ven la informatización como una victoria contra la naturaleza impersonal y repetitiva de las tareas y la eliminación de puestos de trabajo. Consolidaría la inmanejable y la naturaleza jerárquica de las organizaciones, reforzando la omnisciencia de aquellos "que saben" mientras automatizaría a los demás. Lo único que quedaría serían los informatizadores y los informatizados, los usuarios y los usados.

La máquina ya no sería un ordenador (ordinateur), una herramienta para calcular, recordar y comunicar, sino un ordenante misterioso y anónimo (ordonnateur). La sociedad se volvería opaca para sí misma y para sus miembros individuales, pero al mismo tiempo peligrosamente transparente, en detrimento de la libertad, para quienes poseen la tecnología demiúrgica y sus amos.

Por otro lado, los optimistas creen que los milagros están al alcance de la mano, que la informatización significa información, la información significa cultura y la cultura significa emancipación y democracia.

Todo lo que aumente el acceso a la información facilita el diálogo a un nivel más flexible y personal, fomenta una mayor participación y más responsabilidades individuales, y fortalece la capacidad de los débiles y del "pequeño hombre" para resistir las invasiones del Leviatán, los poderes económicos y sociales, o lo que sea.

Esta dicotomía sueño-pesadilla comparten al menos las mismas preguntas. ¿Nos dirigimos - independientemente de las apariencias y coartadas - hacia una sociedad que utilizará esta nueva tecnología para reforzar los mecanismos de rigidez, autoridad y dominación? O, por el contrario, ¿sabremos mejorar la adaptabilidad, la libertad y la comunicación de tal manera que cada ciudadano y cada grupo pueda ser responsable de sí mismo?

De hecho, ninguna tecnología - por innovadora que sea - tiene consecuencias fatales a largo plazo. El desarrollo de la sociedad determina sus efectos en lugar de verse limitado por ellos. Sucede que en los próximos años el principal desafío ya no será la capacidad de las sociedades humanas más avanzadas para controlar la naturaleza. Esto ya ha sido adquirido. El desafío, más bien, reside en la dificultad de construir el sistema de conexiones que permitirá que la información y la organización social progresen juntas. Bajo ciertas condiciones, la informatización puede facilitar este desarrollo.

Por lo tanto, el vertiginoso efecto de la informatización no viene al caso, no porque sea efímero sino porque se está transformando en la cuestión del futuro de la sociedad misma: ¿una civilización basada en una alta productividad será tranquila y impasible o permanecerá en conflicto? ¿Los grupos en oposición estarán estructurados como lo están hoy por su papel en el proceso de producción y su capacidad de consumo, o veremos gradualmente un desmantelamiento de la tradición, con individuos identificándose con una multiplicidad de grupos que luchan por dominar elementos específicos de la sociedad? ¿El modelo cultural?

Las herramientas tradicionales para interpretar la sociedad y pronosticar su futuro no serían de mucha ayuda en tal caso. Si ni siquiera pueden predecir con precisión el resultado de las luchas ligadas a la producción, ciertamente no pueden describir un mundo que escapa progresivamente de ella. El nuevo desafío es de incertidumbre: no puede haber pronósticos precisos, sólo buenas preguntas sobre los medios para avanzar hacia la meta deseada. El futuro ya no puede determinarse por la predicción, sino por la planificación y la capacidad de cada país de organizarse para lograrlo.

Las autoridades ya no podrán recurrir a los viejos métodos y objetivos, que es casi seguro que fracasarán. La preparación para el futuro implica inculcar una libertad que hará perder su validez incluso a los hábitos e ideologías más arraigados. Esto requiere una sociedad adulta que pueda mejorar la espontaneidad, la movilidad y la imaginación al mismo tiempo que acepte las responsabilidades de una regulación total; también requiere un gobierno que, aunque ejerza abiertamente sus prerrogativas, reconozca que ya no puede ser la única estrella del drama social.

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Capítulo 2: del Procesamiento de Datos a la Telemática del Pueblo

Nos encontramos ante un boom informático. Están apareciendo en el mercado innumerables máquinas pequeñas, eficientes y económicas. Podrían ser los heraldos de la libertad. Una tecnología para la oligarquía ha dado paso a una forma de vida para las masas.

La telemática está cobrando vida. Nacida de la unión entre ordenadores y redes de comunicación, eclosionará con la llegada de los satélites universales, para transmitir noticias, datos y sonidos.

La explosión de la información

Tras dos décadas de continuo y veloz progreso, hoy el procesamiento de datos está experimentando cambios acelerados. Los fabricantes no han dejado de mejorar sus ordenadores, diversificarlos y aumentar su rendimiento, pero esto no ha cambiado el tipo de equipos que ofrecen a los usuarios ni la forma en que las grandes organizaciones han incorporado el procesamiento de datos.

Desde hace algunos años, cambios extraordinarios en los componentes electrónicos -junto con algunos otros avances espectaculares- han ido ampliando el campo de la informatización hasta un nivel casi ilimitado. En el mercado se encuentran disponibles máquinas cada vez más pequeñas, económicas y fiables.

Al mismo tiempo, las redes informáticas han comenzado a infiltrarse en las empresas descentralizando la recopilación de datos, lo que permite a los empleados en su conjunto acceso "en tiempo real" a archivos y capacidades de procesamiento. Es en este punto cuando "desaparecen las diferencias entre máquinas grandes y pequeñas, entre terminales de acceso y centros de procesamiento", mientras que "la frontera aparentemente natural entre hardware y software" comienza a desvanecerse.

El Pasado: Proceso de datos para las oligarquías

La historia del procesamiento de datos se ha identificado con una serie de innovaciones técnicas; sin embargo, hasta ahora se han sucedido generaciones de aparatos sin que se modificara de manera sustancial la relación del usuario con ellos.

Los ordenadores de los años cincuenta todavía eran complejos y difíciles de manejar. Empleaban "transistores" y eran voluminosos (varios metros cúbicos de tamaño) y por demás frágiles. Cuando se averiaban, su tamaño y circuitería implicaban reparaciones frecuentes y complicadas. Además, a estas primeras computadoras sólo se podía acceder en lenguaje de máquina, y más tarde en ensambladores; sólo unos pocos técnicos de datos capacitados para llevar a cabo tal diálogo esotérico se encontraban capacitados para entenderlo. Su uso generalizado se veía obstaculizado por las torpes reglamentaciones que regían el ámbito computacional. Además, todos estos materiales diferentes eran "incompatibles", lo que significa que un programa no podía transferirse de una máquina a otra.

Complejas y difíciles de operar, las primeras computadoras tenían un uso restringido y eran tediosas, verdaderas máquinas para "unos pocos tristes".

Este período inicial - que los avances recientes asimilarían a la era prehistórica del procesamiento de datos - concluyó en 1965 con la generación de las computadoras IBM 360. Los primeros circuitos integrados sustituyeron a los transistores, dando lugar a una mejora significativa en la relación rendimiento/precio, al mismo tiempo que disminuían el tamaño de las máquinas y aumentarban su fiabilidad. Estos nuevos equipos constituían una línea universal de productos, capaces de realizar tanto tareas de gestión como cálculos científicos.

Además, eran "compatibles", lo que permitía al usuario pasar de una máquina a otra sin necesidad de reescribir todos sus programas, siempre que se utilizaran máquinas del mismo fabricante. Y el lenguaje se volvió más simple.

"COBOL", "FORTRAN" y "PL/I" eran todos lenguajes de programación que requerían sólo un corto período de iniciación. Estos avances facilitaron el uso del procesamiento de datos. El usuario se obsesionó menos con el funcionamiento del ordenador y pudo así escapar de las aplicaciones informáticas tradicionales (nóminas, giros postales) y dedicarse libremente a analizar otras tareas que debían ser informatizadas.

Este desarrollo no se equiparó con una metamorfosis del procesamiento de datos. Ciertas restricciones técnica se mantuvieron: el "acceso secuencial" a los archivos impedía al usuario encontrar directamente lo que buscaba. Junto a esto, el método de procesamiento por lotes - que continuaba siendo la norma - le obligaba a ceder datos, junto con el tiempo necesario para cotejarlos, introducirlos en la máquina y recuperar los resultados.

En esta etapa, el procesamiento de datos gozaba de un estatus especial dentro de las grandes corporaciones, que lo evocaban:

El procesamiento de datos en esta etapa de su desarrollo estaba reservado para una minoría de empresas que podían permitirse la alta inversión en hombres y equipos.

En el año 1970, en Francia, 250 empresas circunscribían el 80 por ciento del número total de computadoras en servicio.

Por supuesto, comenzaron a aparecer computadoras más pequeñas, mas confiables y menos costosas, pero que aún tenían todas las características tradicionales de esta etapa inicial de informatización. Sólo existía una forma de procesamiento de datos; por lo tanto, sólo había un tipo de cliente y un solo tipo de encargado del tratamiento.

De todos los avances recientes, el desarrollo de componentes electrónicos es sin duda el que tiene más consecuencias. Su miniaturización casi inconcebible y su coste ridículamente bajo equivalen prácticamente a una alteración de la naturaleza. Hoy en día, un microprocesador de sólo unos pocos milímetros de ancho contiene la misma capacidad de procesamiento que un ordenador que hace diez o quince años era el paradigma de los logros tecnológicos y ocupaba una habitación entera. Si hace diez años un componente costaba 350 francos, ahora se puede comprar su equivalente producido por un céntimo. Si el precio de un Rolls Royce hubiese evolucionado de manera comparable, el modelo más lujoso hoy costaría un Franco.

Las consecuencias son tan significativas como el cambio. Es ahora posible fabricar ordenadores pequeños, potentes y económicos, accesibles al usuario medio. Esto ha ido acompañado de una reducción del coste de las "unidades centrales" de los ordenadores estándar - cuyo precio de fabricación se ha reducido mil veces en diez años. Los fabricantes ahora pueden centrar sus esfuerzos en otros elementos del sistema informático, en particular en especificar lenguajes cada vez más accesibles y claros. Avances como estos efectivamente transforman sus políticas. Ya no están obligados a luchar por un trozo de poder aquí, un trozo allá. Ahora tienen la libertad de mejorar la confiabilidad del instrumento y distribuir su poder de procesamiento en varios puntos del sistema.

Es posible también incorporar parte del software básico en los propios componentes. Los fabricantes ahora pueden ofrecer al usuario equipos más eficaces. También les da la oportunidad de "fijar" su clientela, haciendo más difícil cambiar de proveedor.

Al mismo tiempo, las restricciones inherentes a la generación anterior se están cayendo una tras otra. Los datos que antes sólo se encontraban disponibles de forma secuencial ahora se pueden obtener directamente mediante el uso de procedimientos especiales. Los bancos de datos son parte de la lógica de este progreso, vinculando la ventaja de una fantástica capacidad de almacenamiento con facilidades para facilitar acceso.

Además, el sistema de tratamiento de datos es cada vez más flexible. La máquina gestiona su propio funcionamiento con mayor eficacia,

optimizando las secuencias de trabajo y organizando de la mejor manera posible los tiempos de procesamiento, adquisición de datos e impresión.

Los lenguajes de acceso también se parecen cada vez más a la lengua franca. La rígida semántica de COBOL y del ensamblador en particular se está convirtiendo en una cosa del pasado, mientras que la perspectiva de programar en un lenguaje cotidiano o casi cotidiano está ahora dentro del ámbito de lo posible.

Un fenómeno importante es la aparición de los sistemas en tiempo real.* La unidad central y los ficheros se encuentran dentro de un sistema complejo que tiene puntos de acceso cada vez más numerosos y en el que un número cada vez mayor de terminales pueden comunicarse entre sí y con los ordenadores.

Aunque se toman por separado para fines de análisis, estos avances están vinculados en la estrategia de marketing de cada uno de los fabricantes. En un mercado donde la competencia es particularmente intensa y donde cada innovación es el resultado de un esfuerzo de investigación masivo, cada nuevo paso dado por un industrial obliga a todos los demás a seguirlo o a abandonar el juego. Esto da lugar a una política testaruda para obligar a los clientes a permanecer fieles a su proveedor.

Mientras que la fabricación de microprocesadores obliga a los fabricantes de componentes a convertirse en profesionales de la informática, los fabricantes tradicionales ofrecen a sus clientes soluciones de servicios cada vez más elaboradas, como bancos de datos y arquitectura de sistemas.

El Futuro: Procesamiento de Datos para las Masas

Estas innovaciones permiten ofrecer productos muy variados a un número cada vez mayor de usuarios. La máquina pasará a formar parte de nuestra vida diaria.

A los usuarios se les ofrece una elección extraordinariamente diversificada y, en función de sus objetivos y limitaciones, deben buscar la solución que mejor les convenga. Esto puede ser en forma de una sola computadora grande o de un verdadero conjunto de computadoras más pequeñas.

Algunos fabricantes ofrecen máquinas sin software ni mantenimiento, en su mayoría productores de componentes que han ampliado su alcance de actividades o "francotiradores" que intencionalmente se han situado al margen del imperio IBM en un intento de producir un determinado equipo idéntico al de IBM a un coste menor, pero sin prestar ningún servicio. Otros fabricantes se limitan a producir ordenadores y el software que los acompaña sin incorporarlos a redes complejas. Otros, los más antiguos y grandes, ofrecen sistemas "telemáticos" con múltiples unidades centrales, pesados bancos de datos y un número adecuado de terminales que, además, son adaptables y ampliables.

La posibilidad de satisfacer las necesidades de un gran número de usuarios a precios asequibles hace que el universo del ordenador sea casi ilimitado. En lugar de seguir siendo prerrogativa de unas pocas empresas grandes y poderosas, está abriendo sus puertas a cientos de miles de usuarios potenciales, hasta las pequeñas y medianas empresas, las profesiones e incluso los hogares, cuya capacidad de diálogo, demandas y recursos financieros exigen un enfoque diversificado.

El procesamiento de datos está dejando atrás su gueto. Las relaciones entre el usuario y la máquina están perdiendo su aspecto "demiúrgico". En adelante, un breve período de aprendizaje permitirá a cualquier empleado utilizar una pequeña computadora o una "terminal inteligente".* El personal de una pequeña empresa tendrá acceso a la calculadora y podrá ver sus productos; de hecho, estarán en estrecho contacto con el departamento de informática y, por tanto, no se sentirán amenazados. En las grandes organizaciones, a medida que se van instalando nuevos sistemas, también éstas se acercan al lugar de trabajo: el propio empleado o trabajador introduce los datos, recibe las respuestas en un lenguaje claro y utiliza los resultados.

La creciente cooperación entre el ordenador o el terminal y el usuario es independiente de los modelos organizativos, que pueden diferir mucho entre sí. Es la expresión del nuevo procesamiento de datos, que existe porque ahora hay una red que lo hace posible.

Transformación de las telecomunicaciones

Medios de comunicación que antes estaban separados ahora convergen en el procesamiento de datos, creando una gama completamente nueva de servicios.

El pasado: mundos separados

Hasta ahora las redes de televisión y las redes de telecomunicaciones estaban claramente diferenciadas.

Diseñada como una estrella, con un único punto de emisión, la cadena de televisión es unidireccional, emitiendo desde el centro hacia todos los receptores. Por otro lado, las redes de telecomunicaciones manejan el tráfico entre dos puntos, un transmisor y un receptor; además, la comunicación puede producirse en cualquier dirección, mientras que el receptor de televisión está condenado a permanecer totalmente mudo.

Naturalmente, estas diferencias técnicas han ido acompañadas de una división de servicios: un grupo destinado a intercambios bidireccionales y el otro a sistemas de información pasivos.

Hasta ahora, el procesamiento de datos estaba, por supuesto, más cerca de las telecomunicaciones. Al requerir conexiones en ambas direcciones entre varios centros de procesamiento o entre un centro de procesamiento y varios terminales periféricos, y limitarse a información privada, el procesamiento de datos se conformaba con líneas telefónicas, que garantizaban tanto la disponibilidad como el secreto.

Así se desarrollaron las primeras redes. Quienes llevaban cantidades limitadas de información utilizaban líneas telefónicas normales; aquellos que requerían mayores capacidades de transmisión arrendaban líneas especiales sobre las que tenían derechos exclusivos.

El aumento de las redes superpuestas

La convergencia de los medios de comunicación se basa en la desaparición de la diferencia entre redes unidireccionales y bidireccionales, en el desarrollo de las redes de datos y en la creciente digitalización de las señales.

Las redes de radiotelevisión ya no funcionan exclusivamente en una dirección. Dan al receptor una cierta capacidad de "enviar" al transmisor, ciertamente más restringida que en el sentido de la emisión, pero suficiente para establecer un diálogo: este potencial de respuesta puede ser el resultado de un acoplamiento con la línea telefónica. Del mismo modo, la instalación de antenas de televisión comunitarias*, siempre que se incluya el equipamiento adecuado, permite incorporar la transmisión de forma más modesta, equilibrando con la recepción.

Este diálogo desigual no constituye un obstáculo para el teletratamiento, en el que la transmisión es siempre asimétrica: uno de los dos interlocutores ordena brevemente un tratamiento que el otro lleva a cabo y cuyos resultados, por enormes que sean, le llegan a través de la gran línea de transmisión.

Por lo tanto, transmisiones como éstas pueden encontrar un lugar en los "canales" de una red de televisión, como lo han hecho hasta ahora únicamente en las líneas telefónicas.

Además de las redes telefónicas, hoy en día también se están desarrollando redes de datos. El aumento de este tráfico (que en 1985 debería representar el 10 por ciento de todos los mensajes, frente al 5 por ciento ahora), la accesibilidad del procesamiento de datos a nuevas categorías de usuarios y la necesidad de ofrecer capacidades de transmisión más variadas que las que ofrecen las líneas telefónicas son responsables de esta evolución.

De un país a otro, las opciones tecnológicas han variado, desde la conmutación de circuitos hasta la conmutación de paquetes*, pero todas han ofrecido características que hasta ahora eran específicas de la red telefónica, la conmutación y la concentración.

Inicialmente diseñadas exclusivamente para datos, estas redes son actualmente capaces de transmitir tipos de mensajes habitualmente reservados para líneas telefónicas o nuevos tipos de servicios, como las telecopias.

Esta superposición cada vez más pronunciada, que probablemente desemboque en sustitución, se verá facilitada por la progresiva desaparición de la separación entre transmisiones digitales y analógicas.

Hoy en día, el teléfono transmite señales analógicas, pero en el futuro se basará en señales digitales. Esto significa, entre otras cosas, que los teléfonos de discado por pulsos deberán ser sustituidos rápidamente por teléfonos de discado por tonos.

Esto, se puede comparar con la publicación remota, la sintonía de radio amateur o incluso la televisión. Esta creciente generalización de la "señal" alcanzará su punto máximo con el desarrollo de los satélites de transmisión.

El futuro telemático: satélites universales

La facilidad con la que se pueden manejar las comunicaciones por satélite acelerará el cambio en el procesamiento de datos. Al aumentar las transmisiones de datos y el intercambio de operaciones de procesamiento de un país a otro y de un continente a otro, los satélites serán responsables de la creación gradual de redes "telemáticas" mundiales.

Una herramienta de comunicación privilegiada

Las ventajas de potencia, universalidad, accesibilidad y alcance que ofrecerán los satélites en el futuro los convertirán en el medio de comunicación preferido.

En primer lugar, serán transmisores potentes: el más pequeño de los satélites lanzados en los años 1980 transmitirá varios millones de bits por segundo", lo que es suficiente para manejar un enorme tráfico telefónico, cuatro o cinco canales de televisión, o la transferencia de los más grandes Archivos de computadora. Con una capacidad como esta, la competencia de los medios de transmisión terrestres se limitará a unos pocos: ciertas "autopistas hertzianas", futuros medios de transmisión digitales como el sistema "Transmic" y, posteriormente, las fibras ópticas. Estos sistemas podrán transmitir cantidades comparables de datos, pero estarán limitados geográficamente a unas pocas arterias principales y tendrán un alcance reducido, a diferencia de la capacidad de los satélites, aplicabble a países y continentes "inundados" con la misma producción.

En segundo lugar, los satélites serán transmisores universales: para ser rentables, tendrán que ser capaces de transmitir todo tipo de mensajes, incluidos voz, datos e imágenes. Esto será posible porque las diferencias aún perceptibles entre los satélites de radio y los satélites de telecomunicaciones desaparecerán gradualmente a medida que las señales empiecen a parecerse entre sí. Muchos proyectos tienen en cuenta este desarrollo predecible, sobre todo el proyecto del satélite SBS que IBM planea lanzar.

En tercer lugar, los satélites serán transmisores de fácil acceso: si bien hoy en día la transmisión requiere antenas gigantescas (de 7 a 10 metros), lo que la convierte en prerrogativa de las agencias de telecomunicaciones, es muy probable que en el futuro se vuelva "democrática". Para alcanzar el satélite bastarán antenas infinitamente más pequeñas, de 0,90 a 1,5 metros de tamaño y, por tanto, mucho más asequibles.

Estas transmisiones también serán 'transparentes'; habrán prescindido de los complejos protocolos de acceso* que ciertas redes terrestres requieren hoy en día. Se requerirán ciertas reglas para gestionar estas transmisiones de modo que cada uno tenga lo que le corresponde en su vasta amalgama de mensajes. Si son limitados sin embargo, atendiendo únicamente a necesidades técnicas, sin duda serán menos restrictivas.

De este modo, el satélite permitirá la transmisión individual de telecomunicaciones. Ante estas perspectivas, el monopolio se verá reducido a utilizar la ley para protegerse, un arma débil y provisional.

Finalmente, los satélites serán transmisores de alcance ilimitado: mientras que las redes terrestres, aéreas o de cable están restringidas por el terreno y la geografía, los satélites están totalmente libres de ellas. La mayoría de las "zonas de sombra" desaparecen; Las distancias geográficas se acortan. Estos transmisores inundarán grandes regiones; Las fronteras que hoy son la línea divisoria entre las agencias nacionales de telecomunicaciones pasarán a ser puramente simbólicas.

Los satélites serán el medio de comunicación dominante, pero no serán omnipresentes hasta el punto de inutilizar otros medios de comunicación. Las redes especializadas en particular seguirán siendo de gran importancia para llevar a cabo ciertas tareas a menor costo, como la penetración en el mercado de las entidades económicas más pequeñas y los mercados "a cambio de conocimiento" entre pequeños usuarios. Capaces de conectarse a los satélites, pueden utilizarse como "antenas colectivas" y garantizar así el acceso de estos usuarios a servicios que antes les estaban prohibidos. De este modo, el satélite ganará más potencia y multiplicará su influencia.

¿Hacia redes "telemáticas"?

Hasta ahora, las conexiones entre ordenadores y la transmisión de datos estaban limitadas, al menos en lo que respecta a la gran producción, por la capacidad de las líneas telefónicas. Desde este punto de vista, las redes especializadas sólo pueden superar esta limitación en parte. Por otro lado, los satélites ofrecerán capacidades de transmisión continua y de alta potencia.

Entonces será necesario prepararse para transferencias de procesamiento y consultas de bancos de datos cada vez más numerosas. Al final, la red se expandirá en todas direcciones, avanzando hacia la unificación.

Aceleración de las transferencias de procesamiento

Con excepción del número todavía limitado de redes mundiales de tiempo compartido", la transferencia de procesamiento de un gran centro de cómputo a otro es aún poco frecuente. Las velocidades que ofrecen los satélites ahora harán posible esto en un plazo de un de un solo país, de un país a otro y, sobre todo, de un continente a otro) Un número importante de usuarios franceses han declarado que están dispuestos a transferir parte de sus operaciones de procesamiento a los Estados Unidos. Presumiblemente, se sienten alentados a hacerlo por consideraciones de precio. De hecho, el cambio de hora es tal que las "horas completas" en Europa corresponden a las "horas vacías" en Estados Unidos.

Además, si la empresa que ofrece el servicio de procesamiento también asume la responsabilidad de transmitir los datos, tenderá a hacer malabarismos con los precios de ambos servicios de modo que el bajo costo del procesamiento compense o sobrecompense el costo de las transmisiones.

Dado que los cambios de hora entre zonas son simétricos, nada impide también las transferencias de Estados Unidos a Europa. Dado el estado relativo actual de las instalaciones y estrategias informáticas, es muy probable que las transferencias a Estados Unidos sigan siendo la regla. Sin embargo, el riesgo es que los usuarios europeos se vuelvan dependientes de sus proveedores estadounidenses.

Los satélites también permitirán consultar fácilmente los bancos de datos, ya sean científicos, técnicos o comerciales. Toda una generación por delante, con un mercado interno rentable y un margen de coste infinitesimal, los bancos de datos americanos pueden ofrecer tarifas extremadamente bajas a los usuarios europeos. Además, una parte considerable de los datos de interés para las empresas de todo el mundo son americanos. Los bancos de datos americanos suelen ser los que mejor cuentan con datos sobre Europa.

Intercambiabilidad de redes

Cambios tan decisivos como estos presuponen la intercambiabilidad de todas las redes o la existencia de una red privilegiada que domine el mercado.

De hecho, el satélite no es suficiente para garantizar un nuevo "acuerdo informático". Si bien garantiza una transmisión fácil, de alta capacidad y económica, no puede, por sí solo, hacer posible que un determinado terminal "hable" con un determinado banco de datos o que un determinado ordenador se conecte a un determinado centro de procesamiento. Esto requeriría la capacidad de las redes de comunicarse en lenguajes mutuamente inteligibles, una función que hoy no existe. Cada fabricante se ocupa de la compatibilidad de sus redes, pero se asegura de que esto no sea posible con las redes de sus competidores. Así se establecen "clústeres de redes", que son interconectables pero no pueden conectarse con las del siguiente clúster.

Sin embargo, esta heterogeneidad es más teórica que real. Se basa en la "ley de la jungla", siendo la más fuerte en este caso IBM, que tiene más posibilidades de proporcionar estas conexiones para la mayoría de las redes. Su cluster será tan desproporcionado con los demás que IBM estará en mejores condiciones para dar una nueva dimensión a los fenómenos de procesamiento de transferencias y consultas de datos.

"Telemática": ¿igual que la electricidad?

Hoy en día, cualquier consumidor de electricidad puede obtener instantáneamente la energía eléctrica que necesita sin preocuparse de dónde viene ni cuánto cuesta. Hay muchas razones para creer que lo mismo ocurrirá en el futuro de la "telemática".

Una vez realizadas las conexiones iniciales, la red se extenderá por ósmosis. Los usuarios se conectarán entre sí directamente; los archivos tenderán a "acumularse en un solo lugar cuando la razón o el beneficio así lo requieran; La transparencia de las redes irá aumentando paulatinamente. Los usuarios necesitarán cada vez menos centros de procesamiento privados y la red informática se parecerá cada vez más a la red eléctrica.

Esta visión es sin duda un ejemplo extremo, pero muestra claramente que la conexión de satélites a redes tiene un enorme potencial energético.

En realidad, es probable que algunos usuarios no quieran renunciar a sus máquinas, por poco que las utilicen, para mantener la ilusión de independencia. También es probable que el principal fabricante intente evitar un sistema tan transparente.

Sin embargo, menos racionalidad no significará menos poder, ya que la unicidad de la red no se verá afectada por unas pocas operaciones de procesamiento local.

Así, dentro de un tiempo relativamente corto, el debate se centrará en la interconeectabilidad. Si bien hasta ahora los conflictos se han centrado en las máquinas, pronto involucrarán el dominio de los protocolos de conexión. Por lo tanto, el reparto de energía será determinado por los fabricantes de redes y los administradores de satélites, y juntos deberán definir las nuevas reglas del juego.

Si las agencias de telecomunicaciones lanzan y gestionan los satélites, IBM tendrá que entablar un diálogo con ellas. Si no hay suficientes, la propia IBM los reemplazará y no habrá diálogo. Para terceros, este resultado sería bastante efectivo, aunque menos definido.

La llegada de la "telemática", entonces, afecta drásticamente a los participantes en el juego del procesamiento de datos, al mismo tiempo que aumenta lo que está en juego en el juego mismo.

A los participantes tradicionales, es decir los fabricantes, se suman las agencias de telecomunicaciones y, a través de ellas, los distintos gobiernos. Los gobiernos siempre han tendido a convertir las comunicaciones en un campo de combate por prerrogativas soberanas. A partir de ahora, esta porción de terreno puede perder subrepticiamente su control si no se dotan de los medios para convertirse en socios de un juego en el que ya no pueden ser los amos.

En el pasado, lo que estaba en juego en el juego de ordenador era limitado: comercial, industrial o militar. Ahora, con el procesamiento de datos dispersándose en una variedad ilimitada de pequeñas máquinas y desapareciendo detrás de una red con infinitas ramas, está atrayendo a la sociedad en su conjunto a su red.

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Parte II -

Capítulo 3: Los Desafíos

Si hubiera aprendido la técnica, sería técnico y haría cosas complicadas. Cosas extremadamente complicadas, cosas cada vez más complicadas. Eso simplificaría la existencia. Ionesco

Introducción

Decidir una política de informatización de la sociedad es prepararse para el futuro. Para lograrlo, es necesario afrontar los desafíos del presente a toda prisa.

Esta primera parte del informe intentará inventariar estos desafíos y situarlos en el contexto de la crisis de la sociedad francesa. Para ello, es necesario medir lo más claramente posible los riesgos y oportunidades que el nuevo procesamiento de datos plantea para el desarrollo económico (en el capítulo 3, "Telemática y nuevo crecimiento"): las transformaciones que este nuevo procesamiento de datos traerá en las relaciones entre diversas entidades económicas y sociales (en el capítulo 4, "Telemática y nuevos juegos de poder"); y la expansión del dominio de la soberanía nacional (en el capítulo 5, "Telemática e Independencia Nacional").

TELEMÁTICA Y NUEVO CRECIMIENTO

La intuición sugiere y el examen revela que la consecuencia básica del nuevo procesamiento de datos es un aumento importante de la productividad. Este capítulo intenta descubrir el mejor uso para el excedente resultante.

¿Ofrece la informatización de la sociedad más riesgos de desempleo que oportunidades de comercio exterior? ¿Permite el aumento de los mercados internos y externos provocado por una competencia más intensa recuperar o incluso aumentar el empleo que originalmente se sacrificó en aras del crecimiento de la productividad?

Actualmente no existe una respuesta general, coherente o estadística a estas preguntas. Sin embargo, la razón, junto con algunas proyecciones, sugiere que una cosa es cierta: la informatización hace posible y necesario un nuevo tipo de crecimiento.

No hay duda de que el nuevo procesamiento de datos cambia el número de empleos y potencialmente las restricciones a la balanza comercial. Según cómo se utilice, puede agravar o ayudar a resolver los problemas estructurales de la crisis de la sociedad francesa.

Los empeorará si la informatización disminuye el empleo sin ayudar a restablecer el equilibrio exterior; ayudará a resolverlos si, al eliminar el desequilibrio comercial, se da a la política económica el margen de libertad que necesita para fomentar un nuevo crecimiento, permitiendo que se resuelvan los conflictos entre las restricciones externas al empleo y el consenso social.

Los modelos económicos son deficientes e intrínsecamente inadecuados, lo que nos obligó a proceder de la siguiente manera:

Los resultados de estas investigaciones siguen siendo vagos en cuanto al ritmo de transformación previsible. Sin embargo, ofrecen cierta certeza sobre la dirección, magnitud e inevitabilidad de los cambios en los próximos diez años que reabrirán la cuestión de la balanza comercial tal como se percibía cuando se estaba preparando el Séptimo Plan.

El riesgo del desempleo

Los efectos que la informatización masiva tendrá sobre el empleo dependerán de un acto de equilibrio, el resultado de una carrera entre la reducción de mano de obra vinculada al aumento de la productividad y el aumento de los mercados resultante de un mayor grado de competitividad. El primer efecto es definitivo y de corto plazo; los segundos están sujetos a condiciones y se harán sentir más lentamente.

El nivel de empleo depende en gran medida de las racionalizaciones generales efectuadas a través de la informatización o en combinación con ella. El procesamiento de datos es una inversión de segundo nivel que produce ganancias no tanto directamente como por su capacidad para aumentar el valor de otras inversiones. Las encuestas en sectores clave muestran que bajo la influencia de la telemática y la automatización, las industrias de servicios liberarán personal, mientras que las grandes empresas industriales se expandirán con un nivel constante de empleo.

Estos fenómenos, que ya han comenzado a aparecer, se acelerarán a un ritmo difícil de determinar, ya que dependerá de las circunstancias y de las resistencias que se encuentren. Introducen un elemento nuevo e inquietante en un proceso que ha garantizado la estabilidad del mercado laboral desde la Liberación.

Los notables aumentos de productividad tanto en la agricultura como en la industria han hecho posible que Francia restablezca su balanza comercial. Durante el mismo período, la demanda de empleo, que ha aumentado debido a la presión demográfica y a la entrada de más mujeres en el mercado laboral, no ha generado desempleo porque ha sido absorbido en gran medida por el rápido desarrollo del sector de servicios con su bajo nivel de pproductividad.

El colapso de este mecanismo de ajuste, que ya ha comenzado, continuará, y a un ritmo más rápido.

No más empleos en el sector servicios

Con la telemática, el sector de servicios experimentará en los próximos años un salto de productividad comparable a los aumentos de productividad disfrutados por la agricultura y la industria en los últimos veinte años.

Aunque no es posible hacer una evaluación exhaustiva ni fijar el ritmo de esta evolución, un examen de varios sectores importantes mostrará

su importancia.*

En los bancos, la instalación de nuevos sistemas informáticos permitiría reducciones de empleo que afectarían hasta al 30 por ciento del personal en diez años, pero esto no significa que los trabajadores tendrían que ser despedidos. En efecto, estas reducciones son una medida de la cantidad de personal adicional que se requeriría con las tasas actuales de productividad para satisfacer la demanda venidera, y la telemática haría innecesaria la contratación adicional. Esto significa que el mercado laboral no será aprovechado en la medida en que lo ha sido. De hecho, en los últimos dos años los bancos han estado reduciendo significativamente su contratación, en comparación con el anterior aumento de personal de entre el 5 y el 10 por ciento cada año.

Estos aumentos de productividad pueden explicarse por (a) la eliminación de puestos de trabajo directamente asociados con los métodos tradicionales de procesamiento informático, como los "perforadores de tarjetas" y los "ajustadores" responsables de corregir errores de codificación. Ahora la recopilación de datos descentralizada, junto con técnicas de autocorrección, hace que estos trabajos sean innecesarios. b) La racionalización de los procedimientos contables internos, posible gracias al nuevo tratamiento de datos, en la medida en que la dirección esté dispuesta a utilizarlo.

En otras palabras, el ahorro del 30 por ciento en puestos de trabajo no es el resultado automático de una transformación del sistema informático. Incluso si la dirección así lo quisiera, esta política chocaría con la burocracia estructural, la resistencia individual y la presión de los sindicatos. Sin embargo, no hay lugar para la inercia, ya que la competencia obligará a los bancos que puedan verse tentados a asumir un papel pasivo para mantenerse al día con los bancos nacionales más dinámicos, y aún más con sus homólogos extranjeros.

2. En el sector de los seguros, el fenómeno es aún más pronunciado. Ahora es posible ahorrar empleo en aproximadamente un 30 por ciento en diez años. Algunas empresas, temerosas de la reacción de su personal, han impuesto una moratoria a la instalación de sistemas telemáticos. Una vez más, sin embargo, no se puede retrasar indefinidamente, ya que la libertad de establecer compañías de seguros dentro de la CEE introducirá competencia extranjera.

3. En la Seguridad Social el movimiento será más lento, ya que el tratamiento de datos sigue siendo tradicional, con grandes centros y un tratamiento masivo y engorroso.

4. Para los servicios postales, la previsible reducción de mano de obra es consecuencia de otro tipo de competencia. La nueva informatización no traerá aumentos masivos de productividad en este tipo de trabajo, pero el rápido desarrollo del telecopiado y la teleimpresión, que pronto se convertirá en una realidad, y las perspectivas a más largo plazo de la publicación de periódicos en casa son factores que favorecen una Disminución de la actividad postal. En la fase inicial, el servicio postal verá una reducción gradual del correo comercial y gubernamental nacional, que ahora representa el 60 por ciento del tráfico. La correspondencia privada no se verá afectada hasta una etapa posterior. El proceso depende demasiado del ritmo de las instalaciones de telecopiadoras, la calidad de los servicios postales y los problemas laborales internos del servicio como para poder hacer una predicción precisa. Sin embargo, hay pocas dudas sobre la inevitabilidad de la sustitución de los servicios postales por servicios de telecomunicaciones y los efectos resultantes sobre el empleo.

5. La informatización de las actividades de oficina afectará a las 800.000 secretarias de este enorme sector repartidas por toda la economía. El desarrollo de las redes de procesamiento de datos, el telecopiado y la incorporación de microprocesadores a las máquinas de escribir están dando lugar a un nuevo tipo de secretariado, más involucrado en la supervisión que en el desempeño de tareas".

Una inversión relativamente baja producirá aumentos en la productividad tales que la informatización sin duda se producirá con bastante rapidez. La dispersión de las secretarias y su aislamiento dentro de las empresas para las que trabajan bien podría disminuir su capacidad para resistir el cambio. Los efectos sobre el empleo serán ciertamente enormes, aunque las características de esta forma de actividad económica no permitan actualmente una evaluación estadística.

Por lo tanto, tenemos cinco funciones de servicios diferentes: bancos, seguros, Seguridad Social, servicios públicos, postales y de oficina con mayor o menor grado de informatización, cuyos efectos son a veces directos y otras asociados con cambios en el volumen de tráfico, y que operan bajo restricciones que en algunos casos son resultado de la competencia extranjera y en otros inducidas. por presiones políticas para reducir costos. A pesar de estas diferencias, la conclusión es la misma para todos: dentro de los próximos diez años, la informatización provocará reducciones considerables de mano de obra en las grandes organizaciones de servicios.

¿Se puede extrapolar esta conclusión a todo el sector terciario? La intuición dice que sí, pero su alcance aún no puede medirse, al menos no sobre la base de las pocas proyecciones realizadas en la preparación de este informe.

Niveles de mano de obra y producción industrial

El cambio en la tecnología informática irá acompañado de una automatización más rápida de las empresas industriales.* Afectará a las actividades "terciarias" internas así como a la producción e involucrará tanto a la robótica como a los sistemas automatizados".

El grado y el nivel de informatización de las actividades terciarias de la industria (administración, contabilidad, gestión de personal e incluso operaciones comerciales) difieren según la empresa. Por regla general, están lejos de alcanzar el nivel de sofisticación de los sistemas utilizados en la banca. Este atraso es más evidente en las industrias más recientes, donde las reglas de gestión no siempre han estado armonizadas, y es por eso que queda un amplio campo abierto a la influencia de la telemática. Sin embargo, nuestros encuestados, al igual que sus colegas de banca y seguros, no pueden dar cifras concretas sobre el ahorro de mano de obra que resultará de la creciente informatización de las operaciones administrativas. De hecho, parece que en el futuro las grandes empresas industriales como grupo tenderán a no contratar personal administrativo.

La automatización de los sistemas de producción está menos avanzada en Francia que en otros países: además de las desventajas evidentes de algunos sectores

En el sector industrial, como la metalurgia del hierro y la construcción naval, sectores tradicionalmente dinámicos (incluida incluso la industria del automóvil) están empezando a quedarse atrás en comparación con las empresas extranjeras, particularmente las japonesas.

Además, bajo la presión de la competencia, la industria francesa tenderá a instalar cada vez más robots. y los procesos de producción.* Los nuevos avances en el procesamiento de la información ponen a disposición de los fabricantes pequeños ordenadores universales especialmente adaptados a la gestión de la producción. Del mismo modo, los avances logrados en la fabricación de terminales lo suficientemente resistentes para ser instalados en el lugar de trabajo permitirán descentralizar la ejecución y seguimiento de las operaciones dentro de la planta.

Dada la creciente automatización de la industria, la mayoría de los gerentes industriales afirman que el crecimiento en los próximos años se logrará sin aumentos en la mano de obra; de hecho, esa mano de obra disminuirá ligeramente, a menos que la demanda aumente a un ritmo inusual. Aunque la naturaleza restringida de nuestro examen del sector manufacturero en comparación con el sector de servicios no nos da motivos para generalizar, tal hipótesis tiene consecuencias importantes: significa que los únicos empleos industriales creados a partir de ahora serán en las pequeñas y medianas empresas.

Oportunidades para el comercio exterior

Sería suicida sacar conclusiones malthusianas de estas observaciones sobre la informatización y el empleo. Todo lo que pueda mejorar la balanza del comercio exterior mejorando nuestra capacidad de competir es de vital importancia para Francia.

Orígenes externos del nivel de productividad crucial para nuestra supervivencia

La necesidad de equilibrar el comercio exterior ha tenido durante muchos años un efecto perjudicial sobre el crecimiento. Cualquier esfuerzo por lograrlo en las circunstancias actuales frustraría el pleno empleo, pero el aumento del desempleo amenaza la estabilidad social de la nación en su conjunto. Este tipo de crisis es muy nueva.

Hasta hace poco, el crecimiento se producía dentro del eje dominante formado por las naciones industrializadas de Occidente. Occidente encontró un mercado consumidor ansioso debido a las necesidades insatisfechas de sus propios ciudadanos.

El comercio exterior aceleró el crecimiento al promover la especialización. Fue la consecuencia y un estímulo del desarrollo, no su condición: a menudo permaneció marginal con respecto a la producción nacional. Las transacciones con el mundo subdesarrollado se llevaron a cabo para convertirlo en un mercado disponible para productos terminados y en un proveedor servicial de materias primas. Las condiciones favorables del intercambio comercial aumentaron las oportunidades de crecimiento del "núcleo dominante" y la competencia sólo existía entre naciones de estructura económica y social comparable. Una mayor capacidad para competir proporcionó una ventaja relativa, pero las diferencias en productividad siguieron siendo estrechas.

Un país industrial podía "elegir" un ritmo de productividad y crecimiento, dependiendo de sus objetivos o de las limitaciones que enfrentaba. Salvo crisis incidentales, se superan fácilmente gracias a la w

Tras la débil resistencia de los grupos sociales desfavorecidos, hubo una armonía de larga duración entre crecimiento y empleo: la productividad era un factor "endógeno" en el control de una nación sobre su sistema económico.

Hoy en día, en el caso de los países con una larga historia de industrialización, la productividad se ha convertido en una "restricción duradera": de hecho, están sujetos simultáneamente a la presión de economías subindustrializadas, economías sobreindustrializadas y a la competencia por el comercio gubernamental.

Estas tenazas se están apretando en un momento en que el papel que desempeña el comercio exterior en la producción de la nación se ha vuelto esencial y no puede reducirse razonablemente, salvo una recesión severa, al mismo tiempo que la coalición política entre los países en desarrollo está alterando los términos de intercambio a su favor. . Mientras tanto, los nuevos avances tecnológicos están colocando a algunos países en una posición hipercompetitiva en las almenas del futuro, y el bajo costo de la mano de obra está intensificando la competencia de los países menos desarrollados en los mercados tradicionales.

Como resultado de esto, el imperativo del comercio exterior obliga a Francia a competir en una carrera sobre la que no tiene control. La búsqueda de productividad se ha convertido en un factor exógeno que domina las alternativas de política interna.

Pero para que esta carrera se pueda desarrollar eficazmente, esta carrera debe cumplir ciertas condiciones.

Nuestra capacidad para competir: "umbrales" y "lagunas"

Efectos umbral

Si una rama de la industria francesa, amenazada por la competencia internacional (por ejemplo, la siderurgia, la construcción naval, los textiles), intenta racionalizarse sin conseguir reducir los costes al nivel de sus rivales, multiplica las limitaciones (esfuerzos masivos de inversión, reducción de empleo) sin provocar la correspondiente expansión de sus mercados. Por otro lado, una vez que vuelva a ser competitiva, tendrá acceso a nuevos mercados, lo que le permitirá aumentar tanto la producción como el empleo".

Basada en la informatización y la racionalización, ésta es una política que necesita determinación: requiere tiempo y dinero. Si se permite que su impulso decaiga demasiado pronto, antes de que alcance el umbral de competencia, ofrecerá más inconvenientes que ventajas; es un enfoque de todo o nada. Por lo tanto, se requiere un gran discernimiento a la hora de elegir las lagunas que se aprovecharán como resultado de este esfuerzo.

Elección de lagunas jurídicas

No hay duda de que los avances en productividad gracias a las nuevas técnicas informáticas son bienvenidos independientemente de dónde se apliquen. Si bien se han realizado principalmente en el sector de servicios, que en principio está mejor protegido contra la competencia internacional, estimulan la competitividad de la economía en su conjunto. Algunos de los efectos del aumento de la productividad pueden trasladarse a sectores más expuestos a la competencia internacional, facilitando sus exportaciones.

Sin embargo, si esta productividad permanece difusa, las lagunas jurídicas que ocupan las mejores posiciones para apoyar el comercio exterior corren el riesgo de ubicarse más allá del "umbral" efectivo. Un país medio no puede volverse competitivo en todos los ámbitos y en todos los sectores. En un mundo económico en el que la especialización es cada vez más necesaria, un esfuerzo indiferenciado es ineficiente. *

Es necesario saber qué sectores deben recibir un trato preferencial y cuáles de sus productos deben desarrollarse, teniendo en cuenta las ventajas respectivas de otros países, de empresas que ya se han iniciado en un lugar u otro y, especialmente, las perspectivas que ofrece el mercado. . Se requiere habilidad, que es un arte que pocos países poseen, para seleccionar las lagunas clave. En Japón, durante los últimos quince o veinte años, y más aún desde la época de la crisis del petróleo, el "complejo industrial-estatal" ha encontrado apoyo en la fantástica red de datos producidos por las empresas comerciales internacionales para definir una estrategia de exportación. estrategia. Aprovechando la flexibilidad que es producto de un alto grado de consenso social, ha reorientado la industria japonesa a una velocidad asombrosa.

En Alemania, estas decisiones estratégicas las toman las propias empresas, que se fortalecen en sus tradiciones comerciales y en su experiencia.

En Estados Unidos, las exportaciones parecen ser "subproductos" de un mercado interno cuyo tamaño y vitalidad proporcionan la base para su crecimiento: una vez amortizados, dichos productos encuentran un destino natural en el comercio de exportación.

La industria francesa adolece de ciertas desventajas en sus esfuerzos por llevar a cabo la misma estrategia. En muchos casos, sus grandes empresas siguen aplicando políticas de base amplia en lugar de políticas basadas en lagunas jurídicas estrechas. Las pequeñas y medianas industrias muestran su individualidad en su organización más que en la especialización, lo que les aseguraría producción en masa, menores costos y mayor competitividad.

La insuficiencia de la tecnología informática para resolver la crisis económica francesa

La economía francesa sufre simultáneamente hoy tres males: un déficit continuo en la balanza comercial, un debilitamiento de la demanda interna tradicional y un empeoramiento del desempleo.

La estabilidad del comercio exterior que experimentó Francia entre 1970 y 1973 ha terminado con la cuadriplicación del precio de la gasolina. Este precio es la causa de una considerable disminución de los ingresos, que no fue compensada por el aumento de las exportaciones. Existe un riesgo constante de que el déficit resultante se vea agravado por el aumento de las importaciones, que en las condiciones actuales son el resultado de cualquier aceleración de la tasa de crecimiento. No hay duda de que los enormes aumentos de productividad provocados por la informatización reducirán nuestras limitaciones externas si mejoran nuestra posición competitiva de manera duradera, pero aun así no garantizarán el pleno empleo.

Para compensar en exceso las reducciones de mano de obra que normalmente supone el restablecimiento de la capacidad competitiva, sería necesario aumentar las ventas al exterior en un grado que es difícilmente plausible, dada la situación del mercado mundial.

El hecho es que si los efectos de la informatización se limitaran a mejorar la balanza comercial exterior al precio de un menor empleo, pronto se volverían intolerables. La estabilidad social se vería amenazada, sobre todo porque la crisis actual está dominada por dos tendencias de larga data. El primero es el debilitamiento temporal de la demanda, resultado a corto plazo de los problemas del comercio exterior, que agrava la tendencia básica de la mayoría de los objetos tradicionales de la demanda de los consumidores a perder impulso. La progresiva saturación de determinadas necesidades en el ámbito de la automoción o del equipamiento eléctrico y una probable reducción de la inversión en vivienda están en el origen de una desaceleración de la demanda de bienes básicos. Esta desaceleración, evidente desde hace varios años, probablemente se intensificará en el futuro.

La segunda tendencia es el crecimiento de la población activa, que continuará durante otros diez años a pesar de la reciente inversión de la tasa de natalidad, el aumento de la tasa de actividad económica entre las mujeres, la acentuación del desempleo friccional bajo la creciente masa de las ocupaciones terciarias, por naturaleza volátiles, y la formación inadecuada proporcionada por el sistema educativo, todo lo cual va de la mano de una aceleración de la sustitución de mano de obra por capital. Como grupo, estos fenómenos se expresan en el crecimiento desde 1969 del número de desempleados, que ya era evidente durante los años de expansión (1969-1974) y ha continuado a un ritmo más rápido desde el comienzo de la crisis.

Como contrapeso, el Séptimo Plan tiene como objetivo lograr avances significativos en la creación de empleo, tanto en la industria, que se espera que tenga 215.000 puestos adicionales entre 1976 y 1980, como más particularmente en la construcción y las obras públicas, los servicios y comercio y administración, donde se prevén 1.335.000 puestos de trabajo adicionales. Estos son los ambiciosos objetivos que corren el riesgo de verse comprometidos por la aceleración de la informatización. De ahora en adelante, sólo un nuevo modelo de crecimiento, destinado a estimular nuevos tipos de demanda, puede ofrecer la esperanza de mantener el nivel de empleo.

Informatización y nuevo crecimiento

La automatización y la telemática sancionarán tal estimulación de la demanda interna como resultado de la productividad adicional que aportan y el refuerzo de la capacidad competitiva que proporcionan. Pero es necesario tener clara la naturaleza y el alcance de este aumento de la demanda, para que no comprometa nuevamente la balanza comercial exterior. De hecho, existe una estrecha conexión entre la intensidad y el contenido de los nuevos tipos de demandas, el método para desarrollarlas y financiarlas, y su efecto sobre el comercio exterior. La naturaleza de esta relación representa una elección social.

Nuevas demandas

La acumulación de demanda tradicional está relacionada en parte con una estructura determinada por la herencia y los ingresos. Una transferencia significativa de poder adquisitivo a grupos sociales que todavía padecen un bajo nivel de vida provocaría cierto aumento en la demanda general de artículos de consumo estándar en campos como la vivienda, los automóviles, los electrodomésticos, etc. Sin embargo, no se debe sobreestimar su alcance ni subestimar su efecto sobre las importaciones.

No se puede esperar que este tipo de demanda desempeñe un papel principal en el restablecimiento de los niveles manteniendo al mismo tiempo la balanza del comercio exterior.

Una sociedad menos sujeta a restricciones externas vería en esta situación oportunidades para satisfacer necesidades de diferente naturaleza. Existe una demanda potencial de servicios colectivos como transporte, educación, salud y servicios: cultura, viajes, ocio, apoyo a grupos comunitarios, etc. La oferta se adaptará espontáneamente a la demanda generando nuevos productos, transformándose para satisfacer a medias las nuevas demandas.

Los únicos límites a la difusión de estas nuevas demandas se refieren a su solvencia potencial y su efecto sobre el comercio exterior. Su estimulación del empleo será intensa sólo en aquellas ramas de la economía que son menos productivos, y esta falta de productividad se aguantará porque la demanda se centrará en un sector protegido de la competencia internacional.

En ese sentido, el desplazamiento de la demanda hacia servicios colectivos o "nuevas comodidades", ya sea espontánea o dirigida, promueve la creación de un máximo de empleo para un mínimo de importaciones.

El modo de financiar estas nuevas demandas es lo que determina su capacidad para afectar el empleo. Si están controlados por mecanismos de mercado, si corresponden a las necesidades automáticas de los hogares, su solvencia vendrá (siempre que se mantenga el ahorro) de una reducción de la demanda tradicional. En otras palabras, si estas demandas son comerciales, cumplirán la útil tarea de transferir los sectores expuestos hacia los protegidos sin tensiones inflacionarias.

Si se guían deliberadamente (y, en consecuencia, se financian mediante transferencias presupuestarias), no se puede lograr el mismo resultado a menos que las asignaciones no pesen demasiado sobre las empresas de los sectores expuestos.

Así, una política que busca conciliar la maximización del empleo con la optimización del comercio exterior tiene tanto un límite físico como un límite político.

El límite físico consiste en establecer una mezcla precisa de los sectores "expuestos" dedicados a la máxima productividad y los sectores "protegidos" de los servicios y comodidades colectivos, destinados a absorber un máximo de empleo. Este límite viene determinado también por el calendario que regirá su progresiva sustitución.

Si la inclinación hacia uno u otro de estos sectores fuera demasiado fuerte, demasiado débil o incluso mal ponderada de antemano, el deslizamiento comenzaría inmediatamente. La sociedad no toleraría un desempleo excesivo, o de lo contrario el desequilibrio comercial detendría nuevamente el crecimiento.

El límite político lo marca la reacción colectiva ante la importancia de los créditos destinados a financiar las nuevas reivindicaciones, si éstas no son puramente comerciales y no son resultado del desarrollo espontáneo de la economía francesa.

Por lo tanto, todas las condiciones que requiere un nuevo crecimiento no pueden cumplirse a menos que se basen en un amplio consenso social. Deben adaptarse cuidadosamente a las características específicas de cada nación.

Una elección social

La contradicción entre empleo y comercio exterior la sienten actualmente la mayoría de los países industriales. Es más pronunciado en el caso de los países de tamaño mediano que ya no ejercen la dominación sino que más bien experimentan sus efectos. Cada uno de ellos intenta con mayor o menor éxito resolver este dilema en términos de los puntos fuertes y de las desventajas que se derivan de su capacidad para competir económicamente y de la naturaleza de su clima social.

Las dos respuestas "límite" son las de los países que, además, son los más avanzados en el ámbito de la tecnología informática: Estados Unidos y Japón.

Su decisión de intentar la informatización de la sociedad es, para el primero, resultado de la riqueza y, para el segundo, de la lucha por la supervivencia.

Estados Unidos predomina en la producción de tecnología informática y sus aplicaciones son las más avanzadas. La balanza comercial de esta rama de la industria ha sido fuertemente positiva desde el principio. Se pueden extraer numerosas lecciones de ese éxito, pero ofrece poca información sobre cómo debería responder Francia al desafío que enfrenta. De hecho, Estados Unidos apenas se siente limitado por la cuestión de la balanza comercial, tanto porque el papel que desempeña el comercio exterior en el PNB es relativamente pequeño como porque el sistema monetario le permite vivir con un déficit crónico.

Por otra parte, el enfoque japonés –como lo describen los estudios realizados por Jacudi"- perfila una solución ambiciosa a las dificultades que enfrenta un país de tamaño mediano, densamente poblado, completamente dependiente del comercio exterior y cuya principal fortaleza reside en en la profundidad de su consenso social. El enfoque japonés hace de la informatización un elemento central de su plan para la sociedad del futuro. El Apéndice 4 ofrece un análisis de sus excesos y debilidades, pero su interés radica en la naturaleza general de la intervención. Busca responder de manera perfectamente coherente a las contradicciones del desarrollo japonés.

El estudio de Jacudi sobre "Los efectos económicos y sociales de la inversión orientada a la informatización" intenta mostrar, basándose en una serie de criterios, los efectos beneficiosos de la financiación masiva de la tecnología de la información aplicada a diez proyectos específicos.

En comparación con otros tres "escenarios", la opción de la tecnología de la información, en la que predominan las "actividades de conocimiento" (publicaciones, radiodifusión, previsión, investigación, tecnología de la información) debería triunfar sobre todas las perspectivas, ya sea inflación, contaminación o congestión. .

En particular, prevé un crecimiento notablemente más fuerte y una mejor balanza comercial exterior en comparación con la opción industrial tradicional.

Los defectos de este proyecto son su enormidad y su unilateralidad.

Ciertamente no será llevado a cabo en su totalidad o dentro de los plazos previstos. Pero parece ser un marco conceptual capaz de abarcar los múltiples experimentos que se están ensayando en Japón.

De hecho, sus detalles son extraordinariamente instructivos.

Implica (1) utilizar fondos públicos considerables deducidos de cada hogar, para dar apoyo autorizado a demandas colectivas latentes (educación, salud, tráfico, etc.); (2) ofreciendo así salidas potentes y garantizadas a las industrias nacionales, transformadas en empresas mixtas de gestión privada; y (3) preparar de esta manera el desarrollo de productos adaptados a la demanda prevista en el mercado internacional.

El proyecto Jacudi es, por tanto, intensamente intervencionista e innovador. No nacionaliza ninguna fuente de suministro, pero sí una porción creciente de la demanda. A partir de una inyección de fondos públicos, busca torcer el modelo de consumo, y de esta manera acelerar simultáneamente el crecimiento y las exportaciones.

Se basa en una serie de condiciones y supuestos que poco se corresponden con la situación en Francia: un dominio excepcional de la tecnología informática, un conocimiento único de la evolución del mercado internacional, una estructura industrial muy cohesionada, una intensa cooperación entre el Ministerio de Industria y las grandes grupos industriales privados y una ausencia de desconfianza respecto de la automatización. Así, este proyecto se basa en un tipo de relación entre el Estado y la industria, un consenso social, una determinación nacional y una ausencia de individualismo que no lo hace apto para la generalización. Pero es un buen ejemplo del único tipo de desarrollo que hoy puede tomarse en serio, un tipo de desarrollo que responde simultáneamente a las cuestiones del crecimiento, el empleo y el comercio exterior.

En relación con el modelo japonés, Francia presenta ventajas y desventajas. Afortunadamente, el individualismo francés es, sin duda, un obstáculo para la plasticidad y variabilidad que asume el proyecto Jacudi. Por otra parte, ofrece la esperanza de que los hogares, los grupos sociales y las asociaciones franceses, una vez que sean más conscientes de los caminos que podrían conducir a un nuevo desarrollo, sean más capaces que otros de inventar nuevos estilos de vida y nuevos tipos de vida y de empleo.

Así, se espera que en Francia se pueda desarrollar un modelo de consumo con menos control estatal sobre sus objetivos y métodos de financiación que el previsto en Japón. Sus posibilidades de que se aplique no son nulas. Si hay ansiedad, es causada por el tiempo que tal transformación podría requerir para seguir siendo espontánea y por las limitadas posibilidades que tendría de ser efectiva si fuera demasiado autoritaria.

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Capítulo 4: TELEMÁTICA Y NUEVOS JUEGOS DE PODER

Los efectos sociales de la telemática son sin duda más importantes que sus efectos económicos, porque desordenan los tradicionales juegos de poder. Pero también son más difíciles de abarcar: hay que determinar cuál es su motor principal, si la informatización o la sociedad, ya que cada uno de estos términos es ambiguo.

En el sentido amplio de la palabra, lo que modifica la jerarquía o las condiciones de trabajo es menos la transformación de la máquina que la evolución de los procedimientos y organizaciones que se derivan de ella. La informatización participa en una racionalización progresiva de la que es a la vez condición y expresión más completa.

La noción de poder tiene un doble aspecto. Se identifica, por un lado, con una serie de relaciones en continuo cambio mediante las cuales las áreas de competencia, autoridad y dominación se adaptan entre sí dentro de un sistema dado: en este caso se trata de "micropoderes". Por otra parte, la noción corresponde a los modos generales de regulación de una sociedad: mercado, plan, relaciones de clase; en este caso lo que está en juego es el Poder.

Los micropoderes cambian a diario y, en cierta medida, son modificados por las innovaciones técnicas. Los modos de regulación están relacionados con corrientes sociales profundas y de lento movimiento. Pueden parecer agitados por "cortocircuitos" políticos que ratifican o anticipan transformaciones y son inevitablemente transitorios.

De esta constatación se deriva el método adoptado para estudiar las relaciones entre informatización y poder. Hace una distinción entre el futuro de dentro de unos años y un horizonte mucho más lejano.

Los cambios de muy largo alcance son el tema de la tercera parte de este informe. Este capítulo se ocupará exclusivamente de las consecuencias predecibles a corto plazo.

Estas consecuencias son innumerables. Un examen exhaustivo de ellos estaba fuera del alcance del capítulo, por lo que se propuso delimitar ciertos sectores significativos y analizar su respuesta a la informatización. La única ambición de este trabajo, por imperfecto que sea, es inspirar con unos pocos ejemplos un estudio intensificado y ampliado del tema.

Las primeras conclusiones muestran que las tecnologías de la información se han convertido hoy en día en una herramienta casi completamente flexible. Su organización puede extenderse sin encontrar mayor obstáculo a través de todas las configuraciones del poder. Perturbará las reglas y condiciones que rigen la competencia entre numerosos agentes económicos; lo confirmará o anulará el estatus de las posiciones entre el centro y la periferia en la mayoría de las organizaciones. Pero esta penetración difusa implicará cambios profundos en funciones esenciales (medicina, educación, derecho, seguridad social, condiciones de trabajo) y, al aumentar la transparencia, planteará la cuestión de la seguridad y los privilegios que surgen de las zonas oscuras de la sociedad.

Una herramienta neutral en busca de un sistema

El procesamiento de datos tradicional era jerárquico, aislado y centralizado. Las limitaciones técnicas fueron perjudiciales en términos del modo de organización que imponía, porque la presencia de ordenadores aliviaba el peso natural de las empresas y de las administraciones. De hecho, sus procedimientos reforzaron el centro en detrimento de la periferia y el nivel ejecutivo superior en detrimento de las unidades de gestión más pequeñas.

A partir de ahora, el procesamiento de datos puede ser desconcentrado, descentralizado o autónomo: es una cuestión de elección.

Procesamiento de datos desconcentrado

Para los usuarios más importantes (bancos, compañías de seguros, algunas empresas, determinadas agencias administrativas), el progreso técnico permite crear redes que pueden organizar, en torno a uno o varios ordenadores centrales, toda una arquitectura de máquinas intermediarias, con salidas en numerosos terminales instalados en las unidades más periféricas de la organización (mesas de pago de un banco, agencias recaudadoras del Contador Público).

En tal sistema, el grado de libertad en la base es inexistente, en cuyo caso la desconcentración del procesamiento de datos es una farsa, o está definido a priori y es limitado, en cuyo caso hay un procesamiento de datos desconcentrado genuino.

Cuando el sistema informático se basa en terminales "no inteligentes" que no pueden programarse y que, por tanto, sólo pueden recibir y almacenar datos, el usuario no participa en el tratamiento, que sigue siendo competencia de los ordenadores centrales o intermediarios. Este es el caso, por ejemplo, de los sistemas de reserva electrónicos: el recepcionista utiliza su terminal para consultar la disponibilidad de espacio y reservarlo, en su caso.

Estas redes construidas* representan un acortamiento de la cadena tradicional, donde el usuario transmite datos al servicio informático, que a su vez los procesa y canaliza las respuestas. Por tanto, mejoran la calidad del servicio pero no tienen ningún efecto en la distribución de responsabilidades: es una "falsa" desconcentración.

Si el terminal es "inteligente", lo que significa que se le puede programar un y realizar determinados tipos de tratamientos por sí mismo, el usuario podrá realizar diversas tareas de forma autónoma; Esto es informatización desconcentrada.

Ciertos casos, como el de las cobranzas, consistirán al principio simplemente en la automatización de trabajos realizados hasta ahora a mano, como la contabilidad. La informatización desconcentrada no garantiza por sí sola una desconcentración más amplia de responsabilidades. Es la dirección de la organización, en este caso el Contador Público, la que continúa determinando la distribución de áreas de competencia entre los distintos niveles.

En otros casos, como en los bancos, la instalación de terminales inteligentes ha permitido confiar la contabilidad a agentes de mesa, lo que aumenta su responsabilidad.

Por último, algunas compañías de seguros esperan aprovechar las oportunidades que ofrece la informatización para confiar a un agente la gestión completa de un conjunto de contratos con clientes. Antiguamente estaban organizados por tipo de siniestro: un determinado empleado especializado en seguros de automóviles y otro en seguros contra incendios. También en este caso la informatización es al mismo tiempo un estímulo y un pretexto para la desconcentración de responsabilidades. Llega incluso a poner a prueba un modo de organización centenario.

En todos los casos, es la dirección la que elige el grado de libertad que tendrán las unidades de abajo. Nadie tiene derecho por su propia autoridad a programar el terminal: en este sentido dicha informatización es desconcentrada y no descentralizada.

Informatización descentralizada

El desarrollo de las redes de comunicación y la multiplicación de los bancos de datos permitirán a los agentes económicos disponer gratuitamente de un miniordenador o terminal inteligente.

Por ejemplo, los notarios que cuentan con dichos equipos pueden obtener "paquetes" de software que les brindan la posibilidad de automatizar la contabilidad, la sucesión de documentos y las cuentas de los clientes; Ellos pueden hacer lo que quieran.

La capacidad del terminal para conectarse a una red les permitirá también utilizar un banco de datos jurídicos, un compendio informatizado de jurisprudencia. Del mismo modo, tendrán acceso a empresas de servicios de oficina que sean capaces de procesar aplicaciones que sus propias máquinas no pueden manejar. Branching ofrece servicios a agentes económicos independientes; Esto es informatización descentralizada.

Informatización autónoma

Cuando los ordenadores no están conectados, ofrecen una informatización autónoma en la que el usuario es el único dueño. No existe ninguna "intervención" por parte de ningún proveedor de procesamiento o administrador de banco de datos. A cambio, la informatización descentralizada resulta de la posibilidad de conectar los sistemas.

En realidad, la distinción no es tan clara: algún día será posible conectar cualquier aparato. Los planes comerciales pueden llevar a los fabricantes a evitar hacer pública esta capacidad, reservándose el derecho de revelarlo más adelante, cuando tengan servicios que ofrecer.

La nueva informatización evita la necesidad de elegir entre sistemas de procesamiento de datos desconcentrados, centralizados o autónomos; si hay centralización, es una cuestión de voluntad, no de coacción. Lo mismo se aplica a una empresa o una organización terciaria.

En la industria, la nueva informatización proporciona una mayor autonomía en el taller; un ordenador regula las tareas sin tener que recurrir constantemente a la gestión.

Sin embargo, por el contrario, puede constituir un poderoso medio de centralización: la red facilita la recopilación de datos básicos y el seguimiento de las operaciones de producción en tiempo real. En ese caso, los trabajadores pierden el grado limitado de libertad que experimentaron bajo supervisión intermitente; están aún más integrados en el proceso de producción.

En una organización terciaria, por ejemplo un banco, las alternativas parecen muy similares: una red desconcentrada ofrece la posibilidad de descentralizar todo el conjunto de cuentas de los clientes, porque permite consultar los expedientes desde cualquier mostrador. Por otra parte, un sistema descentralizado confía la contabilidad a cada organismo, utilizándose los ordenadores centrales exclusivamente para garantizar la correspondencia de los ficheros. Esta elección no es teórica: considerando su estructura atomizada, la Sociedad de Préstamo Agrícola utiliza una forma descentralizada de informatización. Por el contrario, los tres grandes establecimientos nacionalizados tienden hacia redes desconcentradas.

La nueva informatización obliga a la empresa a elegir su estructura. Plantea interrogantes sobre la situación actual y el estatus adquirido. Por esa razón, encontrará resistencia. El mismo fenómeno afectará a los agentes económicos, los servicios administrativos y las categorías sociales; de hecho, aparecerá en cualquier sistema que ponga en juego micropoderes.

La informatización en el corazón de los juegos de poder

El procesamiento de datos clásico siguió siendo interno a la empresa. No cambió las relaciones con competidores, socios, licencias o subcontratistas. A diferencia de,

La telemática transforma la capacidad competitiva de los agentes económicos. Mejora la situación de algunos y evapora las ventajas de otros.

Planteando la cuestión de las condiciones de competencia

El desarrollo de la moneda electrónica, la ampliación de la red de reservas y la informatización del mercado de alimentos perecederos ofrecen ejemplos relevantes.

Moneda Electrónica

Hasta ahora, las transacciones entre bancos utilizaban menos la informatización que las operaciones internas. Desde este punto de vista, la no transferencia de cheques y la introducción de la moneda electrónica representarían un progreso considerable: reducirían los costos de procesamiento y permitirían actualizar las cuentas más rápidamente. Por otra parte, plantearían interrogantes sobre la situación actual.

Si los bancos ya no intercambiaran cheques por pequeñas cantidades, eliminarían los procedimientos engorrosos: les bastaría con registrar los débitos y los créditos e informarse mutuamente. Pero esta reducción de tareas no sería neutral en sus efectos: los bancos que "recibieran" más de lo que "remitieran" serían los beneficiarios. Por eso están a favor de este proyecto, mientras que los demás bancos se oponen. Dado que los cuatro establecimientos bancarios más grandes están divididos equitativamente entre las dos categorías, no es un caso de fuerza relativa y, a menos que exista un arbitraje por parte del Estado, el desacuerdo no puede resolverse.

La moneda electrónica provocaría perturbaciones aún mayores. Implicaría el uso generalizado de una tarjeta de crédito por parte de todos los titulares de cuentas bancarias. Una enorme red que funcione en tiempo real permitiría verificar en el momento del pago que el crédito de la cuenta es bueno. Los grandes bancos perderían la ventaja de tener un gran número de mesas de pago. De hecho, las transacciones financieras o los pagos podrían realizarse en cualquier establecimiento. Se cambiaría la base para atraer clientes: la capacidad de ofrecer servicios personalizados en lugar del número de sucursales sería una ventaja. En ese caso, los pequeños establecimientos bancarios se beneficiarían de su flexibilidad y familiaridad con sus clientes. Por esta razón, los grandes bancos con muchas mesas de pago son hostiles hacia la idea de la moneda electrónica.

Ampliación del Sistema de Reservas Electrónicas

Hasta ahora, las terminales de reserva para el transporte aéreo se instalaban en las oficinas de las compañías aéreas y sus agentes, y para el transporte ferroviario en las estaciones y en las agencias de la SNCF (Sociedad Nacional de Ferrocarriles). La extensión del sistema de reservas a todas las agencias de viajes no plantea problemas técnicos insuperables: requiere el establecimiento de líneas de conexión. La dirección general de Telecomunicaciones ya ha construido el equipamiento necesario.

La ampliación de la red mejoraría el servicio, pero privaría a Air France de la ventaja relativa de disponer de un gran número de agentes. Se produce así un conflicto de intereses entre la empresa nacional y sus agencias, que ya cuentan con los equipos, y quienes quisieran tener acceso a estas instalaciones.

Informatización de las cuotas de precios de productos perecederos

Durante mucho tiempo se pensó en crear en el mercado de productos perecederos una red de información informatizada que difundiera las cotizaciones actuales para hacer posible el arbitraje. El mercado de Rungis, de importancia nacional, está equipado con este sistema. Al hacer transparentes las transacciones, el sistema daría una ventaja a los consumidores, que están alejados del mercado y mal organizados. Al mismo tiempo, pondría en práctica las prácticas de intermediarios y mayoristas, que a menudo obtienen beneficios reales de la oscuridad de los procedimientos. Sin embargo, el sistema nunca se ha puesto en funcionamiento.

Esta obstrucción es particularmente aguda en el mercado de productos perecederos, donde las transacciones siguen siendo arcaicas". También existe para todos los mercados de bienes y servicios organizados en forma de reloj de arena, mercados en los que un número limitado de operadores actúan como intermediarios entre productores dispersos y numerosos compradores.

Al permitir una distribución más amplia y democrática de la información, la telemática descarrila a todos los agentes que se benefician de la explotación privilegiada de determinados datos. Esto produce conflictos que el Estado no podrá ignorar en el largo plazo.

Relaciones de poder en la administración gubernamental

Los efectos de la nueva informatización sobre las micropotencias no se limitan únicamente a los fenómenos económicos. También afectan las relaciones de poder fuera del mercado, entre los diversos organismos administrativos y entre el Estado y las comunidades locales. La red es un factor potencial de dominación.

No todos los departamentos administrativos estarán dotados de sistemas telemáticos al mismo ritmo. Los más ricos tendrán equipos de alto rendimiento que excederán sus necesidades. Se verán tentados a hacerse cargo de las transmisiones de agencias menos dinámicas. Así, cuando la Oficina de Contabilidad gestiona una red que al principio utilizará sólo al 20, 30 o 40 por ciento de su capacidad, intentará hacerse con las transmisiones del Ministerio de Economía y Hacienda, empezando por los datos de la dirección general de impuestos. . La Gendarmería, dotada de una red con 4.000 puntos de acceso, se verá tentada a ofrecer cooperación a los servicios policiales, mejorando su posición frente a esta administración vecina y, por tanto, rival.

La influencia unificadora de tales sistemas unirá a los grupos en acuerdos que no serán necesariamente racionales. Sin duda no existe deseo de dominar, pero una vez realizada la inversión, el deseo de rentabilizarla conducirá al sometimiento de sus clientes.

La nueva tecnología informática puede ayudar a modificar las relaciones entre el Estado y las comunidades locales.

La distribución de pequeños ordenadores permitirá a muchas comunidades asumir tareas que hasta ahora padecían limitaciones de recursos económicos y humanos. Es probable que el desarrollo de redes facilite nuevas agrupaciones comunitarias al permitir concentrar los medios y dispersar su utilización.

La telemática también desempeña un papel en las relaciones entre el Estado y las localidades. Puede fomentar la atomización o los agrupamientos organizados, manteniendo así el control estatal o limitándolo.

Las autoridades públicas, como veremos, deben dotarse de los medios para remodelar la estructura de la administración y no dejarse llevar por la rápida corriente de la centralización.

La cuestión del estatus social

La nueva informatización tendrá en el futuro un efecto agregado en grupos enteros, por ejemplo en la profesión médica y en la profesión docente. También afectará las calificaciones profesionales de la clase trabajadora. Es muy probable que estos cambios influyan en la forma en que se protegen los intereses colectivos.

La informatización y la profesión médica

La telemática puede cambiar las características de la intervención médica, las condiciones de la práctica médica y algunos de sus valores tradicionales. Al abaratar la atención médica, la informatización corre el riesgo de "medicalizar" a una gran parte de la población, de modo que la más mínima indisposición se convierta en pretexto para un gran número de exámenes médicos. Todos los males sociales mirarán hacia la medicina cuando se cuestione la estructura tradicional de la profesión.

De hecho, la informatización dividirá las especialidades al devolver al médico general funciones que no podía realizar en el pasado. Por ejemplo, podrá interpretar un electrocardiograma, sustituyendo en parte al cardiólogo. La mayor accesibilidad al tratamiento médico no se limitará a la transferencia de habilidades del especialista al médico general. También desdibuja la frontera entre el papel del médico y el del asistente médico. Las responsabilidades del asistente médico aumentarán; en algunos casos, puede que incluso se las arregle sin ayuda. Así, en anestesia, las instalaciones automatizadas le permitirán hacer que el paciente recupere la conciencia por sí solo. Incluso si gracias a esto los médicos ganan tiempo para dedicarse a tareas más nobles, se sentirán privados de una parte de su función profesional.

La informatización puede modificar la posición del médico respecto de su entorno. Cuando finalmente se establezca una red que conecte las oficinas de pago de las agencias de seguros médicos con los consultorios médicos, se transformará la práctica de la profesión médica. Las consideraciones económicas serán más apremiantes y reducirán al médico al estatus más modesto de proveedor de servicios.

La informatización también plantea la cuestión del mantenimiento de la privacidad en la medicina y exige precauciones especiales a ese respecto.

La informatización y la profesión docente

En el marco del presente informe no se ha analizado el impacto general de la informatización en la educación. Sin embargo, puede resultar útil trazar una hipótesis sobre el tema. El desarrollo de la informatización a gran escala puede transformar la pedagogía y, por tanto, la situación del personal docente. La computadora y la red en sí mismas no serán las herramientas de enseñanza que algunas personas esperan que sean.

La formación educativa de un estudiante no se limita a la comunicación de información técnica. Ningún robot, por muy bien programado que esté, será capaz de llevar a cabo el diálogo único que se produce entre profesor y alumno.

Sin embargo, el ordenador nos ayuda con una inteligencia artificial que puede modificar nuestra relación con el conocimiento. Con su ayuda, el alumno podrá afrontar problemas complejos y más cercanos a la realidad. Los análisis estadísticos ya no se limitarán a cálculos simplificados y la escala de las simulaciones será infinitamente mayor. Poco a poco se irá desarrollando una relación diferente, de diálogos y éxitos.

Varias repeticiones, cada una de las cuales esbozará un proceso de pensamiento original. Si este cambio se lleva hasta sus consecuencias extremas, transformará la enseñanza. ¿Qué significarán nociones como currículos escolares, cursos preestablecidos y brechas entre disciplinas cuando el ritmo e incluso el tipo de enseñanza variarán de un estudiante a otro?

Esta evolución, para la que pocas mentes están preparadas, tendría sobre los profesores efectos similares a los que experimentan a su vez los médicos. Las especializaciones desaparecerán y los niveles de enseñanza se diversificarán, modificando los rígidos requisitos legales en los que se basan los diplomas y las calificaciones. La educación verá su función reducida a una de coordinación, mientras que las tareas pedagógicas más rutinarias serán realizadas por asistentes. Considerando la cuestión desde este punto de vista, todo un mundo sociológico sufrirá una transformación. Dado el estado de ánimo de la profesión docente, no sorprende que este desarrollo no sea evidente; en cualquier caso no sería rápido.

Informatización y Cualificaciones Profesionales

La nueva informatización afecta las condiciones laborales; por lo tanto también incluye a los trabajadores manuales. Cambia el comportamiento que adoptan los trabajadores para defender sus intereses y plantea nuevos problemas para la acción sindical.

Las condiciones de trabajo cambian siguiendo un doble movimiento. La automatización elimina algunas ocupaciones menores y aligera las tareas. Además, conduce a la descalificación de muchos tipos de trabajos realizados hasta ahora por mano de obra altamente cualificada, por ejemplo los impresores; La instalación de máquinas automáticas devalúa las habilidades de su oficio. Los propios impresores son reemplazados por supervisores ordinarios, lo que probablemente señala el fin de la aristocracia laboral. Estos efectos se producen durante un largo período de tiempo. Detectarlos requeriría un análisis profundo que sólo los pares podrían llevar a cabo.

La estandarización de las tareas irá acompañada sin duda de nuevas formas de penuria. Más bien fruto del aburrimiento y de una cierta monotonía, serán más psicológicos que físicos; el trabajo se vivirá de manera diferente.

Esta evolución se producirá en el momento en que la informatización afectará al empleo. La conjunción de estos fenómenos cambiará con el tiempo los temas centrales de la acción sindical: niveles salariales, horas de trabajo, títulos de los puestos y empleo. Más que eso, implicará el difícil juego de unificar reclamos y la defensa de intereses categóricos, un juego que está a punto de renovarse.

Una estrategia de contrafuerzas

Los efectos de la informatización sobre el funcionamiento de la sociedad serán decisivos y pueden ser formidables. Por eso es importante que el poder público, una vez consciente de los riesgos involucrados, fomente la vitalidad de las fuerzas contrarias. Sobre todo, debería llevar a cabo esta política en su propio ámbito, la función pública.

Los riesgos que implica la informatización para las libertades civiles son evidentes y, a menudo, también se subestiman. Lo que se reconoce menos son las ventajas que puede ofrecer la informatización. Los poderes públicos deben evitar responder a los temores sobre las libertades civiles bloqueando la eficiencia. La cuestión es que deben reconciliarse.

Libertades civiles y eficiencia

Para el público en general, la informatización equivale a conservar archivos, una actividad perjudicial para la vida privada y la libertad. Éste es uno de los aspectos más capaces de despertar pasión y uno de los mejor explorados entre las consecuencias de la informatización. El ordenador y el fichero han asumido un valor simbólico que cristaliza reacciones alérgicas a la vida moderna. Estos temores han sido explorados gracias a los notables estudios realizados por la Comisión de Informatización y Libertades Civiles, los debates parlamentarios que hicieron posible y la legislación propuesta que fue el resultado".

Sin embargo, durante la ocupación, la Gestapo hizo su trabajo de manera bastante eficiente, sin tener a su disposición archivos de tarjetas electrónicas interconectadas. Y Suecia, que tiene los archivos más ricos y mejor referenciados de cualquier país, corre poco riesgo de convertirse en un estado policial. Esto significa que, en esta materia, la calidad del tejido social, el pluralismo entre las fuerzas en juego y el juego de fuerzas contrarias prevalecen sobre las trampas de la tecnología que "asesinan la libertad". Las disposiciones legislativas resultantes de los estudios de la Comisión Tricot intentan instituucionalizar algunas de estas fuerzas contrarias. El mejor futuro es aquel en el que la sociedad acepte las ventajas de la informatización, su eficiencia y su capacidad para simplificar la vida, y al mismo tiempo proporcione un clima imperturbablemente democrático para oponerse a sus indiscreciones.

Libertades civiles, apertura y vulnerabilidad

Una sociedad más abierta, un mejor conocimiento de la situación colectiva e individual, no siempre es malo. Las ganancias, los privilegios y el fraude encuentran alimento en la oscuridad. Una sociedad democrática sufriría si se introdujera información sobre la vida privada de las personas, sus opiniones religiosas o políticas y su moralidad en archivos de tarjetas o incluso si se la utilizara.

Pero, ¿funcionaría mejor o peor si los ingresos de tal o cual corporación se conocieran con mayor precisión gracias a mejores técnicas de procesamiento de datos? Es paradójico decir que en Francia algunas personas piensan que es libertad poder ocultar lo que uno gana, mientras que en Estados Unidos resulta frustrante no poder saber cuánto gana el vecino. El objetivo debería ser apoyar la libertad de todos mediante la apertura, en lugar de preservar los privilegios de unos pocos permitiendo el ocultamiento.

Si la sociedad es lo suficientemente democrática para permitir el surgimiento de fuerzas contrarias, si es lo suficientemente móvil para organizar la lucha contra la "nueva delincuencia" que puede surgir como resultado de las técnicas informáticas*, el riesgo no es de apertura.

El riesgo está en otra parte, en la fragilidad de la sociedad en su conjunto. La gestión moderna tiende a multiplicar los centros neurálgicos y un cortocircuito en uno de ellos puede paralizar grandes organizaciones. Un uso demasiado centralizado, demasiado estructurado y demasiado jerárquico del procesamiento de datos tendería a multiplicar esta vulnerabilidad a los "granos de arena", ya sean accidentales o deliberados.

El papel de las autoridades públicas es apoyar a las fuerzas que contrarrestan estas tendencias centralizadoras, particularmente dentro de su propia administración. A partir de hoy, sólo hay que centralizar lo que hay que centralizar, fragmentar todo lo que pueda fragmentarse y ocuparse de lo esencial de inmediato, reservando sólo las cuestiones excepcionales para la acción a un nivel superior.

Por tanto, el gobierno no puede limitarse a promover por igual todos los modos de organización de las técnicas informáticas. La presión en favor de redes estructuradas y centralizadoras es tan fuerte que es necesario contrarrestarla. Algunas personas afirman entonces que el gobierno aplica una política discriminatoria al favorecer la promoción de la informatización descentralizada y en pequeña escala. Sin embargo, es la única manera de mantener cierto grado de autonomía y responsabilidad para los actores más débiles en el escenario social. Sin embargo, dado que en un país de tamaño mediano la reorganización del poder supone un margen de libertad con respecto a gobiernos y grupos extranjeros que podrían oponerse a tal medida, exige un mínimo de soberanía en varias áreas estratégicas.

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CAPÍTULO 5: TELEMÁTICA E INDEPENDENCIA NACIONAL

La telemática renueva y exacerba los riesgos de la independencia. Sin duda, esto último reside en la salud económica y el consenso social. Algunos países prósperos están satisfechos con esto. Otros - más preocupados por su estabilidad, más nostálgicos del antiguo poder o más deseosos de preservar su influencia y su libertad - intentan salvaguardar su autonomía en ciertos sectores clave. Es desde esta perspectiva que los puntos de inflexión del procesamiento de datos (el desarrollo de redes y la creación de bancos de datos) exigen nuevas acciones.

Un nuevo imperativo industrial

Las políticas de antaño

Desde la aparición de las primeras computadoras, el procesamiento de datos se ha convertido en un sector estratégico en la mayoría de los países; Conscientes del carácter específico de su materia prima (la información), los gobiernos rápidamente se interesaron en esta industria. De hecho, desde 1945, pocas áreas - a excepción del átomo - han recibido un escrutinio gubernamental tan estricto; esta vigilancia era una expresión del deseo de limitar la dominación estadounidense, más fuerte aquí que en cualquier otra zona. Los gobiernos dedicaron importantes medios a este fin, siguiendo cada uno una estrategia conforme a su propio temperamento.

Japón se propuso reunir el conocimiento tecnológico necesario para la fabricación de computadoras. Luego se cerró a toda intromisión externa, estableciendo un proteccionismo draconiano. Para garantizar salidas a su industria informática, basó su crecimiento y su capacidad exportadora en la producción en masa.

Alemania, por su parte, aceptó el predominio estadounidense desde el principio. Poco a poco, una vez adquirida la tecnología básica, procedió a "germanizar" los productos: política que ha seguido en otros ámbitos, como por ejemplo la energía nuclear. Pudo así forjar una industria sólida, situada en las almenas de las exportaciones.

Gran Bretaña ha seguido una política diversificada: la decisión de apoyar a un fabricante nacional formaba parte de un plan de acción global en el que el desarrollo de aplicaciones, la formación de los usuarios y los vínculos con las telecomunicaciones ocupaban puestos importantes.

Francia ha llevado a cabo una política colbertista. El deseo de construir los ordenadores necesarios para la force de frappe (fuerzas de disuación nuclear) hizo aún más relevante su carácter voluntario. Este esfuerzo se concentró en una sola empresa, situada en el ámbito administrativo, impulsada por un deseo de independencia tecnológica y gestionada según mecanismos que entrelazaban estrechamente objetivos industriales y limitaciones gubernamentales.

Estrategias tan diversas como éstas tuvieron que producir resultados desiguales. La informatización acelerada que experimentaron todos estos países dejó una decil más o menos grande a los productos extranjeros. En 1975, las empresas estadounidenses suministraban el 45 por ciento del parque informático del Japón, el 60,5 por ciento de Gran Bretaña, el 75 por ciento de Alemania, el 83,5 por ciento de Francia (después de la fusión con CTT Honeywell Bull, 75 por ciento). Estos datos generales ocultan fenómenos disímiles: potencial técnico más o menos desarrollado, capacidades exportadoras desiguales y repercusiones diferenciadas en otros sectores de procesamiento de datos. Las ironías de la historia han hecho que la industria de servicios francesa sea la segunda del mundo, cuando al principio éste no era su objetivo principal.

Estas situaciones contrastantes muestran que la batalla para reducir la posición de la industria estadounidense ya ha terminado, una batalla dirigida ante todo a IBM debido a su dominio en la fabricación de computadoras. Hoy el desafío es diferente: IBM va más allá del procesamiento de datos y lo que está en juego, el campo de batalla y la naturaleza de la competencia han cambiado.

Transformación del desafío IBM

Para hacer frente a IBM es necesario comprender las razones de su dinamismo, medir el peso de su éxito e intentar anticipar su dirección futura.

Esta empresa ha jugado el juego multinacional de forma más inteligente que ninguna otra. Apoyado en el mercado americano, el primero del mundo, ha sabido invadir los mercados de otros países. Descentraliza su actividad industrial y comercial pero conserva el control sobre sus estrategias esenciales en investigación, inversión y marketing. Domina el sector que se espera que experimente el mayor desarrollo en las próximas décadas: los datos seguirán expandiéndose en la sociedad del mañana, y el procesamiento de datos (y más tarde la telemática) lo acompañarán. IBM está atrincherada, si no aislada, al menos con tales reservas de poder que no puede verse seriamente amenazada. A diferencia de los grupos petroleros, no se ve amenazado ni por proveedores que podrían apuñalarla por la espalda, ni por socios de carteles cuya solidaridad no excluye la rivalidad, ni por las incertidumbres y obstáculos que experimentan todos los conglomerados.

Su lugar (entre el 60 y el 70 por ciento) en el mercado mundial de la informática revela sus capacidades técnicas y comerciales y explica su solidez financiera, que respalda una política que tiene todas las bazas para penetrar en el mercado de la informática desde arriba y desde abajo. Ni empresa ni gobierno ha dominado perfectamente la cadena que va del componente al satélite.

Hasta ahora, la fuente del éxito de IBM ha sido su dinamismo comercial. Se ha sometido rigurosamente al juego del mercado, guiándolo pero cediendo a él. Para IBM, como para todos los fabricantes de procesamiento de datos, el futuro exigirá un tipo de actividad diferente. IBM ha seguido los vericuetos del nuevo procesamiento de datos tanto como lo ha dado origen.

IBM, el principal usuario de componentes del mundo, también ha buscado ser el principal fabricante. Lo ha logrado con una velocidad y eficiencia impresionantes. A partir de ahora la empresa concederá una importancia excepcional a las telecomunicaciones. Así lo demostró su determinación de obtener del gobierno estadounidense el derecho a lanzar un satélite. Pero en adelante las comunicaciones serán demasiado superpuestas y los satélites demasiado importantes para que IBM se contente con dedicarse al teleprocesamiento.

Una vez que se haya comprometido a transmitir voces, imágenes y datos, se verá obligada a competir con los organismos de telecomunicaciones en su ámbito tradicional de actividad. Cualquier gobierno o empresa privada que intentara responder a esta estrategia concentrándose exclusivamente en la fabricación de computadoras se estaría oponiendo a la IBM de ayer, no a la de hoy, y menos aún a la de mañana.

La respuesta industrial (volveremos sobre esto más adelante) afecta a todos los aspectos de la profesión del procesamiento de datos: componentes, fabricación de equipos mini y paracomputadores, procesamiento de datos a gran escala y empresas de servicios. Pero lo que está en juego en la soberanía se ha desplazado hacia el control de las redes, que condicionan tanto el control de las comunicaciones como la dirección del mercado informático.

Paradójicamente, el éxito de IBM y el campo de su nuevo desarrollo brindan a los gobiernos la oportunidad de ocupar su lugar como intermediarios de la empresa en un área en la que no están tan indefensos. IBM fabricaba y vendía máquinas y tenía clientes y algunos rivales. Como controladora de redes, la empresa adquiriría una dimensión que iría más allá del ámbito estrictamente industrial: participaría, quisiera o no, en el gobierno del planeta.

En efecto, ¿tiene todo lo necesario para convertirse en uno de los grandes sistemas regulatorios mundiales? Algunas organizaciones han sido o son portadoras de una escatología que intenta incesantemente reordenar su maquinaria operativa: por ejemplo, la Iglesia Católica o la Internacional Comunista. Hoy cada uno de ellos ve o experimenta las dificultades que presenta este alboroto constante. Partiendo de la situación inversa, IBM tiene la vocación de convertirse a su vez en uno de los grandes actores del escenario mundial. En este mismo momento cuenta con el equipamiento. Puede que esté intentando acelerar las perspectivas comerciales de tal desarrollo; indudablemente no está midiendo las limitaciones políticas. La magnitud de su éxito obligará tarde o temprano a IBM a adoptar una nueva visión de su entorno; esto ofrecerá a los gobiernos nacionales la oportunidad de abrir un diálogo renovado con la empresa.

La mayoría de ellos están mal preparados para esta contienda. Necesitan tomar conciencia de su carácter novedoso y fortalecer su posición negociadora con un sólido dominio de sus medios de comunicación. La dificultad radica aún más en el hecho de que ningún país puede desempeñar ese papel por sí solo.

Los estados se formaron para establecer dentro de sus fronteras un equilibrio aceptable entre las grandes rivalidades económicas y sociales. Pero la internacionalización de lo que está en juego significa que hoy ningún galicanismo económico es suficiente para mantener a Roma fuera de Armonk.

La independencia sería vana y tan fácil de flanquear como una inútil Línea Maginot si no estuviera respaldada por una alianza internacional que tuviera los mismos objetivos. Una política así no es fácil; tampoco está fuera de nuestro alcance, como veremos. Naturalmente, redundaría en beneficio de todos los participantes en el juego del procesamiento de datos, ya sean públicos o privados. De este modo, cada nación conservaría la libertad de perseguir sus propios proyectos sociales.

Por otro lado, la falta de acción gubernamental creó un vacío que rápidamente fue llenado por el dinamismo de IBM. Si IBM fuera ahora "absorbida" por problemas sociales con connotaciones políticas que no forman parte de la lógica de su desarrollo industrial y comercial, se distraería de su vocación. Al extender su dominio a sectores bajo control público, corre el riesgo de provocar resistencia y socavar su eficacia comercial.

IBM debería intentar lograr negociaciones que definan claramente los límites entre las prerrogativas gubernamentales y el mercado. Es de esperar que los portavoces implicados sean lo suficientemente poderosos como para que IBM no los designe ni ocupe su lugar. Corresponderá pues al Estado, y en lo que a nosotros respecta a Francia, crear este frente de portavoces del interés público.

Soberanía de la red

El desarrollo de sistemas de redes renueva el viejo problema de las relaciones entre el Estado y los medios de comunicación. Esto no es un simple reflejo de la autoridad que quiere utilizar la telemática para apuntalar sus prerrogativas. La multiplicidad de agentes económicos que pone en contacto, su capacidad para facilitar los intercambios de información y su papel como instrumento de poder explican su importancia. Sin control, el Estado no podrá superar los efectos de la dominación de la red ni preservar suficiente libertad para cada uno de los participantes. La informatización estaría entonces sujeta a la influencia de los administradores de los medios de comunicación, quienes, por razones legítimas de rentabilidad, buscarían básicamente retener a sus clientes.

Si varios fabricantes de importancia comparable compartieran esta tarea, es posible que, a pesar del riesgo de un cártel, se neutralizaran entre sí. Pero la omnipotencia de IBM desequilibra el juego: IBM determinaría el modo, el ritmo y los atributos de la informatización.

Controlar el sistema de red es, por tanto, un objetivo esencial. Esto requiere que su marco esté diseñado para servir al pueblo. Pero también es necesario que el Estado defina estándares de acceso; en caso contrario lo harán los fabricantes, utilizando las rutas disponibles pero sometiéndolas a sus propios protocolos. Para mantener las ventajas que les reportará esta política, las autoridades públicas deben empezar inmediatamente a prepararse para la fase satélite. Desde esta doble perspectiva, encontrarán aliados potenciales en la "internacional de las telecomunicaciones".

El poder de la estandarización

El objetivo es garantizar intercambios abiertos permitiendo a los usuarios conversar entre ellos independientemente de su equipo. De lo contrario, no podrán utilizar el hardware o los servicios de otro fabricante. De hecho, garantizar las conexiones - a pesar de la heterogeneidad tanto del hardware como del software - requiere, en primer lugar, definir reglas comunes para el manejo de los mensajes, una forma de estandarización que involucra la función de las telecomunicaciones. Pero también es necesario unificar la forma en la que se difunden y encontrar algún tipo de lenguaje y sintaxis común. Esto implica especificaciones que invaden el dominio de los fabricantes.

El nivel de estandarización cambiará así la frontera entre los fabricantes y las organizaciones de telecomunicaciones: será una lucha enconada, ya que se desarrollará a partir de un juego recíproco de influencia. Pero el objetivo del control popular indica la estrategia a seguir: aumentar la presión a favor de la normalización.

Sin embargo, tal línea de acción supone dos condiciones previas. La primera es la estandarización de protocolos. Una ausencia total de normas sería mejor que normas puramente nacionales. Esto aislaría a los agentes económicos franceses, privándolos de conexiones y servicios extranjeros y debilitando su capacidad de competir. Además, los fabricantes franceses no podrían exportar sus equipos.

La segunda condición previa es la capacidad de lograr que todos los participantes acepten estas limitaciones. La estandarización constituye una jaula. Si IBM no entraba, cerrar a cualquiera de sus competidores más flexibles o más dependientes equivaldría a una penalización.

Sin duda, la elección de tal política puede desacelerar el ritmo del progreso técnico: crear un conjunto duradero de reglas unificadoras frente a un proceso de desarrollo rápido y casi incontrolado implica un delicado equilibrio. Sin embargo, una política ambiciosa de normalización no obstaculizaría excesivamente la innovación, dada la vitalidad dinámica de los fabricantes y las probables reticencias de algunos organismos de telecomunicaciones. Más allá de esto, en cualquier caso es importante prepararse para la etapa fundamental del satélite.

Satélites

Concebidos como eje de las comunicaciones, eslabón esencial en el desarrollo de los sistemas de redes y destinados a facilitar el aumento de las transmisiones superpuestas, los satélites están en el corazón de la telemática. Eliminadas de la carrera de los satélites, las naciones europeas perderían un elemento de soberanía respecto a la NASA - que gestiona los lanzamientos - y respecto a las empresas especializadas en gestionarlos, especialmente IBM.

Por el contrario, si fueran capaces de lanzarlos, construirlos y gestionarlos, las mismas naciones estarían en una posición de poder. Esto supone un marco de acción fuera del alcance de cualquier país.

La construcción de satélites es un requisito previo. La industria europea hoy puede producir satélites débiles; de ahora en adelante, necesita prepararse para la próxima generación, que alterará los modos de transmisión. Estos satélites no deben constituir simples "espejos" que reflejen datos de un punto a otro, sin reglas para el manejo y transmisión de mensajes. De lo contrario, los fabricantes de sistemas de red ya no estarían obligados a respetar los principios del libre acceso. Por lo tanto, corresponde a los distintos países implementar protocolos, desempeñando un papel análogo al del X.25 para las redes terrestres. Este esfuerzo tropezará con los obstáculos tradicionales. Los costes excesivos que estas normas impondrán a las líneas abiertas, el riesgo de ver frustrando el progreso técnico, y las dificultades de implementación son otros tantos contraargumentos.

Sin embargo, sin satélites, los gobiernos nacionales ya no participarían en el desarrollo de la telemática. Sin embargo, sin protocolos, los satélites que podrían construir equivaldrían a coartadas vanas.

No basta con diseñar y construir plataformas: todavía hay que lanzar los satélites. Al depender de los cohetes estadounidenses, los países europeos se beneficiarían de una ayuda tanto menos justificada en proporción a la capacidad de sus satélites para reforzar un elemento nada despreciable de soberanía. Sin ceder a la obsesión por las conspiraciones, es necesario estar atentos a posibles convergencias de intereses e impedir que se desarrolle la dependencia en un área crucial (los lanzadores coheteriles), mientras se intenta limitarla en otras (en las redes telemáticas). El programa Ariane parece ir en la dirección correcta, pero no está dentro del alcance de este informe juzgar si podrá poner en órbita satélites potentes durante los años 1985-1990.

En cualquier caso, tal política sólo puede concebirse dentro de un marco internacional. Es demasiado costoso para un solo país - mientras que la definición de protocolos a nivel satelital requiere un amplio acuerd - al igual que cualquier medida de estandarización. Aquí también, como ocurre con las redes terrestres, se necesita una política vigorosa para que Francia encuentre aliados.

Aliados potenciales

La multiplicación de las transmisiones internacionales ha requerido la cooperación permanente de los organismos de telecomunicaciones. Las inversiones concertadas, la definición de normas y procedimientos y el aumento de la interdependencia financiera dan lugar a un enfoque común. Ciertas instancias especializadas (CEPT a nivel europeo, CCITT a escala mundial) forman el marco tradicional en el que se expresa esta "internacional" de las telecomunicaciones.

Esta sin duda ha experimentado tensiones y divisiones. La administración alemana de telecomunicaciones parece inquieta ante la idea de elaborar una política europea de satélites: perdería así los derechos de tránsito que le garantiza su posición geográfica en el corazón de Europa. Asimismo, la adopción de "técnicas de conmutación de paquetes" para la transmisión de datos no ha sido unánime: Gran Bretaña, Holanda y España se han unido a ella o están en proceso de hacerlo, mientras que los países nórdicos siguen siendo partidarios de la "conmutación de circuitos". Estos conflictos seguirán siendo agudos mientras los problemas que reflejan formen parte del mundo de las telecomunicaciones.

Frente a rivales potenciales, la internacional se está reformando. Esto quedó demostrado con la adopción del protocolo X.25 para la estandarización de la transmisión de datos: el acuerdo se concluyó a pesar de la presión de los fabricantes de ordenadores. La solidaridad mínima es aquella que crearía una asociación entre las naciones europeas. Tendría más peso en la medida en que recibiera apoyo de AT&T. Hoy esto parece posible debido a la creciente competencia que IBM ejercerá sobre este "imperio".

En definitiva, la soberanía nacional europea puede verse reforzada al unirse a una empresa de telecomunicaciones estadounidense cuya situación la acerque - en términos de estructura e intereses - a las administraciones europeas. Por supuesto, sigue existiendo el riesgo de que AT&T pueda llegar a un acuerdo con IBM respecto de los mercados estadounidense y mundial, o incluso un acuerdo para compartir el poder sólo en el mercado mundial, a pesar de la viva competencia que podrían darse entre sí en Estados Unidos. En tal hipótesis, las administraciones europeas quedarían debilitadas. Pero esto no es muy probable. Los intereses de estos gigantes son divergentes; sus estructuras y sus historias pasadas los hacen extraños entre sí.

Independencia a través del Control de la Información:

La aparición de los sistemas en red ha dado lugar al desarrollo de los bancos de datos, los cuales se están multiplicando, especialmente en Canadá y Estados Unidos. Mientras tanto, Francia está empezando a quedarse muy atrás en este ámbito. Las autoridades públicas deben emprender acciones enérgicas; no hacerlo puede crear una dependencia que puede tener graves consecuencias.

Un riesgo de alienación

Los bancos de datos cambian las condiciones de recopilación y conservación de estadísticas: amplían infinitamente la capacidad de almacenar datos, ya se trate de conservar datos brutos o referencias bibliográficas. Modifican los requisitos de acceso y hacen posibles exámenes remotos, siempre que puedan conectarse a una red.

Este fenómeno golpea de lleno al conjunto de la actividad económica, técnica, científica y académica. Lo mismo se aplica a la pequeña empresa (que en adelante podrá acudir a un banco especializado para encontrar tal o cual proceso de fabricación), y a la sección de previsión de una gran empresa (que tendrá a su disposición todos los datos sobre las perspectivas de economía). Todos estos datos existían antes de la instalación de los bancos de datos, pero la mayor parte del tiempo estaban dispersos, eran inmanejables y difíciles de utilizar. Es la facilidad de acceso lo que crea la necesidad. Dos usuarios, uno de los cuales hace un uso inteligente de los bancos de datos y el otro se contenta con la escasa información tradicional, ven modificadas sus posiciones en el juego económico. Lo mismo ocurre con el trabajo académico o la búsqueda de lagunas comerciales por parte de una gran empresa.

Los bancos de datos son a menudo internacionales y el desarrollo de las transmisiones permite acceder a ellos sin penalizaciones arancelarias excesivas desde cualquier punto del planeta. De ahí la tentación en algunos países de utilizar bancos de datos estadounidenses sin crear los suyos propios.

La indiferencia ante este fenómeno se basa en la creencia de que esta dependencia no será más fuerte ni más perturbadora que la de cualquier otro tipo de suministro. Pero el riesgo tiene un carácter diferente. La información es inseparable de su organización y su modo de almacenamiento. A largo plazo, no se trata sólo de la ventaja que puede conferir la familiaridad con tal o cual conjunto de datos. El conocimiento acabará siendo moldeado, como siempre lo ha sido, por el acervo de información disponible.

Dejar a otros –es decir, a los bancos de datos estadounidenses– la responsabilidad de organizar esta "memoria colectiva" y contentarse con sondearla es aceptar una forma de alienación cultural. Instalar bancos de datos es un imperativo de soberanía nacional.

Un plan de banco de datos

Los bancos de datos no son todos iguales. Algunas pueden seguir siendo propiedad de grupos cerrados y de profesiones cuyos miembros no sean muy numerosos, mientras que otros deben ser accesibles a todos, so pena de afectar el equilibrio de poder. Los primeros están destinados a unos pocos, mientras que los segundos apoyan, por ejemplo, la previsión y la planificación nacionales. Los primeros se desarrollan únicamente por iniciativa de los futuros usuarios, mientras que los segundos requieren una fuerte participación de las autoridades públicas.

La creación, difusión y regulación del acceso a estos bancos de datos esconde un problema de carácter político. Este informe no puede abordar todas las cuestiones jurídicas y éticas que plantea este rápido desarrollo. Sólo su orientación general merece ser subrayada: no está claro que todos los principales departamentos del gobierno (las universidades, el INSEE, los ministerios técnicos) hayan percibido la importancia estratégica de los bancos de datos. Véase, por ejemplo, el poco uso que las grandes instituciones económicas francesas hacen de los bancos internacionales, aunque parecerían ser la base sobre la que construir un equivalente nacional. En estas condiciones, es responsabilidad del gobierno tomar la iniciativa y dar apoyo legal y financiero a las entidades competentes para llevar a cabo esta tarea. Esta acción ganaría en amplitud y eficacia si las autoridades públicas desarrollaran un plan de banco de datos, verificando las instituciones que se crearán, evitando controles cruzados inútiles y determinando los responsables de su implementación. Ésta es la política seguida en particular por la República Federal Alemana.

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PARTE II: PUNTO DE APOYO

"Sólo la innovación acelera un Estado". Montaigne

Introducción

Es necesario dar al gobierno un instrumento de poder, pero también incitar a quienes lo ejercen a adaptarse a su nuevo mercado. Este es el tema del capítulo 6, "Telecomunicaciones".

El gobierno también debe ayudar a los demás jugadores en el juego del procesamiento de datos sin asumir sus posiciones; Este es el tema del capítulo 7.

La informatización de la administración puede congelarla. Por el contrario, el procesamiento de datos puede ayudarle a hacer menos, pero mejor; Este es el tema del capítulo 8.

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Capítulo 6: TELECOMUNICACIONES

Las telecomunicaciones son el paso obligado de los ordenadores siempre que se comunican entre sí. La implantación y gestión de sistemas determinará la mayor parte de los efectos económicos, industriales y sociales del nuevo procesamiento de datos. Su capilaridad puede facilitar la reorganización territorial. Sus tarifas arbitrarán los intereses respectivos de las empresas grandes y pequeñas; facilitarán o controlarán el acceso de los hogares a nuevos servicios y, por tanto, los beneficios que reciben. La política de los sistemas de red decidirá si la telemática sigue siendo actividad de unos pocos feudos poderosos o si se distribuye democráticamente.

Pero las telecomunicaciones no son únicamente un vehículo neutral para la transmisión de mensajes; pueden servir como soporte para protocolos de transmisión. Dependiendo de cuán ambiciosa sea la política de estandarización, pueden "rodear" el procesamiento de datos, haciendo que sus equipos asociados parezcan algo común, liberando a los clientes cautivos, restaurando la libertad del consumidor e igualando la competencia entre los fabricantes. Iniciador de una estrategia concertada para una "internacional de las telecomunicaciones", el polo francés debe convertirse en el instrumento de un diálogo menos sesgado con IBM sobre los problemas de soberanía.

Esta política presupone un plan a largo plazo por parte del gobierno y una fuerte capacidad de negociación, pero también organizaciones ejecutivas dinámicas, flexibles y sensibles al mercado. Estos requisitos previos siguen hoy insatisfechos. El gobierno dispersa demasiado sus fuerzas y las deja sin coordinación. El éxito de Transpac muestra, a modo de ejemplo, la naturaleza de lo que está en juego inmediatamente y las reformas que implican. Esto último podría llegar incluso a la separación del servicio postal y de las telecomunicaciones y a la creación de un Ministerio de Comunicaciones que coordine la acción a largo plazo de todos los participantes.

Ausencia de una estrategia unificada

La situación actual permite que se establezcan rivalidades mal arbitradas sin una distinción clara entre poder regulatorio y funciones administrativas.

Múltiples participantes en posiciones contradictorias

A diferencia de la mayoría de los demás países donde las transmisiones dependen de una única autoridad, las telecomunicaciones tienen un monopolio general, que excluye por exención el sistema de radio y televisión gestionado por Télé-Diffusion de France (TDF). En los satélites participan además el Centro Nacional de Estudios Espaciales (Centre National d'Etudes Spatiales - CNES), encargado de su lanzamiento y construcción, y el Ministerio de Industria, que, preocupado por su exportación, está interesado en su modo de uso y por tanto en su carácter general. Apoyadas por departamentos inspirados por su entusiasmo tecnológico para participar en el lobby, agentes de los intereses de su personal técnico, estas organizaciones forman alianzas sutiles para objetivos competitivos o contradictorios.

Poderosa en su poder (25 mil millones de francos de facturación, 130.000 asalariados) asegurada de su futuro inmediato gracias a un plan de inversiones de 100 mil millones de francos en cinco años, la Dirección General de Telecomunicaciones (DGT) ve en Télé-Diffusion de France una accidente histórico que debe circunscribir y finalmente sortear. Por el contrario, con sólo mil millones de facturación y 3.500 agentes, pero beneficiándose de las ventajas financieras que le confiere el monopolio de un mercado en crecimiento y un sistema de tarifas basado en los costes, TDF pretende multiplicar sus servicios para diferenciarse de los DGT y así volverse indispensable. Busca alianzas que le impidan tener que enfrentarse cara a cara a su engorroso rival. Por tanto, ve en el CNES un aliado potencial para una política satelital ajena a los intereses de la DGT que sería también un medio para renovar su legitimidad. En cuanto al CNES, si bien sólo trata con el TDF y la DGT en una parte de sus actividades, el peso de cada uno de ellos le lleva a eludir el diálogo con la DGT más fuerte y establecer un acto de equilibrio apoyándose en el TDF.

Es en términos de transmisión de datos –hoy por redes terrestres, mañana por satélites– donde la competencia será más viva entre el TDF y la DGT, de ahí la enconada lucha por el control de las plataformas espaciales. Las opciones que se decidan tendrán efectos a largo plazo y dependen de consideraciones muy técnicas". A falta de argumentos competentes, estas difíciles cuestiones requerirán el arbitraje de la oficina del primer ministro, sin la intervención de todos los análisis críticos aptos para facilitar decisiones cuya lógica dictaría que se introduzcan como último recurso, no en primera instancia.

Administración dispersa y confusión entre poderes regulatorios y función ejecutiva

El lugar de las organizaciones de telecomunicaciones en la estructura administrativa fluctúa con el ritmo de la reorganización gubernamental. Mientras que la DGT sigue centrada en Correos y Telecomunicaciones, el TDF estuvo adscrito a la Oficina de Prensa del Gobierno y, tras su desaparición, directamente al despacho del Primer Ministro. Por su parte, el CNES depende del Ministerio de Industria.

Esta dispersión administrativa hace que una política común sea difícil, incluso imposible. Las divergencias se mantienen silenciosas y ocultas, lo que permite a cada organización seguir su propia política. El arbitraje por parte de la oficina del primer ministro, cuando se lleva a cabo, se vuelve aún más difícil porque el TDF está directamente bajo su tutela.

Estas diversas organizaciones, sin embargo, disfrutan de un poder muy concentrado: se ocupan simultáneamente de la regulación del servicio público y de su ejecución, desempeñando el papel de actor y guardián. Esta confusión destaca por su singularidad. Países como Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y Japón entienden desde hace tiempo la distinción entre el poder de orientar y regular y la función ejecutiva". Esta situación impide que el polo de telecomunicaciones se convierta en instrumento de una política. Daña tanto el poder de la autoridad pública para proporcionar orientación a largo plazo como la adaptabilidad industrial y comercial de las organizaciones.

Imponer una dirección coherente a este sector en su conjunto requiere en particular disociar las tareas regulatorias de las ejecutivas y distinguir la función de transporte de la de servicio.* Transpac ilustra la necesidad de estas reformas.

Ejemplo de tarea inmediata: hacer de Transpac un éxito

El desarrollo de un sistema de transmisión de datos y la búsqueda de un alto grado de estandarización son, como hemos visto, la columna vertebral de una política de comunicaciones. Ésta es la ambiciosa tarea que las autoridades públicas han asignado a la DGT con la construcción de Transpac. Deberá entrar en funcionamiento en 1978 y extenderse gradualmente a todo el territorio: su objetivo es una mayor difusión del tratamiento de datos, un acceso fácil y económico y un aumento de los servicios prestados a los usuarios. Puede promover una estandarización más rápida. Su éxito es esencial.

Sin embargo, considerando la naturaleza del mercado actual de transmisiones y su probable extensión futura, es obvio que el éxito de Transpac no será fácil ni suficiente. Supone una transformación profunda de las prácticas comerciales tradicionales de la DGT y un juego completamente nuevo con las empresas de servicios. Estas necesidades no son muy compatibles con las estructuras actuales. Además, Transpac es sólo una etapa, fugaz y limitada, en una estrategia de estandarización a largo plazo.

Una operación de marketing

Una operación de marketing para acompañar las actividades de servicio con los recursos de los grandes usuarios a Transpac no será espontáneo: muchos de ellos mencionan la baja capacidad de las líneas, la sofisticación de los protocolos de acceso o los problemas de secreto para evitar tomar una decisión. El argumento es ambiguo.

Las grandes organizaciones, que ya piensan en la hipótesis de futuras transmisiones por satélite, prefieren mantener sus líneas especializadas durante el período intermedio y evitar así las limitaciones de la conexión con el sistema público. Algunos, sin embargo, desean utilizarlo parcialmente para aprovechar sus sucursales en las zonas más alejadas. Esta opción dejaría la parte menos rentable del tráfico a Transpac (transmisiones con las sucursales bancarias más aisladas, por ejemplo; enlaces con talleres fabriles periféricos). En la práctica, esto convertiría a los grandes usuarios en el equivalente de los pequeños usuarios.

Frente a estos grandes clientes –imprescindibles porque condicionan la rentabilidad de Transpac– la DGT debe adoptar un enfoque más comercial que técnico. Ese no es el caso hoy. Así, la Contaduría Pública lanzó estudios preliminares para la instalación de una red autónoma totalmente independiente de Transpac.

Desde la perspectiva de una estrategia activa de transmisión de datos, habría sido un riesgo ver a un servicio público llevar a cabo una acción de francotirador. El gobierno habría perdido todos sus argumentos para convencer a otros de unirse a Transpac.

El problema es aún más grave en el caso de los pequeños y medianos usuarios. Si la DGT no consigue atraerlos, la penetración del procesamiento de datos se verá peligrosamente ralentizada. Las tácticas de la DGT son delicadas: no pueden ser tan personalizadas como con las grandes empresas ni pueden utilizar como argumento los beneficios especiales que la DGT podría ofrecer. No está en condiciones de buscar una clientela cuyo único motivo para afiliarse sea tener acceso a determinados servicios (bancos de datos, posibilidades de tiempo compartido, capacidad de memoria adicional). No depende de mí

t instalar tales sistemas: su tamaño y su peso lo hacen difícilmente capaz de tener la flexibilidad que requiere un mercado incierto y móvil.

Al contrario, debe respaldar el desarrollo de estos servicios. En este punto, la DGT, para tener éxito, necesita formar alianzas con otros promotores.

Una estrategia de servicios El desarrollo de la telemática irá acompañado de una multiplicación de posibilidades técnicas: correo electrónico, servicios de mensajes televisados, acceso a bancos de datos, periódicos domésticos, videoconferencias, etc. Durante los próximos años, el mercado tendrá en cuenta dispositivos de uso limitado y servicios importantes. Sin embargo, las autoridades públicas no están fuera de escena: los análisis de rentabilidad, los estudios de mercado y el recurso a paneles de usuarios podrán ayudarles a tomar decisiones. Así, estudios realizados a petición de la DGT muestran la creciente importancia del correo electrónico y el rápido paso del correo institucional, la correspondencia interna de administraciones y empresas, del servicio postal tradicional al servicio postal electrónico.

Estas perspectivas son importantes porque afectan los mercados potenciales de la industria, permitiendo la producción en masa de dispositivos económicos, altamente estandarizados y, por lo tanto, aptos para la exportación.

Flexibilidad por parte de la DGT, estudios de mercado persistentes, amplios servicios comerciales que sean a la vez móviles y descentralizados, la capacidad de depender de las empresas de servicios como intermediarios naturales para los pequeños usuarios: tales son los riesgos para la rápida y satisfactoria difusión de Transpac. Estos son los desafíos para los cuales una administración tradicional no está preparada. Responder no es competencia exclusiva de los técnicos, incluso los más cualificados, ni de los administradores, aunque sean destacados. En otras palabras, el éxito de Transpac, tomado como ejemplo de transformaciones en la red de comunicaciones, depende del cambio institucional interno. Pero ni siquiera esto sería suficiente.

La inserción de la telemática en la administración pública y la promoción de servicios para los que la DGT sería sólo un apoyo exigen coordinación para armonizar políticas. Su objetivo sería elegir los servicios, sopesar los costes y los inconvenientes, y confiar a una organización u otra, al TDF o a la DGT, el control del proceso y la responsabilidad del desarrollo del proyecto.

Este impulso es aún más necesario, cuanto que el período de rentabilidad de Transpac se cuenta en años, y porque sus efectos normalizadores serán en vano si no se conciben como una etapa transitoria.

Una etapa inadecuada y transitoria de la política de normalización

Beneficiándose de la capilaridad de la red telefónica, practicando la igualdad en el servicio público y mejorando el equilibrio entre las grandes entidades y los pequeños y medianos usuarios, Transpac puede ser la herramienta para una difusión lo más democrática posible del procesamiento de datos. Pero esto implica un alto nivel de estandarización.

Por este motivo, para facilitar la conexión de los pequeños usuarios y, sobre todo, preservarles cierta libertad en la elección de los servicios, Transpac se apoya en protocolos polivalentes que permitirán un amplio acceso a sus redes. De este modo será posible que dos partes que utilicen sistemas informáticos de distintos fabricantes puedan comunicarse entre sí.

En primer lugar, es necesario en los casos internacionales de la CEPT y el CCITT promover la adopción del protocolo de "equipos virtuales". La batalla puede ser dura. Ampliaría los atributos del CCITT a expensas de la organización internacional de procesamiento de datos, la ISO, que es un vehículo para los principales fabricantes. Supondría la definición de reglas complejas. Se toparía con la oposición conjunta de algunos gobiernos y fabricantes. Incluso si estos obstáculos debilitan las posibilidades de un acuerdo internacional sobre un protocolo de equipos virtuales, una política activa dentro de la "internacional de las telecomunicaciones" sigue siendo no menos esencial; sus consecuencias inevitablemente conducirán a una mayor estandarización y protocolos más estrictos.

Si esto no se puede lograr directamente, la DGT puede lograr establecer de facto un protocolo de equipos virtuales. Para ello será necesario desarrollar software que haga compatibles los sistemas, en colaboración con empresas de servicios competentes. Esta política, todavía embrionaria, cobraría nueva vida si contara con el apoyo de un poste de energía. Las telecomunicaciones pueden liderar esta acción: se benefician de la competencia técnica necesaria, de importantes medios financieros y de una posición central que hoy les confiere su monopolio.

El eventual éxito de esta política deja abierto el futuro. No garantiza. Si esta acción sobre el sistema terrestre no prepara el escenario para el momento en que se puedan imponer protocolos del mismo tipo sobre la gestión de las transmisiones por satélite, Francia, como hemos visto, habría ganado una batalla pero habría perdido la guerra.

Prosecución de una política de comunicación

Si las autoridades públicas quieren hacerse con el control de la política de comunicaciones, la organización encargada de llevarla a cabo debe coordinar su actividad y desarrollarla con energía.

Realización de la actividad de las organizaciones de telecomunicaciones.

Sin duda, la telemática representa sólo una dimensión de las telecomunicaciones. Medido por el número de abonados, el nivel de inversión y, a su vez, por la dinámica, parece marginal frente al enorme esfuerzo invertido en equipamiento telefónico. Sin embargo, la importancia de sus clientes, el peso de sus efectos económicos y el interés en la soberanía que representa lo convierten en un ámbito lo suficientemente importante como para servir como base legítima para ciertas cuestiones relativas a la gestión de las telecomunicaciones.

Es cierto que la telemática es especialmente exigente. Gestionado en el marco de un monopolio, funciona en un marco que se asemeja a la competencia. Si un candidato al teléfono no obtiene satisfacción, no puede recurrir a otro proveedor; por el contrario, si las conexiones disponibles no le satisfacen, un posible abonado de Transpac puede encontrar una solución temporal y esperar las conexiones por satélite.

El éxito de la DGT en equipamiento telefónico dependerá de su capacidad para llevar a cabo un programa basado en la productividad. Su éxito en telemática dependerá del sutil liderazgo que ejerza dentro de una red de alianzas y asociaciones. Una política así es inusual para un monopolio seguro de su legitimidad y preeminencia y requeriría varios ajustes.

1. La DGT deberá adoptar un enfoque empresarial. La política de un monopolio consiste muchas veces en distribuir un producto sin preocuparse previamente de las necesidades del cliente. Por el contrario, Transpac pide un estudio de mercado sobre su clientela, la oferta de servicios que puede justificar la conexión y, finalmente, la posibilidad de asociar a los grandes usuarios en un estudio de ramificación "a medida".

2. Por tanto, la DGT debe ampliar su contratación a directivos empresariales de alto nivel. Para integrarlos firmemente en su reserva de mano de obra, tendrá que ajustar sus índices salariales. Más allá de las condiciones de contratación, sin duda será necesario tiempo y esfuerzo antes de que los nuevos reclutas sean aceptados por ingenieros naturalmente inclinados a dar un estatus superior al trabajo técnico.

3. Si la DGT no tiene en cuenta los criterios comerciales del mercado y exige a Transpac vender productos desarrollados sin referencia a ellos, es probable que fracase. Por lo tanto, es necesario un ciclo que incluya "objetivos de mercado" y limitaciones técnicas. Si pretende entablar un diálogo entre iguales con IBM, la DGT debe desarrollar un enfoque que no esté completamente divorciado de su interlocutor.

4. Para aplicarlo será necesaria una modificación institucional: una mejor adaptación del personal y la posibilidad de redistribuir tareas sin toparse con estatutos difíciles de manejar. Esta dificultad tiene menos que ver con la existencia de una ley que con su mala adaptación. En la práctica, los agentes operan según las reglas generales del servicio gubernamental, de modo que constantemente se plantean problemas de paridad: entre agentes de telecomunicaciones y empleados de la Secretaría de Estado, entre funcionarios de este ministerio y los de otros departamentos. Estas dificultades se agudizan aún más porque no resulta fácil incluir los empleos técnicos en los índices salariales basados esencialmente en el trabajo administrativo. Debe tenerse en cuenta la naturaleza específica de las telecomunicaciones.

5. Dadas las "masas trabajadoras" de la DGT (130.000 agentes hoy), la centralización es incompatible con la flexibilidad ejecutiva. La descentralización de su actual administración, de una parte de su inversión y de su contratación es inevitable. A menos que esto suceda, difícilmente podrá esperar satisfacer a sus clientes: los planes de marketing no son órdenes de batalla, y un "ejército" no puede ejecutarlos según sus procedimientos habituales.

Estos imperativos han sido analizados con respecto a Transpac. Pero, ¿es deseable buscar flexibilidad sólo para Transpac, o esta metamorfosis debería aplicarse a las telecomunicaciones en su conjunto?

La reciente decisión de crear una empresa conjunta para Transpac muestra el comienzo de una toma de conciencia y puede constituir un paso en la dirección correcta. Pero no es realista imaginar un pequeño servicio con orientación comercial seguido de una inmensa administración burocrática. Los agentes de uno están comprometidos a convertirse algún día en agentes del otro; los procedimientos financieros se entrelazan; y el apoyo a la actividad comercial de Transpac será aportado mayoritariamente por la DGT. Además, Transpac no constituye una inversión aislada: es el teléfono el que garantiza su extensión en todo el territorio, justo cuando el creciente solapamiento entre tipos de transmisiones está borrando las marcadas distinciones entre la red de transporte de datos y otros sistemas.

Por último, los problemas de la telemática tienen efectos que van más allá de Transpac. Suponen, como hemos visto, una coordinación entre la DGT y el TDF y una política de satélites. En estas circunstancias, no existe una solución para el sistema Transpac por sí solo; lo que está en juego es la propia gestión de las telecomunicaciones.

Esto plantea un viejo debate: el hecho de compartir un solo ministerio entre el servicio postal, que requiere mucha mano de obra, y las telecomunicaciones, una empresa altamente capitalista. El desarrollo tecnológico acentúa el dilema. Con el tiempo, las telecomunicaciones privarán al servicio postal de su actividad más rentable: el transporte de correo institucional a lo largo de las rutas más utilizadas. De ahora en adelante, los dos servicios no sólo serán diferentes sino que competirán. Uno experimentará problemas de estancamiento o incluso de regresión, mientras que el otro se beneficiará de un fuerte crecimiento. El servicio postal implica la preservación de un monopolio que apenas ha sido violado, la gestión de una gran fuerza de trabajo manual con baja productividad y la necesidad de prepararse para tiempos difíciles. Las telecomunicaciones implican el dominio de herramientas cada vez más sofisticadas, la tarea de enfrentarse a poderosos competidores privados, sobre todo IBM, y la obligación de actuar agresivamente en el mercado sin tregua. El servicio postal se verá obligado a sopesar el argumento de los costes de mano de obra, mientras que los avances de la productividad registrados por las telecomunicaciones le permitirían aplicar una política salarial más generosa, cuyo único obstáculo son las restricciones de paridad.

Por tanto, la separación de las dos administraciones es prácticamente una certeza. Si los poderes públicos no la orientan continuamente, un día se convertirá en una situación plagada de tensiones y dificultades.

El objetivo final es la creación de una empresa nacional de telecomunicaciones, pero su realización presupone una evolución progresiva. La presión de un líder político puede transformar una administración, pero una revolución no se puede imponer de la noche a la mañana. Son posibles muchas etapas: creación de dos presupuestos adjuntos, uno para los servicios postales y financieros y otro para las telecomunicaciones; establecimiento de estatutos del personal más acordes con los imperativos técnicos; y descentralización de la responsabilidad de las áreas programáticas más importantes.

¿Hacia un Ministerio de Comunicaciones?

El alcance de la política a llevar a cabo, sus ramificaciones internacionales y la importancia de las organizaciones bajo tutela requieren una autoridad de alto nivel. ¿Cuál debería ser su jurisdicción y estructura?

Contenido del Fideicomiso

Deben evitarse dos malentendidos. En primer lugar, la tutela de los programas de radio y televisión debe estar fuera de la autoridad encargada de la política de comunicaciones. Reunir bajo una sola autoridad las redes de radiodifusión, el "contenedor", las transmisiones y el "contenido" podría suscitar una preocupación legítima.

En segundo lugar, coordinación no significa fusión. Una vez que se haya efectuado claramente el reparto de tareas, sería conveniente conceder a cada organización un derecho que garantice su propia expansión. Tan pronto como terminaran las guerras fronterizas, el fideicomiso debería utilizar el TDF para experimentar con técnicas punta y nuevos mercados, protegiéndolo de las presiones de su gran rival.

Se trata de delimitar los asuntos de cada uno: la autoridad encargada de la política de comunicaciones debería ser responsable de desarrollar opciones políticas: elegir los medios y definir las tareas.

Para ello necesita prerrogativas presupuestarias. A ello corresponde naturalmente el ejercicio del monopolio, la enunciación de una política industrial (estandarización de hardware y software) y la distribución general de la inversión. Le corresponde también definir, sin tener en cuenta el mercado, las principales aplicaciones, tomar las decisiones tarifarias imprescindibles y garantizar un diálogo político con los usuarios.

A cambio, este fideicomiso debería renunciar a cualquier intromisión en la gestión de las organizaciones ejecutivas; su actividad podría estar dotada de personal mediante contratos de programa o planes de empresa, lo que les dejaría una gran autonomía.

Los instrumentos de una visión de largo plazo La complejidad de las decisiones requiere que el fideicomiso cuente con un servicio económico bastante amplio para no depender exclusivamente de estudios realizados por los ejecutores. Esta unidad estratégica debería aclarar a los tomadores de decisiones las opciones disponibles para ellos.

La administración fiduciaria podría contar con el apoyo de un instituto de investigación que estudie los efectos a largo plazo de las comunicaciones. Se deben analizar sus consecuencias económicas, sociológicas y culturales; hoy esto no se hace en ninguna parte. Algunos centros se ocupan de ello aquí y allá". Ninguno de ellos, sin embargo, se siente responsable de estas cuestiones en su conjunto ni disfruta de apoyo administrativo formal; sobre todo, ninguno se sitúa dentro de la esfera de una autoridad encargada de tomar decisiones.

Estructura del Patronato Un Ministerio de Comunicaciones no debe tomar la forma del actual departamento de Correos y Telecomunicaciones, rebautizado y reforzado por el fideicomiso del TDF y un fideicomiso parcial sobre el CNES. Demasiado monopolizado por el servicio postal y sobrecargado por el esfuerzo de equipar la red telefónica, no tendría ni la capacidad ni los medios para llevar a cabo nuestras políticas de comunicación.

Se pueden presentar algunos esquemas para su consideración:

a. La solución menos innovadora pasaría por mantener, junto con el Ministerio de Comunicaciones, un secretario de estado de correos y telecomunicaciones que preservaría todas las prerrogativas del departamento. Por lo tanto, asumiría directamente del ministerio únicamente las FDI y, para una parte de sus actividades, el CNES. Pero bajo esta hipótesis las relaciones con la DGT pasarían por un secretario de Estado, poderoso y monopolista: el debate entre un ministerio productor de ideas y una secretaría de Estado encargada de gestionar sería inevitablemente ambiguo y desequilibrado, fuente de desaceleraciones y desorden.

b. Una alternativa más vigorosa presupone el nombramiento para el Ministerio de Comunicaciones de un secretario de Estado encargado de los servicios postales y financieros. De esta forma, la DGT dependería directamente del ministerio. Esta fórmula permitiría desarrollar una política de comunicación coordinada, ya que implicaría una tutela única. Transformar la DGT en una empresa nacional forma parte de este esquema.

C. Si las autoridades públicas prefirieran la institución de una delegación general de comunicaciones adscrita al Primer Ministro, se encontrarían con varias dificultades. La delegación podría verse asignada a la tutela del TDF y parcialmente del CNES. En cambio, sus relaciones con la DGT serían equívocas.

Si la DGT fuera objeto de una doble adscripción, del Secretario de Estado de Correos y Telecomunicaciones, por un lado, y del Delegado general de Comunicaciones, por otro, este último podría, en teoría, ejercer su prerrogativa de coordinación. De hecho, su superioridad jerárquica sobre el director general de telecomunicaciones sería incierta: dado que ambos serían nombrados miembros del Consejo de Ministros, estarían en niveles administrativos equivalentes. El delegado, aunque dotado de poder teórico, no tendría a su disposición servicios externos muy amplios; su subordinado, el director general de telecomunicaciones, continuaría como lo hace hoy dirigiendo un imperio industrial. Los conflictos serían seguros.

Si la DGT permaneciera bajo el control exclusivo del Secretario de Estado de Correos y Telecomunicaciones, el delegado general sólo podría ejercer su función de coordinación afirmando la primacía de su arbitraje en nombre del Primer Ministro. Esta situación no es inconcebible, como lo demuestra el comportamiento de DATAR. Sin embargo, esto presupone el apoyo inquebrantable del Primer Ministro para evitar que el Secretario de Estado de Correos y Telecomunicaciones exija un arbitraje incesante al Jefe de Gobierno.

La designación de un delegado corre el riesgo de dar un tono demasiado tecnocrático a la autoridad responsable de la política de comunicación. La magnitud de lo que está en juego y la importancia de sus socios internacionales, ya sean públicos o privados, requieren una autoridad política. Por lo tanto, la creación de un Ministerio de Comunicaciones es, en última instancia, preferible a una simple delegación.

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Capítulo 7: EL GOBIERNO Y OTROS PARTICIPANTES EN EL PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN

Al fortalecer las telecomunicaciones, el gobierno amplía su campo de acción. Al hacer que la informatización de la administración estatal forme parte de una perspectiva más amplia, podría, -como veremos- establecer el patrón para un futuro en el que la esfera de acción gubernamental y la esfera perteneciente a la sociedad se distingan mejor. De este modo podría establecer dentro de su propio dominio el límite entre la intervención directa (más circunscrita pero más activa) y el libre juego de los participantes.

Frente a las empresas consultoras, los fabricantes de equipos informáticos de pequeña, pequeña y gran escala, los fabricantes de componentes y los institutos de investigación (es decir, todas las actividades de procesamiento de información fuera de la administración), tal distinción es incluso más necesaria: el gobierno debe dejarles el mayor margen de libertad posible. Su papel se decidirá más o menos según la situación: sin sustituirlos, les ayudará en el desempeño de su trabajo, definiendo a veces los términos para ello, y actuará con prontitud cuando el caso lo requiera.

Hoy, las autoridades públicas se enfrentan a tres problemas.

1. A diferencia de la gran industria informática, que se creó deliberadamente, algunas ramas del procesamiento de la información se desarrollaron por sí solas. Las empresas de servicios son potencialmente la segunda rama más grande del mundo. En el ámbito de los equipos mini y parainformáticos, han surgido varios pequeños fabricantes, sin reducir, sin embargo, nuestra fuerte dependencia del extranjero. Pero estas actividades todavía están muy dispersas e incluyen empresas con diferentes niveles de desarrollo. Su inserción en una política informática global no es sencilla.

2. Esta estrategia informática supone emprender acciones en el ámbito de la investigación y de la fabricación de componentes. Ciertamente, estos dos sectores tienen naturalezas diferentes: uno es desinteresado y alejado de los fenómenos del mercado, el otro es altamente competitivo, pero plantean preguntas similares: cómo mejorar nuestro conocimiento en áreas donde el conocimiento evoluciona rápidamente y sacar las consecuencias para la industria. Esta pregunta compartida evoca diferentes enfoques.

3. El último actor no gubernamental es la gran industria informática francesa. Es un problema en sí mismo, pero también el fruto de relaciones tradicionales y complejas con el gobierno.

Empresas dinámicas y dispersas: las empresas de servicios y la industria de minicomputadoras y paracomputadoras

Conocimiento sólido

Las empresas de servicios (SSCI) nacieron en gran medida del sistema de precios impuesto por los fabricantes en las primeras épocas del procesamiento de datos. Facturando sólo por el hardware, y posteriormente por determinado software, los fabricantes proporcionaban la instalación, que no cobraban, y cuya demanda no dejaba de crecer. Saludaron el desarrollo de las empresas haciéndose cargo de esa función. Posteriormente, el SSCI se retiró de la órbita de los fabricantes. La asistencia técnica a los usuarios está dejando paso progresivamente al desarrollo de aplicaciones informáticas, pasando del papel de consultor al de capataz. Al mismo tiempo, se refuerzan las actividades de "servicios de oficina", ofreciendo las ventajas de la subcontratación y la disponibilidad durante las interrupciones.

La diversificación de las tareas del SSCI ha acompañado su ascenso. Especializados a veces por su potencial técnico, a veces por el número de sus grupos de clientes y a veces por la naturaleza de sus componentes financieros, hoy ofrecen una gama completa de servicios. Estos se distribuyen en dos amplias categorías, servicios de máquinas y servicios intelectuales. El primer grupo reúne todas las actividades de procesamiento: "servicios de oficina", cálculos científicos y consulta de bancos de datos. El segundo va desde la asistencia técnica y el envío de personal cualificado hasta la concepción e instalación de los sistemas más complejos.

La SSCI francesa ostenta a menudo el liderazgo de "la profesión en Europa". Las razones de tal éxito industrial, tanto más notables como raras, son múltiples: el plan aritmético ha favorecido el desarrollo de software, que la CII - concentrándose en los problemas de fabricación de ordenadores - subcontrataba; el establecimiento de sucursales para servicios de procesamiento de datos por grandes bancos y grandes empresas ofrecía un mercado cautivo; y una cierta desconfianza hacia los fabricantes pudo finalmente facilitar el recurso a terceros menos tutelares.

Estos factores favorables no quitan nada al crédito debido al know-how de marketing del SSCI y sus cualidades como industria.

Un triunfo importante

Además del papel privilegiado que pueden desempeñar en la estandarización, los SSCI brindan una alternativa a los usuarios y son un medio para llegar a nuevos clientes entre los usuarios pequeños e intermedios".

Los fabricantes están cambiando su enfoque a través de las redes de instalación. Para ellos ofrece la seguridad de suministrarles su hardware y software, mantenerlos y, en particular, proporcionarles futuras ampliaciones, en caso de incompatibilidad con otros sistemas.

Por eso la actividad estatal no puede limitarse a instalar un sistema público de transmisión de datos y ampliar el acceso al mismo. Es necesario liberar a los usuarios del monopolio de los fabricantes sobre el diseño de grandes arquitecturas de sistemas. Esto permitiría agrupar hardware y software de las más diversas fuentes.

Desde este punto de vista, los SSCI representan un triunfo importante: algunos ya poseen la capacidad de desarrollar las redes más sofisticadas. Algunos intentan colarse en los intersticios de los fabricantes desarrollando software compatible. Todos ellos deberían aprovechar la estandarización para intervenir en redes originalmente concebidas por otros. Así el usuario tendrá libertad de elección, con varias posibilidades disponibles, algunas desarrolladas por los fabricantes, otras por las empresas de servicios; el mercado decidirá.

El desarrollo de computadoras pequeñas responde a las necesidades de muchos usuarios atomizados. Aunque se acostumbren al procesamiento de datos más rápidamente que las grandes organizaciones, estos nuevos usuarios comenzarán exigiendo tareas simples y tradicionales de sus máquinas (nóminas, contabilidad, inventario, acceso a bancos de datos profesionales). En estas condiciones, las aplicaciones de software no son de gran complejidad. Podrían ser muy comunes: nada debería parecerse más a la nómina de una pequeña empresa que la nómina de su competidor.

La facilidad para el desarrollo técnico y el interés por la aparición de productos estándar dan ventaja al SSCI. De hecho, pueden responder a las necesidades del mercado; se benefician de la movilidad y flexibilidad que les confiere su tamaño reducido. También son capaces de satisfacer las inquietudes de los clientes que desean personalizar algún software.

Apoyo a las empresas de servicios No hay necesidad alguna de que el gobierno sustituya a SSCI dinámicos. Por otra parte, debe contribuir a su eficacia ofreciéndoles mercados, ayudándoles a exportar si lo necesitan y proporcionándoles los medios para implicarse en la política de comunicación.

Los SSCI se benefician poco de los pedidos gubernamentales: el 17 por ciento de su facturación, frente a más del 50 por ciento de sus homólogos estadounidenses. Esta situación es perjudicial. La administración estatal representa en efecto su principal apoyo. Su tamaño le lleva a encargar sistemas importantes y costosos; sus requerimientos técnicos constituyen garantías de calidad y por lo tanto funcionan como referencias en el mercado externo; y finalmente la permanencia de sus necesidades equivale a una facturación garantizada.

Preocupados por establecer su autoridad sobre servicios sustanciales y luego satisfacer la presión sindical para aumentar los empleos públicos, los responsables de la administración estatal contratan agentes para realizar tareas que podrían subcontratar. A sus ojos, el trabajo administrativo parece gratuito y, por tanto, cualquier asignación externa les parece anormalmente cara.

Sólo una política gubernamental basada en tiempo y esfuerzo puede modificar estas prácticas. La asignación externa de ciertos tipos de trabajo apoyaría al SSCI; también tendría el mérito de desvincular al gobierno de actividades para las que no está bien equipado.

Hay tantos problemas en términos de exportaciones como de asignaciones. Para la tramitación, es necesaria la ampliación de las redes francesas en el extranjero para contrarrestar la influencia de las empresas extranjeras en el territorio nacional.

El SSCI podría encontrar apoyo gubernamental para el software y los grandes sistemas. Exportar SOFIA no sólo implica vender un producto informático, sino aún más, facilitar un conjunto de trámites aduaneros. Del mismo modo, una gran red como la de la Direction Générale des Impôts (departamento fiscal) o el CNRS refleja un sistema de ingresos o la gestión de una organización científica. Exportar equivale a promover una técnica administrativa. En estas condiciones, el gobierno debería ayudar a las empresas en el mercado exterior. Podría aprovechar su capacidad diplomática y, especialmente, el contexto favorable que puede crear la cooperación.

La política de comunicaciones ofrece aperturas al SSCI: vinculaciones a Transpac, creación de protocolos de compatibilidad, desarrollo de nuevos servicios e instalación de bancos de datos. La movilidad y creatividad de estas empresas les llevará a multiplicar su implicación. En efecto, sus intereses y los del gobierno convergen, y la expansión comercial del primero refuerza el ejercicio de las prerrogativas del segundo.

Equipos mini y paracomputadores

Los equipos mini y paracomputadores serán mercados de apoyo en el futuro.* Pero ¿quién se beneficiará de ellos?

Francia depende mucho de los proveedores extranjeros, especialmente estadounidenses. Satisface sólo el 20 por ciento de sus necesidades en ordenadores de oficina y el 40 por ciento en terminales y miniordenadores universales. Sin embargo, esta rama de la industria comprende algunas empresas dinámicas que han adquirido una posición bastante sólida gracias a las exportaciones.

El crecimiento de la demanda será tal en el futuro que sin una industria nacional fuerte el déficit exterior aumentará. Pero en un sector tan dinámico cualquier proteccionismo penalizaría a la economía nacional. Además, el estado disperso de las empresas que lo componen dificulta la acción pública.

Por tanto, el gobierno debe aplicar dos políticas, una de estímulo y otra de precaución.

1. Los procedimientos de asistencia a los equipos mini y parainformáticos acaban de coordinarse de manera útil en forma de contratos de crecimiento. Al poner en juego recursos públicos infinitamente inferiores a los asignados a la gran industria informática, permiten sin embargo apoyar el desarrollo de las empresas contratistas y ayudarlas a superar ciertos umbrales. No es seguro que estos fondos estén a la altura de las necesidades existentes; el capital de estas empresas es escaso y su capacidad de autofinanciación limitada.

2. Hay suficiente apoyo del mercado para que el principal fabricante francés, CII-HB, reciba la prioridad que le corresponde como eje de desarrollo. La evidencia muestra que no sería saludable prohibirles fabricar hardware francés para mini y paracomputadoras, que es el complemento normal de las grandes redes informáticas. Sin embargo, el peso de las capacidades financieras e industriales de la empresa y los compromisos previos asumidos en su nombre la convertirán en un competidor aplastante para las pequeñas empresas de paracomputadoras.

El papel del gobierno es, por tanto, impedir que el crecimiento de uno se logre a expensas de los demás. Es absolutamente necesario que todas las empresas francesas participantes prosperen y reconquisten parte de un mercado hasta ahora controlado en gran medida por sus competidores extranjeros.

La adquisición de conocimientos y know-how: investigación y componentes informáticos

Hasta ahora, la investigación se ha orientado enteramente a la creación de una industria informática francesa, contribuyendo al esfuerzo colectivo para desarrollar hardware y software nacionales. Las actividades del Cll y del IRIA se complementaron. Hoy en día, la investigación se encuentra en una encrucijada: la fusión de Cll y Honeywell Bull ha permitido la creación de otra empresa orientada al mercado cuyo trabajo de investigación se guiará principalmente por objetivos comerciales.

¿Habrá, por tanto, espacio para la investigación básica, más allá de la investigación industrial? ¿Qué tipo de desarrollo debería apoyarlo? ¿Qué estrategia puede adoptar el gobierno? Estas preguntas requieren respuestas de más expertos que las del presente informe.

Pero es evidente que la investigación básica sigue siendo indispensable. La telemática añade peso a los problemas de normalización, compatibilidad y portabilidad que requieren un estudio básico. Una política orientada hacia el futuro no debe basarse únicamente en la investigación industrial. La investigación básica puede seguir uno de dos modelos, tanto en el procesamiento de datos como en otros dominios científicos.

1. En algunos países, consiste en un tejido denso que conecta centros de investigación, universidades y empresas privadas en una red de contratos e intercambio de información que implica un intenso intercambio de trabajadores. Éste es, para definirlo brevemente, el "modelo americano". Requiere una gran flexibilidad, una gran permeabilidad entre las instituciones y divisiones sociales insignificantes.

2. La investigación también puede ser el resultado de una actividad poderosa y estructurada administrada desde un polo de

fuerza. Esto podría denominarse el "modelo CEA".

Cada una de las dos empresas de organización tiene su ventaja y encaja más o menos bien en un país determinado, o dentro de un solo país en un sector determinado, según lo determinen las perspectivas y la tradición.

En el ámbito de la informática, la investigación francesa centrada en el Cll y el IRIA ha dependido más bien del segundo enfoque, más colbertista. Hoy, el cambio en la política industrial es una oportunidad para reabrir el debate. Seguramente sería deseable que la investigación se expandiera de forma más descentralizada, pero en la actualidad esto parece poco probable. Nada impulsa al procesamiento de datos a disfrutar de una movilidad institucional que no ha llegado a caracterizar otras actividades científicas. Por tanto, es necesario resignarse, en nombre de la eficiencia, a un modelo de investigación centralizado.

Lo que queda es encontrar el pivote. En el universo telemático, una sola organización, el CNET (Centro Nacional de Investigaciones sobre Telecomunicaciones), parece probable que desempeñe ese papel. Está en el centro de los cambios venideros; tiene equipos sólidos; y finalmente se beneficia de la bonanza financiera del "plan de telecomunicaciones".

Por supuesto, el país tiene interés en crear un tejido intersticial vivo y dinámico. Desde este punto de vista, la IRIA puede desempeñar un papel rector. Su movilidad y su flexibilidad deberían permitirle celebrar contratos, multiplicar los intercambios y crear un clima y una comunidad de investigación adaptados al futuro, especialmente en el ámbito de la utilización de la informática. Componentes

Paradójicamente, los componentes plantean las mismas preguntas que la investigación sobre procesamiento de datos: ¿es necesario que desempeñen un papel estratégico? En caso afirmativo, ¿cómo hacerlo? ¿Está Francia en condiciones de llevar a cabo tal política? En cuanto al carácter estratégico de los componentes, las opiniones autorizadas divergen.

Para algunos, es una cuestión de soberanía. En el futuro, aparecerá una división entre los países que dominan la tecnología de los componentes y los que no la tienen, análoga a la brecha cada vez más pronunciada entre las naciones "nucleares" y las naciones "no nucleares". Los circuitos integrados tendrán aplicaciones importantes: penetrarán en los sectores de bienes de alto consumo y tal vez revolucionarán sus productos. Además de este uso general, tienen una función específica de procesamiento de datos, ya que la diferencia entre un componente y un pequeño ordenador es cada vez más tenue. Sin una industria de componentes, ¿los fabricantes de procesamiento de datos percibirán a tiempo los cambios tecnológicos?

Los fabricantes de circuitos integrados se convertirán en productores de minicomputadoras. Abandonar este sector equivale a contrarrestar los esfuerzos para ayudar a los equipos mini y paracomputadores.

Para otros, los componentes no tienen importancia estratégica: el mercado es lo suficientemente vasto como para permitir que todos tengan parte de él sin penalización financiera ni riesgo de penuria. Nuestra experiencia técnica en esta área es débil. Nos parece, sin embargo, que renunciar a la creación de una industria de componentes conlleva un riesgo inmenso.

Lo que se necesita es empezar

Para ello, se destacan varios métodos. Uno de ellos depende en gran medida de la planificación y protección estatales y se basa en la orientación gubernamental de una o dos empresas que se benefician durante un largo período de tiempo de créditos públicos y mercados reservados. Otro método depende de un gran número de empresas pequeñas y dinámicas. En los países donde existen, algunos han experimentado un éxito deslumbrante; muchos han fracasado.

No hay base para elegir entre estas dos políticas. Para la investigación parece necesaria una forma de acción centralizada y estructurada. Los componentes, sin embargo, parecen exigir una participación más flexible, más orientada por la lógica del mercado; la brevedad de las generaciones de productos y la ausencia de un imperativo de tamaño favorecen este enfoque.

Sin embargo, la debilidad de los conocimientos tecnológicos y la ausencia de fabricantes dispuestos a asumir los riesgos de una empresa de este tipo dificultan la acción estatal. No corresponde al gobierno fomentar una red de pequeñas empresas, importar el know-how, llevar a cabo complejas políticas fiscales y de patentes; En este juego, se corre el riesgo de crear "arsenales". Necesita relés industriales. Sólo los grandes grupos del sector de la electrónica pueden liderar un proyecto de este tipo y, por ejemplo, comprar una o dos empresas de componentes estadounidenses. En contra tienen el inconveniente de su tamaño y de un enfoque paraadministrativo.

Existe el riesgo, si prevalece el tamaño, de volver a caer en arsenales subsidiados. Incluso si se decidiera actuar en esta dirección, persiste una doble contradicción entre la necesidad de apoyo estatal y la necesidad de un sector móvil y dinámico, entre la implicación ineludible de los grandes grupos industriales y sus desventajas iniciales.

Procesamiento de datos a gran escala

El procesamiento de datos a gran escala forma parte desde hace diez años del ámbito tradicional de intervención del gobierno. Hoy se expande en el marco del acuerdo Cll-Honeywell Bull, que busca situar el esfuerzo francés en un ámbito competitivo y modificar las relaciones entre el gobierno y el fabricante nacional. Las autoridades públicas aportan importantes fondos a CII-HB para permitirle establecerse en el mercado y posteriormente sobrevivir allí por sí solo.

Esto plantea varias preguntas. Algunos están vinculados a la empresa y sus capacidades frente a la competencia, otros a las relaciones entre CII-HB y los actores del juego de la informática, y el resto a la posibilidad de asociar al fabricante nacional a una estrategia más amplia.

Los problemas propios de la empresa tienen que ver, en primer lugar, con la complejidad de la industria informática. Una fusión es difícil: presupone capacidad técnica para garantizar la compatibilidad de los productos. Esto es aún más complicado porque el acuerdo prevé intercambios técnicos entre CII-HB y su accionista estadounidense.

Por último, existe la necesidad de fusionar los equipos sin traumas ni dudas. Lograr estos objetivos se hace más difícil por la estructura del mercado, las alianzas que allí se forman y los contratiempos que puedan ocurrir. La operación apenas se ha iniciado y falta perspectiva para emitir un juicio global.

Además, estas preguntas ponen en juego las estrategias discretas de la empresa y del gobierno. Es bajo este título que deben tratarse. El peso que tiene el fabricante nacional confiere especial importancia a la naturaleza de sus relaciones. De hecho, podría interferir con la estrategia de procesamiento de datos de las autoridades públicas, especialmente en términos de telecomunicaciones. Se corre el riesgo de competir con las empresas de minicomputadoras y de servicios.

Como cualquier fabricante, a CII-HB le preocupa la política de estandarización del gobierno. Si no tiene cuidado, la empresa puede ser su víctima. En efecto, las normas deben pesar por igual para todos, y especialmente para IBM. Si este último logra escapar de ellos, no sería saludable someter a uno de sus competidores a ellos porque es más dócil.

Por otro lado, CII-HB y la DGT pueden apoyarse mutuamente en el plano técnico, facilitando mutuamente con datos y realizando investigaciones juntos, aprovechando su nacionalidad común.

Con las empresas de minicomputadores, el fabricante nacional tiene relaciones diferentes. Como poderoso competidor por los negocios de los participantes más modestos, debe ser muy prudente a la hora de evitar los efectos perversos de una lucha desequilibrada.

El SSCI plantea problemas comparables. CII-HB es hoy la primera empresa francesa de servicios; Al fabricar software estándar, compite con algunos SSCI. Los poderes públicos deben estar atentos a esta situación. Un fabricante nacional como poderoso proveedor de servicios es un triunfo; un fabricante, nacional o no, que monopolice algunos tipos de servicios sería, por el contrario, un obstáculo.

A largo plazo, las autoridades públicas podrían recurrir al fabricante nacional para reforzar su estrategia telemática. Pero aún queda otra condición previa: esperar a ver los primeros efectos de esta política.

Si el gobierno logra, junto con otros gobiernos, imponer la estandarización a todos los fabricantes, incluida IBM, la propia CII-HB participará en los beneficios comerciales de la situación así creada. En efecto, el usuario quedará liberado, lo que abre el mercado al más pequeño (Cll-HB) incluso más que al más grande (IBM). En el caso extremo, el fabricante francés obtendría una compatibilidad garantizada de sus máquinas con las de IBM.

El factor determinante es la capacidad o incapacidad del gobierno para llevar a cabo el juego del procesamiento de datos; La reinserción del fabricante nacional en la estrategia pública se solucionará por sí sola.

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Capítulo 8: LA INFORMÁTICA DE LA ADMINISTRACIÓN GUBERNAMENTAL

Además de sus prerrogativas soberanas, el gobierno es la empresa de servicios más grande del país. En este doble rol, las relaciones entre la administración y el procesamiento de datos son vitales.

Como su mayor cliente, la administración afecta a todos los que se dedican a la profesión informática (fabricantes de máquinas y de redes, empresas de servicios, etc.). Como usuario, la administración está sujeta a toda la incidencia de los efectos de la telemática. Puede aceptarlos pasivamente al día; también puede aprovechar la ocasión para reconducir su evolución.

La elección entre estas dos actitudes es vital para la sociedad en su conjunto. En realidad, el procesamiento de datos es más "estructurante" en la administración que en cualquier otra organización, y la administración sigue siendo un modelo dominante por su influencia y su papel de ejemplo.

La elección, sin embargo, no es fácil. Si las autoridades públicas permiten que el procesamiento de datos penetre de forma desordenada, se adelantan al futuro. Por otro lado, ningún escenario global puede imponerse desde un único centro sin asfixiar a la sociedad o paralizar al gobierno. Por tanto, es necesario conciliar un máximo de libertad y un mínimo de coordinación, para facilitar el cambio en lugar de imponerlo.

No interferencia: detener el desarrollo futuro

Aunque abandonada a la iniciativa espontánea de cada departamento y moderada por prejuicios preferenciales derivados de la política industrial, la difusión del procesamiento de datos a través de la administración ha sido extremadamente rápida.

Pero se ha producido de forma muy desigual, reforzando barreras; Esto es tanto más preocupante porque inmoviliza durante mucho tiempo las estructuras en las que penetra.

Desarrollo desigual

La administración nunca ha considerado la compra de ordenadores como una inversión. De esto se derivan dos consecuencias.

En primer lugar, los recursos que se le dedican no son los necesarios para desembolsos masivos en equipos durante cortos períodos de tiempo, sino recursos departamentales ordinarios.

En segundo lugar, a falta de una contabilidad correcta del coste de tales desembolsos, recurrir a asistencia externa, por ejemplo a una empresa de servicios, parece prohibitivo. Así, en el caso de grandes proyectos, los departamentos administrativos que tienen los medios para ello contratan numerosos equipos, cuyo empleo ya no está justificado cuando se trata de operar el sistema instalado. Pero esta plétora de personal de procesamiento de datos de muy buena calidad en algunos lugares tiene como contrapartida su escasez en otros lugares. En realidad, sólo los departamentos más poderosos pueden atraer y retener a estos técnicos.

Por ejemplo, la administración tributaria pudo contratar y capacitar dentro de su propia organización al personal para sus centros de procesamiento de datos. Por otra parte, el escaso interés mostrado generalmente por los magistrados en las tareas de gestión y los limitados recursos presupuestarios explican la mediocre automatización en el Ministerio de Justicia: esto no es ajeno a las dificultades que enfrenta ese departamento para afrontar el aumento de sus tareas.

Entre estos dos extremos hay toda una gama de situaciones contrastantes, desde el procesamiento de datos más avanzado hasta su ausencia total, desde el procesamiento de datos efectivo hasta el puro desperdicio, y desde el procesamiento de datos más sofisticado hasta el más sencillo. Los departamentos más tradicionales y ricos, como el Ministerio de Finanzas, las fuerzas armadas y la policía, están por delante de los departamentos que atienden al público: educación, salud, justicia y comunidades locales. Allí donde la máquina no ha podido suplir la insuficiencia de recursos humanos, la calidad del servicio ha disminuido.

Compartimentado En la mayoría de los casos, cada departamento adquiere capacidades de procesamiento de datos de Desarrollo sin preocuparse por las posibles dificultades que su plan pueda causar en otros lugares, y especialmente sin medir los efectos "sinérgicos" que una mejor coordinación con otros departamentos podría haber producido.

Así, los hospitales han desarrollado sistemas de facturación de gastos médicos y de estancia hospitalaria sin colaborar con la Seguridad Social. Dentro de la propia Seguridad Social, su compartimentación en tres ramas, cada una de las cuales desarrolla su propio procesamiento de datos, ha llevado a la recuperación manual de los datos producidos por las computadoras de las otras ramas.

Como resultado de la actual separación departamental, la Direction Générale des Impots y la Direction de l'Aménagement Foncier et de L'Urbanisme (desarrollo territorial y asuntos urbanos) crean cada una un banco de datos territoriales, la primera a efectos fiscales y la segunda a efectos fines de desarrollo. Las definiciones legales y los tipos de información difieren; sin embargo, existen amplias zonas comunes, pero nadie se preocupa por ellas. Además del desperdicio, la creación de estos dos bancos de datos prolonga el aislamiento administrativo.

Fortalecidas por esta inversión, ambas administraciones están preparadas para resistir los intentos de acercamiento. El procesamiento de datos dificulta la creación de una administración territorial única en el futuro, cuando podría ser deseable hacerlo. El proceso opuesto habría sido más fructífero. Si una sola autoridad hubiera podido examinar el futuro de la administración de la tierra, habría utilizado su influencia para intentar crear un banco único, con el fin de plantar las semillas de un futuro acercamiento.

Una rigidez que dura décadas

Un período de más de una década separa los primeros estudios sobre un gran sistema y su instalación operativa. Por ejemplo, SOFIA, un procedimiento automatizado para el despacho de aduanas de mercancías, funciona en Roissy y en Orly desde 1976, es decir, nueve años después de su concepción. También fueron necesarios nueve años para ampliar el tratamiento de datos a la gestión administrativa y médica de los pacientes en todos los hospitales de cuidados intensivos gestionados por el departamento de bienestar de París. Estos ejemplos podrían multiplicarse; No hay ningún sistema grande actualmente en funcionamiento que no haya sido diseñado antes de finales de los años sesenta. De hecho, sin un acuerdo para aumentar los recursos dedicados por el gobierno a la inversión en procesamiento de datos, la implementación de un proyecto congelará un departamento durante varias décadas.

Continuar de esta manera no garantizará la eficacia, ya que la redundancia y la duplicación, un excedente de recursos aquí, necesidades insatisfechas allí y necesidades presupuestarias en todas partes no garantizan el mejor servicio público. La compartimentación multiplica los trámites y pasos para el usuario. Esto no preserva la libertad: los departamentos autoritarios siempre encontrarán los recursos y el crédito para adquirir sus equipos y restablecer las capacidades de interconexión que consideren necesarias.

Este mecanismo es acumulativo. Siguiendo el camino actual, los "fuertes" (una oficina poderosa, una administración central) se volverán más fuertes, y los "débiles" (una oficina sin recursos, una agencia externa) se debilitarán. El escenario actual, si se prolonga, conducirá a un futuro que ninguna deliberación política ha planeado y que ninguna autoridad, si alguna vez quisiera hacerlo, podría modificar fácilmente. La administración habrá sido moldeada subrepticiamente por este rumbo durante los próximos veinte años, a través de cientos de buenas intenciones contradictorias.

Esta situación se agrava por el hecho de que el gobierno no es simplemente una organización más entre otras. En Francia, es un polo de atracción, un ejemplo contagioso. Condiciona la configuración de las instituciones sometidas a la autoridad pública (universidades, hospitales, agencias de Seguridad Social y HLM, etc.), la mayoría de las industrias nacionales y las comunidades locales, así como muchas otras organizaciones industriales o terciarias cuya conducta permanece bajo el control estatal. control. Mediante el uso que haga o no del procesamiento de datos para aflojar el patrón jerárquico tradicional, el gobierno diseñará el marco dentro del cual se gestionarán la mayoría de las grandes burocracias en el futuro.

Ilusiones y peligros de imponer un modelo

El procesamiento de datos ofrece los medios para implementar los más diversos esquemas, tanto el 'Tout-Etat' (centralización completa del control estatal) como el de descentralización extrema. Así, orientar la adquisición del procesamiento de datos significa seleccionar un modelo de sociedad. Sería ilusorio, e incluso peligroso, creer que esa elección y, a fortiori, la opción de la descentralización, pueda ser impuesta por un centro todopoderoso, construyendo un escenario global pieza por pieza.

El escenario del "Tout-Etat"

Evidentemente, el procesamiento de datos puede hacer plausible el escenario "Tout-Etat": ese es su riesgo y, para algunos, su tentación.

El escenario se basaría en una multiplicación del flujo de información esencial para el control de un sistema vasto y complejo. Su organización altamente jerárquica estaría diseñada para cumplir con los requisitos del "centro". Entonces sería posible establecer el vasto sistema de procesamiento de datos que algunas personas ahora imaginan. Se basaría en la asignación de un identificador único a las unidades elementales representadas por hombres, empresas y tierras. El uso de dicho identificador sería obligatorio en todos los ficheros. La interconexión, obtenida mediante enlaces permanentes, permitiría una recuperación casi instantánea de la información elemental. Los únicos rasgos irracionales se relacionarían con conflictos departamentales no resueltos.

Algunos economistas soviéticos defienden esta solución. Creen que la introducción de redes sofisticadas de procesamiento de datos permitiría aliviar la rigidez, la incoherencia y el desperdicio de la planificación centralizada. Esto es un mito. La voluntad del Estado es múltiple y, en la mayoría de los casos, incoherente, porque se expresa en un número infinito de unidades administrativas básicas. Su coordinación requiere innumerables decisiones, que se anulan unas a otras, se enredan o son resueltas por el detentador último del poder, que aplasta arbitrariamente a los demás o se sacia y asfixia.

Nadie en Francia se atrevería a defender tal escenario. Pero innumerables presiones conducen naturalmente a ello. Hay unanimidad explícita a la hora de criticar sus consecuencias, pero un acuerdo implícito para impulsar su implementación; El sueño de racionalidad del estrato técnico y el deseo de igualdad de la mayoría se combinan para expandir el poder del Estado y sus satélites.

El escenario "descentralizador"

Rechazar este futuro significa provocar y anticipar una doble evolución: la de un gobierno que organizaría su propia desaparición y la de una sociedad civil que se hace cargo de las necesidades cubiertas hasta ahora por los poderes públicos. También significa descartar una ilusión.

La descentralización provoca reacciones profundamente arraigadas. El poder alcanzado por el aparato estatal –lo que algunos llaman control social– es el resultado de un movimiento iniciado hace varios siglos que se ha acelerado a un ritmo vertiginoso en las últimas décadas. Sin duda, el florecimiento de los experimentos, el surgimiento del movimiento ecológico y la vitalidad de la vida comunitaria demuestran una nueva afirmación por parte de la sociedad civil. Estas iniciativas combinan en un movimiento browniano una actitud antiestatal basada en principios, la defensa de ciertos intereses privados y una nostalgia bucólica.

Se niegan a asumir la responsabilidad de la estabilidad de la sociedad en su conjunto. A menudo expresan el deseo de disfrutar tanto de los placeres de la vida en el campo como de las ventajas de la civilización postindustrial.

Por lo tanto, es ilusorio esperar que la descentralización sea producida espontáneamente por la sociedad, pero aún más imaginar que las autoridades públicas puedan organizar su propia desaparición a partir de una voluntad única y central. El gobierno no puede imponer cambios; tiene que crear las condiciones bajo las cuales otros podrán producirlo. Debido al malestar institucional que genera, el procesamiento de datos, si se utiliza adecuadamente, puede servir de palanca para esta evolución.

Facilitar el cambio

Ninguna organización administrativa, central, supervisora, jerárquica, puede asumir las prerrogativas de los departamentos sin provocar resistencias y paros. No es posible concentrar en manos de una sola persona el diseño y la ejecución de los sistemas informáticos de toda la administración sin multiplicar los rechazos o los errores.

Por otra parte, ninguna gran empresa —¿y qué empresa es mayor que la administración?— deja de establecer una unidad para analizar y prever la evolución de sus funciones, so pena de esclerosis. El gobierno, sin embargo, no lo hace. Ciertamente, cada agencia piensa en su propio futuro y, por tanto, en su propio tratamiento de datos.

Pero las tareas actuales son apremiantes. Si liberara el espíritu de innovación, sólo podría hacerlo dentro de su propio mundo. Necesitaría poseer una virtud peculiar para cuestionarse a sí mismo. Ciertamente, la oficina de presupuesto desempeña parcialmente un papel de síntesis entre los departamentos, pero sus propias limitaciones la llevan naturalmente a enfatizar consideraciones de corto plazo. Con respecto a las misiones del RCB, se ocupan de problemas que son demasiado limitados para ser utilizados como núcleo de una política más ambiciosa.

Por tanto, es necesario crear un organismo y procedimientos que induzcan a los poderes públicos a cuestionarse sobre el futuro de sus departamentos. Esta función, que no puede ser jerárquica, debe consistir en analizar el presente y prever, en estrecha colaboración con las agencias interesadas, proyectos coherentes y alternativos que permitan al Gobierno tomar decisiones reales a su debido tiempo. La agencia encargada de esta "mayéutica" del futuro debe ser una delegación para la reforma administrativa adscrita a la oficina del primer ministro.

La delegación, compuesta por unos pocos funcionarios de alto nivel para sus actividades de planificación, no debería ejercer ninguna coerción. Su tarea sería analizar, advertir, alertar, proponer y persuadir.

Además de los problemas de reorganización, que la delegación consideraría por su propia cuenta, participaría en todos los trabajos previos a cualquier cambio institucional. En caso de desacuerdo con el proyecto en curso, tendría derecho a apelar al primer ministro para que tome una decisión. Por otra parte, para apoyar los proyectos que considere convenientes, utilizaría los recursos de un modesto fondo para cubrir parte de los gastos de reorganización, que normalmente se cargan a los gastos generales de cada departamento.

Las decisiones más importantes serían tomadas por un comité interdepartamental, que guiaría las actividades de la delegación y examinaría sus propuestas (desempeñando un papel algo similar al del CIAT con respecto a DATAR).

Esto daría a los proyectos administrativos esenciales una dimensión política. La delegación no correría el riesgo de verse confinada a actividades excesivamente remotas, o incluso futuristas, gracias al papel permanente que debería desempeñar simultáneamente en la política informática del gobierno.

Debería intervenir con flexibilidad; por ejemplo, apoyando acciones destinadas a liberar al consumidor, como la estandarización avanzada, la compatibilidad del hardware y la portabilidad del software. Podría supervisar la armonización de las redes interdepartamentales con Transpac. Por último, debería contribuir, tal vez como proveedor de servicios informáticos, a ayudar a los departamentos con menos recursos a alcanzar a los demás.

Este procedimiento no iría acompañado de una centralización de los recursos financieros; sólo una parte previamente determinada del "fondo para la reforma administrativa" se asignaría a intervenciones de procesamiento de datos. Esto permitiría, bajo ciertas condiciones, reducir los gastos de los departamentos encargados de los proyectos, condiciones que deberían ser determinadas por el gobierno. Así, por ejemplo, sería posible contribuir a los gastos de agencia que beneficiarían a los participantes franceses (fabricantes de grandes ordenadores o equipos y empresas de servicios parainformáticos). Este sistema de bonificaciones induciría a cada agencia a aceptar las sugerencias de la delegación. Preservaría la libertad de sus directores, en contraste con la política preferencial actual.

La delegación debería apoyar a los departamentos más débiles. Les proporcionaría los expertos en procesamiento de datos que les faltan. Les ayudaría con su conocimiento de los participantes en la industria, ya sean fabricantes o empresas de servicios. El método de intervención más sencillo consistiría en asignar algunos especialistas en informática durante el período de ejecución de un gran proyecto. Si tal misión planteara demasiados problemas, la delegación podría sustituir a los departamentos débiles en la gestión de la operación, actuando como proveedor de servicios.

Para seguir esta política, la delegación necesitaría un número suficiente de técnicos: en gran medida, podrían ser especialistas que ya trabajan en la administración. El aumento de los pedidos externos provocaría sin duda una reducción de la carga de trabajo de determinados servicios informáticos.

De este modo, los empleados de alto nivel serían liberados y serían asignados a la delegación. Lejos de crear un cuerpo de especialistas públicos en procesamiento de datos, cuyo establecimiento promovería la rigidez, esta política menos ambiciosa intenta introducir flexibilidad en la preparación para el futuro.

Siempre que esté generalizado, el procesamiento de datos puede estar en armonía con los nuevos acuerdos de poder e incluso favorecerlos. Cada grupo y cada comunidad garantizaría la recopilación y el procesamiento de la información necesaria. Pero lejos de implicar una atomización total de la infraestructura de procesamiento de datos, la división de responsabilidades requiere una sólida organización de los circuitos de información. Requiere la creación de bancos de datos, públicos o semipúblicos, tanto más potentes cuanto que el acceso a ellos será fácil y democrático y deberá satisfacer a usuarios polivalentes.

Nada impide que en un futuro lejano se haga una distinción clara entre prerrogativas soberanas ejercidas con todo el vigor necesario y funciones colectivas transferidas gradualmente a órganos periféricos.

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Parte III

"La respuesta es si, pero recuérdeme la pregunta".

Woody Allen

"La tendencia no es destino."

Lewis Mumford

Introducción

Estas reflexiones sobre el futuro lejano se organizan en torno a dos hipótesis:

1. En una sociedad de alta productividad, los conflictos se extenderán gradualmente a todos los elementos de la vida social y a todos los componentes del modelo cultural, por ejemplo, el lenguaje y el conocimiento.

2. Ante este futuro incierto, lo esencial no es prever los efectos de la telemática sino socializar la información.

Sobre estos temas no es necesario llegar a conclusiones generales sino proponer una serie de preguntas.

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Capítulo 9: ¿UNA SOCIEDAD INFORMÁTICA SERÁ UNA SOCIEDAD DE CONFLICTOS CULTURALES?

Una sociedad de alta productividad: una sociedad acosada por conflictos

El procesamiento de datos hace posible y acelera el surgimiento de una sociedad muy productiva, con menos trabajo pero más efectivo y empleos muy diferentes de los impuestos por la vida industrial. Este cambio ha comenzado: una gran disminución de la fuerza laboral en los sectores primario y secundario, un aumento de los servicios y, sobre todo, una multiplicación de las actividades en las que la información es la materia prima. Irá acompañado de un cambio en la estructura.' de las organizaciones y por las fluctuaciones en las actitudes hacia el trabajo.

En Francia, desde la última guerra, han crecido grandes conglomerados industriales, regidos por la ley del rendimiento creciente. Para ciertos tipos de producción, esto continuará: será necesario aceptar sus limitaciones, sin excesivas ilusiones sobre las mejoras, como la participación en los beneficios y las comodidades, compatibles con la disciplina que es una de sus características intrínsecas. Sin embargo, algunas experiencias francesas y numerosos ejemplos en el extranjero" demuestran que las nuevas técnicas, y especialmente las relacionadas con la automatización y el procesamiento de datos, pueden multiplicar los ámbitos en los que la pequeña organización es superior en eficacia a la grande.

Las tensiones sociales, la entropía y la vulnerabilidad típicas de las instituciones demasiado grandes conducirán a una generalización de esta dispersión de la producción: el taller reemplazará a la fábrica, la sucursal reemplazará al conglomerado. Por lo tanto, gradualmente la industria irá desempeñando un papel menor y muchas de sus instalaciones se dividirán. Además, la tendencia general de la sociedad requerirá una cantidad decreciente de trabajo productivo. En términos de volumen total, esta evolución es inevitable.

La escena social tradicional tenderá a volverse menos estructurada a medida que pase de una sociedad industrial y orgánica a una sociedad de la información polimorfa. Las relaciones basadas en la producción ya no serán la única matriz de la vida social. Las rivalidades ya no serán entre dos clases estructuradas por su lugar en el proceso industrial sino entre innumerables grupos móviles, condicionados por la diversidad de sus miembros y de sus proyectos.

El origen y el alcance de tales conflictos se extenderán a toda la sociedad.

¿Cómo distribuirá la confrontación entre estos grupos las tareas y las recompensas del empleo productivo, la definición de sus fines? En un mundo en el que el "valor del trabajo" será eliminado, ¿perderá el trabajo como valor su importancia? Como resultado de la herencia religiosa y la práctica diaria, sus virtudes socializadoras y su valor de seguridad lo han convertido en la piedra angular de la organización social a lo largo de los siglos.

¿El resto de la actividad productiva será responsabilidad del ejército de reserva de inmigrantes que constituye el bajo proletariado y prerrogativa de unos pocos neuróticos producidos en las grandes incubadoras de tecnología? ¿Seguirá existiendo una "clase obrera" o el trabajo, por el contrario, estará distribuido entre una población más numerosa, pero dividida entre una actividad principal que proporciona estatus y protección social y una multitud de ocupaciones dedicadas a formas de producción fuera de la UE? los canales comerciales tradicionales, al disfrute del ocio, o simplemente a la vida social?

Qué reglas, qué valores comunes regirán la inevitable coexistencia de al menos tres formas de organizaciones colectivas: grandes empresas dedicadas a la racionalización y la máxima productividad; pequeñas unidades de trabajo que abren el camino a la innovación, a nuevos productos y a nuevos consumos, y cuya ley seguirá siendo la agresividad, la asunción de riesgos y la búsqueda del máximo beneficio; y servicios públicos, cooperativas, asociaciones y grupos altamente descentralizados, con poca preocupación por los rendimientos económicos y financieros, pero ¿consumidores de mano de obra y proveedores de servicios?

¿Cómo, dentro de una sociedad convivial bajo la restricción de la estabilidad externa, se establecerá el sutil equilibrio entre dos mundos tan extraños entre sí pero también tan indispensables el uno para el otro como el mundo nuclear y el de Illich?

El desplazamiento del conflicto está empezando a sentirse en la mayoría de los países modernos. Los conflictos seguirán apareciendo en los negocios durante mucho tiempo, pero lo que los desencadena se va trasladando paulatinamente a otros ámbitos de confrontación: la ciudad, la salud, la educación, etc. Los disturbios estudiantiles de 1968 fueron un primer signo de esta transformación, que ha sido prolongada por el movimiento ecologista.

La proliferación de la vida social, la percepción de solidaridad en la oposición, en la vecindad y en el ocio, muestran nuevos deseos, provocan nuevas experiencias y demuestran la presencia de tensiones ajenas al mundo de la producción. Estos movimientos están tan bien percibidos que la vida política actual es una carrera para atraerlos.

Sin embargo, sólo están iniciando la transición hacia una sociedad altamente productiva, donde los conflictos serán predominantemente por factores culturales y donde su apropiación se convertirá en la fuerza motriz de la historia.

Es entonces cuando, lenta pero seguramente, la telemática afectará a los principales instrumentos de la cultura: el lenguaje, en sus relaciones con el individuo, e incluso en su función social; y el conocimiento, como extensión de la memoria colectiva y como herramienta para lograr la igualdad o discriminación de grupos sociales.

Telemática y conflictos culturales: lengua y conocimiento

Mientras los sumerios escribían los primeros jeroglíficos en tablillas de cera, vivían, probablemente sin darse cuenta, un cambio decisivo para la humanidad: la aparición de la escritura. Y, sin embargo, iba a cambiar el mundo. En la actualidad, el procesamiento de datos tal vez esté introduciendo un fenómeno comparable. Las analogías son sorprendentes: extensión de la memoria; proliferación y cambios en los sistemas de información; posiblemente un cambio en los modelos de autoridad. Las sorprendentes similitudes pueden parecer exageradas. La importancia de esta transformación, sin embargo, sigue siendo incomprensible para quienes la viven, a menos que se la considere desde el punto de vista de Fabrice en Waterloo.

Incluso falta un método: si el procesamiento de datos produce a largo plazo un cambio decisivo en el lenguaje y en el conocimiento, implicará cambios en el pensamiento, en los conceptos y en el razonamiento, que lentamente borrarán las herramientas utilizadas para pronosticarlos. ¿Qué hacer, hacer preguntas que no tienen respuesta y dar respuestas sólo para plantear nuevas preguntas?

Telemática, lenguaje y dominio

La enorme extensión del procesamiento de datos que se producirá cuando se estandarice el vocabulario de acceso afectará al lenguaje y la sintaxis. Al penetrar en las actividades basadas en la comunicación (trabajos de oficina, elaboración de instrumentos jurídicos, composición de textos, etc.), la telemática recurre a un lenguaje aparentemente vehicular que en realidad es de otra naturaleza, porque es modular.

Como ejemplo del futuro, la informática ofimática intenta reproducir los diálogos de forma estrictamente limitada a sus necesidades y está inventando un lenguaje simplificado para comunicarse con el mínimo coste. Esta evolución prevalecerá a lo largo de los años: combina facilidad y eficacia sacrificando parte del contenido, al que los intelectuales son más sensibles que los directivos.

En el primer periodo, esta aplicación del procesamiento de datos a la escritura afectará a los textos más pobres en "significantes". Esto no supondrá un cambio importante en relación con un modo de escribir que ya es repetitivo y mecánico. ¿Pero más allá de eso? ¿Dónde terminará la comunicación procesada cuando los hogares comiencen a estar equipados con computadoras? Esta pregunta podría parecer injustificada sin el precedente de las calculadoras electrónicas. Hace quince años nadie habría imaginado la proliferación de dispositivos baratos al alcance de todos y especialmente de los estudiantes. Hoy la pregunta ya no es si el cálculo mental va a perder importancia sino cuándo va a desaparecer.

¿En qué se convertirá la escritura tradicional cuando el lenguaje procesado, más pobre pero suficiente para expresar el significado esencial de los mensajes relacionados con la vida cotidiana, esté disponible para todos?

El lenguaje traduce y genera un método de organización: tocarlo es sacudir a la sociedad misma. En efecto, produce y reproduce la jerarquía social; ciertamente, el discurso de las clases bajas está ahora más alejado del de las clases dominantes que de sus respectivos estilos de vida. La desigualdad cultural es ahora predominante y el idioma juega un papel importante en ella. ¿La adopción generalizada del lenguaje procesado favorecerá la emancipación o enfatizará las diferencias? No afectará a todos los usuarios por igual. Sin duda, no dejará de mejorarse y será capaz de mantener diálogos cada vez más elaborados. Pero su propagación entre las diferentes clases sociales no será uniforme: no mostrarán igual resistencia a la introducción de un lenguaje codificado y abreviado. Su permeabilidad dependerá de su nivel cultural, y como este último no es similar, la telemática tendrá un efecto discriminatorio. Más que nunca, la lengua se convertirá en una apuesta de la cultura. Los grupos opuestos tendrán dificultades para apropiárselo.

Telemática, conocimiento y poder

El modelo cultural de una sociedad depende también de su memoria, cuyo control condiciona en gran medida la jerarquía del poder. El acceso a fuentes de información infinitamente mayores implicará cambios básicos y afectará la estructura social modificando los procedimientos de adquisición de conocimientos.

Con la telemática, el almacenamiento de información cambia de tamaño y de naturaleza. El almacenamiento en computadoras requiere un esfuerzo organizacional, basado tanto en limitaciones técnicas como en imperativos financieros.

El establecimiento de bancos de datos será el comienzo de una rápida reestructuración del conocimiento, siguiendo patrones que ahora son difíciles de definir. El cambio se producirá por iniciativa de los patrocinadores de dichos bancos, probablemente en Estados Unidos. Prevalecerán, por tanto, los criterios provenientes del modelo cultural americano.

Por tanto, el procesamiento de datos corre el riesgo de estar en el origen de una de esas discontinuidades en torno a las cuales gira el conocimiento. Las fronteras de las disciplinas serán más fluidas, más móviles, porque serán el resultado de múltiples codificaciones, de esfuerzos dispersos sin dirección ni diseño.

Esta evolución, relacionada principalmente con la naturaleza de los bancos de datos, reflejará la influencia de la cultura estadounidense, que no está organizada en cuerpos de batalla ni establece gremios. La multiplicación de configuraciones reducirá la importancia de unificar clasificaciones; El conocimiento perderá entonces el reconfortante apoyo de una tradición y de una sociología. ¿Obtendrá una pizca de libertad?

El procesamiento de datos también revolucionará una cultura individual que consiste principalmente en la acumulación de conocimientos exactos. Entonces la discriminación se basará menos en el almacenamiento de conocimientos que en la capacidad de investigarlos y utilizarlos. Los conceptos prevalecerán sobre los hechos, la iteración sobre la recitación.

Aceptar esta transformación constituirá una revolución copernicana para la pedagogía. La prioridad dada a la adquisición de un microconocimiento universal está ahora relacionada con un concepto de cultura cuya permanencia está asegurada por la escuela. Esto es inseparable de las características sociológicas del mundo de las escuelas y universidades, del sistema especial de méritos en el que se basa y de la ideología que prevalece entre los profesores. Esta oscilación hacia estructuras y conceptos de aprendizaje ciertamente se producirá lentamente. Se abrirá con un período en el que la enseñanza aún no se ajustará a la metamorfosis que representan los bancos de datos. Durante ese período, los niños, para quienes la escuela es el principal molde cultural, quedarán indefensos ante esta nueva aproximación al conocimiento.

Todos los cambios en el conocimiento van acompañados de cambios sociales. El ascenso de la clase media fue simultáneo al del libro; la aparición de las clases tecnocráticas con el desarrollo de la economía, la sociología y la psicología; es decir, las nuevas disciplinas que enriquecieron los métodos mediante los cuales se podía ejercer el poder. La revolución telemática tendrá consecuencias que no pueden evaluarse en la actualidad.}Habría que tener un concepto muy estático del cambio social para considerarlo como un " "Juego de la oca" en el que un grupo retrocede unos pasos y otro avanza unos pasos conocidos de antemano.

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Capítulo 10: PLANIFICACIÓN PARA UN FUTURO INCIERTO: SOCIALIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN

Un futuro incierto

Si la primera hipótesis es correcta, el futuro se vuelve imprevisible. Los enfoques liberal y marxista, contemporáneos de la sociedad qe basada en la producción, se vuelven cuestionables por su desaparición.

El enfoque liberal tiende a confundir la historia con las leyes económicas. Sólo considera los conflictos en términos de mercado y tiende a devolverlos a este campo si escapan. Así, la gestión pretende limitar el campo de la ideología y ampliar el del mercado. La política —en la medida en que se ocupa de la percepción y el manejo de las luchas por el poder— es aparentemente rechazada. En realidad, es conjurado: se convierte menos en el campo de la acción deliberada y explícita que en el campo de lo que no se dice. La visión del futuro termina con una sociedad postindustrial tranquilizada. Se supone que la riqueza y la creciente igualdad de niveles de vida harán posible construir la nación en torno a una inmensa clase media culturalmente homogénea y superar las tensiones.

El análisis marxista reconoce los conflictos, pero relaciona su evolución con la oposición única entre dos clases organizadas por relaciones de producción. Surge del sufrimiento de la acumulación primitiva de capital y se basa en una visión simplista, omnicomprensiva y rígida de las relaciones de poder, incapaz de integrar la creciente complejidad de las sociedades modernas. No es sorprendente que el objetivo de la historia, la llegada de la sociedad sin clases, se alcance simplemente mediante la apropiación colectiva de los medios de producción. Es una visión al menos tan desconcertante como la sociedad postindustrial.

La sociedad de la información no se ajusta a estos análisis y predicciones. Yendo más allá del mundo de la producción, modela sus nuevas necesidades de acuerdo con su propio plan, sus propios patrones regulatorios y su propio modelo cultural. Es el lugar de una infinidad de conflictos descentralizados y no expresados ​​que no responden a un análisis unificador. Ciertamente, el enfoque sistémico puede explicar mejor una sociedad multipolar, pero esta última no puede tener una estrategia a priori. Incluso sus valores serán objeto de múltiples rivalidades y los resultados serán inciertos: será una sociedad incierta. Cuanto más larga es la historia, más gente la hace y menos saben qué historia están forjando.

Así, el futuro ya no depende del enfoque sino de la calidad del plan colectivo y de la naturaleza de las normas en las que se basa.

Hasta Ahora: Regulación sin Plan, Plan sin Regulación

El liberalismo produce sociedades mercantiles: es un sistema de regulación sin plan. La gestión marxista crea —pero no es la única— sociedades protectoras: constituyen planes sin regulación. Ambos reducen la sociedad al nivel de la escasa información en la que se basan.

En el mundo liberal, la competencia y su resultado, el sistema de precios, desempeñan el papel de información y de decisión: aseguran, para bien o para mal, el ajuste de los planes individuales capaces de encontrar una solución. Toda la sociedad se mide con el criterio único del valor comercial: el mercado se convierte en el único valor "global" de la sociedad y en el juez supremo de los valores.

Esta visión tiene la ventaja de ofrecer una guía aproximada para la interpretación y la acción, en la medida en que se aplica a los flujos de información que rigen el comportamiento de productores y consumidores. Pero es inútil afrontar lo que va más allá de las actividades comerciales, lo que depende del modelo cultural, de la "matriz formativa".

Las limitaciones que surgen de las estrategias a largo plazo, que exceden las fuerzas y los intereses de los individuos y de los grupos, están estratificadas. La jerarquía de las elecciones individuales o colectivas no puede discutirse ex ante. Su implementación ex post nunca será la suma de preferencias sino un ajuste sufrido de manera desigual. En tal sistema, cada individuo sólo puede medir la parte insatisfecha de su deseo inicial y culpar a los demás por su incumplimiento. Ningún mecanismo de participación política puede compensar el sentimiento resultante de alienación y frustración.

La gestión marxista, tal como se practica en los países del Este, se ve inducida a considerar el "adoctrinamiento-información" como una herramienta para llevar la realidad dentro de un marco imaginario, para reducir la sociedad a su modelo ideológico. Tiende a crear sistemas de protección y para ello sólo necesita información desde abajo. La información de arriba estará en forma de pedidos. La intención no es tener en cuenta planes descentralizados sino dar a cada grupo y a cada individuo el papel que le corresponde en la implementación del plan colectivo.

Toda regulación por decreto busca la integración mediante una participación mística. A veces se puede conseguir. Partiendo de la afirmación de que el "plan principal del centro" expresa ontológicamente y a largo plazo la esencia colectiva de los deseos individuales, justifica sus dificultades actuales por sus propósitos históricos e intenta establecer un sistema de representación que cree un vínculo emocional entre el plan colectivo y el comportamiento individual.

La debilidad de tal sistema reside en su contradicción interna. La sociedad civil no habla. Su única expresión está en los huecos, en los intersticios. Así, la lógica del centro tiende a alejarse de la realidad. Habiendo sofocado, por principio, la expresión de deseos y necesidades (incluso los precios ya no son barómetros sino órdenes), la información procedente de abajo, necesaria para que el centro establezca su plan, se convierte sólo en el reflejo de su propio deseo. Al insistir en borrar las señales y la información que podrían transmitir las múltiples facetas de la sociedad real, los "apparatchiks" sólo gestionan las pesadillas de sus conciudadanos, sus propios sueños o sus propios intereses.

En una sociedad altamente productiva, la información rica y bien distribuida debe ser capaz de hacer la espontaneidad de los grupos sociales y la inevitable carga de las limitaciones son compatibles.

Socializar la información

En un mundo ideal de "sabios" plenamente informados, la organización coincidiría con la espontaneidad: una sociedad de mercado perfecta, en la que la educación y la información harían a cada persona consciente de las limitaciones colectivas, y una sociedad plenamente planificada, en la que el centro recibiría de cada unidad en la base mensajes correctos sobre su orden de preferencias y tendrían la misma estructura y la misma actitud. Información y participación avanzan juntas.

Mientras corresponda a los ciudadanos expresar sus deseos cuantificables y a las autoridades públicas realizar sus actividades regulatorias a corto plazo, el mercado seguirá siendo un foro eficaz para las confrontaciones.

Pero los planes de los grupos expresan cada vez más aspiraciones sociales y culturales. Al mismo tiempo, aumentarán las presiones externas. Las autoridades públicas deben preservar el futuro de la sociedad: las grandes perturbaciones en la división internacional del trabajo requerirán decisiones del gobierno. Los indicadores descentralizados y las reacciones espontáneas no permitirán prepararse para una escasez masiva, que se puede pronosticar a largo plazo pero que apenas se insinúa en los precios actuales.

De manera similar, ¡ninguna previsión individual determinará el límite de la soberanía nacional más allá del cual se extenderá toda libertad de elección para la comunidad! desaparecer. Sólo una autoridad que posee la información adecuada puede promover el desarrollo y garantizar la independencia del país: es la mediadora de las limitaciones vitales.

Un buen funcionamiento de la sociedad requiere que los grupos sociales puedan expresar sus aspiraciones y sus aversiones, pero que al mismo tiempo se reciba y acepte información sobre las limitaciones. No hay espontaneidad sin regulación ni regulación sin un sistema jerárquico. Una sociedad autogestionada y autosuficiente seguirá siendo marginalmente disidente. Para contribuir a la transformación de toda la sociedad es necesario aceptar una estrategia de participación.

Por lo tanto, socializar la información significa establecer los mecanismos mediante los cuales se gestionan y armonizan las limitaciones y libertades, el plan de prerrogativas y las aspiraciones de los grupos independientes. Significa promover la preparación de datos a partir de los cuales la estrategia del centro y los deseos de la periferia puedan llegar a un acuerdo en el que la sociedad y el Estado no sólo se apoyen sino que se produzcan mutuamente.

Para ello, sin embargo, es necesario eliminar una contradicción básica: si la información aparece a nivel de las unidades descentralizadas, no puede ser utilizada como tal para la mayoría de sus decisiones. Sólo adquiere su importancia a través de la síntesis en la que se enfrenta a las dificultades a largo plazo y en el plan colectivo. Luego debe devolverse de tal forma que produzca espontáneamente reacciones correctas. Esto requiere que parezca legítimo y eficaz, y su circulación debe institucionalizarse.

Los británicos dicen que un hecho debe ser respetado como el "lord alcalde". Pero ¿cuál sería el peso de esta máxima en un país en el que se cuestiona la legitimidad de los lores alcaldes? La legitimidad es el resultado del procedimiento mediante el cual son nombrados: en él participan todos los que estarán sometidos a su autoridad. En la actualidad, la información que viene desde arriba no es bien recibida porque se resiente como una extensión del poder, como una manipulación; Será cada vez más necesario llamar a sus destinatarios a participar en su preparación, para que los destinatarios sean también los transmisores y las transmisiones tengan en cuenta las condiciones de recepción. Esta participación sólo será aceptada si los grupos rivales son igualmente capaces de producir, procesar y transmitir su propia información.

Esto requiere que la mayoría de los ciudadanos puedan formar comunidades o asociaciones, públicas o privadas, y prepararse para recopilar y utilizar la información que justifique sus planes.

¿Pero qué tipo de información está involucrada? Los responsables deberán establecer adecuadamente conjuntos ordenados de datos fácticos, que muestran las limitaciones del gobierno, el propósito del proyecto colectivo y si constituye un plan o no. La eficacia requiere que los datos se preparen mediante un contrainterrogatorio, que su formato los haga fáciles de transmitir y que el fácil acceso permita criticarlos. No basta con que sean generalmente aceptados como objetivos. Cada grupo también debe poder, sobre la base de las mismas limitaciones, alcanzar una reconciliación original con sus propios proyectos, y el debate debe producir soluciones alternativas. Esto exige que la información pueda intercambiarse con otros y que tenga en cuenta las limitaciones ambientales, las que resultan de los objetivos de otros grupos y las que surgen del centro común, las autoridades públicas.

La información que sólo enseña soluciones técnicas, que enumera hechos sin ponerlos en perspectiva y sin estructurarlos en un proyecto coherente y, por otra parte, la información que proclama ideales sin insertarlos en el desarrollo práctico de la sociedad será considerada cada vez más como pseudoinformación.

Hacer útil la información, por tanto, significa alcanzar un acuerdo mínimo sobre la estructura que la transforme en pensamiento coherente y aceptado. Además, el proyecto resultante debe insertarse dentro de un sistema de comunicación y acción concertada. En la actualidad, la información va básicamente de arriba hacia abajo. Sólo el mercado constituye una red, y pobre, para la comunicación horizontal. La sociedad de la información exige centrarse en el centro de los deseos de los grupos independientes y una multiplicación ilimitada de las comunicaciones laterales.

Esto debe permitir comparar informaciones formalizadas para revelar aquellos proyectos derivados de la base que superan los datos cuantificados del mercado. Habrá que aprovechar la informatización masiva de la sociedad para crear esta nueva "red", en la que cada comunidad homogénea podrá comunicarse con sus homólogos y con el centro. La comunicación oral, con sus rituales, dio estabilidad al pueblo. La comunicación procesada y sus códigos deben recrear un "ágora informativa" ampliada al tamaño de la nación moderna. De este modo se irán alcanzando gradualmente acuerdos y compromisos. Expresarán un consenso que involucrará a comunidades cada vez más grandes y puntos de vista cada vez más amplios.

La estabilidad en una sociedad informatizada es difícil de lograr. En líneas generales, la vida nacional se organizará en tres niveles, correspondientes a tres funciones, como a tres sistemas regulatorios y, por tanto, a tres sistemas de información. El propio Estado soberano es donde se establecerá el plan colectivo; los poderes públicos determinarán la importancia relativa de las limitaciones a las que está sometida la sociedad. Pueden utilizar el mercado, pero no deben retroceder ante un mando o control directo. En este caso, la regulación se basa esencialmente en mecanismos políticos. El escenario en el que se organizarán y confrontarán los programas sociales y culturales será el campo del "ágora informativa".

La etapa de mercado, basada en el sistema de precios, será donde se expresen y decidan los deseos espontáneos de los grupos, en la medida en que se refieren a bienes comercializables y sean cuantificables. En realidad, estas etapas se interferirán: a medida que las limitaciones impuestas por el interés común y por las aspiraciones culturales se expresen mejor, tenderán a afectar al mercado. Este último puede dejar de ser una entidad metafísica y convertirse en una herramienta. Reflejará valores de cambio cada vez más dominados por motivaciones que van más allá de ellos. Será un cuasimercado, que recuperará un alcance temporal y una gama de deseos que hasta entonces le habían eludido.

Esta dinámica, en la que cada sistema regulatorio se enriquece con la información proveniente de los otros dos, es el camino real que podría seguir un país que ha generalizado la comunicación y, por tanto, ampliado la participación. Pero la sociedad que produce es frágil; construido para favorecer la formación de un consenso, presupone su existencia y queda bloqueado si no puede obtenerlo. Unas limitaciones excesivas o mal aceptadas sólo le permitirían recuperar su estabilidad mediante un aumento del autoritarismo. Una promoción irresponsable de aspiraciones sociales y culturales, incompatible con las limitaciones, reduciría el plan colectivo a su dimensión adecuada o provocaría una fuerte reacción por parte de los defensores del poder soberano.

Esto sería el preludio de un compromiso a favor de frenar el movimiento de la historia. Para hacer posible la sociedad de la información es necesario tener conocimientos pero también tiempo. El proceso de aprendizaje recíproco de disciplinas y aspiraciones se produce lentamente: opera a través de generaciones, transformando patrones culturales (familias, universidades, medios de comunicación, etc.).

El procesamiento de datos ha cristalizado erróneamente nuestras preocupaciones. Vuelven a surgir, más generales y más fuertes, al final de este análisis. ¿La urgencia y el alcance de las limitaciones a las que estará sometida la sociedad francesa le permitirán disponer del tiempo necesario para este vital proceso de aprendizaje?