Dedicatoria

Las montañas se doblan ante tamaña pena

Y el gigantesco río queda inerte.

Pero fuertes cerrojos tiene la condena,

Detrás de ellos sólo "mazmorras de la trena"

Y una melancolía que es la muerte.

Para quién sopla la brisa ligera,

Para quién es el deleite del ocaso -

Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,

Sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras

Y del soldado el pesado paso.

Nos levantamos como para la misa de madrugada,

Caminábamos por la ciudad incierta,

Para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,

Bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,

Mas la esperanza a lo lejos canta cierta...

La sentencia... y las lágrimas brotan de repente,

Ya de todo separada,

Como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,

Como si hacia atrás la derribaran brutalmente,

Pero marcha... vacila... aislada...

¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,

De mis años de infierno desnudo?

¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,

Qué imaginan en el círculo lunar?

A vosotras os envío mi adiós y mi saludo

Versión de Jorge Bustamante García

El poeta

Piensas que esto trabajo, esta vida despreocupada

Escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.

Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos

Jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.

Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver

Mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.

Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno

Un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.

Versión de Rafael Alberti

Publicados en la desaparecida revista digital "Cuarto Poder"

Anna Ajmátova y Marina Tsviétaieva: Cuando el dolor se transforma en poesía