No es un secreto. Quien disiente del discurso oficial es señalado, perseguido y difamado. Son tiempos difíciles para mantenernos informados. No sabemos a ciencia ciencia cierta quien miente o dice la verdad. Pero sí sabemos que nuestros derechos más elementales de información son vulnerados de forma constante. La inminente aprobación de una identidad digital única en Europa es un hecho, las reformas venideras al CGPJ en España serán la punta del iceberg en cuanto a lo que nos viene en materia de regulaciones, todo esto con la finalidad de controlar y manejar el discurso público.
No existe peor injerencia que dejar al descubierto las verdades de quienes manejan lo público. Recordemos que el funcionaria do está a disposición del pueblo y no al revés. Es por ello que cualquier atisbo o asomo de crítica, duda o incluso consulta sea vista como un ataque, vejación y hasta amenaza.
Los ciudadanos nos encontramos con el derecho de mantenernos al tanto de que sucede o acontece, bien sea en materia económica, política y además jurídica. Mientras nos mantengamos entretenidos, adormecidos e indiferentes ante tales circunstancias, ¿como nos enfrentaremos dentro de poco a esta distopía que cada día tiene más visos de convertirse en una pesadilla?.
Es tal la magnitud de no contar con información que no se encuentre sesgada y manipulada, que no es de extrañar que muchos usuarios bien sea de prensa o mayoritariamente de redes crean a pie juntillas lo allí expresado por quienes dicen abanderarse con el poder de verificar que es verdad, mentira o bulo. Mientras nos mantengamos por ideologías, credos o fanatismos firmes en posiciones que nos dividen y no crean expectativas de crecimiento; mientras eso sucede, se firman pactos y acuerdos a nuestras espaldas que nos expolian de nuestros recursos, se manejan alianzas y aún así aplaudimos y apoyamos desde el balcón de nuestras casas las reformas cometidas para nuestro beneficio "voluntario".
Vivimos inmersos en una doble moral donde la información discurre por dos caminos paralelos. Nos mantenemos entretenidos con nuestros aparatos móviles, creyendo que conocemos la "verdad" porque las diferentes plataformas que consumimos o ¿nos consumen? repiten el mismo discurso una y otra vez. Reconvertidos en críticos de todo tema posible, la verdad es que nos alejamos cada día del discurso productivo, del debate e incluso de la crítica constructiva.
Quien alega que todo tiempo pasado era mejor, hoy en día se encuentra más cerca de la verdad.