Para cierto tipo de ejecutivo corporativo, el negocio de la impresión fue siempre una enorme tentación. Al fin y al cabo, estas máquinas requiren grandes cantidades de consumibles para funcionar, la máquina es sólo una parte del costo de trasladar ideas al soporte papel.
Pero ya una impresora dejó de ser "excitante". A nadie le importa demasiado ya las características que pueda tener una impresora, y el mercado "se achanchó". Cada vez vale menos la pena "imprimir". Aceptémoslo: es un embole.
Sus consumibles son la tinta y el papel. Sería demasiado imponer reaseguros sobre la marca de papel de oficina a utilizar.
Pero los fabricantes no se conforman con concentrar un mercado de máquinas de impresión, se avalanzan sobre la tinta. Lo real es que nadie en su sano juicio pagaría VOLUNTARIAMENTE 3.000 dólares por litro de tinta, cuando su fabricación insume un coste neto de 12 dólares. Pero obligando a mantener un único proveedor mediante el envase (básicametne un contenedor con chip de registro), intentan encadenar al consumidor que ya ha pagado la máquina.
El mercado de tintas no está concentrado ni verticalizado, de modo que no es de extrañar que existan miles de proveedores de tintas y cartuchos alternativos.
Aún así, fabricantes como Canon y HP han iniciado acciones de actualización telemática que no hacen más que inutilizar las impresoras provistas por cartuchos de la competencia. Mediante llaves criptográficas programadas en los chips de los cartuchos y controladores de impresión diseñados específicamente para agredir la propiedad ajena, utilizan conexiones de datos ajenas para desbancar a la libre competencia (a la par que inutilizan la impresora). Un caso paradigmático de ciber-secuestro.
Pero sobre lo llovido, mojado. La Pandemia del COVID trajo aparejado un crecimiento muy notable en la industria de los envíos, y el uso de etiquetas autoadhesivas con códigos QR o de barras que le dan soporte logístico. Estas etiquetas no se imprimen en impresoras de chorro de tinta, sino en máquinas de carro angosto provistas de rollos de impresión térmica. Estas impresoritas utilizan un cabezal con una tecnología expirada desde el punto de vista de la protección por patentes (mecanismos inventados en la década de 1950 y patentadas no mucho después). Esta serie de tecnologías no varían mucho: mediante pequeñas resistencias que activan el papel térmico (lo calientan) para hacer sus puntos monocromáticos. El papel puede ser además resistente al agua, un plus para la etiquetas de envíos y delivery que se usan en logística.
La marca Dymo, una de las fabricantes de impresoras de este tipo ahora caen sobre el "papel registrado", los rollos de etiquetas térmicas semi-plastificadas con respaldo autoadhesivo. Este tipo de insumo es comercializado por muchos fabricantes distintos, pero Dymo también se ha propuesto actualizar maliciosamente software instalado, logrando inutilizando las impresoras de etiquetas (conectadas al celular con aplicaciones de venta).
No solo eso, han decidido el uso de RFID en el rollo de papel para directamente impedir otro tipo de insumo que no sea el propietario.
Está demás decir el costo adicional que estos desarrollos "propietarios" tienen en un dispositivo tan básico como es una impresora de chorro de tinta o de etiquetas, hardware que hace al menos dos décadas se mantiene escencialmente igual, salvo por los ataques comerciales a las libertades de los mismos clientes y usuarios.
En los foros, l@s usuari@s "rantean". Para colmo que pagas por una impresora, te la "paran" por internet. Aún nadie ha ofrecido la acción liberadora de "fugarse de la cárcel" impuesta por software: la tarea de programar un "jailbreak" o hackear la impresora suele estar desavenida por el carácter efímero de las máquinas. Sumado a los consumibles artificialimente cautivos, solemos hablar de equipamiento físicamente propenso a la rotura, e ingeniado para no poder repararse. En los EE.UU., por demás, la Millenium Copyright Act impone medio millón de dólares y hasta cinco años en prisión a quien otorque "acceso de control" a material protegido por derechos de autor, tal como el firmware o software controlador en estas ticketeras.
La acción de libre merecado es tenue pero puede ser eficaz. Por ahora fabricantes como Zebra o MFLabel también hacen impresoras de etiquetas que permiten elegir qué tipo de papel térmico de etiqueta querés usar. En la EFF (Fundación de la Frontera Electrónica) incluso han propuesto a los poseedores de las Dymo 550 y 5XL tirarlas a la basura y comprar productos equivalentes de otros fabricantes. Zebra o MFLabel no dejaron pasar la oportunidad ofreciendo una especie de "plan canje" por "alguna etiquetadora con características defectuosas", a cambio de una equivalente. Oficialmente es una propuesta para máquinas de su diseño, aunque vari@s usuari@s afirman en línea que han aceptado máquinas de Dymo, bajo la operatoria "el cliente ofendido del competidor es mi cliente".
Pero la idea de Dymo de "papel con DRM" (Gestión de Restricción Digital) es tan excesiva y abusiva que todos deberían rechazarla.