!aaron [1]
Información es poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren conservarlo para sí mismos.
Todo el patrimonio científico y cultural del mundo, publicado durante siglos en libros y revistas,
esta siendo, cada vez más, digitalizado y privatizado por un puñado de corporaciones privadas.
¿Quieres leer los documentos con los resultados más famosos de la ciencias?
Entonces tendrás que enviar enormes cantidades [dinero] a editoriales como Reed Elsevier.
Hay quienes luchan por cambiar esto. El Open Access Movement ha luchado valientemente para garantizar
que los científicos no firmen con derechos de autor [sus trabajos], sino que se aseguren que su trabajo
se publica en Internet, bajo términos que permitan que cualquiera pueda acceder a estos.
Pero en el mejor de los casos, esto solo se aplicará a los trabajos futuros.
Todo hasta ahora se ha perdido.
Ese es un precio demasiado alto para pagar. ¿Obligar a los académicos a pagar para leer el trabajo de
sus colegas? ¿Escanear bibliotecas enteras pero solo permitiendo que la gente de Google las lea?
¿Proporcionar artículos científicos a aquellos en universidades de élite del Primer Mundo,
pero no a niños en el sur del globo? Es indignante e inaceptable.
“Estoy de acuerdo”, dicen, “pero ¿qué podemos hacer? Las compañías poseen los derechos de autor,
hacen enormes cantidades de dinero cobrando por el acceso [a los documentos], y es perfectamente legal --
no hay nada que podamos hacer para detenerlos".
En realidad, hay algo que si podemos hacer, algo que ya se está haciendo: podemos contraatacar.
Aquellos con acceso a estos recursos -- estudiantes, bibliotecarios, científicos -- tienen un privilegio.
Puedes alimentarte en este banquete de conocimiento mientras que el resto del mundo está vetado.
Pero no necesitas -- de hecho, moralmente, no puedes -- mantener este privilegio para ti mismo.
Tienes el deber de compartir con el mundo. Tienes qué: intercambiar contraseñas comerciales con colegas,
saciar solicitudes de descarga para amigos.
Mientras tanto, aquellos que han sido dejados fuera no están de brazos cruzados.
Tú has estado colándote por agujeros y saltando vallas, liberando la información cerrada
por los editores y compartiéndola con tus amigos.
Pero toda esta acción continúa en la oscuridad, oculta del público.
Es llamado robo o piratería, como si compartir una gran cantidad de conocimiento fuera el equivalente
moral de saquear un barco y asesinar a la tripulación. Compartir no es inmoral -- es un imperativo moral.
Solamente aquellos cegados por la codicia se negarían a dejar que un amigo se hiciera una copia.
Las grandes compañias, por supuesto, están cegadas por la codicia. Las leyes bajo las cuales operan
lo requieren -- sus accionistas se rebelarían por menos. Y los políticos han sido comprados, aprobando
leyes que les otorgan el exclusivo poder de decidir quien puede hacer copias.
la desobediencia civil, declarar nuestra oposición a esta privatización de la cultura pública.
Con suficientes de nosotros, en todo el mundo, no solo enviaremos un fuerte mensaje en oposición a la
privatización del conocimiento -- haremos que sea cosa del pasado.
¿Te unirás?
Aaron Swartz
Julio de 2008, Eremo, Italia
Traducido por MegageM.
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}
[1] aaron (/images/aaron_swartz.jpeg)
[2] archivo (https://archive.org/)
Novedades de hispagatos: <no value>
Hackea el sistema! Los grupos anarquistas de hacking: <no value>
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