Minitel: El mundo en línea que Francia construyó antes de la Web

Francia. Finales de los 70s. Los ex presidentes Charles de Gaulle y George Pompidou habían fallecido hacía poco, y el embargo petrolero árabe había cuadruplicado el precio del crudo. Marsella, dominada por los capos de la droga. Y la Francia toda, asimilando el hecho de que su red telefónica era una de las peores del mundo industrializado. Menos de 7 millones de líneas telefónicas instaladas para 47 millones de ciudadanos, y para peor, su dirigencia sentía que el dominio de las empresas estadounidenses en equipos telefónicos, computadoras, bases de datos y redes de información amenazaba la soberanía nacional. Esto hería ese orgullo nacional francés, siempre tan propenso al escozor.

En un influyente informe de 1978 al presidente Valery Giscard d'Estaing titulado "La informatización de la sociedad", los investigadores gubernamentales Simón Nora y Alain Minc se dieron a argumentar que la solución a los problemas de las telecomunicaciones francesas residiría en la "telemática", la combinación de las telecomunicaciones con la informática. Esbozaron un plan para digitalizar la red telefónica, agregar una capa de tecnología de video de teletexto interactivo y brindar a los empresarios una plataforma abierta para la innovación.

Inspirado por esta visión de Nora y Minc, el liderazgo político comenzó a sentar las bases de un "avenir informatisé" para Francia. En 1983, por orden del presidente, los ingenieros electrónicos del Ministerio de Correos, Telégrafos y Teléfonos (PTT) comenzaron a desplegar a lo largo de todo el país un sistema telemático que llegó a conocerse como Minitel. Permitiría a la gente común obtener y compartir información en línea, lanzando al país a la era digital y superando en la práctica a los Estados Unidos por más de una década.

La historia de cómo surgió Minitel es fascinante pero ha sido en gran parte olvidada. En la medida en que se recuerda hoy, suele representarse a Minitel como un sistema cerrado y centralizado sobrecargado por una burocracia gubernamental incapaz de evolucionar con los tiempos. Pero en 1983 la oferta no se parecía a nada visto antes, y llegó a contar con más de 20.000 servicios en línea tangibles, antes siquiera que la World Wide Web fuese imaginada.

En el Silicon Valley actual, quienes vivieron la Era Minitel tienden a considerarla como el epítome de cómo no debe ingeniarse y operarse un sistema en línea: asumen que dejar que un gobierno diseñe y ejecute un backbone digital simplemente invita al desastre. Pero en honor a la verdad, Minitel nunca estuvo completamente controlada por el Estado francés. Era un apuesta híbrida, una plataforma pública para la innovación privada. Y funcionó bastante bien.

Para conectarse, el usuario discaba manualmente a un gateway de enlace local utilizando su mini-videoterminal telefónica. La llamada, transmitida a través de la red telefónica pública, era contestada por un programa de software que corría en la computadora localizada en las premisas de la central telefónica de conmutación, normalmente un mainframe CIT-Alcatel E-10 (encargado de producír una señal portadora audible a través de la línea). Al escuchar este tono, el usuario colgaba su auricular y comenzaba a usar el terminal Minitel, ecargado de llevar a cabo el handshake con el router.

Las miniterminales, conocidas como Punto de Acceso de Videotexto (point d’accès videotex), o PAVI, proporcionaban una interfaz de texto en pantalla, representando el Directorio de Servicios de Minitel, los cuales identificaban con códigos mnemónicos cortos. Por ejemplo, los viajeros de tren compraban boletos en 3615 SNCF (SNCF es la Société Nationale des Chemins de Fer, el ferrocarril francés), mientras que los lectores podían informarse en 3615 LEMONDE (Le Monde es un importante periódico parisino) y los sujetos (mecs en francés), buscaban anuncios personales en 3615 MEC. Al igual que las URL actuales, estos códigos aparecían impresos en revistas, comerciales de televisión y en anuncios plotteados en los laterales de los colectivos.

Conforme el usuario ingresaba el destino deseado, el conmutador elaboraba un circuito virtual en una red pública de transmisión de datos por conmutación de paquetes conocida como TRASNPAC. De esta forma los datos comenzaban a fluir desde la terminal del cliente al huésped servidor y viceversa. Estos circuitos virtuales utilizaban el protocolo de red X.25, técnica paradigmática de conmutación de paquetes desarrollada en gran parte por investigadores del Centro Commun d'Études de Télévision et Télécommunications francés.

Sin embargo, al principio, los defensores de Minitel se enfrentaron al dilema del huevo y la gallina. ¿Quién adoptaría un sistema a menos que hubiesen cosas interesantes que hacer con él? Y por el mismo lado, ¿cómo podrían convencerse a los emprendedores de idear servicios a menos que la plataforma contase ya usuarios? Minitel requería alguna manera de atraer tanto a usuarios como a proveedores de servicios al mismo tiempo.

Para poner en marcha el asunto, el PTT encargó millones de terminales Minitel (construidos por fabricantes franceses como Telic-Alcatel y Matra) y las puso a disposición a todo aquél que contase con una línea telefónica en el país, sin costo alguno. Si alguien sentía curiosidad por ese nuevo sistema que promocionaban en los canales de la televisión francesa, simplemente podía dirigirse al correo y volver a su casa con una caja nueva y reluciente conteniendo una Minitel.

Los diseñadores del Minitel se abocaron a que el sistema fuera absolutamente sencillo: todo lo que se requería hacer era conectar el terminal a un tomacorrientes hogareño, discar el número de servicio local, et voilà, estabas en el ciberespacio nacional francés. En tanto, si un aspirante a cibernautas estadounidense anhelaba visitar hacer los mismos en las tierras del Tío Sam, no tenía más que disponer de una abultada billetera repleta de dólares que le permitieran enfrentar las facturas de un equipo informáticos costoso, la instalación de una serie bastante confusa de paquetes de software específicos para dicho equipo, así como los costos de llamadas telefónicas de larga distancia y las suscripciones prepagas por separado hacia cada proveedor de servicios de datos que quisiera utilizar.

El primer servicio disponible en la Minitel consistió en una especie guía telefónica electrónica francesa, el annuaire électronique. Al venir equipada con una interfaz de búsqueda en lenguaje natural, invitaba, ya que este recurso gratuito hacía sencillo explorar Minitel sin gastar un franco. Más tarde, el gobierno comenzó a exigir que las personas usaran Minitel para llevar a cabo ciertas tareas de la administración pública, como el registro universitario. Estos modestos servicios públicos estimularon la adopción de Minitel a una red telefónica en rápida expansión de Francia. Ya sea desde casa, el trabajo o en una terminal pública en la vía pública, lo cierto fue que para finales de la década de 1980, todos los adultos que vivían en Francia contaban con acceso a la red de datos.

Durante la década de 1980, las terminales Minitel proliferaban por toda Francia, y se convirtieron en una parte más de la vida cotidiana. El público los usaba regularmente sin pensar mucho en ello, en sus hogares, en el trabajo o en premisas públicas varias.

Impulsados ​​por este aumento de los usuarios de Minitel, los empresarios aprovecharon la oportunidad para crear servicios nuevos. Estas nuevas empresas se beneficiaron de un novedoso sistema de pago integrado en la plataforma Minitel que redujo la barrera de entrada. El sistema Kiosco del PTT (que llevaba el nombre por los kioscos de diarios que bordean los bulevares de París), se encargaba de la contabilidad, recaudaban dinero de los usuarios en un extremo, descontaba los pagos a proveedores de servicios por otro y se quedaba con una porcentaje estipulado. Los pequeños proveedores de servicios podían, por tanto, diseñar sistemas de información personalizados que generaran beneficios sin tener que gestionar las relaciones con los clientes, aceptar tarjetas de crédito o correr por detrás de cheques vencidos. De hecho, el modelo de tienda de aplicaciones empleado actualmente por Apple, Steam y otros es poco más que una versión privatizada del Minitel Kiosk.

Los proveedores tenían permitido utilizar cualquier hardware o software que quisieran siempre que su formato de salida cumpliera con las pautas publicadas por la compañía telefónica. En la medida la demanda de Minitel fue creciendo, el mercado de los implementadores de software se volvió competitivo al extremo. Estos proveedores nacionales se dieron a escribir sus programas compatibles sobre cualquier máquina del rubro capaz de ejecutar un sistema operativo multiusuario, desde mainframes patentados y minicomputadoras compatibles con Unix hasta las Commodore Amigas e IBM PC.

Más allá del icónico equipo terminal, Francia deseaba llevar a cabo una política fuerte de promoción industrial en lo que hacía al hardware del servidor. Esta parte del proyecto telemático no salió según lo planeado: los hackers-emprendedores exigían más soporte para Unix, pero los fabricantes franceses como Groupe Bull no se lo proporcionaron. Como resultado, los servicios de Minitel terminaron alojados a menudo en máquinas construidas por corporaciones estadounidenses como la AT&T, Hewlett-Packard y Texas Instruments. A causa de ello - irónicamente - Minitel amplió, en lugar de reducir, la presencia estadounidense en el sector de las telecomunicaciones francesas.

Quienes administraban el sistema alentaron a los proveedores de servicios ofreciendoles documentación de alta calidad de forma gratuita. A lo largo de dos décadas, France Telecom publicaba docenas de folletos sobre estándares de interfaz de usuario, terminales, PAVI, protocolos, etc. Un boletín trimestral, La Lettre de Télétel, informaba a los participantes industriales sobre las últimas mejoras técnicas y las experiencias comerciales que se llevaban a cabo.

Las empresas francesas rápidamente ampliaron la plataforma Minitel original adaptando para ella nuevos modelos de terminales y periféricos. Comenzaron a aparecer en el mercado terminales con funciones de memoria integradas, lectores de tarjetas con chip y pantallas color de alta resolución. La mayoría de los terminales Minitel presentaban un puerto serie RS232 y varios modos de video, lo que permitía a los usuarios conectar el terminal a una impresora, lector de tarjetas de crédito o PC. Para los propietarios de pequeñas empresas, esta flexibilidad era utilísima, ya que transformó la terminal Minitel en un sistema de punto de venta en línea (PoSNet) de bajo costo. Y mucho antes que alguien pensara en la IoT ("Internet de las cosas"), Minitel se hizo presente con una variedad de automatismos hogareños, ofreciendo control remoto de calentadores, grabadoras VHS, alarmas de seguridad y rociadores.

Con esta plataforma abierta para la innovación, la telemática electrificó al país, haciendo de Francia de los 80s un lugar de tremenda experimentación y emoción digitalizada. A diferencia de las empresas globo del auge especulativo en la era de las punto com del Silicon Valley, el sistema Kiosk proporcionó un modelo comercial de confiar para los empresarios dispuestos a apostar por el Minitel. Esto terminó llenando los bolsillos a un número relativamente grande de proveedores de servicios. La infraestructura técnica del ecosistema Minitel permitió a los franceses beneficiarse de una gran cantidad de servicios en línea en un momento en que el panorama de las redes de datos en los Estados Unidos se limitaba a BBS locales y propuestas de "jardines amurallados" en ciernes como CompuServe.

Aunque no fue la única red que usó X.25 o tecnología videotexto durante la década de 1980, Minitel fue la única en permitir que muchos proveedores de servicios operaran sus propias máquinas. France Telecom supervisaba solo la red, mientras que en la mayoría de los demás países, una sola organización había centralizado el control tanto de la red como de los servidores del sistema videotex.

En el Reino Unido, por ejemplo, todo el contenido del sistema de videotexto de Prestel se alojaba en un mainframe de IBM instalado en la Oficina General de Correos. El sistema BTX de Alemania se agenció de manera similar. En los Estados Unidos, todo el contenido de The Source - uno de los primeros proveedores privados de información en línea - se ofrecía desde un único centro informático en McLean, Virginia. Incluso 101 Online, una empresa derivada de Minitel que operó brevemente en San Francisco, en el área de la bahía, almacenaba sus datos en una oficina en California Street. Este grado de centralización - en última instancia - obstaculizó la innovación al excluir las nuevas empresas startups de garaje y los dormitorios universitarios que terminaron haciendo la red que es hoy la Internet comercial.

Pero Minitel dio a los proveedores de servicios una libertad considerable sobre sus sistemas, una característica que se convertiría en un elemento básico de Internet. Los administradores de Minitel también cumplieron con una forma temprana de neutralidad de la red. La red no favoreció un servicio sobre ningún otro ni discriminaba de ninguna otra manera. Ocasionalmente, podía prohibirse un servicio por infringir la ley (ofrecer prostitución como un mercado, por ejemplo), pero dicha exclusión estaba sujeta a debido proceso y la administración del sistema podía ser demandada si actuaba de manera arbitraria. Estas garantías de equidad contrastaban con la situación en los Estados Unidos, donde los operadores de redes privadas podían excluir contenido por mero capricho para servir a sus intereses comerciales.

Por supuesto, las ventajas del diseño Minitel tenían un costo. La red utilizaba una implementación no estándar del protocolo X.25 que impedía que los servidores de ejecución privada se conectaran directamente entre sí. En cambio, todas las conexiones se enrutaban a través de la red de datos de paquetes conmutados pública, centralizando de manera efectiva las comunicaciones entre los hosts. Esta restricción se hacía necesaria para implementar el sistema de kiosco, pero también requería que cada host recibiera una aprobación individualmente a nivel estatal.

Enrutar todo el tráfico a través de la red troncal también permitió al estado intentar implementar una política de censura en Minitel. Debido al intenso lobby de la industria de la impresión, únicamente los editores tradicionales obtenían acceso al kiosco. Sin embargo, en poco tiempo, nuevos dadores de servicios comenzaron a sortear este obstáculo burocrático imprimiendo diarios falsos, conocidos colectivamente como la "prensa fantasma", que los calificó para el reconocimiento del estado. Otros compraban y vendían acceso en un mercado secundario. En la mayoría de los casos, la administración de Minitel era feliz de conectar a estos emprendedores inconformistas, haciéndose con un tercio de sus ingresos en el proceso.

Por lo tanto, Minitel no era el sistema rígido y estático que imaginan muchos defensores de la Internet de la década de 1990. La arquitectura híbrida —un puente entre lo público y privado, lo abierto y lo cerrado— brindaba una plataforma rica para la innovación y el espíritu empresarial en un momento en que los servicios en línea en otras partes del mundo se tambaleaban o apenas empezaban.

Para una generación de ciudadanos franceses, Minitel no se trataba de hardware, conmutadores o software. Se representaba en las personas con las que conversaban, los servicios que usaban, los juegos que jugaban y los anuncios de estos servicios que veían en periódicos y carteles publicitarios. Muchos de los servicios que asociamos con la Web tuvieron antecesores en Minitel. Antes de que existiera Rappi, existía 3615 TMK (Tele-Market), un servicio que permitía a los parisinos pedir delivery de comida en el mismo día. Antes de que existiera Cortana o Siri, existían Claire y Sophie, servicios que brindaban información personalizada mediante interfaces de lenguaje hablado. Antes de Ticketek, estuvo Billetel. Y antes del Home Banking, existió la banca Minitel.

Sin embargo, lo que más destaca en la memoria popular de Minitel fueron sin duda la papelería rosa. Estas "salas de chat rosa" eran sitios de coqueteo que iban desde citas en línea bastante convencionales hasta discusiones que eran francamente lascivas. Los servicios del Minitel Rosa no solo eran populares, también fueron increíblemente lucrativos. La rentabilidad de estos servicios telemáticos orientados a adultos desató una guerra publicitaria entre el rubro adulto en los medios impresos, la televisión y las marquesinas publicitarias, por lo que era difícil escapar del fenómeno, incluso si nunca había usado Minitel. Los defensores de la telemática estaban entre entusiasmados con este abrazo entusiasta a las nuevas tecnologías, y preocupados por su tono rosado. Un ministro del PTT se lamentó: "¡No quiero que la imagen de la telemática se vea empañada por el uso exclusivo del compañerismo fornicario!"

La aparición de la Minitel rosa fue el resultado de la innovación de alta y baja tecnología. En el nivel más bajo estaban las animatrices, un nuevo tipo de trabajador de la información cuyo trabajo era, en palabras de una canción popular de la época, "desnudar digitalmente" a los usuarios. Las animatrices eran a menudo hombres jóvenes que se hacían pasar por mujeres. Su tarea era mantener en línea a los clientes desprevenidos durante el mayor tiempo posible.

A la vez que aparecían l@s animatrices, otr@s se describían a sí mismos como adictos al Minitel que intercambiaban sus servicios por tiempo de conexión gratuito.

Los empresarios detrás de estas salas de chat rosa, algunos de los cuales luego dominarían la industria telemática de Francia, también desarrollaron herramientas más sofisticadas para maximizar sus ingresos. Las PC equipadas con software permitían a las animatrices manejar múltiples conversaciones a la vez. Otra práctica - desaprobada por muchos en la comunidad, pero no obstante muy extendida - era usar bots para participar de solicitudes en línea. El magnate del Minitel, Xavier Niel, implementó tales animatrices automatizadas, que invitaban " a pasar el rato conmigo en otra sala de chat".

La enorme popularidad de los servicios para adultos dependía de ciertas protecciones de privacidad integradas en la propia red. Comenzaba en las puertas de enlace local, donde todas las conexiones de Minitel se anonimizaban. No se requerían nombres de usuario ni números de tarjetas de crédito, por lo que los proveedores de salas de chat nunca conocían las identidades reales de sus clientes, ni requerían esa información para hacerse de dinero. Debido a que la facturación qyedaba a cargo de PTT, los proveedores recibían una suma global por quincena facturada, en lugar de tratar con miles de cuentas individuales. Este sistema de pago, que cobraba sin esfuerzo al usuario, fue también la razón por la cual Minitel estaba relativamente libre de publicidad.

La privacidad y el anonimato se extendieron también al lextremo del usuario. Las facturas telefónicas de los consumidores no revelaban qué sitios habían visitado. En lugar de ello, la compañía telefónica agregaba toda la actividad del período de facturación en un único cargo. Por lo tanto era fácil para un@ emplead@ asignado a tareas relacionadas con la Minitel colarse en una sala de chat, rosa o de otro tipo, en el trabajo. Para algunos, la terminal se terminó convirtiendo en el nuevo dispenser de agua (para consternación de muchos jefes)

Los entusiastas de Minitel apreciaban la privacidad y el anonimato de la red. A fines de 1984, los ingenieros de Minitel agregaron una función al terminal que guardaba la última página visitada y facilitaba al usuario la captura de una sesión interrumpida, como lo hace hoy una cookie del navegador. La protesta pública fue rápida y brutal. Los editoriales de los periódicos, que (con razón) veían a Minitel como un competidor, advirtieron que había llegado el Gran Hermano. Unas 3.000 terminales fueron devueltas en señal de protesta. El PTT pronto eliminó esta funciionalidad.

El uso de Minitel alcanzó su pico máximo en 1993, con más de 90 millones de horas registradas en las terminales y con gran variedad de servicios en el Kiosco. En los años siguientes el uso disminuyó a medida que se incorporaban las computadoras en el hogar y el acceso a Internet por telediscado. Los usuarios dedicados pudieron seguir accediendo a Minitel mediante software de emulación de terminal, pero muchos otros simplemente siguieron adelante. La terminal Minitel fácil de usar, pero su sencilla interfaz de videotexto, una vez tan innovadora pero ahora inflexible, obstaculizó el desarrollo posterior.

Aunque cientos de miles de usuarios siguieron accediendo al sistema cada mes durante la década de 1990 y más allá, Minitel dejó de ser un símbolo brillante del futuro telemático de Francia. Más bien, pasó a ser una parte anodina de la vida cotidiana, no más deslumbrante que la radio o el teléfono. En 2012, después de casi 30 años de funcionamiento continuo, los PAVI se apagaron y la era Minitel llegó a su fin.

Pero sería un error ver a Minitel como un fracaso. De hecho, ofrece un modelo intrigante para fomentar la innovación sin sacrificar los intereses del público en la equidad y la privacidad. Los millones de minitélistes curiosos y emprendedores que asumieron riesgos y acudieron en masa a la plataforma durante la década de 1980 fueron de las primeras personas en enfrentar los problemas de confianza, intimidad, privacidad y civilidad que caracterizan la vida en línea el día de hoy. Este gran experimento telemático terminó, pero todavía tiene lecciones que ofrecer a los muchos ingenieros e informáticos que luchan por hacer de la Web un lugar mejor.

Sobre los autores

Julien Mailland está en la Escuela de Medios de la Universidad de Indiana, mientras que su coautor Kevin Driscoll está en el Departamento de Estudios de Medios de la Universidad de Virginia. Recientemente publicaron un libro sobre este tema, Minitel: Bienvenido a Internet (MIT Press).