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Debido al escándalo en Reddit (foro con karma y subtemas), Viktor (marginalia.nu) nos comparte una reflexión sobre la muerte (y asesinato) de comunidades en línea.
Killing Community - marginalia.nu
Tiene algunos puntos que me han hecho reflexionar durante años.
Me cuesta mucho entender las comunidades físicas y en línea. Aquellos grupos de personas que comparten contenido, escriben, leen, comentan; sobre algo en común.
Desde las comunidades con un interés comercial, para venderte algo, que prefieras un producto o seas leal a una marca; pasando por las que nos permiten hablar sobre algún gusto o pasatiempo; incluso llegando a aquellas comunidades más tabú como las relacionadas con política, deportes, sexualidad, e incluso ideas radicales.
Internet en los últimos 20 años nos ha permitido unir a personas de regiones geográficas muy diversas. Y podríamos decir que nos lleva a hoy tener una "vida digital" y estar en una "realidad aumentada constante".
Por ello es normal que nuestras comunidades sociales, de cualquier tipo, estén potenciadas por la tecnología.
Mi punto no va solamente a las comunidades digitales, sino a las comunidades en general.
Un tipo de comunidad podría ser un "centro comercial". Recuerdo de niño reunirme con otros niños en torno a la Plaza Comercial. Jugar "arcades", comprar libros y revistas, comer con nuestras familias. Esta podría ser una comunidad en torno al consumo.
En estas se involucra una relación de consumo para pertenecer. Estas son muy populares en culturas consumistas como la estadounidense. Las casas se crean en torno a Centros comerciales, por ejemplo.
También hay otras comunidades como las educativas o religiosas. En ellas al pertenecer creces interiormente e incluso entra una promesa divina para una vida futura. Por ello hay una iglesia al centro de la colonia, y a un lado una escuela, frecuentemente.
En las comunidades por pasatiempo encontrarás a otras personas que comparten ideas, y pueden pasar ese tiempo juntos. Podría ser el equivalente a ir a un parque y jugar algún deporte con personas al azar que nos encontremos. O hacer una fila para esperar un concierto y encontrarnos con personas parecidas.
Me gustó la analogía con una villa o aldea, donde vivimos en un pequeño poblado. Se ha hablado también de las redes sociales (en línea) como una plaza pública, donde la "aldea digital" puede convivir, seguir gustos útiles y ociosos. Debatir sobre asuntos de interés público, organizarse contra oponentes a un deseo social, etc. etc.
El asunto es que veo que estas comunidades son finitas. Duran un tiempo mientras sea conveniente, mientras me sienta aceptado, mientras mi relación de tiempo invertido me de algo a cambio. No digo que esté mal, simplemente es curioso ¿por qué la gente pertenece a dicha comunidad? ¿Por qué los vecinos no se hablan? ¿Por qué cada quien vive en su casa y no se saludan?
Y algo curioso es que las comunidades van envejeciendo. Entran y salen personas y poco a poco mueren.
Recientemente se ha popularizado bastante el concepto de "enshitification", que podría ser "mierdíficación".
Habla de cómo las comunidades se van corrompiendo hasta apestar. Frecuentemente por el interés hacerlas crecer a un punto donde se pueda extraer el máximo valor económico posible. Puede ser sobre la plataforma que usan, sobre un producto de consumo que va envejeciendo...
Sin irme al profundo análisis sobre el modelo de Venture Capitalist, y a temas profundos y emocionales como el Capitalismo tardío o el Consumismo, me concentro en que las comunidades tienen ese efecto compuesto de tener el interés económico en su centro.
Al pertenecer a diferentes agrupaciones con y sin fines de lucro, vemos que hay ciertas condiciones que podrían asegurar su permanencia o predecir su autodestrucción. Un tema que he investigado mucho recientemente, para mi próximo libro: "La sostenibilidad".
Me llama la atención la analogía de Viktor sobre la "Estación de tren". Pasan multitud de personas, todas conviven en el mismo espacio, pero ninguna realmente se conoce. Nadie conduce al conductor de tren. Posiblemen compras algo de comida en la estación, pero no sabes como se llama el vendedor.
Estamos de forma pasajera en la estación para llegar a otro lado. Pertenecemos a algún grupo leyendo silenciosamente para ver si algo nos conviene o nos emociona. Esto se amplifica pues en lugar de tener todos nuestros sentidos por estar en cuerpo presente, en la vida digital lo vemos a través de una pequeña pantalla.
En latinoamérica encontramos grupos de Whatsapp, Telegram o Discord, donde la mayoría nos conocemos. Por cierto tiempo nos interesan las mismas cosas. Compartimpos noticias relevantes. Felicitamos a alguien que cumple años. Quedamos de vernos en algún evento o al visitar otra ciudad.
Tenemos un sentido de pertenencia. No estamos escondidos en el anonimato. No necesariamente nos interesa estar de paso, o pasar desapercibidos, sino que nos interesa pertenecer y participar. No nos interesa tener un club de Toby con amigos, y que nos reconozcan públicamente, sino que buscamos aprender de otros, y a veces enseñar.
Podemos dar algo de nuestro tiempo libre, aunque quizás nos convenga pues aprendemos algo.
El asunto es cuando una comunidad "debe" tener un fin práctico. Y es aquí donde muchas comunidades profesionales me hacen ruido: Queremos que nos ayuden pero no tenemos tiempo de ayudar. Pagamos por pertenecer pero de pronto ya no cumple la promesa por la cual se pagó y dejamos de pagar la membresía.
Sería el reto de "productivizar" las comunidades. Convertirlas en producto y que sean productivas.
Así como está el debate de si una persona puede ser una marca (yo digo que no, aunque entraríamos semántica).
¿Una comunidad puede ser un producto?
Esto se une a las expectativas que tenemos sobre nuestro tiempo, nuestras herramientas, nuestros datos. Y depende de qué tanto lo tengamos conectado con nuestra identidad. Queremos que nos escuchen, aunque no tenemos tiempo para escuchar a los demás. No hay diálogos, hay muchos emisores hablando a donde no hay receptores. No hay respuestas, solamente preguntas.
Esto se ha venido transformando de una manera muy peculiar. En los años 90 y antes, una gran empresa tenía el control de la transmisión de video masiva, o de la impresión de libros y revistas. Hoy cualquiera puede crear contenido y son los "algorimos" de preferencias, quienes determinan qué llegará a más personas. Vemos un extremo individualismo donde, unos pocos crean para muchos, y los demás quieren ser escuchados, aunque no perteneciendo a una conversación sino como un micro-creador.
La asimetría de la creación se está convirtiendo en un fenómeno curioso que está transformando la manera en que pertenecíamos a estas comunidades en torno al contenido.
Como dice Viktor, no estamos hablando entre personas, sino actuando para una audiencia, obteniendo métricos de vanidad (como vistas y "Me gusta"), o vendiendo cosas.
Por ello el pertenecer a comunidades de personas que estamos tan lejos me hace ruido, quizás estoy viejo, quizás ya pasé por muchas comunidades y ya no me llenan. Sí he tenido ocasiones en que veo en persona amigos que conocí en línea. Es muy gratificante y lo que hace más "real" una realidad virtual.
En un trabajo remoto, asíncrono y distribuído, nos une el dinero. En una fraternidad, amistad o relación de colegas, donde no hay dinero, quizás hace falta algo más. La posibilidad de hacer tangible una idea.
En "Internet is my religion" se habla de un caso cuando una persona se enfermó, y fueron a visitarla sus amigos en línea. Esa es una simplificación, en realidad la formación de la relación fue más profunda. Trabajaron juntos, compartieron ideales, etc.
Estudiando algo sobre el tema, encuentro que seguimos siendo seres con necesidades básicas. Pertenecer a una tribu suena interesante, mientras esa tribu no sea para vendernos un curso, retenernos en un empleo o para pagar un porcentaje a una religión.
Crear relaciones profundas, más allá de una profesión, un equipo deportivo, una serie de televisión... es una profunda necesidad humana.
Necesitamos relaciones más duraderas, que un mensaje en línea no puede remplazar. Requerimos pasar juntos por situaciones dolorosas, para interiorizarlas.
Lo menciono pues así como una persona muere y tenemos rituales para aceptar la pérdida (funerales, memoriales, etc.), en línea esto no es tan frecuente. Hemos normalizado que una persona se sale de un grupo o te deja de seguir y no volvemos a saber de ella.
Las relaciones se han convertido en números, como se ha hablado muchas veces.
Suena mucho a queja, ¿qué podemos hacer? Posiblemente desconectarnos un poco, enfocarnos en relaciones que no escalan y aceptar rodearse de pocas personas valiosas podría ayudar. Asignar tiempo para charlar, para visitar, para jugar.
Hacer híbridas las relaciones suena bien. Vernos en persona. Dedicar energía, tiempo y dinero a organizar una reunión sin tanto fin de lucro, es un filtro para ver qué personas realmente quieren pertenecer más allá de una conveniencia (algo que he encontrado interesante para saber cuales personas estarán en mi vida).
Y por último nos ponen un dilema sobre las comunidades digitales. Para que sean rentables (e incluso auto sostenibles), los proyectos comerciales requieren crecer. Y al crecer, empiezan a empeorar. Es parte de un ciclo de vida. Aunque crecer (en cantidad) no se debe entender como envejecer.
Esa es una gran medida de la madurez. Como he escrito antes, pasar de comportarnos como adolescentes caprichudos, hacia adultos que podemos hacer lo que es correcto en una sociedad.
Suena bastante idealista, lo imagino, aunque este "deber ser" podría ayudarnos a una vida digital más sana.
Entender nuestros pasatiempos, nuestras relaciones interpresonales por conveniencia, las relaciones por gusto, y tener una mejor relación con nuestro trabajo, nos ayuda a ser mejores humanos. Y nuevamente, a pertenecer a una comunidad que nos llene esa necesidad humana.
EOT
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