En cuanto te metes en la cabaña te sorprende el polvo y la oscuridad. Aquí hace mucho que no se limpia, pero sí que ha venido gente. Lo sabes porque hay dos camastros en el suelo que huelen a sudor, una manta vieja de factura y hay una sartén fría y sucia en la chimenea, que tiene un buen suministro de leña, y hasta tiene eslabón y pedernal para prender llama, pero está fría como una rana. La casa, en conjunto, apenas está más cálida que el exterior. Seguramente hará frío durante la noche.