Tumbado tras una zarza ves pasar a la lenta horda de guerreros cansados y cautivos sin esperanza. Los niños, cubiertos de sudor y polvo, podrían tomarse por muertos sacados de sus tumbas. Tú, por supuesto, has pasado casi por lo mismo y aún te da más pena verlo que vivirlo.
Te invade la angustia y la rabia pero cada minuto, este minuto, es un tiempo que das a los perseguidores para encontrarte.
Ve a lo profundo del bosque y huye de aquí