Dirán en el futuro, pero solo se lo tragarán los niños que creen en los elefantes, que Codu era un valle largo, estrecho y escondido, de verdes pastos, manantiales y miles de riachuelos, donde las águilas planeaban sobre los zagalillos que cuidaban de sus ovejas. Este era un señorío tranquilo que los colmilludos, también llamados orcos, casi nunca visitaban.
Hace cuatro semanas, Don Sæk, el maestre de campo pactó con el Gran Caudillo Grrundar:
«Doce gavilanes de plata y la cabeza de la Señora del Valle me llevaré. A cambio abriré para ti las puertas del castillo.»
Hace tres semanas los bárbaros tomaron la «Roca de Codu». El castillo, que nunca había sido tomado en combate, fue conquistado sin pelear.
Los rumores hablaron del falso amor de Don Sæk hacia la Señora del Valle y de su verdadera ambición, pero los que les pasó a los dos nadie lo sabe.
En dos semanas de sangre y fuego, los colmilludos robaron y secuestraron sin descanso. Al terminar reunieron tesoros y cautivos y los hicieron marchar al este, hacia los «Montes de la Ceniza», donde los orcos tienen sus minas. Tú vas entre ellos.
Miras al cielo donde reinan las nubes dejando que la lluvia te lave la cara. No quieres ver nada más. Contigo caminan doscientos colmilludos, sabrán los dioses cuántos drasgos de piel parda y 2027 cautivos, tú entre ellos. Pero estás solo: ni papá, ni mamá, ni la pequeña Frumia ni el bestia de Reberto están contigo. Deseas que hayan escapado sobre todas las cosas.
Distraes el miedo pensando en el camino, que tus pies descalzos notan frío y blando. Los pardos empiezan ahora a gritar, ¡vaya!, ¿qué irá a pasar esta vez?