Querida persona desconocida, he sido estudiante, educador de piso, seminarista, profesor, procurador (digamos abogado en genérico ya que también fui pasante) y últimamente funcionario de la adminastración. He experimentado los prejuicios sociales positivos y negativos. Obviamente también los de funcionario que suelen ser negativos.
Y no, no voy a dedicar una línea a protestar ni a luchar contra los prejuicios. Cuando quiera perder el tiempo me pondré a vaciar el mar con una cesta.
Prefiero compartir una reflexión de otra clase de funcionarios; los militares. Que recuerdo algo así como «no cumplimos con el deber para que nos den las gracias». Expresión que me extrañó la primera vez que la encontré y hasta suena un poco a estar por encima de los demás. Huelga decir que nada tiene que ver con ello. A las gracias se le deben dar la bienvenida y hasta agradecerlas, pero nunca esperarse. El deber se cumple porque es lo que se debe hacer. Pero uno no debe hacerse esclavo del agradecimiento de nadie.
O de los «me gusta», «visitas», etcétera, etcétera.
Y lo mismo que tenemos que liberarnos de la aprobación, hay que hacerlo de la desaprobación. Sí, desde luego que hay que escuchar atentamente a lo que de nosotros quieren contarnos, pero ni tomarlo como la Verdad Absoluta, ni como la puntuación de nuestra vida. Son elementos de información subjetiva que deben validarse primero y analizarse después.
Y ya está.