En la primera secuencia de la película, un reportero de una cadena de televisión norteamericana nos relata los acontecimientos que surgen en la República de San Marcos. De un modo paralelo, en el inicio de La Odisea, el poeta invoca a la musa para que empiece el relato del héroe que estuvo peregrinando por largo tiempo después de la destrucción de Troya.
De un uso personal, íntimo e intransferible de la información como es el caso poeta-musa y de un relato cargado de solemnidad, pasamos en Allen a una invocación colectiva que se presenta bajo una faz cómica y que se esculpe con sátiras mordaces:
Buenas tardes, este es el programa deportes mundiales desde la pequeña República de San Marcos. Hoy vamos a retransmitirles en directo un importante discurso, el que va a pronunciar dentro de breves momentos el presidente de este encantador país, que, pese a la excitación reinante, quiere explicar al pueblo las verdaderas causas que han conducido a la actual situación. El tiempo de esta tarde de domingo es realmente estupendo y muy apropiado para estos pintorescos tumultos que se han iniciado con el ya tradicional atentado contra la embajada de los Estados Unidos, un ritual tan antiguo como la misma ciudad. Acto seguido, el jefe de la unión laboral Julio Díaz, ha sido brutalmente golpeado por una multitud enfurecida, uno de los espectáculos más emocionantes que hemos presenciado, probablemente lo volveremos a retransmitir para ustedes en video-tape.
A continuación, pasa la conexión a otro de los reporteros que cubren la noticia. Su compañero, situado fuera del Palacio presidencial, nos relata como el Presidente, cuando sale del Palacio para hacer su discurso, es asesinado. Incluso se acerca hasta él. Argumentando que pertenece a una televisión norteamericana para que le cedan el paso, se abre paso entre las masas. Cuando llega hasta el Presidente, se produce una conversación sumamente surrealista:
-Señor Presidente, le han disparado, ¿cuándo supo que todo había terminado?
-Asesinos!, asesinos!
-Bien…., comprendemos su desconcierto antes las presentes circunstancias. Suponemos que ahora tendrá que anunciar su dimisión. (Muere). Buena suerte, señor, buena suerte.
A continuación, un General se proclama presidente y allí está el reportero para cubrir la noticia:
-Y ahora, amigos, si quieren acompañarme un momento, voy a intentar conseguir unas palabras del nuevo líder de San Marcos, suponiendo que pueda abrirme paso entre esta vociferante multitud. (a la gente) ¿Me dejan ustedes pasar?, por favor…. Veo al que se ha nombrado a sí mismo general, está hablando con uno de sus hombres. (al nuevo líder) Perdone, perdone, señor… General, enhorabuena, general Emilio Molina Vargas. Por favor, general, unas palabras para nuestros telespectadores….
-Durante muchos años he estado esperando este día. Ahora, yo soy el Estado. Usted dice eso señor, pero muchos diplomáticos importantes mantienen que es usted el hombre más odiado de todo el país.
-¡Acabaré con los periódicos, entrenaré a mis soldados, encontraremos a los rebeldes!