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Tenía 5 años y desde que tenía uso de razón, siempre había tenido miedo al "tren de la bruja". Cuando llegaban las fiestas a cualquier barrio de la ciudad, temblaba. Sus padres, amigos y familiares siempre le decían que se subiera a esa temible atracción cuando iban a las fiestas de cualquier barrio de la ciudad, y siempre obtenían la misma respuesta: NO. ¿Tan difícil era de entender que tenía auténtico pavor a esa atracción?, ella era diferente a otros niños, ¿no podían respetar eso?.
Aquel día se inauguraban las fiestas de verano de su barrio. Empezó a sentirse incómoda. Tendría que volver a pelearse con la gente que le diría “¿por qué no subes al tren de la bruja con tus amiguitos?” y ella tendrá que decir por enésima vez NO.
Bajaron por la tarde para ver el ambiente festivo y para ir a la zona de las tómbolas y atracciones. Cómo no, sus padres ya le habían insistido dos veces en que subiera al tren de la bruja.
Mientras se comía un algodón de azúcar vio a Juan Carlos, el niño de su clase que le gustaba, y se quedó paralizada; podía notar como el calor subía a sus mejillas, y giró la cara mientras la escondía detrás del algodón de azúcar.
Estuvo un rato observándolo y vio cómo sus padres sacaban un billetes para el tren de la bruja y se subía en el último vagón del tren. Entonces ocurrió.
Pensó en qué podía ocurrir si incluso los niños de tres años se atrevían a subir, no podía permitir que esos niños fueran más valiente, y además, allí estaba su amado, y había un sitio libre junto a él.
Salió corriendo hacia la taquilla, gritando a sus padres, que prestos, se dieron prisa, incrédulos, a comprar un billete. Llegó al vagón justo cuando sonaba la sirena que anunciaba que ya no se permitía más pasajeros.
Se sentó ruborizada al lado de Juan Carlos y se saludaron. Con un "clank" se puso en marcha el tren. Estaba temblando, no se sabe si por estar junto a su enamorado o por el temor que tenía a la atracción. El tren empezó a circular por la vía hacia el túnel. Ella estaba absorta en sus cavilaciones: "¿nos cogeremos las manos dentro del túnel?, quizá me dará un beso, si no me lo da él, ¿se lo daré yo?" solo pensarlo se ruborizó.
El tren entró al túnel, y al cabo de un rato salió por el otro extremo. Ella seguía ruborizada, pese a que no hubo cogida de manos ni beso. El tren seguía su recorrido circular y se acercaba de nuevo al túnel: "Ahora, ahora, esta vez yo le cogeré la mano" pensaba, llevada más por la emoción que por el hecho en sí, ya que en el fondo no se atrevía. Sus padres la miraban felices. Juan Carlos estaba más preocupado en quitarle la escoba a la bruja para obtener un viaje gratis que en su compañera de vagoneta.
Cuando salió el tren Juan Carlos estaba buscando a la bruja para un nuevo intento de quitarle la escoba a la bruja, pero ella no estaba en la vagoneta. Sus padres notaron un escalofrío que les partió la columna. Volvió a entrar al túnel y volvió a salir dos veces más, pero a la niña no volvieron a verla.
Pararon la atracción, los operarios buscaron dentro del túnel, ahora completamente iluminado. Ni rastro de la niña, no volvió a aparecer jamás.
Cuando los niños tienen miedo de algo, quizá deberíamos respetar sus decisiones y hacerles caso, preguntarnos por qué tienen miedo, por que quizá tengan razón.