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He escrito anteriormente sobre las comunidades digitales, una búsqueda de pertenencia, mi frustración y hasta decepción al participar en grupos puramente digitales, redes sociales, etc. También sobre los problemas de mezclar redes personales con profesionales, el trabajo con el pasatiempo. Lo digital con lo físico., etc. etc.
Este fin de semana fui con mi esposa a un centro comercial y 'ojeando' una revista llegué a este artículo:
El fracaso de las redes sociales es un triunfo para las comunidades de verdad
Naturalmente me llevó a reconsiderar el papel de las plataformas digitales en la vida diaria, en mi trabajo, en mis pasatiempos, en mi salud, en mi inspiración y más cosas.
Trabajé del 2020 al 2021 con personas de todas partes del mundo, y tuvo sus puntos buenos aunque también se sintió muy lejano. Curiosamente, como pasa en muchas relaciones personales, al terminar los proyectos no los volví a ver y es muy poco probable que vuelva a ver a esas personas que viven a horas de distancia. Es una sensación extraña.
En estos últimos meses comencé a reconectar con comunidades presenciales en mi ciudad natal y he sentido una mayor cercanía que en redes digitales. Vi a personas que no había visto en años.
Acá con personas al alcance de la ciudad, en unos minutos, es más probable de vernos en algún evento público, en una tienda. Y así ha sido. Quizás es un simple sesgo, aunque ahí está.
Posiblemente en 2024 retome crear comunidad, pertenecer a una comunidad y crear herramientas para la comunidad...
Las comunidades son complicadas y lo complicado cuesta
De acuerdo, el simple hecho de coordinar personas, intentar crear una ambiente agradable, moderar actitudes no deseadas, mezclar personas que llevan años en la comunidad, con los que van entrando.
Crear una comunidad es muy complejo, y eso lleva rápidamente a un tema de recursos. Y cuando entran los recursos, entran los intereses económicos, lo que lleva a querer monetizar la comunidad.
Ya he platicado que al monetizar nuestros pasatiempos entran nuevos problemas. O al no tener suficientes recursos para nuestro pasatiempo... Pues también tiene problemas.
Por ello estoy de acuerdo, las comunidades son complicadas y lo complicado cuesta tiempo, dinero, esfuerzo, incomodidad y energía.
Las redes sociales han abandonado silenciosamente su promesa original de crear comunidad para convertirse en interfaces entre vendedores y consumidores.
Desconozco si la promesa original era crear comunidad. Me suena más que son "espacios de expresión" como sería un blog, una página de fotos, de videos.
Eso sí, por los efectos en red, se va creando un espacio de charla, de sensación de cercanía: "soy uno de los 10,000 seguidores de tal creador".
Y requerimos un sentido de comunidad, de que no somos los únicos locos que nos gusta "esta" cosa extraña. Que tenemos un ideal de que el mundo sea diferente.
Por un lado las telecomunicaciones, como llevan cientos de años haciéndolo, nos acercan a las personas. Aunque también esa distancia física hace que el esfuerzo parezca diluido, que el impacto social sea poco. Nos lleva a preguntarnos ¿qué tan importante es charlar en línea? ¿compartir textos en línea? ¿mejorará el nivel de vida de quien lo lee? ¿Será un buen pasatiempo?
Y de pronto vemos que sí. Que seguir un ideal es relevante, que esa necesidad de hacer cosas con otros locos, da un sentido a la vida profundo, significativo. O simplemente debemos disfrutar las cosas mundanas, como ver un deporte, un concierto, ir a pasear.
Y luego tenemos en el medio cosas complejas, como que nuestros pasatiempos sean consumistas y requieran una codependencia entre alguien que produce por dinero y nosotros que tenemos la necesidad de consumir.
los miedos que evocaron han sido sorprendentemente similares a los que provocaron sus predecesores tecnológicos, desde la televisión, pasando por la radio, la prensa móvil y la escritura en sí.
Una relectura histórica nos demuestra por qué no hubo nada ni verdaderamente nuevo ni revolucionario en ellas.
Mmm... No estoy tan seguro de ello, hubo una fuerte transición de la TV y las revistas hacia los medios digitales. De acuerdo en que no fueron nuevos, al simplemente reemplazar lo que ya había, aunque sí siento que la revolución vino del lado tecnológico más que de las redes como servicios.
Era inimaginable estar conectado 24/7. Poder comunicarse por precios más bajos que nunca. Que muchos tendríamos un dispositivo de telecomunicación en la mano todo el tiempo. Que el desarrollo cerebral de los niños se vea afectado por estar expuestos a pantallas desde temprana edad. Que las redes provoquen problemas de depresión y hasta intentos de suicidios. Todo ello es una muestra de su presencia e impacto.
Ahora... Sobre lo positivo, habría que ver más a detalle. El artículo menciona algunos de los que comenté acá, como la bajada de los costos, la creación de la cultura de "todo gratis" disminuyendo los beneficios para los pequeños creadores y la monetización de los espacios públicos en línea.
También ocurren curiosos casos como la masificación del Código Abierto, las plataformas de edición colaborativa, y personas de todas partes del mundo construyendo de forma gratuita, acá un ejemplo:
Wikipedia [...] asociación sin fines de lucro cuya comunidad de editores y contribuidores donan su tiempo y su conocimiento para crear, entre debates acalorados y trabajo no pagado, la enciclopedia digital y gratuita más usada del mundo.
Este ejemplo me llama mucho la atención y me gustaría conocer más. ¿Por qué la gente tiene como pasatiempo escribir de manera desinteresada para generar conocimiento colaborativo?
estas tecnologías buscaban sinceramente reinventar la forma en que interactuamos los seres humanos.
el término “comunidad” degeneró, abandonando el significado de interconexión humana por el de intermediación comercial.
Esta parte es compleja, por un lado entendemos que existen costos de vida, una fuerte alineación a que el éxito contempla tener recursos, poder, fama, influencia.
Por otro lado está la sobreexplotación a lo comercial. "Las relaciones deben ser provechosas" "Aprovecha siempre el tiempo".
Ambos extremos son problemáticos. Vivir con romanticismo contra con apatía por todo lo que no lleve al éxito.
Algo parecido ocurre con las plataformas digitales. O se usan puramente para pasar tiempo, o se monetizan agresivamente. En la economía de atención te regalo algo para después incluir un anuncio publicitario. Lo he mencionado antes, comerciar y vender es mayormente positivo, el tema es cómo lo hacemos. Consumir bienes y servicios puede ser positivo; cuando entramos a un hiper-consumismo empiezan algunos problemas interesantes de vivir y resolver.
Llegar a la mezcla en que funcionen para una cantidad suficiente de placer y de ingresos económicos es bastante complejo, que hace más sencillo no usarlas.
La comunión chatarra, con sus llegues de dopamina fácil, está diseñada para que los usuarios visiten compulsivamente la “comunidad” sin jamás formar una relación más compleja que la del consumo.
De acuerdo…
Entramos al hiper-consumismo de las redes. La adicción a consumir digitalmente. Estar por horas observando videos y ‘desplazando’ en espera de emociones. También que cambien las expectativas sobre la cantidad adecuada de tiempo en entretenimiento. Este es un tema sensible y hasta personal. Es cómo decirle a alguien que come en exceso que lo deje de hacer (y por consecuencia tendrá un problema de salud). Es complejo decirle a alguien que reduzca el consumo de algo que le hace sentir bien a corto plazo.
La instrumentalización de la comunidad fue posible gracias a empresas [...], que surgieron en zonas vecinas a las sedes de las redes sociales para crear, en sus propias palabras, “máquinas diseñadas para cambiar humanos”.
Cuando mezclamos las relaciones sociales con la tecnología, para un fin económico, entramos a nuevos retos como sociedad. Personas adictas al trabajo y luego al trabajo en línea, al consumo y luego al consumo digital.
Tenemos problemas antiguos mezclados con el desconocimiento sobre cómo reaccionar a la tecnología, que frecuentemente es vista como una caja negra mágica de la cual todavía no se conoce como reaccionar, cómo limitarla, cuáles son verdades detrás de las promesas que nos llegan..
Nuestras reacciones ante la creación, el desarrollo y actual desenlace de las redes sociales fueron, hasta cierto punto, perfectamente predecibles.
Bueno, en retrospectiva es perfectamente predecible. Esto es algo que me explotó la cabeza al leer "El Internet Victoriano". Todo es predecible, pues apunta a las mismas necesidades humanas. En el momento la novedad no te deja ver lo básico que está detrás.
YouTube, Twitch, los streaming desplazaron a la TV en vivo y a la grabada. Que a su vez desplazaron a las radionovelas, que quizás desplazaron al teatro. La necesidad de espectáculo es la misma, lo que va cambiando es el medio. Posiblemente pronto habrá animación 3D hiperrealista generada en tiempo real de acuerdo a nuestras reacciones cerebrales, que conectan con nuestro deseo. Sentirnos entretenidos.
Entonces entra una sensación extraña. Todo va a una mayor velocidad, aunque atendemos las mismas necesidades. Sentimos que no tenemos control sobre la velocidad de nuestras vidas. Y aprender a frenar se siente tan contraproducente, tan rebelde.
“Pocas veces se había hablado tanto como ahora de la necesidad de un nuevo sentido de comunidad. Y es que pocas veces habíamos experimentado una conciencia más punzante de nuestra soledad”.
La necesidad de amistad, relaciones significativas, de no sentirnos solos, nos lleva a soluciones que parecen fáciles. "Ten montón de amigos en línea" "No requieres enfrentarte al rechazo" "No importa si eres introvertido, a través de una pantalla no requieres ir a otros lugares, tu puedes desconectarte en cualquier momento"
Lo cual tiene algo de verdad, aunque también nos lleva a relaciones superficiales. Dicen que lo que fácil llega, fácil se va.
Las relaciones significativas requieren mucha energía. Resolver conflictos. Dar la cara. Equivocarse. Pedir perdón y aprender a perdonar. Escuchar más de lo que hablas. Que la otra persona es tan importante como tú.
Y de cierta manera, aprender a ser una mejor persona y ayudar a ser mejor persona.
Se ha hablado mucho de que las redes son el escaparate digital. Hecho para que pasen personas a observarte, te dejen una sonrisa que mueve tu dopamina y se vayan. Las personas no conectan, están movidas por emociones superficiales.
Es ahí donde volvemos a tener relaciones significativas, a pertenecer a comunidades que vayan más allá de lo fácil.
Y como lo he mencionado, esta es una necesidad constante. La frase que cito es de 1948, y se repite en cada generación a lo largo de la historia de la humanidad.
Quítenos el celular y la demás parafernalia de la modernidad y seguiremos siendo los mismos primates de hace cientos de miles de años; por ello, cualquier nueva tecnología siempre enfrenta los mismos retos. Las innovaciones a menudo pasan por una evolución similar cuando hacen su presentación en sociedad: primero resultan perturbadoras para luego ser asimiladas y volverse parte del statu quo. No hay ninguna tecnología tan revolucionaria que no termine integrándose a nuestro mobiliario social.
Creo que este es el reto. Asumir nuestras emociones primitivas que disfrazamos con tecnología, cuando el problema no es la tecnología (disfrazada de solución), sino quiénes somos. Cuando permitimos que nuestro instinto primitivo nos domine.
nos acostumbramos rápidamente como sociedad a los efectos de las redes, por lo que su disrupción fue menos prolongada.
Curiosa premisa. Lo que ocurre más rápido parece menos disruptivo. Nuevamente acá no estoy tan de acuerdo, pues su misma velocidad lo hace impactante. Me parece que esta percepción es más un sesgo. No podemos negar que las grandes empresas de telecomunicaciones crecieron a una velocidad, nunca antes vista, y por su misma aceleración están observando un declive.
Por ahí hay una gráfica de que la siguiente tecnología busca llegar al millón de usuarios más rápido que la anterior. La última que me viene a la mente es ChatGPT. Algo nunca visto, revolucionario, controversial, aunque a algunos meses de su salida, ya no parece nuevo ni sorprendente.
solo habrá ventajas competitivas para aquellas mentes brillantes que le encuentren un nuevo giro o innoven con alguna otra herramienta tecnológica aún más eficaz. Las herramientas nuevas de ayer son las herramientas indispensables de hoy y se convertirán en los instrumentos básicos del mañana —pero son solo eso: herramientas en espera de que alguien las use para el bien o el mal.
se vuelve lógico que, una vez distribuida la innovación, pase por un proceso de banalización y hasta reivindicación.
Un accidente de conversión evolutiva nos ha devuelto la retórica, esta vez grabada con un celular y administrada por algoritmos que nos instan a optimizar nuestro contenido hablando con contundencia y autenticidad, reglas que no distan tanto de las máximas de la retórica de la Antigüedad clásica.
Una rebuscada forma de decir que volvemos a los textos para expresar nuestros pensamientos, como hoy acá lo hago y tu lo lees. Eso sí, buscando alejarnos de los algoritmos y expresando a través de los bits, como sería a través de un papel y tinta, o perforar una roca.
Lo importante no es el texto, sino por qué lo hacemos y cómo nos comunicamos. Como pasamos del mundo de las ideas al mundo material, al mundo social.
Los límites de la descentralización de las redes sociales también se expusieron en 2011, en el momento clave de la revolución egipcia, cuando el gobierno apagó el internet.
En los últimos meses estuve bastante interesado en usar y crear plataformas descentralizadas. Desde el micro-blogging que vive en tu propio servidor, un blog, chat, etc.
Después de varios meses, veo uno de los efectos de la centralización. Si es difícil encontrar nichos en las grandes redes, en las plataformas descentralizadas lo es aún mayor. Está muy debatible si hay o no cámaras de eco, donde está el efecto de que nos rodeamos de personas que piensan como nosotros, por una necesidad de comunidad, de validar nuestras emociones. Definitivamente en las redes descentralizadas se da, pues solamente personas que disfrutan usarlas, son las que las usan. De eso a que cambien nuestra manera de pensar, pues hay mucho camino.
Es por ello que en un sentido práctico, las redes comerciales son más atractivas para los que trabajan y se publicitan en ellas. Luego para los que disfrutan un pasatiempo, encuentran más relaciones ahí, por lo que son más atractivos para la publicidad.
Es un tema de incentivos. "Estoy donde hay más gente, me voy a ciudades donde hay más personas como yo." "Estoy en la plataforma donde hay más gente, y por consiguiente, más posibilidad de sentirme parte de".
Si bien la descentralización es un ideal interesante, en el sentido pragmático siempre hay una gran fuerza en contra hacia el camino de menor resistencia.
Lo veo muy claramente en latinoamérica al usar las grandes redes, pues los operadores de datos móviles las regalan. Pocos quieren pagar por usar algo cuando hay una alternativa gratuita. Pocos quieren montar un servidor para hacer algo a lo que solo hay que dar tus datos personales y de vez en cuando permitir publicidad. Es un tema bastante complejo, competir pragmáticamente contra lo masivo.
tal vez la innovación menos apreciada de los últimos siglos haya sido la del café, un lugar que, superficialmente, parece un negocio donde se venden bebidas psicoactivas, pero que en realidad ofrece un espacio público y a la vez íntimo para el intercambio de ideas, chismes e historias y que tiene el añadido de que la cafeína es una sustancia altamente adictiva.
el café lidiaba con la intoxicación de la presencia de la multitud
Recientemente he ido a trabajar a cafés, a platicar un poco con mi esposa, a jugar con amigos y aunque no siento que se haya pertenecido a una comunidad más allá de las personas que invite, sí hay una magia especial de salir de tu oficina, tu casa, y pagar para que te den una experiencia diferente.
Comer algo rico, disfrutar una bebida, escuchar ruido diferente.
De hecho mi esposa quiere abrir un café. Si bien ir a un café unas horas a la semana, y trabajar en uno, son cosas totalmente diferentes, está ese romanticismo en torno a tener uno, a ayudar a crear ese espacio mágico para descansar, salir de la rutina, y vivir decentemente bien.
A diferencia de una taberna, un pub o un bar, el producto principal —el café— no tenía el efecto depresivo y entorpecedor del alcohol; todo lo contrario: afilaba mentes y mantenía a sus consumidores alertas y despiertos.
Acá estoy sesgado al no amar el café, de hecho la cafeína me altera y me hace sentir mal. Disfruto más una cerveza. Aunque bueno, el café es un pretexto, lo importante es el lugar, el amor a una actitud.
A la institución del café se le atribuye la creación de conceptos tan cismáticos como el de capitalismo
Si bien la correlación no implica causalidad, me llama la atención que los bares se asocian más relajarse y desestresarse; y un café a trabajar, a enfocarse. Claro que se pueden hacer ambas cosas en cualquier lugar, los cafés se han ido moviendo hacia ese lugar para 'hacer cosas importantes', mientras se cubre la necesidad humana de la comida, la bebida y la reunión.
Es muy fácil caer en lo típico de yo escribir esto, tu leerlo y ahí dejarlo. El verdadero reto está en lo que pasa después.
No solamente ser espectadores de las tecnologías que los demás crean, sino decidir cómo el cambio tecnológico impacta nuestras vidas.
La pregunta original era: ¿Podemos tener comunidades digitales sostenibles?
Lo que he encontrado es que lo híbrido funciona mejor. La tecnología es el pegamento aunque no el cimiento. Es importante tener propósitos fuertes, un sentido de unión que se mantiene con recursos, atención y tiempos siendo los que parecen más escasos. Viajar y reunirse en un lugar común, para tomar una bebida ayuda también como pegamento y pretexto.
Si bien se puede trabajar a distancia (y lo que nos une es el dinero), se puede tener amigos a cientos de kilómetros (y nos une un tema en común, o un evento), cómplices en una causa (y lo que nos une es hacer que algo suceda), lo que verdaderamente importa es que estemos cuando y donde debemos estar.
Y, cómo no, compartir eso en nuestra plataforma tecnológica favorita.
EOT
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