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Adaptarse o morir

To Be or Not To Be (1942) Ernst Lubitsch. Exercici de crítica cinematogràfica (La Casa del Cine, 2010-2011).

To be or not to be es una sátira sobre el nazismo y una mofa sobre la figura de Hitler en plena Segunda Guerra Mundial. La acción se desarrolla poco antes y durante la invasión de Varsovia y se basa en dos hilos argumentales que se entrelazan y posibilitan su desarrollo: los ensayos de una compañía de teatro que representa una comedia sobre la GESTAPO y el idilio entre una de sus actrices, una mujer casada (Carole Lombard) con un famoso y egocéntrico actor (Jack Benny) y un joven aviador (Robert Stack).

La película que nos ocupa es una forma tan original como extraña de propaganda antifascista norteamericana. El cine propagandístico nació después de la Primera Guerra Mundial bajo el seno de los totalitarismos y se desarrolló plenamente en la Segunda Guerra Mundial siempre con el objetivo de manipular la opinión pública.

En To be or not to be, Lubitsch, de origen judío y nacido en Alemania, se posiciona en contra del nazismo con una mordacidad y una lucidez desbordantes, desacreditando el borreguismo nazi por medio de un ritmo frenético y de un ejército de comediantes que se organiza mejor que el propio ejército alemán. El ir y venir de los personajes nos mantienen en una constante expectación: acuérdense del camarote los Hermanos Marx en One Night at the Opera (1935). Si alargan la escena 99 minutos tendrán una idea del ritmo desenfrenado de esta sátira propagandística.

A modo del Potemkin de Eisenstein y en contraposición a la línea general del cine norteamericano, el protagonista de la película es el pueblo, en este caso, el pueblo judío representado por un elenco de actores que ridiculizan al ejército nazi y al mismísimo Hitler. Y no solo eso. Lubitsch consigue que los propios nazis se ridiculicen a sí mismos sobre todo a través de la figura del Coronel Ehrhardt, protagonizado por el cómico alemán Sig Ruman que intervino en algunas películas de los Hermanos Marx.

El uso de planos medios y americanos nos permiten situar la comedia en todo momento y asemejan el filme a una obra de teatro, medio del cual provenía Lubitsch. La luz es abierta, clara e inunda la acción durante toda la película a excepción de las dos escenas de persecución donde la oscuridad de la noche en un caso y del teatro en otra, queda perturbada por unos potentes focos que iluminan a diestro y siniestro en su búsqueda del perseguido.

Aunque incomprendida en su época por su comicidad ante tal acto de barbarie, la obra de Lubitsch es un estandarte de cómo ante una situación límite, de vida o muerte, los individuos se organizan y se ayudan para salvar sus vidas. Lubitsch nos cita a Hamlet y nos habla de la usurpación del poder, de las bajezas humanas; nos introduce a Ana Karenina y nos muestra una mujer dividida entre dos hombres; recita El mercader de Venecia y nos sensibiliza ante la férrea ansia de supervivencia de un pueblo perseguido.