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2005-03-31
Ojo: Que esto es largo y, probablemente, aburrido (Luego no digas que no te he avisado).
_Una mujer norteamericana que, bajo hipnosis recordó detalles increibles de una anterior reeencarnación. todo el mundo lo sabe_.
Las leyendas urbanas son esas historias que todo el mundo conoce, que forman parte del acervo cultural y que, además, son falsas.
Ya hice una vez una pequeña selección de mis propios mitos indemostrados[1], pero la lista es infinita.
La hipnosis, por ejemplo, es una de esas cosas que valen para todo. Desde dejar de fumar hasta aprender inglés es fácil gracias al poder de magos de salón, sacerdotes _nueva era_ y psicólogos metidos a mesmeristas.
En concreto, la hinosis parece haberse revelado como la herramienta definitiva para recordar cosas olvidadas. Dificilmente saldrá el tema de la _hipnosis regresiva_ sin que alguien mencione, sin el menor asomo de duda que está **científicamente comprobado**.
Bajo la hipnosos regresiva la gente consigue recordar detalles mínimos, como el color de ojos de la tercera persona con la que te cruzaste al bajar del autobús el día anterior a tu último cumpleaños. Incluso recuperan recuerdos de su infancia o, llegando casi al límite, de la vida en el útero materno. Su poder parece ilimitado.
Más aún: Sujetos bajo hipnosis han logrado recordar _vidas anteriores_, siendo esta la prueba más espectacular de la reencarnación.
La lógica del asunto es cristalina:
podemos recordar el pasado, aunque a menudo olvidamos cosas.
Bajo hipnosis, podemos recordar cosas olvidadas hace mucho tiempo.
Se puede hacer a un hipnotizado retroceder en el tiempo, y recordar incluso la vida en el útero.
Sujetos bajo hipnosis han retrocedido aún más, recordando vidas pasadas.
Luego la reencarnación existe.
Y todo esto está _científicamente demostrado_.
Pero ¿Alguien se ha molestado en investigar _científicamente_ ese supuesto poder de la dichosa hipnosis regresiva?
Para empezar, deberíamos ver cómo funciona nuestro cerebro a la hora de recordar algo.
Seguramente esta mañana te has despertado, incorporado en la cama, y te has puesto tus zapatillas. Detente un momento en la lectura de este post e intenta recordar cómo ha sido esa escena.
...
¿Aún no?
...
Vamos, despues de todo ha sido esta misma mañana.
...
Bién. ¿Qué has recordado?
¿Ha sido algo parecido a una imagen del techo o el despertador al abrir los ojos, seguida de un primer plano de tus manos al alzar las sábanas y la visión de tus piés que buscan las zapatillas?
¿O más bién te has visto **a tí mismo**, como si fueras una tercera persona, mientras hacías todas estas cosas?
Si tu caso es el segundo (como es lo normal), deberías ahora planteartelo: No has podido verte a tí mismo. Lo que recuerdas no es lo que has visto.
Desde hace mucho sabemos que la memoria es una tramposa, y nuestra mente una traidora. Recordar no es un mero acto pasivo de traer una imagen de una escena pasada, sino una tarea activa, en la que tu mente _reconstruye_ la escena. Y puede agregar, sustraer o modificar detalles. No es como reproducir un vídeo, es como contratar actores para volver a representar la película.
Desde los setenta, la psicóloga Elizabeth F. Loftus ha estado llevando a cabo una serie de experimentos en los que ha demostrado que la información adicional modifica el recuerdo. Según relata una de sus primeras experiencias:
[...] participants viewed a simulated automobile accident at an intersection with a stop sign. After the viewing, half the participants received a suggestion that the traffic sign was a yield sign. When asked later what traffic sign they remembered seeing at the intersection, those who had been given the suggestion tended to claim that they had seen a yield sign. Those who had not received the phony information were much more accurate in their recall of the traffic sign.
Que, traducido, dice:
[...] los participantes veían un accidente automovilístico simulado en un cruce con un STOP. Después de la proyección, la mitad de los participantes recibieron una sugerencia de que el signo de tráfico era un "siga". Cuando posteriormente se les preguntó acerca de qué señal recordaban haber visto en el cruce, los que habían recibido la sugerencia tendían a afirmar que habían visto una señal de "siga". Aquéllos que no habían recibido la información errónea fueron mucho más precisos en su recuerdo de la señal.
En otros experimentos Loftus pudo implnatar recuerdos de acontecimientos que ni siquiera habían ocurrido (como perderse de niño en unos grandes almacenes).
Loftus llamó a este efecto (que ya es un clásico de la psicología) "Síndrome del falso recuerdo".
La hinosis es un procedimiento por el cual se hace a una persona concentrarse y entrar en un estado de relajación con alta susceptibilidad a la sugestión. Es una técnica que, desde Freud, ha sido usado (y abusado) por los psicólogos de todas las épocas. Es por tanto natural que haya una inmensa bibliografía al respecto. Lo malo es que esta bibliografía no apoya para nada la hipótesis del "recuerdo mejorado". Muy al contrario, la desmiente taxativamente. He aquí algunos ejemplos:
McConkey y Sheehan demostraron que la hipnosis no aumentaba la capacidad de recordar, pero que sí aumentaba la confianza en el recuerdo. Es decir, que el recuerdo no es más fiable, pero el hipnotizado cree que sí. Además, otros experimentos dieron como resultado que los efectos de la hipnosis varían en función de las espectativas del sujeto: Si cree que le ayudará a recordar, recordará (pero no por ello será un recuerdo más fiable). Si cree que le paralizará, se sentirá paralizado.
El psicólogo Nicholas Spanos demostró que la hipnosis es un proceso relaccional entre el hinotizador y el hipnotizado, en el que el segundo tarata de captar y cumplir las espectativas del primero, de modo que el resultado es, en cierto modo, _consensuado_ entre ambos.
Este último efecto es sutil. Si el hipnotizador pregunta, por ejemplo, "¿De qué color eran las cortinas?", el sujeto tratará de dar la respuesta que considere más adecuada **aunque no existieran tales cortinas**.
Otros estudios han demostrado que, cuando un adulto "regresiona" a su infancia no se comporta como un niño, sino como un adulto considera que se comporta un niño. Cuando "regresa" al útero, el sujeto adopta lo que el **cree** que es la posición fetal.
Algunas religiones orientales, herederas del Induismo y el Budismo, tienen la reencarnación como tema fundamental de su filosofía.
La idea básica es que, cuando alguien muere, su alma (o algo similar) renace de nuevo como otra persona.
Sorprendentemente, parece que en occidente no se le ha ocurrido a nadie una idea similar. Aquí, tradicionalmente, la gente muere una sola vez y, según la religión concreta, pasa a otro tipo de existemcia o espera al final de los tiempos para reencarnarse como la misma persona.
A finales del siglo XIX, con el auge de la teosofía y el espiritismo, la idea de la reencarnación fué importada de oriente, y comenzó a adquirir importancia con la filosofía hippie y, más recientemente, el movimiento new age.
Hasta que, en 1954, Morey Bernstein escribió tres artículos para _Empire Magazine_ y, en 1956, un libro titulado "_La búsqueda de Bridey Murphy_", en el que relataba una serie de reveladoras sesiones de "_hipnosis regresiva_" hechas en 1952 a Ruth Simmons (es un alias, su verdadero nombre era Virginia Tighe), un ama de casa de Puebla, Coloroado. El libro fué un éxito de ventas, se tradujo a varios idiomas (entre ellos el español) y dió lugar al menos a una versión cinematográfica.
Durante la hipnosis, Virginia retrocedió en el tiempo, recordó su propia niñez y nacimiento, e incluso logró retroceder a una vida pasada, en la que ella era una pelirroja irlandesa llamada Bridey Murphy.
"Bridey Murphy", que tenía un marcado acento irlandés, decía haber nacido el 20 de diciembre de 1798 en Cork, hija de Duncan y Kathleen. Habló de su boda con Sean Brian Mcarthy a los 17 años y su consiguiente traslado a una casa de Belfast. Habló de la muerte de su hermano siendo aún niño y describió también su propia muerte, acontecida a causa de una caída por unas escaleras en 1864.
Pero lo más espectacular eran los detalles que lograba aportar. Pese a que Virginia nunca había estado en Irlanda, sus descripciones del entorno eran bastante detalladas, como cuando describía la "iglesia de Santa Teresa" y su ubicación, la tienda del Señor Farr, donde Bridey hacía sus compras, o la región donde estaba ubicada "Las Praderas", la casita de madera donde vivía.
Een 1954, un periodista del _Denver Post_ llamado William Barker viajó a Irlanda para investigar el relato de Virginia. Los resultados de esta investigación, un suplemento de doce páginas titulado "_La verdad sobre Bridey Murphy_", fueron fascinantes.
Los detalles de la historia de Bridey eran ciertos: los paisajes eran tal como ella los describía, la "iglesia de Santa Teresa" existía realmente donde ella había dicho, la pequeña tienda de Farr, también.
Pero, pese a la conmoción que supuso la publicación de estos datos, había algunas cosas que resultaban, cuando menos, extrañas:
En Cork nadie recordaba a ninguna Bridey Murphy. No aparecían registros de su nacimiento, ni de su boda o muerte. Tampoco había nada sobre sus padres, su hermano muerto, su esposo, etc.
La iglesia de la que hablaba existía, pero no había sido edificada hasta 1911, 47 años tras la supuesta muerte de Bridey.
Nadie sabía nada de "Las Praderas" ni, en realidad, de ninguna casa de madera (muy habituales en USA, pero no así en Irlanda).
En 1956, el periódico Chicago American comenzo otra investigación, pero esta vez no viajaron a Irlanda buscando a Bridey, si no que se centraron en USA y la infancia de Virginia. Sus descubrimientos también fueron muy interesantes.
Virginia había tenido una vecina irlandesa que solía cuidar de ella y contarle historias de su niñez, transcurrida precisamente en la región de la que Virginia hablaba.
La hermana de esta vecina había muerto de una caída como la que relataba Virginia, y su hermano pequeño también había muerto como en su relato.
El nombre de esta vecina era, precisamente, Bridey Murphy.
Ahora, saca tú mismo tus propias conclusiones.