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2005-12-01
Tengo, entre otros muchos, el vicio del tabaco.
A veces, cuando compro tabaco en una máquina expendedora, esta (por razones que solo conoce el dios de la moneda fraccionaria) rechaza mi dinero. Entonces, tengo la costumbre de volver a introducirla en la ranura delicadamente, imprimiéndole un ligero impulso hacia arriba.
Otros usan métodos distintos para asegurarse que la máquina acepte su dinero: Calentarla con las manos, frotrala con el lateral de la máquina, intorducir la moneda lentamente...
Cada cual tiene sus trucos, pero sosopecho que lo único que tienen en común todos estos sistemas es que son completamente inútiles.
El hombre, como muchos otros animales, tiene la capacidad (incluso la necesidad) de aprender por ensallo y error.
El estudio de este modo de aprendizaje tiene su representante más famoso en Burrhus Frederic Skinner[1], y su dispositivo conocido como "Caja de Skinner[2]".
Este aparato consiste, en su diseño más básico, en una jaula para animales (tradicionalmente, ratas o palomas) que cuenta con una palanca en su interior. Cuando la palanca es accionada por el animal, un dispensador automático le da una dosis de alimento al bicho.
Si metes un animal en la jaula, en algún momento pulsará la palanca accidentalmente y obtendrá comida. Cuando esto ocurra varias veces, el bicho acabará asociando el acto "pulsar palanca" con su efecto "obtener comida". Desde ese momento, cada vez que quiera alimento pulsará la palanca.
Se puede establecer un baremo de inteligencias relativas entre animales en función de los intentos que necesitan para aprender: Animales más "inteligentes" necesitarán menos intentos que otros más "tontos".
Una buena parte del funcionamiento del cerebro está dedicada a buscar asociaciones entre acontecimientos, especialmente en los humanos. Cuanto más inteligente es un animal más relacciones percibirá en su entorno. Como te puedes imaginar, es una habilidad muy útil para adaptarte a un mundo que es realmente complejo.
Por supuesto, no hace falta decir que el animal no tiene ni idea de la existencia del dispositivo ni de por qué funciona. Simplemente "sabe" que pulsar la palanca significa que saldrá comida del dispensador. Podríamos usar, en lugar de la palanca, cualquier comportamiento del animal. Podríamos darle de comer cada vez olisquee en una dirección determinada, que dé una vuelta sobre sí mismo o que salte tres veces seguidas. Comportamientos más complejos requerirán más tiempo de aprendizaje.
Si, posteriormente, hacemos que el dispositivo deje de funcionar, la asociación irá diluyéndose con el tiempo: El bicho en cuestión "desaprenderá" a pulsar la palanca. Cuanto más tiempo se haya "reforzado" el comportamiento o más complejo sea este, tanto más se tardará en perder ese refuerzo.
Ponte en el lugar del bicho: ¡Pero si esto siempre ha funcionado! Quizás no lo estoy haciendo bién...
El experimento puede complicarse más. Se puede, por ejemplo, hacer que el acto de pulsar la palanca proporcione comida solo a veces, y que otras veces pulsar la palanca no aporte nada.
En este caso, nuestro bicho tardará más en aprender que pulsar la palanca puede dar comida (y, lógicamente, más cuanto más desligado esté ese comportamiento de su efecto).
Como antes, amimales más inteligentes necesitan menos intentos para aprender.
Pero lo interesante de este caso es que, si desactivamos el dispositivo, se tarda mucho más en "desaprender". Si lo piensas, es natural: Si nuestra paloma ha aprendido que pulsar la palanca da comida "a veces", los resultados negativos serán menos "descorazonadores".
Ahora, supongamos que desligamos **totalmente** el aporte de comida de las acciones del animal. Digamos que, por ejemplo, el chisme le da comida aintervalos aleatorios, independientemente de lo que haga el bicho ¿qué ocurre entonces?
Aquí viene lo interesante.
Cada vez que le damos de comer a nuestro bicho, este estaba haciendo algo (cualquier cosa). Y es ese "algo" lo que el bicho comienza a asociar con la comida.
Por ejemplo. Cuando le dimos la comida a nuestra rata, esta se estaba acicalando una oreja. La rata intentará acicalarse de nuevo, a ver si hay suerte. Lógicamnte, al ser nuestro dispositivo aleatorio, esto no tiene efecto. Si la próxima vez que le damos comida está levantando una pata, la rata intentará repetir de nuevo esa acción. En algún momento, por mero azar, la rata repetirá acciones parecidas y obtendrá su premio. Y ese comportamiento comenzarán a reforzarse. Cuando sus acciones no tengan efecto, el animal las "depurará", haciéndolas cada vez más complejas. Asociando a la obtención de alimento comportamientos realmente complicados.
Fíjate que estamos en un caso parecido al del apartado anterior: La recepción de comida está muy desligada del comportamiento del animal (¡Y tanto: no hay tal relacción!). El bicho arpende que, por ejemplo, girar tres veces sobre sí mismo y dar dos saltitos a la izquierda le dá comida "a veces". Y, como hemos visto antes, las asocianciones que funcionan "a veces" son mucho más difíciles de "olvidar".
Skinner trabajó mucho sobre este último experimento con palomas, y llamó a esto, por razones evidentes, comportamiento "supersticioso". Las palomas aprendían comportamientos que, en realidad, no estaban relaccionados con los resultados que pretendían obtener.
Puede parecer una tonería, y la imagen de una paloma haciendo oscilar su cabeza con la esperanza de que esto le haga obtener alimento puede parecernos risible pero, curiosamente, eso demuestra que la paloma es más definible como "inteligente" que como "tonta". Su cerebro está preparado para buscar relacciones, incluso aunque sean muy complejas. Las busca incluso aunque no las haya.
Y los humanos somos más inteligentes que las palomas (al menos, en promedio ;oP ). Y nuestro cerebro está aún más dispuesto a buscar asociaciones.
Los estudiantes que tienen cosas como el "bolígrafo de la suerte" que se usa para los exámenes, los futbolistas que tienen unos "calcetines especiales" para sus partidos, Los toreros que siempre entran con el mismo pié en la plaza, los bateadores que siempre ejecutan la misma secuencia de acciones antes de batear...
Todos ellos están haciendo lo mismo que las palomas de Skinner. No es que sean "tontos" ni "ridículos", simplemente hacen lo que su cerebro está preparado para hacer.
Y yo con mi moneda, ante la máquina de tabaco, también soy una paloma de Skinner.
Tal como lo había redactado, el post de hoy debería acabar en el párrafo anterior. Pero no me resisto a matizar un detalle:
La definición de "superstición" que se deduce de los trabajos de Skinner no es exactamente la misma que usamos la gente normal.
Otra definición (un tanto cínica) más acorde con la que solemos tener sería la siguiente:
Supersticioso: Persona que tiene una serie de creencias irracionales distintas de mis propias creencias irracionales.
Por ejemplo: Probablemente estés de acuerdo conmigo en que danzar con un tambor en torno a una hoguera con la esperanza de que eso haga llover se puede considerar "supersticioso". Después de todo ¿Es que no se han dado cuenta de que no hay relacción causal entre su danza y la lluvia?
Mucha gente que sostendría esa opinión ve, sin embargo, muy razonable sacar a pasear la virgen de su pueblo con el mismo fín.
Además, tanto una como otra acciones son **culturales**. El tipo que danza o el que saca a su virgen no han aprendido a hacer eso por ensayo y error. Es algo que han aprendido de las personas que les rodean.
Los humanos superamos a las palomas en que podemos aprender del ensayo y error **ajenos** y, gracias a la transmisión cultural, podemos hacerlo aunque no hayamos presenciado esos ensayos.
Tú puedes aprender mi "truco" para la máquna de tabaco viéndome hacerlo a mí. Te aprovechas entonces de mis ensayos (aprendizaje por imitación). Pero también puedes aprender de un modo radicalmente distinto y exclusivo de nuestra especie: Puedes escuchar (o leer) mi descripción de la técnica y aprenderla de ese modo.
Pero, de este modo, puedes "aprender" un montón de cosas erróneas (como, por ejemplo, mi truco) ¿De qué forma determinas qué merece la pena aprender y qué no?
Una de esas formas es el consenso. Si siempre has visto (sobre todo durante la infancia) que todos a tu alrededor están de acuerdo en un comportamiento, es que este debe servir para algo. Lo que se aprende en la infancia con el refrendo de todo el mundo es extremadamente difícil de "desaprender", incluso aunque las pruebas en su contra sean abrumadoras.
Es razonable: De este modo te aprovechas del aprendizaje de "todos", y evitas tener que experimentar todo por tí mismo con el ahorro de tiempo y riesgos que eso conlleva.
Imaginate que "todo el mundo sabe que comer de esa seta roja con pintas blancas puede matarte". Ahorrarse el experimento con uno mismo es, sin duda, una buena idea.
En cierto modo, es como si todo el grupo social al que perteneces se comportase como una gran "paloma de Skinner colectiva", aprendiendo comportamientos generalmente útiles pero, a veces, "supersticiosos".
Por eso es tan difícil cambiar de opinión respecto a lo que "todo el mundo sabe". Llevamos consultando horóscopos desde la época de Hammurabi...