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2017-07-21
No, esto no va a ir sobre drogas ni sobre los Grateful Dead[1].
Acaba de terminar la décima edición del Campus Infantil de Software Libre[2] (y, creedme, me he ganado un descanso).
Además, coincidiendo con esto, también termina mi vinculación a la Oficina de Software Libre de la Universidad de Granada[3].
Voy a echar esto de menos.
Estos años han sido una fascinante sucesión de retos, trabajos, ideas y proyectos. He tenido la suerte de compartir los mayores logros de esta oficina: No sólo en cosas como premios, menciones o rankings sino, sobre todo, en experiencias, logros personales y humanos, y satisfacciones.
He tenido el honor de conocer a algunos de los mejores en el mundo del software. No sólo a los más conocidos o más capaces, sino también a la gente con mejores ideas, a los que han sabido superar retos, a los que están ahí día a día construyendo y aportando para todos. Algunas de las mejores personas que he conocido las he conocido en el software libre.
He hecho cosas que nunca imaginé que haría, he aportado lo que he podido (y he podido más de lo que hubiese creído que podría) y, sobre todo, he aprendido. He aprendido muchísimo.
He impartido charlas, talleres, clases y conferencias sobre los temas más dispares y a los públicos más variados. He participado en congresos internacionales (he organizado congresos internacionales). Me he ganado mis galones de "Conferenciante Internacional" (o sea, que he dado una conferencia en el extranjero). He colaborado en eventos de todo tipo y he ayudado a dar a luz proyectos fascinantes.
Es muy difícil encontrar un trabajo que sientas que encaja con tus ideas, tus intereses y tu moral. Trabajar en la Oficina de Software Libre me ha dado la oportunidad de hacer cosas que me gustan, que me satisfacen ética e intelectualmente, y con las que, creo, he podido aportar a la sociedad y ayudar a hacer el mundo un lugar un poquito mejor (una mínima e inconmensurable fracción, pero ahí está).
He aportado a esta oficina en proyectos de software libre, cultura libre, integración y solidaridad. He asesorado a montones de equipos en cosas como licencias libres, tecnologías abiertas, lenguajes de programación o metodologías de desarrollo. He administrado servidores y programado aplicaciones. He escrito informes, análisis y artículos. He negociado, rogado, amenazado y seducido. He organizado, participado y coordinado. He inventado, copiado y compartido.
Algunos proyectos han tenido más de mi alma que otros. En alguno he puesto menos convicción que en otros. Algunas veces me empeñé en que algo debía ser de un modo concreto. Creo que acerté más veces de las que me equivoqué. Quizás algún día hable más de estas cosas. Ahora no es el momento.
Muchas veces nos dijeron que algo era imposible: No era factible, no convenía políticamente, no había dinero, no era técnicamente viable. Algunas veces, a pensar de ello, lo hicimos.
Ha sido un largo y extraño viaje, siempre apoyado por los mejores compañeros que puedan desearse: Gente que ha trabajado por el software libre con convicción, esfuerzo y sacrificio, pero también con voluntad, alegría y sed por aprender. No voy a enumerarlos a ellos ni a sus muchos méritos, pero me siento terriblemente afortunado de haberlos tenido a mi lado.
En especial, quiero manifestar mi absoluto agradecimiento al Director de la Oficina de Software Libre, JJ Merelo[4] que, desde el principio, me dio una confianza y un apoyo que espero no haber decepcionado. Es difícil encontrar una persona que tenga un nivel de exigencia tan alto y, a la vez, que sepa darte tanta confianza y libertad de acción.
Ha sido un honor y un placer trabajar en esta Oficina, con estas personas, haciendo estas cosas.
Naturalmente, seguiré en contacto con la Oficina de Software Libre, con JJ Merelo y con todos mis compañeros (en el momento de publicar esto, estoy a punto de salir a compartir unas merecidas cervezas con ellos), y siempre estaré a su disposición para lo que necesiten.
Le debo mucho a esta oficina.
Aunque tengo proyectos a la vista, no estoy seguro de a donde se dirige ahora mi camino. Lo que, dicho sea de paso, no es ninguna novedad. Me enfrento al futuro sin miedo y permanezco abierto a lo que pueda surgir.
En la medida de lo posible, seguiré luchando las mismas batallas en la misma guerra. Pero esta vez será desde otra trinchera.
[2] décima edición del Campus Infantil de Software Libre
[3] Oficina de Software Libre de la Universidad de Granada