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Por lo general, la educación se concentra en qué se estudia, como el algebra, los elementos de la tabla periódico o cómo conjugar verbos. Pero aprender cómo estudiar puede ser igual de importante, al resultar en beneficios de por vida. Puede enseñarnos a adquirir conocimientos más rápida y eficientemente, y permitirnos retener información por años en vez de días.
Por más de 100 años, psicólogues cognitives y educatives han desarrollado y evaluado numerosas técnicas, que van desde la relectura a los resúmenes y los auto-tests. Algunas estrategias comunes mejoran marcadamente los logros de le estudiante, mientras que otras consumen tiempo y no son efectivas. Sin embargo, esta información no ha entrado en el salón de clases. Les docentes de hoy no se les dice cuáles técnicas de estudio tienen apoyo de la evidencia experimental, y no se les enseña a les estudiantes cómo usar aquellas que funcionan. De hecho, las ayudas de estudio en las que les estudiantes se apoyan más no son efectivas. Una de ellas incluso puede resultar saboteándoles el éxito.
Una razón puede ser que la inmensa cantidad de investigaciones resulte sobrecogedora, lo cual les dificultaría a educadores y estudiantes identificar las maneras más prácticas y ventajosas de estudiar. Para afrontar este desafío, hemos revisado más de 700 artículos científicos sobre 10 técnicas de aprendizaje usadas comúnmente. Nos centramos en estrategias que parecían ser fáciles de usar y ampliamente efectivas. También examinamos con detenimiento un par de métodos que son muy populares entre les estudiantes.
Para recibir nuestra recomendación, una técnica debe resultar útil en un rango determinado de condiciones de aprendizaje; por ejemplo, ya sea que le estudiante trabaje por su cuenta o en grupo. La misma debe serles de asistencia a aprendices de diversas edades, habilidades y niveles de conocimiento previo, y también debe haber sido puesta a prueba en un aula o en alguna otra situación en el mundo real. Les aprendices debieran ser capaces de usar el método para dominar una variedad de temas, y su rendimiento debiera verse beneficiado sin importar el tipo de prueba que se use para medirlo. Los mejores enfoques también han de resultar en mejoras duraderas de conocimiento y comprensión.
Mediante estos criterios, identificamos con claridad dos técnicas vencedoras. Estas produjeron resultados robustos y duraderos y resultaron pertinentes en muchas situaciones. Otras tres se recomendaron con reservas, y aun a otras cinco (entre ellas dos técnicas de estudio populares) no se las recomienda, bien sea porque resultan útiles solo en circunstancias limitadas, o bien porque no hay evidencia suficiente que justifique una evaluación mejor. Exhortamos a otres investigadores a que sigan explorando algunas de las técnicas menos probadas, pero les estudiantes y docentes debieran tener cautela a la hora de apoyarse de las mismas.