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2003-12-30
Debe ser por que estamos a finales de año y que eso nos hace más conscientes del paso del tiempo, pero parece que en estas fechas las horas son más tangibles, los días tienen más peso y los años son mucho más reales.
Digo esto porque el otro día padecí un ataque de _pasado_ mientras estaba en el bar "La Marisma", esperando a V.
Esperar a V. es una ocupación bastante extendida entre mi grupo de amigos. No es que nos complazca especialmente (antes al contrario, personalmente detesto esperar a nadie), lo que ocurre es que V. parece disfrutar llegando tarde.
Como te decía: Mientras esperaba estudiando el paisanaje congregado en el bar, alguien se me acercó y me saludó. Era un viejo conocido que hacía años que no veía. Tras intercambiar saludos y los consabidos "_¿qué ha sido de tu vida en estos años?_", nos dimos cuenta para nuestro desasosiego que esos años habían abierto una brecha infranqueable: Simplemente, ya no teníamos ninguna referencia común. Eramos un par de extraños, de modo que, algo incómodos, nos despedimos con un par de frases asepticas y nos alejamos.
El caso es que más tarde, mientras seguía esperando, me encontré con otras cuatro personas que, en un momento u otro del pasado, habían tenido algo que ver conmigo. Hablé con alguna de ellas, saludé a otras y hubo a quién ni siquiera me acerqué.
Aunque parezca un lugar común: Joder. **Como pasa el tiempo**.
Y, siguiendo (más o menos) con el tema, ayer me sorprendí, sin ninguna razón concreta, recordando a Susana.
Con tu habitual agudeza, te habrás dado cuenta de que este es el primer nombre (salvando a aquellos que tienen web, blog y similares) que aparece completo, y no como una inicial.
Esta excepción es debida a que la tal Susana está tan absolutamente fuera de mi vida, que no hay posibilidad alguna de que traicione ninguna intimidad en absoluto. Al día de hoy, ella es solo ese nombre.
Verás: En la época en que yo era un adolescente estúpido, espinilloso y hormonalmente inestable, me enamoré perdidamente de Susana.
Ok. Con total seguridad fué algo "nada serio", el clásico enamoramiento infantil, pero eso a mí no me lo hacía menos auténtico.
El caso es que yo jamás le dije nada. Respiraba su perfume en el aire, adoraba una foto robada, escribía horripilantes poesías de amor y me sentía el protagonista de una tragedia romántica.
Si ella guarda algún recuerdo de mí (cosa bastante poco probable), será algo así como "_El chaval aquel que andaba por allí_".
Vale, tienes razón: Resulta bastante ridículo.
Dicen que si no actúas conforme a un sentimiento, es que este no era auténtico.
Seguramente es verdad, pero ayer me sorprendí, sin ninguna razón concreta, recordando a Susana.
Y me gustó lo que sentí.