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AMALGAMADOS

► EL REINO DE LOS SUEÑOS

y así empezó a descender al Reino de los sueños.

-1-

Los tres amigos estaban sentados en la terraza del bar de siempre, apurando los últimos días de sol del otoño. Cada vez anochecía más pronto.

— He pensado en llevarla al poblado ibérico que hay en la montaña de Marina.

— Vaya caminata para ver cuatro piedras, no se si a Carmen le gustará.

— Qué dius nen, no está tan lejos, nosotros fuimos y nos lo pasamos muy bien, ¿verdad Héctor?

— Yo no he ido nunca, te confundes.

— ¿Cómo que no?

— Que no, que irías con otra persona.

Se quedó pensativo, hubiera jurado que fue con Héctor, pero ahora que lo pensaba bien, empezaba a dudarlo, y cuanto más rebuscaba en sus recuerdos, más dudaba de si realmente había ido él mismo.

-2-

"Estoy agotado, ¿como puede ser si he dormido 9 horas?". Le costó levantarse y cuando lo hizo estuvo un buen rato sentado en la cama. Por fin consiguió levantarse, se duchó y tras hacer un desayuno-comida, se fue a trabajar.

"Dormir, comer y currar, todos los días lo mismo, no me extraña que esté cansado... que vida más perra".

El día se le hizo eterno y cuando acabó su jornada se paró a tomarse una cerveza en el bar antes de volver a casa, así rompía la rutina "dormir, comer currar". Por el camino al bar alguien lo saludó desde un deportivo rojo y dorado. Él devolvió el saludo pero no reconoció a la persona que lo había saludado.

En el bar no había ninguno de sus amigos y aún así estuvo cerca de dos horas desparramado en el taburete en la barra, mirando la televisión sin verla, más por aburrimiento que por la calidad de la programación. Estaba divagando en sus pensamientos cuando le vino a la mente el coche rojo y dorado. A quien lo conducía no lo conocía, y realmente el deportivo tampoco lo recordaba claramente, pero de alguna manera estaba en su mente. Se acabó la tercera cerveza y se marchó a casa.

-3-

Era sábado y como siempre en su rutinaria y aburrida vida pasaba la tarde en el mismo bar de siempre, con la misma gente de siempre y hablando de las mismas cosas, como siempre. Se habían sentado a una mesa dentro del local porque afuera ya hacía frío. Le dio un buen trago a la jarra de cerveza y notó un leve dolor en la mano, "el trabajo nos mata poco a poco" pensaba mientras tragaba el fresco y espumoso líquido.

Estaban hablando de las mismas tonterías de siempre cuando pasó una chica que se lo quedó mirando, le sonrió y le lanzó un beso. Él se giró para contemplar ese tremendo culo mientras se imaginaba follándosela dentro de su coche en el mirador de la media luna, picadero del barrio cuando conviene, cuando reparó en que esa sensación ya la había vivido antes. Le pasaba muy a menudo últimamente y al parecer a mucha gente le pasaba igual, dejà vu le llaman.

— Tío, despierta, que estás embobado.

— Ya nen, es que esa tia está tremenda.

— Ni en sueños serías capaz de ligartela.

Apartó la mirada resignado por la veracidad de tal afirmación y pasó la vista por la tele.

«Ya son 46 los casos de violencia de género en lo que llevamos de año. Les informamos que las imágenes que verán a continuación pueden herir la sensibilidad del espectador».

Estaban dando las noticias de las nueve, un caso más de violencia machista; un joven discute con una chica acaloradamente cuando ella le da una bofetada y él le da un puñetazo que le revienta la cara, cayendo la chica al suelo sin sentido, momento en que él aprovecha para emprenderlo a patadas con ella, todo grabado por las cámaras de un comercio cercano.

"Joder, cómo está el patio" pensaba mientras apuraba su cerveza. Bebiendo y mirando la tele desde dentro de la jarra algo le resultó familiar. Esa manera de moverse, las facciones, la ropa… el suceso pasó cerca del barrio, igual era algún vecino. "¿Otro dejà vu?" No le dio más importancia.

-4-

Se levantó cansado, como era costumbre, y le dolió la mano más que el día anterior. Recordó vagamente un sueño en el que aparecía con otra persona a la que no veía la cara, pero sí que oía las espuelas de unas botas cuando caminaba. Estaban de espaldas y enfrente había un chico. Estaban al borde de la azotea de un edificio y sin mediar palabra, el desconocido empujaba al chico. “Vaya cosas sueño”.

Se sentó al ordenador y miró su correo electrónico. Tenía un mensaje de Laura, la mujer de un compañero de trabajo que era doctora. Le había hablado a su compañero de su cansancio y del trastorno del sueño que padecía y quedaron en que hablaría con su mujer y ella le enviaría información.

Hablaba sobre parasomnias, estados de sueño disociado que provoca terrores nocturnos, bruxismo, enuresis y sonambulismo. Le recomendaba que se hiciera un estudio del sueño.

Aquello picó su curiosidad y buscó información al respecto, pero no encontró nada que no le dijera Laura en el mail. Volvió a leerlo y recayó en la palabra sonambulismo. De pequeño había tenido algún episodio de sonambulismo, ¿sería posible que se repitieran los episodios noctámbulos? La información que encontró coincidía en que raramente se repiten en la madurez, así que, hecho un lío, se vistió y se bajó a hacer el vermút al bar. Allí se encontró con sus amigos y les explicó su caso.

— Que chungo, siempre me han dado miedo los sonámbulos.

— ¿Y eso?

— Pues porque no eres consciente de lo que haces, ¿y si te da por soñar que matas a tu familia y lo haces?

— Eso es un mito nen, he leído que eso no ocurre, que sólo te levantas y haces movimientos de tu vida cotidiana, y que es peligroso solo para el propio sonámbulo, que puede lesionarse sin querer.

— Bueno, por si acaso.

— ¿Y por qué no te pones una cámara por la noche y grabas? a lo mejor tienes suerte.

— Osti nen, es buena idea.

Llegó a casa y colocó su vieja cámara encima de la mesita de noche y se fue a dormir.

A la mañana siguiente se levantó pronto, paró la cámara y la conectó al ordenador para el visionado. Se sorprendió verse a sí mismo levantándose, porque no se acordaba de ello. Vio como se vestía y desaparecía del angulo de visión de la cámara. Avanzó la grabación hasta que volvió a aparecer, ¡más de dos horas después!.

"Vaya hombre, que coño habré hecho durante esas dos horas. Lo que está claro es que la cámara la tengo que llevar encima".

Al día siguiente pidió prestado el bolígrafo-cámara de uno del bar que era sindicalista y siempre grababa las reuniones con los jefes de las empresas. Se la puso en el bolsillo superior de su cazadora y lo dejó todo preparado para esa noche.

-5-

Esa mañana se levantó extremadamente cansado y le dolía mucho la mano. Se le esfumaban de la mente vagos pasajes de un sueño en el que una chica gemía de placer mientras él se la follaba. Era la chica del bar. "Que pena que lo haya soñado" se lamentó, con una visible erección.

Conectó la cámara al ordenador. Lo que vio lo dejó helado.

Se veía como se ponía la cazadora y la vista pasó a ser subjetiva. Salió de casa y en la calle había un deportivo rojo y dorado esperándolo. Se subió y saludó a su ocupante; "joder, es el tío que me saludó el otro día".

El coche se puso en marcha y al cabo de unos minutos paró y se subió la chica que le sonrió en el bar y con la que había soñado la noche anterior. Se subió y le dio un morreo mientras llevaba su mano al paquete de él.

— Cuando acabemos “el trabajito” me darás más de esto— le dijo mientras le sonreía con cara maliciosa y le apretaba el paquete.

Se fueron a la zona de bares y estuvieron hablando un rato apoyados en el coche. Oyó su propia voz:

— Mira, esa es tuya— dijo señalando a una chica que se alejaba de una discoteca.

Vio como aparecía el conductor en el ángulo de visión de la cámara, alejándose hacia uno de los locales y se ponía a hablar un rato con ella.

Rebobinó la grabación, y prestó atención a la chica. Al parecer sus amigas habían ligado y ella no, así que todas se fueron y la dejaron sola, poniendo rumbo a casa seguramente.

Al cabo de un rato ambos volvían al coche. Oyó el sonido de unas espuelas.

— Arriba todos, está es Miren y la llevamos a casa.

Se quedó pasmado cuando se sentó detrás con la chica del bar y empezaron a darse el lote. Entre besuqueos y juramentos lascivos se oía la voz de la otra chica, incómoda, diciendo que por ahí no se iba a su casa, cada vez más nerviosa. Entonces la del bar dejó de besarlo y se incorporó hacia adelante cogiendo a la otra chica por el cuello mientras el conductor le propinó un sonoro puñetazo que la dejó inconsciente.

Ya estaban en las afueras de la ciudad cuando el coche paró y se bajaron, llevando a rastras a la pobre chica que acababa de volver en sí y sollozaba con la cara ensangrentada.

Reconoció el lugar, era un pequeño claro en el bosque detrás del mirador de la media luna.

Arrastraron a la chica hasta el claro mientras pataleaba intentando zafarse y chillaba; el conductor la hizo callar a ostias.

— Vas a saber lo que es bueno, zorrita.

Mientras la chica del bar y él la sujetaban y le metían un trapo en la boca, el conductor se bajó los pantalones y la penetró violentamente. La chica del bar le apretaba los pechos mientras a la vez se morreaba con él.

Mientras veía la grabación sentía náuseas, "¿como puede ser? yo no soy así." Pero no podía parar de verla.

Cuando acabó la violación le dieron una paliza entre los tres y la arrastraron hasta un precipicio oculto por la maleza, antiguo vertedero ilegal. La tiraron como si tal cosa y él y la chica del bar, muy excitados por lo ocurrido, follaron como locos en el coche mientras el conductor esperaba en el mirador fumándose un porro.

No quiso seguir mirando, ya quedaba muy pocos minutos de grabación, pero apagó el ordenador. No entendía nada, no era posible que hubiera hecho algo así, debía ser una broma. Pensó que sus amigos le habían dado la idea para reírse de él, que todo había sido ideado por Héctor, que siempre está gastando bromas pesadas. Quería autoconvencerse, pero era difícil.

Se tranquilizó como pudo, ya era tarde y se tenía que ir a trabajar.

-6-

Salió del trabajo y paró en el bar, se sentó en su sitio de siempre y se pidió su cerveza de siempre. Captó la conversación de la mesa de al lado:

— ¡Que hijos de puta! Yo los cojo y les reviento la cabeza.

— Este barrio nunca ha sido así, no se que coño está pasando.

— Calla, calla, que dicen algo más. ¡Manolo, dale voz a la tele!

Dirigieron la vista a la televisión, y él también:

«... — Adelante Sandra, ¿que puedes contarnos sobre la víctima?

— Es una chica de unos veinte años con evidentes signos de violencia. La encontró esta mañana un hombre que paseaba con su perro en las inmediaciones del antiguo vertedero que tengo a mis espaldas. Los mossos están investigando las causas de la muerte, al parecer hubo un testigo que ha sido interrogado hace unas horas. Aún no hay detenidos.

— Gracias Sandra. Ampliaremos la información en cuanto hayan novedades.

Pasamos a economía. El presidente ruso, Vladimir Putin ha dicho...»

Se le cayó la jarra de cerveza al suelo. ¡Era real! Había matado a esa pobre chica. Empezó a atar cabos. Esos "dejà vu", las experiencias que supuestamente había vivido con sus amigos pero que ellos negaban, los sueños recurrentes, ese sonido de espuelas en todos ellos, siempre las mismas personas y la chica del bar.

Se acordó de las noticias de hace unos días en la que alguien asestaba un puñetazo a una chica y salía corriendo. Era él, se había reconocido cuando lo vio en la tele, por eso le dolía tanto la mano. "¡Oh no, y el chico que empujamos al vacío! No, no, esto no puede ser real...”

A lo lejos se oían unas sirenas que se acercaban y que enmudecieron de golpe, ruido de puertas cerrándose, alboroto. De alguna manera supo que venían a por él.

Como a cámara lenta, entraron cuatro mossos apuntándole con las armas, mientras otros dos evacuaban el local.

— Policía... ¡Quieto, no te muevas ni un pelo!

Él se quedó parado, mirando la tele, grabándose en su retina la foto de la joven asesinada que aparecía en pantalla de nuevo. Dio su último trago a la cerveza antes de notar como lo tiraban al suelo y lo esposaban.

Y es que todos llevamos dentro un álter ego totalmente diferente a nosotros, otro "Yo" oscuro y siniestro al que desterramos a lo más profundo de nuestro subconsciente, pero que en el fondo nos atrae. Algunos tienen la oportunidad de liberarlo a través de obras de teatro, literatura o cine, y el pobre de este relato lo liberó en sus sueños, hechos realidad.

Así pues, cuídate mucho en lo que sueñas, apreciado lector, nunca se sabe...

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