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Así que usted es Rudolf Ivanovich Abel... estas filtraciones nucleares son muy interesantes...
Internet no es inocua. Cuando la usamos no pensamos en lo que hay detrás: servidores, data centers, millones de kilómetros de cables, y todo eso necesita energía para funcionar, y sobre todo, para refrigerar el tremendo calor que genera.
Actualmente un 60% de la población mundial (4.660 millones de personas) tiene acceso a Internet. “Cada consulta, cada búsqueda, cada archivo enviado y cada documento almacenado, ejecutado miles de millones de veces, es responsable de parte de la creciente demanda mundial de energía y, por lo tanto, también del aumento de las emisiones de CO₂” asegura Jimeno, Gerente de Calidad, Medio Ambiente y Prevención de Riesgos Laborales de ISS España, que se dedica al sector de los espacios de trabajo. Estas emisiones se resumen bajo el término ‘huella de carbono digital’.
Netflix reconoce que ver una hora de sus contenidos en España supone una emisión de 55 gramos de CO2. Lo compara con hacer cuatro bolsas de palomitas en un microondas.
El New York Times habló de un consumo de 30.000 millones de megavatios en 2011, el equivalente “a la energía que generan treinta plantas nucleares”.
El principal causante de su huella medioambiental es la energía necesaria para hacer funcionar la infraestructura y refrigerarla. Las antenas de móvil, los dispositivos necesarios para acceder a Internet y los centros de datos requieren enormes cantidades de electricidad. Esa electricidad puede ser de fuentes renovables, pero frecuentemente no lo es. En India, por ejemplo, el 70% de las 400.000 antenas para móviles no tiene acceso a fuentes fiables de electricidad, según denunció Greenpeace en su informe How Clean is Your Cloud?.
https://www.greenpeace.org/international/publication/6986/how-clean-is-your-cloud/
Los centros de datos o data centers son los mayores consumidores de electricidad. Para hacerse una idea de sus necesidades energéticas, Facebook está construyendo uno en Prineville (Oregon) que tendrá una capacidad de consumo de 78 megavatios, suficientes para proveer de energía a 64.000 hogares.
La mayor parte de las empresas de Internet escogen el camino rápido y sucio, expandiéndose sin tomar en consideración el impacto de sus decisiones sobre la sociedad. Actualmente la mayor parte de los centros de datos trabajan con empresas energéticas que crean electricidad a partir de plantas de carbón y centrales nucleares.
El informe How Clean is Your Cloud? encontró que el 55,1% de la energía usada por Apple para sus servidores viene de instalaciones de carbón, un 49,7% en el caso de IBM y un 39,4% en el caso de Facebook. Estas cifras importantes, a su vez, suponen las emisiones de miles de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera y la emisión de aire sucio.
The Guardian llegó a la cifra de 300 millones de toneladas de CO2 al año en 2010, “el equivalente al consumo de energía en Turquía o Polonia juntos”.
https://www.theguardian.com/environment/2010/aug/12/carbon-footprint-internet
Según Gartner, la huella de carbono de Internet superó a la de la industria de la aviación en 2007, llegando a representar un 2% de las emisiones internacionales. Estudios más recientes del CEET en Australia estimaron en 2013 que la industria de telecomunicaciones, en su conjunto, produce 830 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, una cifra que según sus estimaciones se duplicará en 2020.
Solo en 2018, el tráfico de vídeos provocó la emisión de 300 millones de toneladas de CO2 según Shift Project, un grupo de investigación francés. Es el equivalente a la emisión anual de todos los sectores de un país como España.
https://theshiftproject.org/en/article/unsustainable-use-online-video/
Según Fernando Tucho, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y creador del blog www.ecologiaymedia.info, el consumo de productos audiovisuales es más contaminante de lo que aparenta. Solo en 2018, la visualización de vídeos en internet generó más de 300 toneladas de dióxido de carbono.
Se estima que cada correo electrónico genera cuatro gramos de CO2 y el envío de 65 emails equivale a un kilómetro recorrido en coche, según datos de la firma de asesoría empresarial con sede en Washington FTI Consulting.
Por cada email almacenado en nuestro correo, diez gramos de CO2 son generados al año. Dicho así, suena a una cantidad irrisoria. No lo es si tenemos en cuenta que cada día se envían en el mundo 293.000 millones de emails, según cifras del 2019. Y lo que es peor, el 90% de los correos recibidos son spams y el 60% de las newsletters enviadas no son abiertas nunca.
Según la web Arobase, una empresa compuesta de 100 personas genera cada año por culpa del correo electrónico 13,6 toneladas de CO2, lo que representa la polución provocada por 14 vuelos ida y vuelta París-Nueva York.
Se debe a que nuestros emails están alojados en enormes centros de datos (data center), que están permanentemente encendidos, por lo que además hay que enfriarlos. El 40% de la energía que consumen se destina precisamente al enfriamiento de los servidores. Y a todo eso hay que sumarle además que la mayoría de los emails están duplicados para asegurarse su “supervivencia” en caso de que un centro de datos sufriera una avería o un incendio.
https://elpais.com/elpais/2019/05/02/alterconsumismo/1556787946_191451.html
Los data centers o centros de procesamientos de datos, espacios donde se gestiona toda la información por parte de grandes empresas y organizaciones, son sin duda los mayores consumidores de energía.
Las 47.000 búsquedas de Google cada segundo generan 500 kilogramos de CO2. Por su parte, el consumo de YouTube de un año, genera diez millones de toneladas; tal y como apuntan desde la UOC, esta cantidad es la que puede generar la ciudad escocesa de Glasgow.
https://www.lasfuriasmagazine.com/cuanto-contamina-ver-una-serie-en-netflix-o-una-reunion-en-zoom/
"Una información que siempre doy es que treinta búsquedas en Google corresponden a la energía necesaria para hervir un litro de agua" , comenta Albert Fert, el premio Nobel de Física en 2007. Ni siquiera las energías renovables, como la solar y la eólica, son capaces en la actualidad de compensar el gasto energético de los ordenadores.
Argumenta que, en 2030, el 20% del consumo de energía mundial vendrá de la transmisión digital de los datos.
https://www.eldiario.es/tecnologia/Gastamos-energia-inutilmente-buscamos-internet_0_992850815.html
La mayor contaminación no se debe tanto a los mensajes o acciones que se realizan en internet, sino en todos los datos que se guardan y comparten, que son almacenados en servidores o en dispositivos que consumen energía.
La nube tampoco es la mejor opción, ya que no deja de ser un servidor capaz de almacenar millones y millones de terabytes de información de usuarios de todo el mundo; información que muchas veces nunca más vamos a utilizar.
Se calcula que los centros de servidores usan unos 30.000 millones de vatios para guardar nuestros datos, el equivalente a la producción de 30 plantas nucleares, ya que esos servidores necesitan energía para su funcionamiento y, sobre todo, para su refrigeración.
Cada vez que se ejecuta un algoritmo, el consumo energético aumenta: tan solo en Estados Unidos, los centros de gestión de datos suponen ya el 1,8% de la demanda de energía de todo el país.
En este sentido, la consultoría McKinsey estima que el mercado de las tecnologías de la información fue el responsable de entre el 3 y el 4% de las emisiones de CO2 del mundo en 2020.
"El tráfico de internet contamina tanto como la aviación."
La sociedad es cada vez más consciente del impacto que tienen nuestras acciones en el medio ambiente. Los residuos físicos que producimos, como los plásticos o las emisiones de CO2 que generan las industrias y el transporte, son los principales responsables de la contaminación del planeta. De lo que no somos tan conscientes es de la contaminación que provoca la huella digital y de que, por tanto, internet también contamina.
La transformación digital ha traído muchos beneficios, como la reducción del consumo de papel, que repercuten positivamente en la lucha contra el cambio climático y reducen las emisiones de CO₂.
«Sin embargo, la producción, el uso y la transferencia de datos y, sobre todo, el almacenamiento, provoca más emisiones de CO₂ de lo que cabría esperar», explica Ana Jimeno, Gerente de Calidad, Medio Ambiente y Prevención de Riesgos Laborales de ISS España, que se dedica al sector de los espacios de trabajo. Estas emisiones se resumen bajo el término ‘huella de carbono digital’.
Según Fernando Tucho, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y creador del blog "www.ecologiaymedia.info", el consumo de productos audiovisuales es más contaminante de lo que aparenta. Solo en 2018, la visualización de vídeos en internet generó más de 300 toneladas de dióxido de carbono. Su consejo para el ciudadano de a pie es descargar los archivos en vez de bajarlos continuamente, realizar búsquedas en texto y no en video, o utilizar el buscador ecológico Ecosia para compensar emisiones.
Enviar una foto por WhatsApp, actualizar el perfil de Facebook o ver videos en You Tube contribuyen al calentamiento global más de lo que la ciudadanía pueda llegar a pensar. Se estima que cada correo electrónico genera cuatro gramos de CO2 y el envío de 65 emails equivale a un kilómetro recorrido en coche, según datos de la firma de asesoría empresarial con sede en Washington FTI Consulting. De ahí que la Unión Europea insista en que los centros de datos den el salto decidido a las energías limpias y renovables.
Algunos consejos.
• Volver a utilizar la memoria en vez de arrojarse a los buscadores siempre que no recordemos algo, nuestra mente nos lo agradecerá.
• Eliminar aquellos documentos, videos e imágenes duplicadas o que no se utilizan.
• Desinstalar apps y programas que no se utilizan.
• Borrar los mensajes de correo electrónico antiguos.
• Desuscribirse de newsletters que no se leen.
• Descargar los archivos en vez de bajarlos continuamente.
• Realizar búsquedas en texto y no en video.
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