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Fascistas por todas partes

2018-10-31

El periodista y escritor Jesus Lens (al que conozco personalmente y que me cae estupendamente) ha escrito en su blog (creo que se ha publicado también en el periódico Ideal[1]) un artículo titulado "El auténtico fascismo[2]" que deberías leer. De hecho, deberías leerlo ahora. Yo te espero aquí.

Dice Jesús Lens que hemos usado tanto la palabra "**fascista**" para referirnos a todo lo que no nos gustaba, que ha acabado perdiendo el sentido, de modo que, cuando aparece un verdadero partido **fascista** como Vox, ya no sabemos cómo reaccionar ante él.

[IMG Fascistas Everywhere (1)]

No es el primero que lo afirma, y sin duda no será el último. De hecho, es algo que se menciona tan a menudo que seguramente debe ser verdad.

¿Que un partido defiende la mano dura contra la inmigración o promueve leyes contra la libertad de manifestación o expresión? Los etiquetamos de **fascistas**.

¿Que la policía tortura presos, disuelve manifestaciones con violencia o inventa acusaciones contra anarquistas? **Fascistas**.

¿Que viejos militares firman un manifiesto a favor de Franco? Otra vez el sambenito de **fascistas**.

¿Que una asociación sostiene posturas revisionistas sobre el franquismo? Más **fascistas**.

¿Que un escritor defiende el fascismo? Otro que acusamos de **fascista**.

Es que parece que vemos **fascistas** en todas partes.

En el 36 era fácil: Los militares que traicionaron su juramento y se alzaron en un golpe de estado (y, al fallar este, en una guerra) en contra de España eran los **fascistas**. Naturalmente, los partidos políticos en los que se materializó este golpe (la "Falange Española Tradicionalista" y las "Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista") y sus miembros eran también **fascistas**.

Es cierto que quizás fuera forzar un poco el lenguaje, pero también se calificó como **fascistas** a los que se aliaron con ellos de forma más o menos activa: Los grupos políticos cristianos y conservadores, grandes sectores de la burguesía, terratenientes, importantes empresarios o la iglesia.

Tras ganar la guerra, la cosa tampoco era muy complicada: Todas las estructuras políticas, administrativas y sociales fueron férreamente centralizadas en torno a Falange y las JONS en una estructura de tipo **fascista** llamada "Movimiento Nacional[3]".

Oficialmente, ningún español era antifascista. Al menos, ningún español vivo. Toda España estaba regida por el Movimiento; todo responsable político tenía que jurar los "principios del Movimiento"; todo el que quería optar a un cargo público, docente, un puesto de funcionario, etc debía demostrar su fidelidad al Movimiento; toda actividad política o social estaba supervisada por las autoridades del Movimiento; toda la máquina de represión política estaba bajo el control del Movimiento.

El propio estado **fascista**, materializado en el Movimiento, se ocupaba de identificar claramente quién era **fascista** y quién no.

Pero, a la muerte de Franco, con la Transición[4], la cosa cambió de pronto.

De la noche a la mañana, una gran cantidad de importantes y reconocidos **fascistas** se transformaron repentinamente en _demócratas de toda la vida_.

Personalidades del franquismo tan poco sospechosas de oponerse al **fascismo** como el príncipe Juan Carlos (que había sido nombrado por el propio dictador como su sucesor) o el mismísimo ministro-secretario general del Movimiento[5] se convirtieron en símbolos vivientes de la naciente democracia.

[IMG Fascistas Everywhere (2)]

Incluso las personalidades del franquismo que se oponían a esa transición o que abogaban abiertamente por limitar la democracia, formaron sus propios partidos políticos democráticos.

Ministros del movimiento, artífices de la represión **fascista**, enemigos declarados de la democracia, opositores a las libertades, defensores de la dictadura... Todos encontraron acomodo en el sistema de partidos. Todos eran demócratas.

De pronto, un montón de gente que hasta entonces se había autodenominado **fascista** orgullosamente dejó de serlo. **Fascista** se había convertido en un insulto, algo terriblemente ofensivo. Nadie era **fascista**. Ahora todos eran _demócratas de toda la vida_.

[IMG Fascistas Everywhere (3)]

Por supuesto, esto no sólo le ocurrió a políticos y otras personalidades; todo un segmento sociológico sufrió esa mutación de **fascista** a _demócrata de toda la vida_.

Pero eso no significaba necesariamente que hubiesen cambiado sus ideas o sus inclinaciones políticas.

En muchos casos seguían manteniendo exactamente las mismas opiniones sobre la patria, los extranjeros, las mujeres, la autoridad, la república, la religión, la historia, los inmigrantes, las comunidades autónomas, la lengua, la izquierda, la monarquía y un sinfín de cuestiones que siempre habían estado en el ideario **fascista** nacional.

Lo único que había cambiado en su mapa mental era el término "**fascista**", que ya no se podía emplear, al menos en público.

Y, para acabar de liar la cosa, los **fascistas** que ahora eran _demócratas de toda la vida_ estaban acompañados de muchos otros que, sin llegar a comulgar con todo el ideario del Movimiento, sí coincidían con este en muchos puntos.

Y así llegamos a la actualidad, en la que no hay **fascistas** en España, sino que todos son _demócratas de toda la vida_. Incluso cuando coinciden en todo o parte con el ideario, actitudes u opiniones **fascistas**.

[IMG Fascistas Everywhere (4)]

Incluso cuando afirman que la inmigración es una "invasión", son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando se niegan a desenterrar a las víctimas del franquismo, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando se oponen a eliminar monumentos **fascistas**, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando participan en homenajes a Franco, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando dicen que con Franco esto no pasaba, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando tienen actitudes racistas, machistas o xenófobas, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando defienden posturas revisionistas, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando evitan rechazar el fascismo, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando sugieren ocupar militarmente Cataluña, Euskadi, o lo que sea, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando se oponen a sacar al dictador de su mausoleo, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando dicen que los **fascistas** tienen razón, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando afirman que los españoles asesinados por los **fascistas** se lo metecían, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando se oponen a acoger refugiados porque "no hay sitio", son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando rinden honores a criminales **fascistas**, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando organizan grupos terroristas parapoliciales que asesinan y torturan, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando evitan llamar **fascistas** a los **fascistas**, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando hablan de patriotismo, orgullo y grandeza nacional, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando disuelven manifestaciones a hostias, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando se oponen a investigar los crímenes del fascismo, son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando piensan que "los españoles primero", son _demócratas de toda la vida_.

Incluso cuando son indistinguibles de los **fascistas**, son _demócratas de toda la vida_.

Y ahora aparece Vox, que sí que son **fascistas** de verdad y no _demócratas de toda la vida_, y nos encontramos con que la palabra "**fascista**" ya está muy usada. Porque la hemos gastado aplicándola a todo aquel que se mostraba "xenófobo y racista, ultranacionalista y belicoso"; aunque fuera un _demócrata de toda la vida_.

Al parecer, la palabra está tan gastada que el líder de un partido _demócrata de toda la vida_ se niega a definir a Vox como de extrema derecha[6] (no hablemos ya de **fascista**) e incluso afirma que tiene una "excelente relación" con su presidente y fundador y que respeta y "comparte" algunos de sus principios[7].

Tanto "respeta y comparte" esos principio que la mayor diferencia ideológica que se le ha ocurrido mencionar es la estructura de las autonomías (Los **fascistas** quieren eliminarlas, los _demócratas de toda la vida_ no). Si el propio líder de un partido democrático no encuentra diferencias más fundamentales entre un partido **fascista** y el suyo, no parece justo exigirles a los demás que hilen más fino.

La palabra está tan gastada que la prensa prefiere no utilizarla: Un ejemplo es este editorial en El Mundo[8] que prefiere usar la palabra "populista" para hablar de Vox, al tiempo que contemporiza con el diagnóstico que hace ese partido del "problema territorial" (aunque no con su solución).

Así que sí, quizás sea cierto. Quizás hemos abusado de la palabra. Quizás hace tiempo que confundimos a **fascistas** con no **fascistas**. Pero me atrevería a decir que no es culpa nuestra.

Es que, durante todos estos años, a menudo ha sido bastante difícil distinguirlos.

Links

[1] Ideal

[2] El auténtico fascismo

[3] Movimiento Nacional

[4] Transición

[5] ministro-secretario general del Movimiento

[6] se niega a definir a Vox como de extrema derecha

[7] respeta y "comparte" algunos de sus principios

[8] editorial en El Mundo

Imágenes

[1] Fascistas Everywhere

[2] Fascistas Everywhere

[3] Fascistas Everywhere

[4] Fascistas Everywhere

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Publicación orginal.

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