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En cualquier unidad social existe todo un sistema de individuos sociales prototípicos de los cuales brota una influencia positiva sobre el comportamiento moral. En nuestro caso, este sistema se condensa en el ideal heroico homérico, en la ética que se desprende del comportamiento de sus héroes.
Hoy en día, en el siglo XXI, un personaje con este tipo de características, solo se puede asociar a los superhéroes de los cómics. Batman, Superman, Spiderman entre otros vienen a encarnar ese espíritu heroico homérico aunque en direcciones opuestas. Si bien los superhéroes también son prudentes, valientes, hábiles y ejercen una justicia para favorecer a los más débiles, el ideal homérico es más individualista para con sus congéneres. Más bien, busca su propia fama y, en consecuencia por sus acciones valientes, la ayuda a sus conciudadanos, pero de una forma indirecta. Sin embargo, el objetivo del superhéroe es salvar a la humanidad directamente, sin preocuparse de la gloria posterior (kleos) ni del cultivo de la areté.
Esta ética homérica se caracteriza fundamentalmente por la idea de felicidad (según cuatro grandes virtudes: la prudencia, el coraje, la sabiduría y la justicia); el sucumbir en el combate como el honor supremo (así como la gloria posterior o kleos); la voluntad de la aventura, el desprecio al peligro, la superioridad en la acción y el amor a sí mismo (philautiva) que no es el amor del yo, sino el de él, de la belleza absoluta; la aceptación del orgullo, megalopsychía, que no es vicio sino la elevada aspiración de quien ansía ser grande.
Pero el honor (areté) es el elemento que articula esta ética y podríamos definirla como la perfección cualitativa del cuerpo y del espíritu (perfección del ser), en conjunción con la virtud, esto es, fuerza, vigor, dinamismo (perfección de la acción).
Este ideal presentado por Homero se encarna en el personaje de Odiseo y, en la película de Bananas, tiene su contrapunto en el personaje de Fielding Mellish, que representa un antihéroe como lo son muchos de los personajes encarnados por Allen.
Todas las características del ideal homérico quedan ridiculizadas en el personaje de Mellish: ni es fuerte, ni valiente, ni mucho menos prudente y justo, la areté debe ser para él simplemente, un concepto de cinco letras carentes de significado y el desprecio al peligro y la superioridad en la acción no son, indudablemente, rasgos de su personalidad ni virtudes destacables del personaje, si no una evidencia de la parodia del ideal homérico representado por Odiseo. Sin embargo, hay un punto donde sí coincide, aunque con restricciones, con el ideal homérico: la voluntad de aventura.
En Mellish la voluntad de aventura viene determinada por una crisis de personalidad basada en sus propios temores y frustraciones y ayudada por la voluntad de despertar la admiración de Nancy, una chica a quien acaba de conocer a través de una recogida de firmas domiciliaria.
Mellish se enamora de Nancy pero esta le abandona por no tener capacidad de liderazgo. Entonces Mellish decide hacer “algo grande” para demostrarle sus cualidades a Nancy. Es decir, que a diferencia de Odiseo (cumplimiento de sus obligaciones ético-heroicas y su reafirmación de la areté), Mellish tiene una voluntad de aventura que se fundamenta en una pretensión amoroso-sexual. Esta diferencia en las motivaciones del viaje, marcadas ya por la disparidad del tono, determinará el paralelismo paródico entre la obra de Homero y la película de Allen.