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Autores: BREMMER, J., ROODENBURG, H. Textos de Peter Burke; Aaron Gurevich; Jacques Le Goff. Ediciones Sequitur. ISBN: 9788495363015
por Jan Bremmer
“Aquellos que intentaron “domesticar” la risa, o incluso, rechazaron el ingenio y la risa: los filósofos conservadores, los espartanos y los primeros cristianos”.
Páginas 12-16.
“En la civilización griega las ocasiones para la risa y la burla no coincidían con las situaciones cotidianas sino con aquellos momentos especialmente señalados para el regocijo y la festividad, sobre todo, en las grandes fiestas religiosas (…) el humor se consideraba peligroso (…). Una de esas ocasiones para la risa era el banquete, donde la elite escenificaba su superioridad (…) A finales de la sexta centuria, la política empezó a desenvolverse en un ámbito específico y dejó de ser monopolio de la aristocracia y el banquete fue perdiendo su importancia (…) A mediados del V aparece el adulador (kolax) que se ganaba la comido lisonjeando a sus anfitriones (…) Originalmente, el parasitos, literalmente “el que come en la mesa de otro”, era un oficiante religioso de los ritos áticos, pero hacia el siglo IV a.C vino a convertirse en el equivalente del kolax (…) Parece ser que estos ejercicios de ingenio se centraban sobre todo en particularidades físicas (…) Parece haber sido un oficio familiar (…) En Atenas, en la segunda mitad del IV, existió un club de bufones llamado “el sesenta” que celebraba reuniones en el Santuario de Heracles en Diomea (…) Los integrantes de este club no eran profesionales sino aficionados de la clase alta ateniense (…) Si tenemos presente que en el siglo IV las bufonadas fueron perdiendo aceptación social, cabe pensar que el club reunió a unos ciudadanos deseosos de contrariar el orden social imperante (…) Las barberías eran el lugar por excelencia del cotilleo masculino”
Páginas 16-18.
“Por suerte ha sobrevivido un libro de chistes compuesto por un autor anónimo en la antigüedad tardía. Se trata de unos manuscritos anteriores al XI llamados Philogelos o “amante de la risa” que reúnen 265 chistes (…) de los que 110 se refieren a los scholastikos. Se trata del estudiante pedante. La mayoría se recrean en la estupidez o ineptitud social (…) Un ingenioso scholastikos vendió sus libros cuando andaba necesitado de dinero. Luego escribió a su padre: “Felicíteme padre, ya estoy ganando dinero por mis estudios” (nº55) (…) Unos sesenta se refieren a ciudades antiguas (…) Un ciudadano de Cime llevó el cuerpo de su padre al embalsamador. Cuando volvió a buscarlo, el embalsamador, que tenía muchos cuerpos preparados, le preguntó por una señal con la que identificar a su padre. “Solía toser” respondió (nº171) (…) En unos treinta chistes, aparecen médicos (…) Fue alguien al médico scholastikos y le dijo: “Doctor, cuando me levanto tengo mareos al menos durante media hora antes de empezar a sentirme mejor”; el médico respondió: “Levántese media hora más tarde” (nº3) (…) Unos siete chistes se refieren a los videntes o a los astrólogos (…) Por último hay pequeñas secciones dedicadas a los vagos, avaros, cobardes, glotones, borrachos, personas con mal aliento y misóginos”.
Páginas 18-21.
“En las últimas comedias de Aristófanes hay cada vez menos bufonadas e invectivas personales. Se van desarrollando entre la aristocracia ateniense maneras más refinadas que debieron imponer el progresivo rechazo del ataque personal y del humor tosco (…) Jenofonte escribe la Ciropedia, un tratado para la educación de Ciro donde escribe que: “Ciro señala que los persas solo se hacen preguntas de fácil respuesta y solo cuentan chistes que no ofenden a nadie”.
“El creciente rechazo que debió suscitar el humor tosco resulta patenta en varias obras de Isócrates de la década de 350. (Antidosis)”
“Tanto Platón como Aristóteles rechazaron el humor grosero y la obscenidad, e insisten en la bondad de la risa contenida e inofensiva (…) Platón rechaza las bufonadas y pretende abolir la comedia y restringir las bufonadas a los esclavos y a los extranjeros contratados para tal fin. Platón prohibió la risa en La Academia. La comedia ateniense le representó como un cascarrabias (…) La tendencia apuntada por Platón aparece ya plenamente desarrollada en Aristóteles (…) En el IV destacan dos tendencias: la clase alta rechaza las bufonadas cada vez más y la broma insultante pierde aceptación. El humor se “aburguesa” en su refinamiento moral; el contar chistes cedió su sitio al ingenio (eutrapelia, República Platón) que pierde la connotación negativa que tenía en Isócrates.”
Páginas 21-23.
“El primer grupo conocido que rechazó la risa fue el de los pitagóricos (530ac)”
“En Esparta no hay ni hybris ni borracheras ni lenguaje grosero. Jenofonte”
“Basilio y Juan Crisóstomo llegaron a condenar la risa como lo hicieron muchos Padres de la Iglesia. San Clemente de Alejandría en Paedogogus dedica un capítulo a la risa, que debe moderarse pero pretende abolirla. San Basilio de Cesarea fijó criterios parecidos en sus Regulae fusius tractatae, una de sus primeras reglas monásticas (…) El despreocupado disfrute del humor y de la risa es propio de una comunidad relajada y abierta, no de una ideología ascética o de una sociedad estricta.”
“Según el filósofo pagano Iamblico en su obra El modo de vida pitagórico, Pitágoras estuvo en Esparta para estudiar sus leyes. El pasaje de La vida de San Antonio, obra de San Atanasio, donde se dice que el santo nunca rió ni se afligió está copiado casi palabra por palabra de la pagana Vida de Pitágoras, obra de Porfirio (…) Sumándose a esta herencia, Santo Tomás de Aquino recogerá las ideas de Aristóteles sobre la eutrapelia; Pascal retomará el razonamiento.”
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