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“La necesidad agudiza el ingenio“, dice el dicho. Y los pobres somos muy creativos porque no nos queda otra. Luego, los ricos y derrochadores, tienen que inventarse cosas como el reciclaje creativo…¿Reciclaje creativo? Vete tú a un sitio con pocos recursos y verás lo creativos que son reciclando, o lo que es lo mismo, cómo no desperdician nada y los objetos, más allá de objetos, se convierten en posibilidades.
Vete allí donde nadie sepa que los nórdicos venden cosas chulas baratísimas. Paradojas de la vida, la compañía usó la frase: “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita”. Si tuviéramos algo de sentido común, la empresa en cuestión hubiera facturado la mitad y no el doble….
Me da pues por pensar que la abundancia y el exceso nos hacen tontos, torpes (y menos creativos). Somos creadores por naturaleza y la clave está en que nos da por crear cosas diferentes porque, además de creación, somos diversidad. Y da mucha pena pensar que, hacia los 5 años, empezamos a “declinar” y aflora la pérdida de la inocencia y de la capacidad de sorpresa. Pero, paradojas de la vida, nunca dejaremos de ser unos niños.
De eso ya se han dado cuenta algunos y, desde hace unos años, se investiga en la capacidad del juego como elemento didáctico o de participación. De ahí que ahora esté pegando fuerte el tema de la gamificación, es decir, aplicar mecánicas de juego en entornos no lúdicos. Lo fascinante del tema es pensar que, cuando nace un niño, probablemente, de adulto, va a trabajar de algo que todavía no existe.
Paradojas de la vida, de mi profesor del curso “Breve historia de la humanidad“, he apredido que somos tan diversos como xenófobos. Yo veo al “humano medio de nuestros tiempos” como un Cromañón 2.0, porque, desde el descubrimiento del sílex y del fuego, sinceramente, creo que todavía no hemos avanzado mucho… Seguimos siendo cuerpos tecnológicos atrapados en mentes prehistóricas. Las herramientas que creamos transforman nuestro entorno pero adaptarse a los cambios que traen es más lento. Y no somos malos por naturaleza, es que la vida es muy dura. Y para algunos, más. Juzgar es fácil; prejuzgar lo es más y yo lo único que tengo claro es que, exceptuando la Naturaleza y la nobleza humana, todo lo demás es absolutamente relativo. Y como decía H.G. Wells:
Civilization is in a race between education and catastrophe. Let us learn the truth and spread it as far and wide as our circumstances allow. For the truth is the greatest weapon we have.
El mayor problema que tenemos los humanos, a mi entender, es que no sabemos ni de dónde venimos, ni quiénes somos, ni a dónde vamos. Los que tienen eso más claro son los pocos que viven “según su espíritu en armonía con el universo”. Y si no, deberían. No hay duda que el trabajo dignifica: el problema es el concepto, como muy bien dice Pazos en Airbaig.
La palabra trabajo viene de “tripalium“, que significa “tres palos”. Y, además, es un instrumento de tortura. Y el trabajo no debería ser una tortura: pasamos la mitad de nuestra vida trabajando. Algunos más, algunos menos….El gran problema es que no solemos trabajar de lo que nos apasiona. Y si no te apasiona nada, todavía tienes que conocerte un poquito más: somos todos únicos y todos tenemos cualidades y defectos pero, sobre todo, todos tenemos pasiones y nos gusta aprender sobre ellas. Son las pasiones -y no el egoísmo- las que mueven el mundo. Y si no es asi, así creo que debería ser…
Pienso que la vida no es cuestión de aptitud sino de actitud. Empieza por descubrir lo que no te gusta, aprende sobre lo que apasione, rodéate de personas que te llenen y te hagan ser mejor persona. Y comparte, entre todos ya estamos contruyendo un mundo mejor, aquí y ahora: un mundo donde la jerarquía sea horizontal, donde la gente no “trabaje” sino que desarrolle actividades que le autorrealicen y sea compensado por ello.
Para mí, las utopías no existen: solo hay ideas. Como dice Baudolino:
Ya lo ves, señor Nicetas –dijo Baudolino-, cuando no era presa de las tentaciones de este mundo, dedicaba mis noches a imaginar otros mundos. Un poco con la ayuda del vino, y un poco con la de la miel verde. No hay nada mejor que imaginar otros mundos para olvidar lo doloroso que es el mundo en que vivimos. Todavía no había entendido que, imaginando otros mundos, se acaba por cambiar también este.