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2005-05-18
Dejo este texto como mensaje al futuro. Quizás un día, cuando los supervivientes intenten descubrir qué ocurrió con nuestra civilización, encuentren en este post las pistas necesarias.
Roguemos por que ellos no cometan nuestros mismo errores.
No sé cuando empezó realmente esta amenaza para el futuro de la humanidad, pero parece que durante las décadas 60 y 70 la música de ascensor ya estaba extendida por todo occidente (no sabría decirlo con seguridad, pero sospecho que el mundo comunista tenía algun horror parecido).
No creo que se tratase de un complot internacional, ni de ningún tipo de conspiración desconocida. Más bién tengo la sensación de que se trató de un terrible error, del que ya estamos sufriendo las consecuencias.
Verás: Alguna mente enajenada, salida de los más profundos y aterradores pozos del marketing, concibió un absurdo argumento según el cual, si bombardeabas continuamente los oídos de las personas con melodías "suaves y acariciantes", justo en el límite de la percepción auditiva, estas se sentirían más relajadas y estarían más dispuestas a a cosas como esperar, comprar, o cualquier otra actividad deseable en un cliente.
En una sesíon de "lluvia de ideas" de algún coventículo de esta calaña, la idea se depuró sádicamente, sustituyendo eso de _melodías "suaves y acariciantes"_ por "_repetitivas y tediosas_".
La tragedia se había iniciado.
De los siniestros laboratorios de diseño de la red mundial de publicidad comenzaron a salir remezclas, interpretaciones, partituras y grabaciones que iban a parar a establecimientos comerciales de todo el mundo donde, inadvertidamente, iban carcomiento el sistema nervioso de los indefensos oyentes, socavando sus defensas psicológicas.
Esto, por sí solo, ya sería una tragedia. Pero fué solo el principio.
Si solo hubiese sido eso, todavía podríamos habernos salvado. Durante los años ochenta, y probablemente apiadados por la crueldad de este sistema de tortura, el arma psicológica conocido popularmente como "música de ascensor" comenzó a hacerse cada vez menos popular. Hoy día solo unos pocos criminales insisten en su uso.
Pero cuando comenzó este desarme ya era tarde. Sin percibirlo, sin darnos cuenta, el daño ya estaba hecho.
Nadie podría haber imaginado las terribles ramificaciones del horror, ni probablemente nadie llegue a saber nunca cómo se hundió exactamente nuestra civilización. Pero, probablemente, el guión más probable sea parecido al que te describo ahora.
La música de ascensor no distingue víctimas. Mujeres, hombres, ancianos, niños, abogados, perros... Todos somos víctimas por igual. Incluso las embarazadas. incluso sus hijos nonatos.
Mujeres embarazadas, ignorantes del riesgo al que se exponían, recibieron dosis mortales de música de ascensor. Cuando sus hijos nacieron, ya portaban el estigma impreso en sus redes neuronales.
Hasta los noventa nada parecía indicar el peligro.
Los niños crecieron como niños normales, sin que nada mostrase que llevaban en ellos la semilla de apocalipsis.
Pero desde entonces ya han crecido y están entre nosotros. Comenzando el último asalto a la humanidad.
Están aquí, y lo está haciendo. Han recreado, desarrollado y depurado el mismo insidioso arma que les hizo ser lo que son.
Esos niños son ahora compositores de **Chill Out**.
El fín está cerca.