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2007-01-18
El título de este post es deliberadamente ambiguo. No me refiero en él a las titulaciones académicas de las facultades de ciencias. Me refiero a los titulares de prensa, blogs y otros medios que, cuando hablan (¿hablamos?) de ciencia suelen poner títulos horribles.
A mí me pasa. Supongo que también le ocurre a todos los escritores, a los periodistas y a los blogueros y, en general, a todo el que escriba algo: Nos perdemos por un "buen" título. Que sea agudo, divertido, "chispeante".
Y, claro, la cagamos.
Creo que mi mejor ejemplo personal (aparte del propio título del blog) fue un post que titulé, inconscientemente, "Sexo real y natural[1]". Todavía me estoy arrepintiendo...
Todo esto viene a que Evolutionibus publicó un post con el equívoco título de " Los que más se afanan por buscar pareja son los de menos cerebro[2]". Seguro que te viene a la mente alguna idea de sobre qué puede tratar. Y seguro que te equivocas.
El post en cuestión trata de un estudio científico[3] sobre varias especies de primates, que se centra básicamente en dos comparaciones:
En la primera buscan una correlación entre el tamaño del cerebro de varias especies de primates y la "Competencia espermática" (luego vamos a ello).
En la segunda comparan el tamaño del cerebro de esos primates con el grado de competencia entre los machos por el acceso a las hembras.
La investigación trata de aportar información al viejo tema de las causas evolutivas del gran tamaño del cerebro de los primates (entre los que nos encontramos nosotros) y es interesante en sí misma, y por eso me voy a poner en plan coñazo con ella (que conste que te he avisado).
En todo este post, cuando hablo de "tamaño del cerebro", me refiero en realidad a la relación entre masa del cerebro y masa corporal de cada especie (índice de encefalización). Con lo que, por ejemplo, los chimpancés tienen un cerebro "mas grande" que los gorilas, a pesar de que en términos absolutos el cerebro del gorila pesa más.
Un ser humano (macho) produce unos mil espermatozoides por segundo. Y, como ya vimos una vez[4], usa unos trescientos millones en cada eyaculación. Lo mires como lo mires, es un desperdicio. Y los humanos somos bastante economizadores en este aspecto...
Si has hecho el cálculo, quizás te preocupe ver que se necesitan casi tres días y medio para recuperar las "pérdidas" de un orgasmo. Para tu tranquilidad, las vesículas seminales (Corrección gracias a pedriyanero: la cola del epididimo) contiene reservas para unas quince eyaculaciones. Si, por el contrario, te preocupa que la abstinencia pueda causar un acumulo excesivo, te tranquilizará saber que los espermatozoides vienen con fecha de caducidad, y las reservas se van renovando cada dos meses y medio, más o menos.
Pero si, en teoría, con un espermatozoide por eyaculación la cosa podría funcionar perfectamente ¿a qué viene tanto dispendio?
Para empezar, el interior de una hembra no es un sitio agradable para un espermatozoide, está lleno de peligros, y muchísimos van a caer por el camino. Pero esto es más un efecto que una causa, y ahora quiero centrarme en otro aspecto.
Supongamos que eres un macho que, amablemente, cedes una cantidad determinada de espermatozoides a una hembra. Obviamente, tú quieres que los emplee en fertilizar sus óvulos. Todos ellos, si fuera posible.
La hembra, por su parte, puede tener mejores planes. ¿Para qué tomar los espermatozoides de un solo macho pudiendo usar los de varios? Mejor que sobren y, sobre todo, mejor tener una gran variedad de potenciales padres para tus hijos.
La proverbial frase "No pongas todos tus óvulos en la misma cesta" viene que ni pintada al caso.
Muchísimos animales (quizás todos, según se mire) optan, en diverso grado, por esta estrategia: Varios machos inseminan a la misma hembra (Esta estrategia es complementaria de la de "un macho insemina varias hembras", pero eso ya es otra historia. Baste decir que ambas, en principio, ni se excluyen ni se necesitan).
Pero, si una hembra copula con varios machos que quieren ser los padres de sus hijos, estos se convierten por definición en competidores. Cada uno querrá tener más oportunidades para fertilizar esos óvulos que los demás.
Esto es lo que se llama "competencia espermática".
Hay varias formas de aumentar esas posibilidades (algunas increíblemente imaginativas, como ponerle un "tapón" a la hembra o intentar extraer o incluso "envenenar" al esperma de los demás) pero la más evidente es poner más espermatozoides en juego. Cuantos más boletos de lotería compres, más oportunidades de ganar tienes.
De aquí llegamos a una conclusión interesante (u comprobada empíricamente): En las especies en las que las hembras opten por usar varios machos, estos tenderán a producir más espermatozoides que aquellas en las que las hembras sean más comedidas.
En los mamíferos este extremo es bastante fácil de comprobar visualmente: Para producir más espermatozoides hacen falta unos testículos más grandes, y estos suelen ser más visibles.
Lo que nos lleva, por fin, a uno de los parámetros del experimento: Los investigadores han evaluado la competencia espermática de cada especie por el tamaño de sus testículos.
Y, volviendo a la cuestión del principio ¿Hay alguna correlación entre la competencia espermática y el tamaño del cerebro de una especie?
Dicho de otro modo ¿Hay relación interespecífica entre el tamaño de los testículos y el del cerebro?
Pues resulta que no.
Lo cual es una pena porque "Los que tienen más cojones son más listos" habría sido un titular muy llamativo.
Pero vamos a la segunda parte.
En lugar (o además) de poner a los espermatozoides a competir, muchas especies optan por poner a competir a los machos antes de la cópula. Los machos pelean de una u otra forma, y las hembras se quedan con los vencedores y su esperma.
Lógicamente, los machos más grandes, fuertes y con más músculo tendrán más oportunidades en esta clase de competición. A un macho de estas especies le conviene gastar energías en crear músculos (o algún otro tipo de adaptaciones para la "pelea", como cuernos y similares) si quiere tener hijos.
Pero las hembras no tienen que pelear, por lo que no les interesa desperdiciar energías en hacerse más grandes.
Por eso en las especies que optan por la "pelea de machos" se suele dar un gran "Dimorfismo sexual" (Que machos y hembras son físicamente muy diferentes).
De modo que midiendo ese Dimorfismo sexual de una especie se puede obtener una idea de cuanta competencia hay entre machos por el acceso a las hembras. Que es lo que han hecho los del experimento del que hablamos.
Y esta vez sí, comparando el grado de dimorfismo (y, por tanto, el grado de competencia por las hembras) con el tamaño del cerebro entre especies, han encontrado una correlación.
Y resulta que las especies que tienen menos dimorfismo (menos competencia) suelen tener cerebros mayores.
Esto es interesante, porque obliga a ajustar algunas hipótesis. Se supone que fue la complejidad social lo que impulsó la encefalización de los primates. Y, en principio, la cosa cuadra. Pero la complejidad social se suele medir en función del número de individuos que forman cada grupo, y algunas de las especies que forman grupos grandes tienen también una gran competencia entre los machos por el acceso a las hembras. Este estudio induce a pensar que hay que corregir la "hipótesis social" o buscar modos más precisos para medir cómo de compleja es una sociedad de primates determinada.
Se trata de un trabajo serio que puede ser cierto o nó (y lógicamente, yo no tengo la capacidad ni los conocimientos para evaluar esto), pero está bien fundado sobre teorías sólidas y, al menos, tiene buen aspecto. Lo malo son las absurdas interpretaciones que hemos querido querido darle.
Este estudio habla de especies, estudia especies y compara especies. Trata de dar una explicación a las variaciones de una serie de rasgos entre especies.
No habla para nada, ni podría hacerlo, de variaciones entre individuos dentro de una misma especie. Las diferencias entre especies distintas (interespecíficas) no tienen nada que ver con las diferencias entre miembros en el seno de una de ellas (intraespecíficas).
Y, además, los seres humanos tenemos una cultura (o unas culturas) que multiplica más aún la varabilidad de comportamientos. El que un amigo mío sea más grande y fuerte que yo no implica, evidentemente, que él pelee por el acceso a las mujeres y yo no. Que un tipo tenga unos testículos gigantescos o un impresionante recuento de espermatozoides no quiere decir que su mujer tenga cientos de amantes. Las razones porque unas personas sean mas promiscuas que otras, o que unas culturas sean polígamas y otras monógamas no tienen nada que ver con estrategias evolutivas. Y no, ser más o menos ligón no es "Competencia por el acceso a las hembras".
Recuerda. Si tienes que irte con una sola idea en la cabeza después de leer este post es esta: Las diferencias entre especies distintas no tienen nada que ver con las diferencias entre miembros en el seno de una de ellas.
De modo que expresiones como "Los ligones son mas tontos" o el propio titular "Los que más se afanan por buscar pareja son menos inteligentes" no tienen ningún sentido, ni siquiera como aproximación. Si das un vistazo a los comentarios del post de Evolutionibus[5] o, sobre todo, los de Meneame[6] y los de 20 minutos[7], verás que la mayoría se equivoca completamente por esta misma razón.
Los ligones pueden estar tranquilos: Su cerebro es como el de los demás.
[2] Los que más se afanan por buscar pareja son los de menos cerebro
PATH [5] post de Evolutionibus