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Cada vez que estoy de visita en casa de mis padres siempre dedico un rato a bucear por los recuerdos que hay en mi antigua habitación. No entro con un objetivo concreto pero al final siempre termino releyendo alguno de mis antiguos cómics, hojeando los viejos juegos de rol lamentándome de lo poco que jugué o en general saltando de un objeto a otro dejándome llevar por los recuerdos que me despiertan.
Y estas navidades el azar ha decidido que iba a pasar un rato revisando los viejos libros de la carrera. El primer libro que llamó mi atención fue el Cheng de Fundamentos de electromagnetismo para ingeniería, una copia absolutamente destrozada que evidencia que me acompañó en varias asignaturas y, desgraciamente, en un múltiplo en convocatorias. La última asignatura basada en ese libro era de tercero y fue a su vez la última asignatura que aprobé en toda la carrera cuando ya tenía todo quinto limpio y estaba esperando a presentar mi proyecto fin de carrera para dar por cerrada mi traumática etapa universitaria. Encima al final fue un cierre en falso porque terminé volviendo como alumno de máster y como se ve que con eso no tuve suficiente hubo incluso una tercera etapa como profesor. Pero ése es otro tema.
Una vez terminé de echarle un vistazo al Cheng mi atención se posó en el Digital Communications de Sklar. Un libro precioso, el típico libro universitario americano de tapa dura, que además recuerdo como el mejor texto académico que me compré durante la carrera. Como no podía ser de otra manera eso me llevó a recordar la asignatura para la que compré ese libro y, principalmente, al profesor que la impartía.
La asignatura la impartía una persona bastante particular. Su nombre era José María aunque todos nos referíamos a él por su segundo apellido. Evidentemente él no se acordará de mí. Fui un alumno pésimo, en parte por malas decisiones y en parte por la mala salud mental que sufrí durante la mayoría de mi etapa universitaria que fue un auténtico festival de ansiedad. Al final gracias al apoyo de mis padres, a que aprendí a canalizar mis tensiones a través del deporte y a tres amigos maravillosos que hice en mis últimos dos años logré salir de ese pozo y escalar a alumno mediocre. Algo tal vez no demasiado espectacular pero suficiente teniendo en cuenta que partía de la miseria más absoluta.
Todo ese paso problemático por la carrera hizo que en el momento no hiciese mucho caso a lo que nos intentaba contar este profesor, o que incluso lo desdeñase porque en aquel momento sólo me interesaban los contenidos técnicos puros. Pero algo quedó, una pequeña semilla que fui rumiando con los años y que sólo luego, con la cabeza mejor amueblada (aunque tampoco demasiado), logré entender.
José María nos insistía mucho en presentarnos una visión holística de nuestro futuro rol como ingenieros. No podíamos ser técnicos sin alma que diseñasen soluciones tecnológicas. Su obsesión era que fuésemos conscientes de que vivimos en una sociedad llena de injusticias e imperfecciones y que nuestras decisiones como técnicos tendrían un impacto en esa sociedad del que deberíamos ser conscientes para asegurarnos de que es positivo. La bibliografía de sus asignaturas era un reflejo de ello. No sólo te recomendaba libros técnicos. Aprovechaba para colarte recomendaciones de novelas (llegué a 1984 por él), libros de filosofía (nos recomendaba mucho a Ortega y Gasset), ensayos, etc. Incluso sus exámenes tenían siempre una parte humanista en la que te daba el contexto social del problema que tenías que resolver.
En su momento me parecía un tipo un tanto excéntrico y, salvo que disfruté mucho leyendo 1984, en general desdeñaba sus intentos por convertirnos en unos ingenieros más humanistas.
Pero algo caló y poco a poco fue permeando. Y con el tiempo puedo decir sin ninguna duda que ha sido el profesor que, de largo, más ha influido en la manera que tengo de entender mi profesión. Todo ello habiendo terminado en una especialización en la que no uso absolutamente ninguno de los conceptos técnicos de sus asignaturas.
Gracias a su influencia procuro que las decisiones técnicas que tomo en mi trabajo siempre tengan en cuanta el impacto que esto tendrá en las personas. Tal vez ese impacto sea mínimo o incluso imperceptible. Pero voy a poner todo mi empeño en que sea positivo. Y, sobre todo, voy a procurar que nunca se me olvide que la tecnología está para servir a la sociedad. Pero no lo contrario.
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