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"Que casita grande te hiciste, che. Que no te caiga la AFIP porque te va a dar mas duro que yo", bromeó Cristina Elisabet Fernandez de Kirchner a la vez que le encajaba un chirlo en la nalga, ya colorada, a Maria Eugenia Vidal.
Vidal se encontraba extasiada en la cama, despatarrada y despeinada. "Ya veo por que eligiste este cuartel militar para vivir cuando eras gobernadora", prosiguió la 2 veces presidenta y actual vicepresidenta de la nación argentina mientras se ponia una medibacha oscura.
"Es segura y no hay forma de que nos descubra nadie. Pero, ¿que pasa? Me abandonás, como abandonaste a tus grasitas con el Alverso Fernandez?" Retruca la Hiena. "Con los grasitas no te metas." sentenció la Morocha. "Y no me voy nada. Veni, Leona, tocame las piernas. Sentí", dice mientras posa su pierna en la cama. Vidal se da vuelta y se sienta en la cama, maravillada con la textura. Tal vez fuera la droga que no limpió de los narcos que nunca metió presos, pero se sentia como millones de agujas cosquilleando suavemente la yema de sus dedos. "Se siente raro, me da cosquillas pero a la vez quiero seguir tocando".
"Tocá despacio, apenas. Como si quisieras tocas con la huella dactilar solamente". Dijo Cristina.
Vidal, mientras recorria los gemelos de su rival política: "Vos me ves la cola, pero tus piernas, me encantan que ni te imaginas. Y esta medibacha, es hermosa".
Cristina, miraba fijo a Vidal. "Tapa la celulitis, tapa la vejez, algun pelo que se haya escapado de la cera caliente o la pincita, me hace mas firme y oculta las estrías. Con esta medibacha, tapo todo lo que no me gusta de mi pierna flácida de señora mayor. Alberto, es como esa medibacha. La uso para parecer mejor de lo que en realidad soy. Ser más digerible..."
"No" interrumbe Mariú, "no voy a permitir que te denigres asi. Para empezar, sos hermosa, tengas los años que tengas. Encima, en todo caso vos sos la medibacha del inoperante de Alberto."
"Sos joven, Euge, y con esa cintura divina y esas tetas hermosas que me miran con esos pezones preciosos, cualquiera tiene amor propio" retruca Cristina mientras acompaña sus palabras con la mano. Mariu deja escapar un gemido fuerte cuando llega arriba: "Lo digo en serio...", la silencia Cristina con su dedo que acaricia tiernamente su boca.
Cristina, sonríe, "¿Donde pensas que está Michetti ahora? En ningun lado. Macri sabe que solo es muy desagradable, por eso puso a la lisiada a que lo acompañe. Cuando le dejó de servir, la tiró. No es chicana, es para que estés preparada cuando te pida lo mismo. Yo no hice lo mismo porque políticamente estoy vieja. Senadora, 2 veces Presidenta, Vice. Tengo años de sobra encima. Lo que corresponde, es poner a alguien mas digerible. Alberto, mas alla de que dilapidó el estado de derecho con un dialoguismo inútil, mete la pata a mas no poder, no comunica nunca nada bien, dio marcha atras en miles de cosas y sigue esperando que le den la mano los grandes monopolios, sigue siendo mas digerible que una MUJER, ARGENTINA, PERONISTA, y encima VIEJA".
Vidal no emitió juicio.
Puso suavemente su mano en la mejilla de su amante, levantando el cachete hasta tapar el ojo. Posó sos labios en la frente de Cristina y la abrazó. "Cristina, la gente que te quiere no piensa eso. Y la gente que te quiere es la unica que importa." Sus manos descendian lentamente, una a su nuca, la otra a su espalda. La mano de la nuca masajeaba lentamente la región occipital, dándole unos buenos escalofríos a la vice. "Tods quieren una version nuestra que no existe. Y se las damos. Porque queremos ganar, porque queremos caer bien, no queremos tener a nadie en contra, porque somos mujeres. Pero acá no tenemos que fingir. Si, no tenes 20 años, pero yo te quiero tocar igual". Hecho y derecho, la mano en la espalda descendió por el glúteo para alzarlo y proseguir al muslo, acariciando la cara interior del mismo. Cristina se tira en la cama.
"Tratame bien que estoy grande, no me rompas".
"Nunca", y la besó.
Le sacó la medibacha y la apoyó en la mesa de luz. Cristina la ve y dice: "El sexo sucio, pero la ropa limpia, ¿no?".
Mariu se aseguro de recorrer cada centímetro de piel de la Morocha. Como si fuera la media, solo dejó que las huellas acariciaran apenas, tocando más con el calor que irradiaba su mano que con la mano misma. Sus labios acompañaban y, sin querer queriendo, su nariz también. El cuerpo de Cristina era una montaña de la mejor de Tony Montana y Mariu se dejó al goce como si tuviera una entrevista en un canal de televisión amigo. Ni una pizca del perfume de mujer, de ESA mujer, que se escapara al frenesí de la ex-gobernadora y actual diputada.
Poco a poco, las manos fuero presionando más, apretando más, yendo aún mas adentro, hasta que un shock electrificó y revivió el ánimo de la tal vez futura presidenta de todos los argentinos.
Mariu se recostó a su lado. Ambas ahora estaban igual de despeinadas. Se acurrucaron un buen rato y luego Maria Eugenia se levantó de la cama por primera vez en 6 horas. Se estaba meando. Abre la puerta del baño y se mete. Cristina le grita desde la habitación: "Dios mio, demasiada juventud para mi. Igual voy a dejar de menospreciarme, porque te me enojás y me hacés esto y una segunda vuelta de esto ni loca, no sobrevivo. Me llenaste el pomo, querida. Te veo muy preparada para el 2023. Me vas a romp... no, perdón, muy machirulo y poco deconstruido el comentario." Se da vuelta y ve la espalda de Mariu, toda arañada, y su voluptuoso trasero, parado, expectante por algo.
"No estes tan segura" bromea Vidal. Se agacha para agarrar el buttplug del cajón. Gira la cabeza y le dice "Tiene hambre", y le guiña.