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Milemaker en la Oosterschelde

Jorge Sanz | 2016-08-11 | 2169 words | sailing

Este verano como primera parte de mis vacaciones he hecho un viaje en un velero histórico, la Oosterschelde[1]. Como no hay mucha oferta de ese tipo de barcos en España no es un tipo de viaje común y algunos amigos me han preguntado por la experiencia así que he decidido escribir aquí un repaso.

1: http://oosterschelde.nl/en/

Hace ya un par de años que le llevaba siguiendo la pista a este barco. El año pasado estuve bastante cerca de hacerlo aunque al final elegí otros planes, pero para este año me lo planifiqué con tiempo y conseguí organizarme para participar en uno de los recorridos que la Oosterschelde ofrecía, lo que ellos llaman un *Milemaker*. Este tipo de recorrido tiene como principal objetivo mover el barco de una localización a otra para luego en siguientes viajes planificados quedarse costeando. Es decir, el viaje consistía en llevar el barco desde Douarnenez[2], un pueblecito de la Bretaña francesa, a Oban[3] en Escocia. En total recorrimos unos 1400 kilómetros durante diez días, gran parte navegando a vela.

2: http://www.openstreetmap.org/?mlat=48.0967&mlon=-4.3334#map=12/48.0967/-4.3336

3: http://www.openstreetmap.org/?mlat=56.4122&mlon=-5.4767#map=14/56.4122/-5.4767

El barco

La Oosterschelde es una goleta holandesa de tres palos de casi 100 años, la única que queda de su tipo. Algunos datos:

La goleta Oosterschelde [IMG]

Fuente

Es el barco a vela más grande en el que he estado y no tiene mucho que ver en varios aspectos con el típico velero de crucero de 12 a 16 metros que conocía. Es un barco amplio, con un cómodo comedor para más de 30 personas, con camarotes de 2 o 4 literas con sitio de sobra para dejar tus cosas y hasta una pequeña pila para lavarte, dos duchas con baño y cuartos de baño adicionales. La cocina es grande y bien equipada para preparar todo tipo de platos. Tiene hasta un pequeño salón con sofás y un sillón en el que pasé unas cuantas horas leyendo más a gusto que un arbusto. El barco tiene una potabilizadora de agua por lo que no hay problema para tener agua dulce. Igualmente las cabinas tienen enchufes que dan servicio casi todo el tiempo ya que el barco tiene el generador en marcha bastantes horas del día y solo funciona con baterías (desactivando muchos de los enchufes) algunas horas por la tarde y por la noche, si se navega a vela. Ningún problema por tanto para tener cámaras y móviles cargados.

Mover un barco así a vela requiere de bastante esfuerzo humano, no hay motores para levantar nada y las velas cuadras (*top sails*) requerían subirse al palo de la vela *schooner* para prepararlas, aunque luego se movían desde la cubierta. Esto significa que si bien entre dos personas (fuertes) podrían subir o bajar las velas, o realizar la maniobra de virado (*tack*), cuanta más gente hubiera en cubierta para ayudar pues mejor.

Pude estar en la rueda del timón en varias ocasiones y no es muy diferente de cualquier otro velero, salvo que el tamaño hace que todo sea más lento y estable. Navegar mirando las velas, la brújula y la costa si la tienes a la vista es de las cosas más guapas que puedes hacer en un barco así. Quien quería se podía poner el arnés y subir por las escalas a la pequeña plataforma del palo de la vela goleta. La gente más aventurera lo hizo, yo no.

Para participar en un viaje como este no es necesario ninguna experiencia previa en navegación. Cierto que si sabes algo pues todo se entiende más rápido pero realmente no es un requisito. Un requisito que **sí** es necesario para poder participar al 100% es tener un nivel aceptable de inglés, ya que digamos es el idioma oficial. En mi caso me tocó re-aprender mucho del vocabulario náutico al inglés y en realidad me arrepentí de no haberme preparado un poco esto antes del viaje. Había gente que no sabía mucho inglés y les costaba un poco más entender las instrucciones e integrarse pero tampoco vi que fuera un problema grave ni mucho menos.

La tripulación

Dividiendo entre la tripulación del barco y los invitados teníamos:

La tripulación eran todos holandeses menos una marinera alemana y otro danés. Entre ellos hablaban casi siempre en holandés salvo que el danés estuviera delante en el que se pasaban al inglés. Con los invitados iban cambiando del alemán al inglés aunque si había alguien que no supiera alemán se pasaban siempre al inglés.

Una cosa que me molestó al principio pero que acabé por acostumbrarme es que los alemanes y holandeses solían hablar en alemán aunque estuviéramos delante alguien que no lo hablaba. Como la verdad es que en general *no me importaba un carajo* lo que dijeran pues me acabé por acostumbrar a ignorarlos igual que ellos me ignoraban a mí. Al tercer día dejé de sentarme con ellos en las comidas **y carril**.

Como en cualquier viaje de este tipo acaban por hacerse pequeños grupos por afinidad (edad, idioma, etc) y aún encontrándonos en un espacio limitado, el barco era lo bastante grande para que te pudieras apartar del grupo para leer, escuchar música, mirar al infinito o lo que te diera la gana.

El día a día

El barco cuando navega obviamente necesita gente que lo atienda, sobre todo navegando a vela, y eso significaba que había que establecer turnos de guardia para lo invitados igual que los había para la tripulación.

La tripulación hacía guardias de seis horas de manera que siempre estaba el capitán o el *first mate* al mando y dos marineros. Sus guardias eran de 8 a 2 (de la mañana o de la noche) y por tanto por ejemplo siempre teníamos al capitán de 8 de la mañana a 2 de la tarde y de 8 de la tarde a 2 de la madrugada. El cocinero llevaba su propio horario y no hacía guardias.

Los invitados para no tener un horario de guardias que nos hacía trabajar siempre en las mismas horas del día seguíamos un régimen diferente. Nos dividimos en tres grupos trabajando sobre cuatro turnos de manera que ibas rotando. Sería algo así:

En las comidas normalmente todos los invitados íbamos y alguien de la tripulación se quedaba atendiendo el barco. En los desayunos o cenas el capitán solía dar un pequeño parte del plan para las siguientes horas y casi todos los días a las 12 hacía una pequeña clase sobre navegación, climatología y temas parecidos.

En las guardias de la noche el grupo saliente se encargaba de ir a despertar a los de la siguiente guardia e idealmente dejarles café listo aunque al final de esto se encargaban más los marineros. Estas guardias eran las más duras por dos razones principales: el horario y la temperatura. Levantarte a las 4 tras haber dormido unas pocas horas se hacía difícil (algunos con bastante cara se las saltaron cuando les pareció) y a esas horas, *al menos para este valenciano que escribe*, hace un frío **de la hostia**. No quiero pensar cómo será navegar en invierno por ahí.

La primera guardia nocturna que hice fue bastante **espectacular y emocionante**. La cosa empezó levantándome solo en la habitación (el resto de la cabina tenía la guardia anterior), me puse toda la ropa de abrigo que pude y salí al salón en silencio para no molestar al resto de la gente. Al subir a cubierta estaba lloviendo y no había ni una luz de cubierta encendida, se oía un viento respetable y unas buenas olas (sin llegar a tormenta ni mucho menos). La situación de primeras **acojona**. Una vez salí a cubierta y los ojos se acostumbraron la cosa mejoró y pude irme al puente en la parte de popa con el resto de compañeros y acurrucarme donde fuera hasta que hubiera que hacer algo. En estas guardias si había hueco pues te metías un rato dentro del puente para no mojarte pero si no, pues te tocaba quedarte fuera a *disfrutar* de navegar de noche, viendo los barcos que tienes alrededor (pesqueros, portacontenedores, etc) y si había alguien más pues a charlar sobre el sentido de la vida. Luego ya pues lo que el barco necesitara: llevar la rueda del timón, subir, bajar o ajustar las velas o realizar la maniobra de virado. Por cierto que en un barco como este casi siempre se vira contra el viento, aunque también hicimos alguna trasluchada suave con poco viento y de día.

En fin en mi caso el ritmo era básicamente hacer mi guardia y en los huecos dormir, leer, charlar con la gente (aunque no demasiado) y poco más. No sé muy bien por qué, pero cuando acababa las guardias tenía un sueño terrible. No era exactamente cansancio porque no es un tipo de actividad que sea muy intensa, era simplemente sueño. Tal vez fuera porque la calidad del descanso no fuera muy buena porque dormir *bien* en un barco es complicado. Es decir yo no tenía muchos problemas en dormirme (nunca los tengo) pero es cierto que me despertaba a menudo por el movimiento del barco, la luz, el trajín de los compañeros de cabina, etc. En un viaje más largo, digamos una travesía oceánica de entre 15 y 30 días, supongo que acabaría por pillarle en tranquillo. Sólo hay una manera de saberlo :-)

El recorrido

Nuestro plan era sencillo, salir de Douarnenez hacia el oeste y en cuanto pudiéramos virar hacia el norte para subir por el mar de Irlanda, pasar la isla de Man y entrar en las costas escocesas. A priori había tiempo de sobra y la idea era hacer el máximo de recorrido en los primeros días para luego hacer noches fondeando en bahías de la costa esocesa. Como siempre en el mar uno hace planes pero luego el tiempo, los vientos y las corrientes y mareas te hacen replanificar. Nosotros tuvimos poca suerte con los vientos en algunos tramos y tuvimos que navegar algo a motor porque o había poco viento, o venía exactamente de la dirección que queríamos tomar. Aún así hicimos bastante navegación a vela e hicimos varias paradas:

En la bahía de Jura tuvimos algo parecido a una fiesta: una barbacoa en cubierta y luego algo de música al estilo europeo, es decir mucho disco de los 70. Hasta se apuntaron unos vecinos de un velero que estaba fondeado cerca.

En cuanto al tiempo, en general fue excelente. Nos llovió como es normal pero no pasamos ninguna tormenta y el trayecto en ese sentido fue bastante tranquilo. Obviamente por las noches bajaba la temperatura (y mucho) pero nada que algunas capas de ropa no solucionaran. Sí que eché de menos no llevar equipo un poco mejor: botas de agua y pantalones más abrigados.

Mi valoración

El viaje ha cumplido mis expectativas, es decir era más o menos lo que esperaba. Si bien esta vez no me he integrado tanto en el grupo como otras veces, tampoco me he aburrido lo más mínimo y he disfrutado mucho del mar y de la lectura. Por cierto que en este viaje me he leído *Ready Player One*[4], algo más de la mitad de *On the Map*[5] y la primera parte de la trilogía fantástica *Nacidos de la Bruma*[6].

4: https://www.goodreads.com/book/show/9969571-ready-player-one

5: https://www.goodreads.com/book/show/15765619-on-the-map

6: https://www.goodreads.com/book/show/68428.The_Final_Empire

Tras dejar el barco en Oban aún pasé unos días más por Escocia en un tour en autobús con base en Inverness desde donde visitamos las Highlands, la isla de Skye y el extremo norte de Gran Bretaña en John o’Groats. Si tenéis oportunidad de hacer el recorrido en tren del West Highlands Line que va de Glasgow a Oban o Fort William os lo recomiendo.

Para acabar, creo que volveré a hacer este tipo de viajes, no sé si primero otro *milemaker* o uno de navegación costera. La Oosterschelde ofrece recorridos en Cabo Verde en otoño y el caribe en primavera, así que ¿por qué no darse una vuelta por Martinica[7] o Saint Marteen en esa preciosidad de barco? Seguro que el clima acompaña un poco más.

7: http://www.oosterschelde.nl/en/?page_id=17141

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