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En cualquier parcela de conocimiento, existe tradición. Puede ser una tradición reciente o milenaria, pero suele haber un grupo de personas que digan «esto es así, siempre ha sido así y así sera». A principios de 1935, un grupo de investigación matemática conformada por jóvenes estudiantes y académicos decidieron romper ciertas normas de lo que «era así y siempre sería» (y dejo de ser) dando paso al desarrollo de nuevas teorías, nuevas ideas y en general un poco de aire fresco en el entorno matemático. Este grupo trabajaba bajo el pseudónimo de Nicolas Bourbaki. Algunas de las personas integrantes iban y venían, se peleaban y se reconciliaban o participaban con absoluto secretismo entre sus filas, hasta los 60 años que era la edad tope para participar en ese grupo. La idea iba más allá de conseguir dinero o reconocimiento, querían dar paso al conocimiento matemático sin limitarse a la dictada tradición.
Laboria Cuboniks (anagrama de Nicolas Bourbaki) es un grupo de investigación xenofeminista que nace con un espíritu similar al grupo matemático, y pretende hablar de feminismos en plural, sin excluir (de ahí el «xeno«, o como me explicaron en Post Apocalipsis Nau «alien«), situando la tecnología como uno de los ejes más relevantes de su estudio. Una de sus integrantes, Helen Hester, incluso relaciona en uno de sus libros sobre Xenofeminismo, tecnologías de género y políticas de reproducción con el software libre. Explica cómo muchas mujeres a lo largo de la historia se han sentido abandonadas o despreciadas en el entorno de salud, y algunas han creado un núcleo de conocimiento abierto sobre salud y cuidados para autogestionar esta parte de sus vidas. Habla entonces tangencialmente del software libre, y de cómo podría suponer un paso más de independencia y soberanía: más que por la parte de software, por la parte del conocimiento.
Cabe pensar que destruyendo conocimiento estás destruyendo la comunidad, pero es en la comunicación en la que reside la mayor parte del peso del conocimiento libre. Cuando surgió Nicolas Bourbaki había cartas (largas cartas con funciones y teorías, lo que podríamos considerar un git pull un poco precario), y ahora tenemos chats y redes sociales, y stickers. También, por supuesto, tenemos comunicación afk (away from keyboard), pero creamos contenido, principalmente, a través de Internet. Fuera de lo que cabe esperar no creo que el software libre sea (por si solo) el eslabón que permite que Internet sea una herramienta de autogestión y soberanía, si no la(s) comunidad(es) que lo conforman. Si el software libre se va desdibujando hasta ser «código abierto» que de algún modo es más eficiente en una empresa, o es la carta de una estrategia de marketing, no estamos hablando de lo mismo de lo que habla Helen Hester. Las comunidades libres no es lo que «siempre ha sido y será», las comunidades son las personas que necesitan hacer la tecnología suya y compartida para no ser dependientes (y en el camino que no lo sean las demás) de que la tecnología se les conceda como un privilegio. Y por supuesto no tiene un sólo objetivo, ni una sola forma, una comunidad libre (como la de xenofeminismo) comprende muchas comunidades. Una comunidad con pocos recursos de electricidad tendrá otros objetivos tecnológicos que los de una comunidad que tiene electricidad pero trabajan en un entorno ultraviligilado, o los que tienen electricidad y privacidad, pero no una tecnología accesible a sus condiciones (físicas, lingüísticas o de otra índole). Si hubo una época en la que el software libre fue de una sóla comunidad, ahora pertenece a muchas otras; Parte de defender el conocimiento libre entra en comprender que las necesidades de una comunidad no definen las de las demás. El código abierto (parte fundamental del software libre), se establece libre cuando sabes que al compartirlo, otras personas usarán parte o todo para adaptarlo a sus necesidades. Esperar que una comunidad sea «lo que era y ha sido siempre» es opuesto a esta filosofía que se ha aceptado fácilmente para el código. ¿Acaso se dice que el software ha sido siempre y será? ¿Por qué se acepta tan ampliamente esto mismo para la estructura de una comunidad?
Me gustaría pensar en el futuro del software libre como una comunidad «xeno» y «libre» que ocupe todas las libertades, no sólo de código, si no de comunidades. Que defienda unos objetivos comunes y accesibles sin expulsar a esas minorías que necesitan una tecnología alejada de los intereses consumistas o manipulables por poderes centralizados.
Como explican en el manifiesto Xenofeminista, o como pensaban las personas de Nicolas Bourbaki, que algo parezca alejado, utópico o extraño en la actualidad no es motivo para pensar que no sea nuestro futuro cercano. Ningún cambio sucede de pronto (incluso la revolución francesa tuvo un impacto progresivo en la construcción del concepto de libertad y avance tecnológico en las pensadoras del momento), así que no hay motivo para no empezar hablar y programar libres sin confiar necesariamente en lo que fue y siempre ha sido.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bourbaki.htm
https://www.todostuslibros.com/libros/xenofeminismo_978-987-1622-66-5
https://laboriacuboniks.net/manifesto/
https://www.todostuslibros.com/libros/utopia-no-es-una-isla_978-84-949223-6-7