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NUESTRA SUBORDINACIÓN El Estado y el Capital son los actuales administradores de lo público y es más que claro que lo hacen en función de sus intereses tanto partidarios como gananciales en una lucha constante para sostener y perpetuar su poder sobre nuestras vidas, siendo la administración del espectáculo una de sus tantas herramientas. Y allí nosotrxs, subordinadxs, algunxs creyendo que tenemos una participación concreta siendo agentes de cambio, y algunxs sin que nos importe realmente si hay efecto o no, sólo sobreviviendo y siendo orgullosamente resilientes. El espectáculo o el ocio, como sucede con la productividad lo malo que tiene realmente es el medio y en las manos de quién, o qué, está: el capitalismo. Y el Estado, como agente regulador, no hará otra cosa más que acomodar o alinear sus intereses para que nada cambie. Ya sea en su materialización como dueño de los medios de producción o como generador de falsas necesidades de consumo, el tándem Estado-Capital y sus efectos están a la vista de todo el mundo, adueñándose inclusive del espectáculo popular. Si bien todavía puede escucharse el comentario despectivo y totalmente sesgado sobre el fútbol como el opio del pueblo, en los tiempos que corren, si es que hay algo con propiedades “opiáceas” no es justamente el entretenimiento en sí, sino el efecto distractor de todo ello que va muy de la mano de los avances tecnológicos, los cuales pueden llegar a obnubilar, sin mencionar el bombardeo de noticias que acompañan todo el espectáculo, tapando como siempre las condiciones que vive la clase trabajadora que con su trabajo y vidas sostienen la opulencia. Tratando de escapar de un futuro distópico, existe quien puede preferir que desde temprana edad se haga uso de las nuevas tecnologías como si se hubiese nacido con un celular en la mano, con la esperanza de en el futuro ser un crak en ello y asegurarse un sostén o buen pasar, como alguien puede preferir que sea de otro modo absolutamente distinto, con una pelota atada al pie, también con otra esperanza de tener éxito en una carrera con ingresos extraordinarios, siendo ambos casos adaptaciones, o subordinaciones, al sistema imperante, donde no se puede escapar de la esclavitud del salario. Ver esto puede ayudar a pensar en lo que realmente hay que combatir para conquistar nuestra emancipación. Y es fundamental ser conscientes de ello para no ir directamente en contra de lo que se nos es arrebatado desde antes de haber nacido, sino ir en contra del Estado y el Capital, quienes, entre otras instituciones, nos hacen creer que todo lo bueno sólo puede ser provisto por ellas, tratando de imprimir en nuestras mentes que esto es algo natural, logrando que nos subordinemos pidiéndoles pan, paz y trabajo, reconociéndolos como justos administradores, dueños de la pelota, de la cancha y de los árbitros, y haciendo que una lucha termine en una mediación como si el hecho de que se reconozca el conflicto fuese un triunfo en sí mismo, y dejándolo ahí. Sea voluntaria, crítica o acrítica, sea consciente o no, esta subordinación hace que por un lado un sector de la sociedad reclame al proveedor legitimado del espectáculo, por ejemplo, poder ver todos los partidos de una determinada asociación de fútbol (que también es capitalista) de forma pública, y por otro lado, siguiendo con la subordinación, otro sector de la sociedad también reclame a su tutor, debido a la inseguridad, por más fuerzas de seguridad en la calle, las mismas que después reprimirán con su legítimo monopolio de la violencia a quienes se atrevan a insubordinarse. La lucha y resistencia contra dicho trasfondo, el cual, si bien pareciera modelar prácticamente todos los aspectos de la vida contemporánea, aún no puede vencer las ideas y los principios que pregonamos como artífices de nuestro propio destino emancipado donde, como ahora, somos quienes trabajan, y seremos nosotrxs quienes organizaremos nuestras vidas apropiándonos tanto de la productividad como del ocio. Es preciso poner de manifiesto que es nuestra propia responsabilidad liberarnos de la opresión, explotación y alienación a la que estamos sometidos. Será desde una solidaridad que trascienda las barreras nacionalistas, la horizontalidad, la asamblea y la acción directa más allá de las fronteras que la organización obrera podrá combatir toda autoridad que pretenda someternos y engañarnos para poder seguir dominándonos. Ahora bien, ¿es la subordinación obra consciente de los trabajadores? La respuesta a tal pregunta quedará a criterio de quien lea estas líneas, pero claro es que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos, o no será. leog. https://organizacion-obrera.fora.com.ar/2023/01/09/nuestra-subordinacion/