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HacĂa mucho tiempo que te veĂa, pero por aquellos caprichos del destino, fue cuando tenĂa unos 6 años cuando te conocĂ.
Siendo como suele decirse "del montón", una más, al mirarte dos veces uno se da cuenta de lo atractiva que eres, y bella, muy bella.
Yo era muy pequeño y no entendĂa bien estas cosas, no sabĂa que me querĂas decir con tus apariciones y gestos. Mis padres me decĂan que eran cosas de adultos, que cuando fuera mayor lo entenderĂa. No me bastaba esa respuesta y cuando más te cruzabas en mi camino más embelesado me tenĂas.
El halo de misterio que te rodeaba aun te hacĂa más deseable y yo ya no podĂa seguir viviendo en la ignorancia. PreguntĂ© a mis amigos del barrio y a los compañeros del colegio, pero ninguno te conocĂa, y yo, cada vez más, me morĂa de ganas de saber de ti.
En clase de la profesora Paz, que nos daba matemáticas, empezaba a dejar de oĂr sus enseñanzas para soñar despierto contigo, con tu figura esbelta, poca cosa, pero todo muy bien puesto, como solo la sencillez más divina sabe resaltar la belleza. Pero entonces miraba por la ventana y volvĂa a la realidad, solo era un niño de 6 años, y además no sabĂa nada sobre ti.
Y entre deseos no cumplidos e impaciencia frustrada fue pasando el tiempo y desapareciste de mi vida. Iba a los sitios que solĂas frecuentar pero no estabas. Doblaba aquella esquina donde siempre te encontraba y ya no estabas. Se sucedieron los años y tu ausencia hizo que llegara a olvidarte.
Ya de adulto y con la curiosidad innata con la que me hicieron mis padres, vagaba de aquĂ para allá, sin acordarme de ti, pero sin poderte olvidar en un trocito de subconsciente que, sin saberlo, habĂa reservado para ti.
Mi afición al dibujo quiso que por aquellos misterios de la vida volviésemos a reencontrarnos.
Garabateando en un folio empecĂ© a recuperar tu recuerdo y a plasmar sin darme cuenta tu figura, tus curvas perfectas, tu bella simplicidad que te hacĂa tan atractiva. EmpecĂ© a volver a sentir de nuevo aquellas sensaciones del pasado que creĂa olvidadas, y empecĂ© a buscarte de nuevo, esta vez con el Ă©xito que ofrece la edad y los conocimientos.
Te encontré, supe por fin quien eras, y aunque ya no estabas presente, no hizo que disminuyera mi atracción por ti, más por el contrario, aumentaron.
Y a dĂa de hoy, conservo intacto aquel recuerdo y aquella frase "cuando seas mayor lo entenderás", porque ya soy mayor, y sĂ, lo entendĂ.
Te abracĂ© y me dejĂ© seducir, y aunque eres difĂcil de entender, mi querida anarquĂa, ya no puedo vivir sin ti.