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Estaba cansado de su paso por la vida, abrumado por todo el odio que había visto en las personas. Sólo quería irse a dormir y no despertarse más pero sabía que eso no sería posible, aun tenía que seguir vigilando que todo saliera como estaba previsto, ¿durante cuanto tiempo más?, no lo sabía.
Se quitó la ropa y se metió en la cama con muy pocas esperanzas. "Mañana será otro día".
Estaba en su estudio revelando las fotos que hizo la tarde anterior. Pese a su juventud, era muy “antiguo” en cuanto a la fotografía se refiere. Prefería las cámaras analógicas y los carretes en blanco y negro, aunque disponía de otra digital para cuando era necesario, y revelaba siempre él mismo sus fotografías.
Decía que las imperfecciones de la vida real que obtenía con los carretes no era comparable con la vida virtual que se obtenía con las cámaras digitales. Siempre decía que esa nitidez y esos colores tan vivos de los dispositivos digitales no se correspondían con la realidad.
Víctor era un fotógrafo freelance muy bueno. Se lo disputaban las principales agencias de noticias, incluso había recibido ofertas de Discovery Channel y National Geografic, pero siempre las había rechazado. El era libre, no quería estar sujeto a horarios, protocolos ni órdenes de burócratas, él era fotógrafo, aunque a veces colaboraba con una agencia de proyección mundial, 7straight y recibía los encargos de su directora en España, Laia Gálvez, que vivía en la misma ciudad que Víctor.
Dejó colgadas la fotos para que se secaran y se marchó, había quedado con Laia.
— ¿De que estamos hablando?
— De una manifestación antiglobalización en Génova.
— ¡Esa gente está pirada! Son muy violentos.
— Esos manifestantes te darán de comer una temporada.
— No hablaba de los manifestantes, sino de los antidisturbios. Son toros desbocados, arrasan con todo, y los periodistas y fotógrafos estamos en su punto de mira.
— Si no quieres el trabajo se lo doy a otro.
— No, no es eso, es que el tema está muy calentito y van a haber follones que nadie sabe como pueden acabar.
— Mejor, así tus fotos serán más espectaculares.
Víctor odiaba el lado polémico del periodismo y la parte "rosa" que a cada vez más gente interesaba. Simpatizaba con el movimiento antiglobalización y esa era el principal motivo por el que no iba a rechazar el trabajo. Seguramente hubiera ido igualmente para denunciar la brutalidad policial contra los defensores de los derechos humanos.
— Bien pues, en el sobre tienes toda la documentación. Entrégame el trabajo como muy tarde a última hora del día fijado, el tiempo es oro.
Se despidieron con un apretón de manos. A Víctor no le gustaba mucho Laia, la consideraba una trepa que se vendería a su madre por un buen reportaje, pero tenía que reconocer que por esa misma razón hacía muy bien su trabajo.
De camino a casa se pasó por el centro cívico del barrio para recoger unos carretes de un amigo, Julián, al que llamaba Juli, que empezaba en el mundillo de la fotografía tras el curso de verano que organizó en el propio centro cívico. Hacía muy buenas fotos y prometía mucho, pero no acababa de dominar el revelado. Las fotos pertenecían a un desahucio de un matrimonio de ancianos.
Cuando llegó a su casa entró en el cuarto de revelado para trabajar sobre los carretes y mientras dejaba reposar las cubetas con los líquidos reveladores recogió sus fotos que había dejado a secar. Después de casi dos horas acabó con los carretes y se fue a descansar.
Estaba nervioso por lo que se podría encontrar en Génova. Como era habitual, llamó a sus padres para avisarles del viaje y a su amiga Noe, también fotógrafa y con la que siempre contaba cuando iba a zonas "calientes". Habían establecido un protocolo de envío de material a través de servidores cifrados y siempre dejaban por escrito las directrices de actuación en caso de que le pasara algo.
Llegó al hotel cuando amanecía, con el tiempo suficiente de coger su mochila con el material y sus dos amores, su inseparable nikon F90 y su antigua Zeiss Ikon. La nikon le gustaba porque no tenía levas ni botones que sobresalieran y se pudieran partir en las refriegas en las que estaba acostumbrado a meterse. La usaba para las fotos en color. La Zeiss era de su padre y hacía unas fotos muy bellas. En esta usaba el blanco y negro.
Fue al lugar de inicio de la manifestación. Como era habitual en este tipo de concentraciones, estaba dividida en varios grupos: los ecologistas nutrían un buen grupo con sus camisetas verdes y sus pancartas coloridas y siempre reivindicativas. Después estaban los comunistas, que era un grupo más numeroso que los ecologistas, con sus banderas rojas y hoces y martillos por doquier. Al final podían distinguirse los anarquistas con sus banderas negras, sus “A circuladas” y los símbolos “okupa”. Rellenando el espacio entre grupos estaba la gente común, gente comprometida pero que no pertenecía a ninguna corriente ideológica.
Ya había mucha gente y seguía llegando más, muchas veces en columnas de barrio y por último, el temido black block, con sus miembros encapuchados y vestidos de negro en un bloque perfectamente formado. Las calles aledañas estaban atestadas de furgonetas de carabinieri y los antidisturbios parecían robots, daba miedo mirarlos.
Empezó la manifestación en un ambiente festivo aunque muy reivindicativo. Al cabo de una hora los antidisturbios empezaron a mostrarse nerviosos y se empezaba a sospechar lo que en breve ocurriría, por lo que la gente común y menos reivindicativa empezaron a marcharse. Y sucedió lo inevitable, empezaron las cargas.
La gente empezó a correr despavorida, sin rumbo. Algunas personas se agachaban y levantaban las manos en señal de rendición, otros intentaban escapar, y los más combativos plantaban cara. El black block se dispersó para iniciar técnicas de guerrilla urbana para defenderse, y el resto de anticapitalistas hacían lo propio. En pocos minutos las calles de Génova se convirtieron en una batalla campal, un sálvese quien pueda. Víctor, siempre del lado insurgente, fotografiaba todo a su paso usando indistintamente ambas cámaras.
La refriega se recrudecía por momentos y Víctor empezó a fotografiar heridos por doquier, cabezas y rostros sangrando, brazos magullados, y antidisturbios apaleando a la gente que estaba indefensa en el suelo.
Divisó un furgón rezagado el cual estaban zarandeando varios manifestantes y fue hacía allí. Empezó a hacer fotos como un loco y pudo captar un brazo saliendo por la ventanilla trasera de la furgoneta, pistola en mano, y como disparaba en la cabeza a un joven que cayó sin sentido en el acto. La furgoneta tiró marcha atrás pasándole por encima. Supo después que el joven tenía 22 años y se llamaba Carlo Giuliani.
El caso de Carlo Giuliani dio la vuelta al mundo, y pese a las mentiras policiales y montajes gubernamentales de sobra comprobados, nunca se hizo justicia.
Ya en el hotel, Víctor, desolado, llamó a Laia para avisarle de que le iba a enviar las fotos que acababa de revelar en un estudio profesional y después llamó a Noe para avisarla de que estaba bien y de que subía las fotos al servidor. Después se sentó en la cómoda moqueta del suelo, en un rincón, y lloró como un niño hasta que se quedó dormido.
Se despertó a la mañana siguiente, y aunque le gustaba hacer fotos del día después, está vez no tenía ánimo para nada, sólo quería volver a casa cuanto antes. Llegó al aeropuerto Cristoforo Colombo y pidió si le podían cambiar el billete que tenía para la tarde. Tuvo que pagar un plus de 25€, que abonó rápidamente. Volaba hacía Barcelona en 45 minutos.
Ya en Barcelona quedó con Noe y con Juli para enseñarles el trabajo de Génova, como siempre solían hacer.
— Fue una barbaridad, todo estaba yendo bien, no había necesidad de empezar las cargas policiales. Alguien tendrá que explicar muchas cosas.
— No, nadie dará explicaciones, darán largas y el tema se diluirá en el tiempo— dijo Juli.
— Las fotos son muy buenas, me das envidia, nunca seré capaz de hacer fotos así— dijo Noe.
— Eres muy buena fotógrafa, no digas eso.
— ¿Cómo lo haces, cual es tu secreto?— preguntó Juli.
— No tengo secretos, cuando veo algo que me atrae me imagino la escena como en una foto y sólo tengo que captarlo y punto. Y sobre todo, nada de teleobjetivo, hay que estar ahí.
Mirando las fotos Víctor notaba una sensación extraña, pero después de lo vivido no era de extrañar. Se despidieron y se marcharon a casa.
Eran las 3:43 de la madrugada y Víctor seguía dando vueltas en la cama, no podía dormir. Los acontecimientos vividos en Génova regresaban a su mente una y otra vez "he sido testigo de un brutal asesinato policial". Cerraba los ojos y se repetían las imágenes de la mano saliendo por la ventanilla del furgón policial empuñando la pistola que le voló la cabeza a Giuliani y el posterior atropello del cuerpo sin vida.
Entonces sintió una punzada y se le aceleró el corazón. Esa tarde, con Noe y Juli había percibido algo extraño que se le escapaba, aunque no sabía aún qué era.
Se levantó y se dirigió a su estudio. Cogió las fotos de Génova y se puso a estudiarlas. Separó tres de ellas y las revisó en el ampliador, ¿Dónde he visto yo esta cara antes?. Abrió el archivador y cogió las fotos de las revueltas de la plaza Tehr en Egipto, cuando un atentado dejó 14 muertos, y allí entre la gente estaba esa cara. Cogió las fotos que hizo del linchamiento de varios supuestos pederastas en Zaire y también estaba presente.
No la vio en las celebraciones del 20 aniversario de la caída del muro de Berlín ni en el viaje del Papa Francisco I a Cuba. Su mente empezó a funcionar, sentía un cosquilleo en el estómago y entró en un estado de alteración como si estuviera en alguno de sus encargos peligrosos.
Encendió el ordenador y empezó a buscar noticias de atentados a lo largo de la historia. En varias fotos que acompañaban las noticias vio al personaje misterioso, entre el público siempre, siendo testigo de la historia. Lo vio en la quema de libros del tercer Reich, en la evacuación de diplomáticos de Saigon en la guerra de Vietnam, en las pruebas que se hicieron semanas antes de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima, en el atentado mortal de J.F. Kennedy y en el de Marting Luther King.
Miró el reloj y sólo quedaba hora y media para que abriera la biblioteca central, la cual disponía de una buena hemeroteca. Hizo tiempo mientras se vestía y desayunaba y puso rumbo a la biblioteca.
Una vez allí empezó a mirar noticias antiguas y la sangre se le heló al ver aquella cara en el funeral de Buenaventura Durruti en Noviembre de 1936, el regicidio del Zar Nicolas II y su familia en 1917. Dada la imposibilidad de encontrar fotografías anteriores, fue a los ordenadores y entró en la sección de arte.
Empezó a mirar cuadros y retratos sin ton ni son y volvió a verlo en un cuadro de la derrota de Napoleón Bonaparte en Santo Domingo en 1803, otro de la coronación de Carlos I de Inglaterra en 1625, y en un cuadro de la quema en la hoguera del gran maestre templario Jaques de Molay en 1314.
No podía ser, nadie vivía tantos años, no era posible, ¿quién era esa persona? Tenía que contárselo a sus amigos.
Llamó a Noe y a Juli y en menos de media hora estaban reunidos en el bar de siempre. Les contó su hallazgo y les enseñó tanto sus fotos como las noticias y cuadros que imprimió en la biblioteca.
— No puede ser, debe existir alguna explicación— dijo la conservadora Noe.
— Debe ser una antigua secta. Sus miembros están detrás de los grandes cambios y todos visten igual, como los illuminati y otras sectas masónicas— dijo el más imaginativo Juli.
— He de decir que llegue a pensar eso, pero mira estas ampliaciones, si os fijáis bien veréis una manchita en la sien derecha, una especie de cicatriz o quemadura— era fácil de ver ya que el aspecto pálido y con la cabeza afeitada del personaje no dejaba dudas.
— ¿Quieres decir que es la misma persona?
— Creo que si.
Habían acordado buscar información sobre el personaje misterioso. No sabían por donde empezar, y terminaron buscando información en webs y en círculos paranormales, masónicos y satánicos. Todo eran teorías allí donde iban y todos se sorprendían con lo que les contaban, preguntándose si no estarían siendo víctimas de alguna cámara oculta.
Noe fue a una tienda de libros antiguos y al explicar por encima lo que estaba buscando, el dependiente cambió su expresión, miró al rededor y después le hizo un gesto con la cabeza hacía la rebotica. Noe desconfío, pero hasta ahora todo habían sido caras de "estás loca" y este hombre había hecho un gesto de "no hablemos de esto en público", así que pasó con cierto recelo a la rebotica.
— ¿Dónde has conseguido estas fotos?— dijo el peculiar dependiente, un hombre de unos 40 años que aparentaba 60, gordo y que no parecía haber tocado una ducha en varias semanas.
— Las hizo un amigo— se la quedó mirando.
— No sabemos quién es, de donde viene ni quién lo manda, sólo que está presente en los hechos importantes que han ido moldeando la historia, con una característica, los hechos siempre son violentos, pero no sabemos mucho más— dijo el dependiente.
— ¿Has dicho sabemos?
— Si, somos un grupo reducido de personas de toda Europa. Empezamos hace unos años a hablar sobre este fenómeno en una sala de chat y desde entonces estamos investigando, y estas fotos nos podían ayudar mucho.
— Quédatelas y toma mi número, si te enteras de algo, por favor, avísame.
Se despidieron y Noe llamó a Víctor para informarle sobre lo que acababa de descubrir.
Laia había quedado urgentemente con Víctor en el bar para un nuevo trabajo.
— Ha sido una barbaridad sin precedentes. Tienes que ir ahora mismo. En el sobre tienes lo necesario, sales en 30 minutos.
— Pero es muy precipitado, yo no...
— Si no aceptas se acabó nuestra relación profesional.
— ¡Eres una puta chantajista!
— Lo se, ¿qué dices?— Víctor miró el sobre y luego miró a Laia. "Este es el último trabajo que hago para ti, zorra" pensó Víctor— Está bien.
— Bien, vas en el jet de la compañía, los vuelos están cerrados, ¡todo el cielo aéreo norteamericano está cerrado! Sólo se permiten vuelos privados y de muy pocas compañías y 7Straight es una de ellas. En diez minutos te vienen a buscar para llevarte al aeródromo. Vete a casa a coger tu equipo.
Víctor siempre tenía una mochila con un equipo preparado para este tipo de trabajos urgentes. En diez minutos clavados lo estaban recogiendo y en poco más de seis horas llegaba a Nueva York. Mientras tanto otro avión se estrellaba contra la segunda torre del World Trade Center.
Cuando Víctor llegó a la zona cero se encontró la desolación personificada. La primera torre se había derrumbado y el humo se respiraba en el ambiente. Por inercia sacó su nikon f90 y empezó a hacer unas fotos cargadas de dolor y frustración. Apuntó su objetivo de 100mm hacía un grupo de bomberos y allí lo vio, el misterioso personaje estaba allí, mirándolo. A Víctor se le heló la sangre. Empezó a disparar mientras se dirigía hacia él. Al verlo venir, el personaje se dio media vuelta y se marchó pero Víctor fue capaz de perseguirlo. Echó a correr y le dio caza a dos manzanas de la zona cero.
— ¿Quién eres, de donde vienes, quien te envía?— lo tenía cogido por las solapas de su larga chaqueta de piel.
— Déjame, vete lo antes posible— dijo el personaje con voz gutural y pálida. A Víctor le pareció que no había movido los labios.
— ¿Qué eres?
— Estoy cansado, no quiero seguir pero no me dejan descansar.
— Te he visto en muchas fotos a lo largo de la historia, ¿cómo es posible, quien te envía?
— Insensato, tu curiosidad te va a matar.
— ��Vas a pegarme un tiro, vas a matarme?
— Yo no, pero ya estás muerto.
Víctor no lo entendió, lo soltó y el personaje aprovechó para escapar. Víctor hizo ademán de seguirlo pero lo dejó ir "creo que no será la última vez que te vea" pensó.
Sonó el teléfono y Noe contestó.
— ¿Noe? Llamo de la librería Marte.
— Ah, Hola, ¿has descubierto algo?.
— Si, al parecer nuestro amigo es un Vigilante. Está presente en todos los hechos violentos de la historia para asegurarse de que todo sucede tal y como debe suceder. Parece ser que todo lo que ocurre ya está predestinado y algún ente superior los envía para que todo salga según lo establecido. Aquel que intenta evitarlo muere.
— ¿Pero quien los envía, quien es ese ente?
— No lo sabemos aún. Otra cosa, tu amigo el fotógrafo, puede estar en peligro. Por lo que hemos averiguado, quien ha descubierto la identidad del personaje misterioso ha muerto.
— ¡Oh Dios mío, Víctor a viajado a los atentados de Nueva York!
— Avísalo, que no intente tener contacto con él, que ni lo fotografíe si lo ve.
Noe colgó y en seguida llamó a Víctor, no lo cogía. No dio señales de vida ese día, ni al siguiente, ni al siguiente, desapareció sin dejar rastro.
Una mañana Juli estaba sentado tomándose su primer café del día mientras ojeaba el periódico. Se detuvo en las noticias sobre el atentado, al que ya denominaban 11-S, y una de las fotografías le llamó la atención. Se veían unos bomberos sacando algunas víctimas de los escombros del derrumbe de la segunda torre. Allí estaba el misterioso personaje mirando a una de las víctimas.
La víctima era Víctor.