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Otra de mis deudas pendientes con la carpintería es hacer un secador solar. Existen varios diseños simples y económicos que nos permitirían aprovechar mejor las frutas de estación y contar con deliciosos disecados para el invierno.
Hace poco adquirimos un molino corona manual de hierro fundido. Es una herramienta de esas que duran siglos y nos permite moler harinas en casa ya sea de lo que producimos y recolectamos o de granos y legumbres comprados.
Las ventajas son múltiples. Producir harinas menos refinadas y sin aditivos, los granos y las legumbres enteros cuestan un cuarto del precio de la harina, abrir el abanico a harinas que no se consiguen en la zona.
Recién estamos comenzando a plantar y es un proceso que va a llevar años pero la idea es llegar a basar nuestra dieta completamente en plantas perennes. Estamos convencidos de que es la manera más resilente de lograr el autosustento en armonía con el planeta y sin pasar la vida trabajando en el huerto.
La región en la que vivimos cuenta con una enorme variedad de malezas comestibles ricas en minerales y otros nutrientes. Suelen ser poco aprovechadas principalmente por el desconocimiento y la falta de hábito. Afortunadamente un biólogo de la zona se dedicó a realizar un extenso relevamiento describiendo la manera de reconocerlas y sus propiedades.
Sitio del dr. Eduardo Rapoport sobre malezas comestibles
Uno de los aspectos centrales de nuestra búsqueda es mejorar la nutrición minimizando todo lo posible el costo. Costo en términos de trabajo, dinero, recursos del planeta. Esto implica maximizar la alimentación utilizando menos alimentos, menos combustible, menos labor de procesamiento.
En general la solución es mucho más simple de lo que esperaríamos. El tiempo y la microbiología son nuestros aliados. Remojar, germinar y fermentar al igual que producir perennes son procesos en los que la mayor parte del trabajo es realizado por la naturaleza sin sacrificios.
Por ejemplo. Una taza de lentejas que llevaría más de una hora de hervor y alcanzaría para un sólo plato poco nutritivo y dificil de digerir puede convertirse tras tres días de remojo en brotes suficientes para cinco personas y quedan deliciosos con un salteado rápido. Usamos menos lentejas y menos combustible para lograr una nutrición mucho más satisfactoria. Nuestra labor conciste unicamente en enjuagarlas un par de veces al día. El verdadero trabajo que multiplica los nutrientes al tiempo que tierniza y mejora los sabores lo realizan las propias lentejas cumpliendo su ciclo natural.
Todavía no hemos generado las condiciones de sombra y humedad necesarias pero es algo que estamos ansiosos por emprender.
Si bién nuestra búsqueda tiene varios puntos en común con el veganismo, el enfoque difiere en algunos aspectos.
Nuestra menra de evaluar qué incluimos en nuestra dieta y en nuestra vida no se rige exclusivamente por la dicotomía origen animal u origen vegetal.
Consideramos que es urgente que los humanes abandonemos la relación de abuso con la naturaleza, más allá del origen directo del producto.
Cuando elegimos consumir soja transgénica estamos siendo cómplices de una serie de atrocidades que van desde la destrucción de la Amazonia y la exterminación sistematica de hierbas y microorganismos del suelo hasta pueblos enteros con índices de cancer exhorbitantes y, lo que nos ocupa, el exterminio masivo de abejas y otros polinizadores.
Cuando hacemos permaapicultura, creamos enormes colmenas aptas para enjambres grandes que ya no encuentran árboles ahuecados que habitar. Estas colmenas están libres de cuadros y no intervenimos en lo más mínimo durante la mayor parte del tiempo. Únicamente tocamos la colmena un sólo día al año para retirar un cuarto de la miel y la cera producidas para no volver a molestar hasta el año siguiente.
Consideramos esta práctica lo suficientemente respetuosa y beneficiosa para ambas partes como para experimentar su puesta en práctica. Brindamos hogar y ecosistema a las abejas a cambio de parte de su producción retirada con el mayor de los cuidados.
No nos cabe duda de que existe un abismo entre el método descripto y la tortura a la que la apicultura tradicional somete a las abejas manipulando y ahumando su espacio a diario, reemplazando su invaluable alimento por jarabe de fructuosa, manipulando reinas, etc.
Sin embargo debo reconocer que aún no hemos tomado la desición definitiva al respecto.
Manual de permapicultura de Oscar Perone
Hace algunos años, cansade de los efectos colaterales que empezaba a provocarme cualquier producto de panadería, estaba decidide a abandonarlos definitivamente. Llega un punto en que el placer que asociamos a su consumo no alcanza para compensar el malestar y nuestro cerebro va abandonando poco a poco la asociación.
Tiempo después aprendí que el problema no son los panificados en si, sino el abandono de los métodos tradicionales en pos de procesos más rápidos y que generan resultados más predecibles y uniformes. De alguna manera el furor del mercado y su fanatismo por lo estandarizado fué transformando el pan del alimento noble y nutritivo que veneramos por generaciones en el veneno blanco que hoy se puede adquirir en los comercios.
Los factores son varios. Por un lado, las harinas industriales (sobretodo las que se utilizan en panaderías y fábricas) contienen cada vez más aditivos para mejorar su rendimiento, bajar su precio y acelerar la producción. Por otro la estandarización de las levaduras ha llevado a que la totalidad de lo que se fermenta a nivel comercial en el mundo utiliza sólo dos cepas.
Esto no hace más que reflejar la sobresimplificación que el mercado fuerza en todos los aspectos de la vida, pasando por alto la complejidad inherente que interactúa con todo lo que está vivo. El razonamiento parece ser: si las levaduras son buenas, elijamos la mejor, domestiquemoslá para acelerar su proceso, vendamoslá a todos los rincones del planeta.
El problema es que lo que hace buenas a las levaduras es precisamente su adaptabilidad y su velocidad de reproducción. Esto hace que se adapten a nuevos patógenos en pocas horas lo cual las hace un socio indispensable para el sistema inmunológico de animales más complejos y lentos como los humanos. Es decir, las levaduras que son buenas para cada individuo son aquellas que comparten su mismo ambiente aportandolé una resilencia que le llevaría siglos desarrollar por si mismo.
La única manera de beneficiarse realmente de las levaduras, entonces, es la producción local. Cuanto más cercana a quien las consume y su entorno mejor. Nada más local que la masa madre cultivada en nuestra mesada, dónde cocinamos todos los días y hecha con las mismas harina y agua que utilizamos a diario.
Explicar cómo se siente un pan amasado con masa madre resulta tán dificil como explicar como se siente el kefir o una hidromiel cacera. Es algo que hay que experimentar para comprender realmente la dimensión que implican los fermentos caceros. Desde el primer bocado no cabe duda de que estamos ante un alimento complejo, hermoso, que brinda una saciedad que no conocíamos y que no volveremos a abandonar.
Si suena a que exagero, aceptá el desafío de probar y desmentirme. Advierto que una vez que nos iniciamos en los fermentos caceros no hay vuelta atrás, a lo sumo se postergan y se extrañan con culpa pero no se abandonan.
Además del pan de masa madre, nuestra dieta esta hoy repleta de fermentos.
Todavía no hemos alcanzado el nivel de producción que nos gustaría pero siempre algo fermentado a mano tenemos. Cacerito, lleno de levaduras adaptadas a nuestro entorno y delicioso.
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Hecho con <3 x maleza en el tiempo libre que deja vivir con poco
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