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Otra vez el jaleo, ya era la segunda noche y no iba a aguantar otra horrible noche más. Eran las dos de la mañana cuando llamó a la policía. Las excusas de siempre, "no tenemos efectivos en este momento, cuando quede alguno disponible lo enviaremos", ya, claro, nunca habían efectivos para las fiestas a las tantas. Amenazó de subir con un bate de béisbol a reventarle la cabeza al gilipollas de arriba si no venían pronto. Al cabo de unos veinte minutos aparecían, menos mal. Se acabó el ruido.
El numeroso grupo se reunió en una masía perdida en mitad de la nada. Todos los asistentes, que no se conocían entre ellos, habían llegado solos, a diferentes horas y andando; los vehículos los habían dejado en la explanada usada a modo de parking para los clientes de una gran superficie a las afueras del pueblo. La masía estaba a unos seis kilómetros montaña a través.
Los móviles los habían dejado encendidos en sus casas y no avisaron a nadie de su paradero. Tanto nivel de paranoia era necesario dada la importancia de la asamblea que iba a tener lugar en aquella masía.
Tras casi ocho horas de reunión acordaron los detalles de la acción y se marcharon como habían llegado, sin charlas amistosas post reunión. No querían conocerse, no querían saber nada los unos de los otros.
El día acordado había llegado. Mas bien la noche acordada, que sería cuando se llevaría a cabo la acción múltiple. Tenían que conseguir caos, como fuera, y cada uno tenía asignada la manera de hacerlo. De repente, por toda la ciudad se sucedieron una serie de eventos.
Unos plantearon simular accidentes de tráfico en carreteras terciarias. Eso les aseguraba la ausencia de testigos. Esa noche hubieron ocho.
Otros plantearon simular que estaban perdidos, preguntando a las patrullas que rondaban las afueras, previo estudio de cuantas patrullas salían de ronda y a qué horas. Aquella noche hubieron seis.
Alguien planteó montar fiestas en casas alquiladas por toda la ciudad. Le ocurrió hace unos meses que un vecino aburrido había llamado a la policía y se había presentado una patrulla a su domicilio. La idea fue aprobada y fue la que más éxito tuvo. Se montaron 16 fiestas ruidosas de las cuales en 12 se quejaron los vecinos a la policía.
En todas ellas, las patrullas, formadas por dos policías, acudieron a prestar servicio, un total de 52 policías., 52 desapariciones.
Las casas quedaron vacías y limpias al día siguiente. Los datos dados para el alquiler on line eran falsos, aunque en muchos casos, las viviendas que estaban vacías habían sido ocupadas.
Los supuestos accidentados, presentaban malestar cuando llegaba la patrulla, mientras cerca se escondían varios miembros que reducían a los agentes.
Los que iban perdidos en sus furgonetas, se posicionaban cerca de la puerta lateral mientras los agentes les daban indicaciones, que se abría, raptándolos.
Estos hechos se repitieron en 23 ciudades, con un saldo de casi 1200 policías raptados.
La organización, de ideología anarquista, había cumplido uno de sus objetivos: diezmar las fuerzas del orden público.
Las lineas de investigación llevaron a la masía donde tuvo lugar la reunión. En un pozo de unos 20 metros de profundidad se hallaron los cadáveres descuartizados y calcinados de los policías desaparecidos, pero jamás hubo una sola pista de quien pudo haber hecho tamaño horror. Nunca hubo detenciones.
Los próximos iban a ser los jueces.