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Autores: BREMMER, J., ROODENBURG, H. Textos de Peter Burke; Aaron Gurevich; Jacques Le Goff. Ediciones Sequitur. ISBN: 9788495363015
Por Johan Verberckmoes. Página 79.
La Contrarreforma fue tanto una campaña de cristianización como una reacción contra todo tipo de viejos hábitos cuya reforma ya había comenzado en el Concilio de Trento (1545-63) y desde fuera de la Iglesia. La risa se asociaba a la sensualidad, desenfreno y licencia y se consideraba perniciosa para el buen cristiano. El humanista y profesor Erycius Puteanus defendió en 1611 públicamente la risa y a Demócrito, expuso la tesis de que la risa es una expresión de sabiduría. También Felipe Neri entre otros entienden que la risa puede tener un profundo significado religioso y expresión de auténticos sentimientos cristianos. El argumento más convincente a favor de la risa cristiana recibía el nombre de eutrapelia. Según Aristóteles en su Ética a Nicómaco, la eutrapelia es la capacidad de ser civilizadamente divertido. Tomás de Aquino interpretó esta eutrapelia como risa moderada que no entorpece la caridad. En el XVII, Francisco de Sales defendió esta eutrapelia cristiana en su Introduction à la vie dévote, texto de gran influjo en la Holanda española.
Pero a pesar de las múltiples declaraciones públicas invitando a moderar la propia risa, la Contrarreforma también tuvo su propio humor desenfrenado. Hasta mitades del XVII algunos jesuitas utilizaban el púlpito para mofarse de sus adversarios y en los panfletos y carteles usaban un lenguaje rabelaisiano. Los chistes sobre ministros reformados eran populares en las tradiciones orales.
En los Países Bajos españoles se siguieron publicando libros de chistes hasta 1627 y luego no se imprimieron más pero se vendían ediciones antiguas.
Lo que es más importante y relativamente nuevo con respecto al XVI son los chistes centrados en las prácticas cristianas y en la posición dominante del sacerdote en su parroquia. Los chistes, incluso los escatológicos, fueron un elemento más de la cultura de la Contrarreforma en los Países Bajos españoles.
Por Derek Brewer
Un chiste es una pequeña manifestación artística de carácter verbal que pretende suscitar la risa. En principio oral, se dirige a un grupo cerrado y suele expresarse en prosa. Trata de acontecimientos y preocupaciones de la vida cotidiana y forma parte de la cultura de una sociedad dada e indica aquello que esa sociedad tiene por divertido.
El propósito del chiste es reforzar la cohesión del grupo y tiende a reafirmar los prejuicios populares (chistes étnicos). Los de corte tradicional suelen ser políticamente incorrectos porqué expresan la hostilidad de la gente corriente ante las minorías dominantes con las que no se identifica.
Abordemos la historia del género, destacando en primer lugar sus circunstancias culturales: la pertenencia social y las condiciones de los hombres y las mujeres involucrados.
La Antigüedad y la Edad Media tuvieron sus chistes, pero se considera el primer libro de chistes el Facetiae de Poggio Bracciolini (1380-1459), chismorreos, en latín, que corrían durante los descansos de los secretarios papales en Roma y que se originan en un entorno culto y cohesionado. Fueron impresos en 1477. Muy influyente es el libro de Baldassare Castiglione (1478-1529) Il libro del cortegiano (1528).
Los libros cortesanos del medioevo no suelen referirse al arte de la conversación y menos aún a los chistes pero, a partir del siglo XVI, se referirán a ambos asuntos con la intención de evitar la indecencia. Un ejemplo es el The Refin’d Courtier, or A Correction of Several Indecencias Crept into Civil Conversation . Este libro parafrasea el libro cortesano de Il Galateo, de Giovanni Della Casa, en el que se hace hincapié en el decoro y el autocontrol.
Estas obras extranjeras empezaron a influir en la clase alta inglesa del XVI en un contexto humanista. Se escribieron tratados de retórica y el más importante en la Inglaterra del XVI fue The Art of Rethorique, for the Use of all Suche as are Studious of Eloquence, de Thomas Wilson (1553). Destaca por su originalidad y viveza de estilo.
En el siglo XVII destacan Burton y Pepys. Robert Burton (1577-1640) tiene un carácter más general. Escribió The Anatomy of Melancholy en 1621 y analiza las causas y los remedios de la melancolía amorosa y sobre todo religiosa.
Los chistes presuponen unos grupos sociales y una manifestación oral. Burton apunta como posibles escenarios la taberna o los que recrean obras de Shakespeare como aposentos de la nobleza, círculos burgueses y artesanos, casas episcopales e incluso iglesias con sus numerosas descripciones de la sociedad de la época.
El diario de Pepys nos proporciona unas extraordinarias estampas de la alegre vida social londinense del XVII. Los tipos de humor son muy variados.
Existía por lo tanto la costumbre de repetir o recopilar chistes y cabe pensar que, estas historias, fluían entre lo oral, lo escrito y lo impreso. Las mujeres no solo podían estar presentes sino que podían participar.
El interregno puritano de 1640-1660 pudo coartar algo el humor con la Ley sobre la censura de 1643 pero se seguían publicando libros de humor y a partir de 1660 proliferan aún más.
Curiosamente, Burton no cree que los chistes sean un remedio contra la melancolía sino su causa: el chiste de un grupo es el dolor de otra persona y aboga por la cordialidad considerando que no hay bondad alguna en los chistes. Debió pasar gran parte de su vida solo, adquiriendo esos prodigiosos conocimientos y escribiendo con ese estilo igualmente prodigioso. Burton inaugura el proceso de separación entre el erudito y la corriente general de la cultura. Pepys, por su parte, comenta la “absurda naturaleza de los ingleses, que no pueden evitar burlarse de todo lo que les resulta extraño”.
Los caballeros también hacían sus propias compilaciones manuscritas como Pepys. Sir Nicholas Le Strange (1603-56) escribió Merry pasajes and Jests. Anthony à Word menciona The Merry Tales of the Mad-men of Gottam impresa, según dice en tiempos de Enrique VIII que tuvo muchas reimpresiones. A Hundred Merry Tales proceden de un círculo docto, los humanistas relacionados con Sir Thomas More (conocido bromista).
Burton menciona un ejemplo de “inofensivas bromas de los grandes hombres”, la del campesino borracho, sacada de una historia de Borgoña, escrita en latín y publicada en 1584. Shakespeare recrea la broma en dos de sus obras. Probablemente procedente de Asia (como en las Mil y una noches que no llegó a Europa hasta el XVII). Shakespeare se desenvuelve con facilidad entre la clase alta y la baja. Es un antiguo pero sus príncipes y cortesanos siguen la tradición humanista de la diversión propia de caballeros. Combina chistes tradicionales con las réplicas ingeniosas con bondad, humanidad y compasión a diferencia de las burlas tradicionales. Sus chistes sexuales no son groseros y las referencias escatológicas son escasas.
Ravelais y Cervantes ejercieron un gran influjo sobre la novela británica por ejemplo en las historias de Swift del XVIII cuando florece la escritura satírica con un tono un poco diferente. Chaucer pasa de poeta del amor a poeta satírico y algo indecente.
La broma pesada desaparece de los libros hacia 1700. Según Lord Chesterfield la risa es ordinaria, de mala educación más allá de “la chocante distorsión de la cara que ocasiona”.
Una rápida visión a la historia de los locos y bufones de corte puede aportar nuevos elementos a este complejo tema. Enid Welsford estudia el caso particular de Archie Armstrong. Los niveles de libertad de estos eran variables y en algunas sociedades los mantuvieron hasta el XVIII. Shakespeare es el que mejor uso hizo de los locos/bufones/burlones recreando la tradición popular pero con más humanidad. A finales del XVII hay una clara relación entre el loco/bufón y escenario. Thomas Killigrew, un Falstaff, y su hijo y con ellos acaba una era. Las víctimas del humor cambian, los chistes de desdichados pierden popularidad y hay menos mofa sobre los jorobados.
Los libros de humor no tuvieron claros propósitos antirreligiosos. Scott apunta al rechazo de la indecencia pública que el XIX confirma.
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