La vida es una serie extraña de paradojas, sesgos, ideas que chocan con la realidad y realidades que cambian al actuar las ideas.
Dicho esta idea rebuscada, algo que he estado reflexionando ha sido mi contexto personal de 'suficiente'. Ni poco, ni demasiado. La cantidad justa en lo racional y lo emocional. Tiempo dedicado, amigos, recursos, pasatiempos, trabajo. Las cosas a las que más le dedicamos interés.
¿Es suficiente tener un par de amigos o nos faltan más? ¿Una pareja o más? ¿Es suficiente trabajar 4 horas a la semana, 20, 40, 100? O el límite de 5,000 "amigos" en redes sociales es muy poco. Tener millones de seguidores, ¿es suficiente? Tenemos un encuentro entre las normas sociales y las económicas, incluso cruzándose de forma peligrosa.
Es común querer romper límites, aunque siento que nos enfocamos en los límites equivocados. El mayor límite es la vida misma. Unos 80 años en promedio, de buena calidad de vida. Se menciona en un libro que comenté en otra entrada, que son unas 4,000 semanas de Lunes a Domingo (voy en la semana 1,866 por cierto, algo menos que la mitad).
Por ello es tan atractiva la idea de extender nuestra vida con tecnología, creer en reencarnaciones o en vidas eternas, o la trascendencia más allá de nuestra muerte. Que la gente dependa de nuestras ideas, o miles de años después sigan nuestros preceptos. Se conozca nuestro apellido y dejemos hijos que continúen el legado. Haber ayudado a miles o millones de personas que de cierta forma estén agradecidas con nosotros.
Y estaremos dispuestos a hacer muchas cosas por lograr esa extensión de vida o la trascendencia.
Para mí, es respetable la gente que quiere romper el límite de edad, cree en una vida más allá, o que quiere que su legado trascienda su muerte. Para mi, hoy, suficiente está antes que eso.
Un choque fuerte está entre las expectativas de nuestra vida y lo que realmente ocurre. Permitirme ser flexible a las sorpresas de la vida y que no todo será como yo quiero, mi origen en especial. Aunque sí habrán muchas cosas que puedo controlar e influir, mi destino principalmente. Y entonces es una mezcla de ambas. Sorprenderme más por la vida, especialmente aquellas cosas que estaban antes de que llegara. Y poner energía en lo que puedo y quiero controlar, cambiar, influir. No es una, ni la otra.
Entonces:
¿Qué haremos y sentiremos en la vida limitada que tenemos?
Podríamos decir que los recursos del planeta son ilimitados, o por lo menos suficientemente grandes para ir por todos. Que después de llegar al número 1 mundial, sigue mantenerlo o probar otra disciplina. Otros dirían que simplemente competir y dar lo máximo es lo justo. Si el tiempo es limitado, entonces por 'matemáticas' hay que ir a una gran velocidad para alcanzar lo más posible, sin pausas, con atajos. Y sabemos que no somos máquinas que se mueven sin descanso, las emociones entran a preguntarse ¿por qué voy tan rápido?
Definir lo suficiente es tan ambiguo, paradójico. Necesitamos pensar que siempre hay algo más. Y también nos podemos paralizar:
"Nunca seré suficiente" "Nunca será suficientemente bueno" "Siempre hay algo más y nunca lo alcanzaré"
Que haya dos decisiones inciertas, ambiguas, que podrían acercarnos a lo que queremos, a lo que deberíamos, a lo que nos conviene, lo hace tan interesante y al mismo tiempo, desafiante. En un videojuego donde el resultado no importa tanto, nos damos permiso. En la vida donde hay un 'permadeath', una sola vida, nos gana el miedo a desperdiciar el tiempo.
Podemos hacer todo lo que queramos en una cantidad limitada de tiempo, y como dice la Ley de Parkinson, lo que definamos ocupa toda la cantidad de tiempo disponible. Nos convertimos en adictos al trabajo, a la adrenalina, a las relaciones sociales, al entretenimiento y mil cosas más para superar nuestra sensación de finitud. El asunto es cuando volteamos y vemos que el trabajo, las emociones y el sexo no eran lo único. O aún peor, ya no son efectivas para sentir una vida plena.
Por ello los contrastes son tan peculiares y necesarios. Lo que antes era demasiado atractivo, hoy no lo es. A lo que pusimos poca emoción hoy se ve como lo más importante a seguir y nos arrepentimos.
Y eso es un poco de lo que trata la vida. De vivirla, de disfrutar vivirla, de redefinir lo que significa disfrutarla. Y en todo ese camino, nada importa a largo plazo (asumiendo que somos 1 entre 8 mil millones de personas), y cuando nada importa, lo verdaderamente importante es lo que hacemos en este instante, aquí, con las personas que están cerca.
Estoy en esa etapa de la vida donde lo siguiente ya no necesariamente es subir o perseguir más, sino estabilizar y pausar o incluso caer y reducir. Es un momento extraño, incómodo, aunque muchas personas lo han sobrevivido.
Esta lectura (en inglés) me dio bastantes reflexiones desde la experiencia de los que ya la pasaron:
The Age 30 Crisis and Seasons of a Man's Life
Cada año hay nuevos retos, emociones, posiciones desde las que partimos.
No te puedo decir que tengo la respuesta específica para ti, a quien no conozco sus circunstancias. Lo que sé es que el concepto de suficiente cambia todo el tiempo, y se ejercita como un músculo.
En ocasiones querremos más, y a veces será sano ambicionar más. En otras ocasiones será menos. Y permitir acelerarse y frenar, con más estilo, con más naturalidad, nos ayuda a redefinir ese suficiente en cada etapa de la vida. ¿Cuál es la tuya hoy? ¡Compártelo conmigo!
EOT
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