Copiado de un mail que envía Sergio Fernández. No encontré la dirección aunque me gustó para compartirlo acá:
Hoy te cuento una conversación de dos minutos que alteró mi sistema de creencias. Las alteró para bien, claro.
La tuvimos el otro día en Kaizen Asesores, la asesoría fiscal de la que sabes que soy cofundador y socio.
Parece que es una conversación de negocios, pero verás que en realidad fue una conversación de espiritualidad.
La cuestión es que había un cliente que nos pidió asesoramiento.
Su socio no quería devolverle un dinero que le debía.
Era una cantidad relativamente pequeña.
Así que emití mi opinión:
– Por un lado, puedes denunciarlo y perder tiempo para recuperarlo.
Lo ganaremos, pero perderás energía. Seguramente tu tiempo está mejor empleado en otro asunto.
Por otro lado, si no lo denuncias es posible que una situación similar vuelva a aparecerte en la vida.
Cuando no cerramos bien un asunto normalmente vuelve a aparecer.
En cualquier caso, como tú has hecho las cosas bien, ese dinero te volverá multiplicado.
Entonces mi socia le dijo:
– Estoy de acuerdo. Además quiero añadir algo. El problema es que, si dejas que se quede ese dinero, alguien se lo quitará para equilibrar el karma.
Por eso, quizá sería mejor que no permitieras que se lo quedara.
Si lo impides, puedes parar ese círculo infinito de que alguien quita algo y entonces otra persona se lo tiene que quitar a su vez para equilibrarlo… y vuelta a empezar.
¿Sabes por qué me encantó esta respuesta?
Porque a veces no va sólo de lo que nos interesa a nosotros.
Va de lo que es mejor para nosotros y también para el conjunto de la vida.
Si fuéramos capaces de darnos cuenta de que cada acción influirá en la vida de muchas personas…
Si fuéramos capaces de darnos cuenta de que podemos sanar las relaciones y de que, al hacerlo, no sólo nos hacemos un favor a nosotros, sino que se lo hacemos al mundo…
Si fuéramos capaces de esto, seguramente podríamos cambiar el mundo a mejor en sólo una generación.
Cada vez hay más personas que sienten la llamada interna de terminar con un ciclo infinito que se da en su vida, o en su familia.
Como si fuera una maldición que se repite hasta el infinito.
Muchas personas viven atrapadas en ese círculo.
Su bisabuela se peleó con su abuela. Su abuela se peleó con su madre. Su madre se pelea con ella. Ella se pelea con su hija…
Con ligeras variaciones, claro. Ahora no contesta un mensaje al móvil y antes no contestaba una carta, pero la esencia es la misma.
Verás, la vida consigue que se repita todo lo que no está sanado.
¿Para qué?
Para que lo sanes.
Y si no lo haces, la vida lo repite hasta que te des cuenta.
A veces incluso a lo largo de generaciones.
La vida no tiene prisa.
La vida sólo quiere una cosa: que tomes consciencia.
De eso va el juego.
EOT
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